Es la inflación, no el dólar

El otro día mientras participaba de un programa de televisión, no pude dejar de sorprenderme por el consenso que existe  entre la mayoría de las personas acerca de que la responsabilidad en el incremento de la inflación es la suba del dólar. Incluso personas bien formadas e informadas, cuyos conocimientos en otras áreas merecen el mayor de los respetos, como Jonathan Viale o Luis Novaresio, creen eso.

Son esos momentos de confusión colectiva donde el aparente sentido común carece de razón y es importante explicar el error de pensar que la enfermedad es el dólar y la inflación la fiebre, y no al revés. Aquí se resume un problema central de los argentinos: Creer que el problema es el dólar y no la inflación. Es por eso que se pone el acento (y la preocupación) en que el dólar suba, pero no tanto en que lo hagan los precios.  Cuando se confunde la causa de un problema con su consecuencia, no es posible encontrar su solución.

Hoy se ve a la devaluación del dólar como un problema y no como una consecuencia obvia de la inflación. Sin embargo, y pese a que muchos quisieran hacerse los distraídos, es la inflación la responsable de la caída del salario real y no el dólar. Continuar leyendo

Dólar: No es el 16, es el 90%

Si bien el valor del blue sigue siendo la noticia principal con sus casi 16 pesos de valor, el dato económico más relevante es la insostenibilidad de la brecha cambiaria. La diferencia entre el valor del dólar oficial y el paralelo que se acerca al 90% y esto genera una situación de gran incertidumbre.

¿Por qué la brecha es importante?

Todos sabemos en Argentina que el valor del dólar blue hoy es el valor de dólar oficial mañana. Siempre que hay un tipo de cambio oficial controlado y uno paralelo, más tarde o más temprano, los distintos valores de los dólares convergen a uno solo.

Todos también sabemos que el valor que los aúna está siempre más cerca del paralelo que del oficial.

La gran duda que se presenta no es si el dólar oficial va a subir cerca del valor paralelo, sino cuándo y cómo lo hará.

Cuando la brecha se acorta y está en niveles del 25%/30% esa preocupación de cuándo se va a hacer la convergencia se diluye. Esta es una diferencia que llamamos manejable, ya que al ser baja, da la sensación que la convergencia entre dólares oficial y paralelo puede demorarse en el tiempo y, por lo tanto, las expectativas de una devaluación del dólar oficial se tranquilizan.

Esto implica, por ejemplo, que los importadores de insumos para la producción pueden calcular los precios de los bienes dentro de 3 o 4 meses. Pueden arriesgarse a financiar sus ventas en pesos. Es decir, que si bien la brecha existe, se encuentra en un rango que permite administrar el negocio y seguir produciendo y vendiendo dentro de esos plazos.

Pero cuando la brecha se agranda más allá del 50% -y para colmo sigue creciendo- las expectativas de una devaluación del dólar oficial aumentan y, por lo tanto, la gestión del negocio se paraliza.

Decidir la importación de un bien hoy y no saber a cuanto lo podrá vender mañana, paraliza la operación. La pregunta a responder es ¿a qué precio debo vender hoy si tengo que volver a comprar el bien mañana si no se el tipo de cambio que voy a tener?

El caso automotriz

Pongamos de ejemplo el caso automotriz. Supongamos que la empresa A produce un auto que tiene un 70% de componentes importados. Decide producirlo hoy para lo cual debe solicitar las partes importadas. Estos componentes entran en los 30 días posteriores al pedido y, posiblemente, los deba pagar a 60 días. Con esos insumos arma el auto que venderá en pesos.

Los pesos que cobró del auto que vendió, le tienen que alcanzar para poder volver a comprar los componentes importados en dólares para volver a producir otro auto. Si la brecha es chica, la empresa sabe que una devaluación de dólar oficial puede suceder, pero nunca será una que supere al dólar paralelo, por lo tanto enfrenta un riesgo de una variación del 10%/15% de brecha que puede administrar.

Ahora bien, si la brecha supera el 80%, el riesgo de una devaluación sube al 50/60% y ese impacto en las finanzas no es administrable. Por lo tanto el negocio requiere mucho más cuidado, y fijar un precio que lo cubra de la posible devaluación, sin impedir su venta. Esta incertidumbre simplemente paraliza a la economía.

No es una conspiración internacional contra nadie, se trata de la conducta obligada de cualquier gerente que quiera mantener a flote su compañía.

Brecha y recesión

Por lo tanto el incremento de la brecha genera un parate en la actividad económica que afecta no solo a las empresas, sino al empleo y de allí a las cuentas fiscales. Se crea un círculo vicioso que necesariamente el gobierno tiene que resolver antes de que se agrave aún más.

Es por esto que la brecha tiene dos formas de cerrarse. Paulatinamente, con un oficial que de apoco alcance los 15 del blue, o abruptamente tal como lo hizo el Gobierno en enero pasado. De cualquier modo, sin un plan antiinflacionario, los resultados serán tales como los de enero o aún más graves.

Esta es la decisión que debe tomar en conjunto el Ministerio de Economía y el BCRA. Cómo subir el dólar oficial. De a poco o abruptamente. En esta tensión estaremos estos días, pero es una situación que no puede durar mucho tiempo, ya que la economía profundizaría aun más su recesión y, por lo tanto, tendería a incrementar la incertidumbre y el conflicto social.

Sea como sea, debería hacerse cuanto antes.

La obediencia debida tiene un límite

Quizás no tan paradójico, pero el Gobierno que está a favor de los derechos humanos por los crímenes sucedidos en la dictadura, es el que más aplica hoy la obediencia debida con sus legisladores.

Es sabido que por lo general la gente tiende a respetar la autoridad y a acatarla sin mucho cuestionamiento. Está para eso el estudio de Harvard donde los alumnos torturaban a un paciente porque se los decía el doctor.

Por supuesto que la persona, mientras más mediocre y más cobarde, más obediente.

Pero sabemos que la obediencia debida no es una excusa para los cobardes. No se puede alegar que una persona hace algo que sabe que está mal porque se lo dice su superior.

No lo exime de responsabilidad. Y así tiene que ser.

El congreso obsecuente

La Presidente envió el proyecto de cambio de sede en los pagos de los bonos y celebro que esa decisión la remita al Parlamento. Lo que allí salga será responsabilidad de todos los argentinos y sus consecuencias también.
Allí están los representantes que votamos todos y más interesante aun, algunos quieren que los sigamos votando.

La ley propone un cambio de jurisdicción, que es entrar en desacato a un fallo judicial de una corte donde voluntariamente litigamos. Esto no es una pelea con los fondos buitres -esa pelea lleva 12 años-, esto es un desacato a un fallo judicial.

Como es un fallo de la justicia norteamericana, muchos ya están aplaudiendo, sobre todo desde la calle. Pero no respetar un fallo en la principal plaza financiera mundial, supongo yo, que debe tener alguna consecuencia para el futuro. Difícil pensar que no pase nada.

Es por esto que espero que el Congreso de la Nación debata y vote lo que considere mejor para el país.

Solo pido un favor, aquellos que lo hagan a favor del cambio de jurisdicción, nos expliquen las consecuencias de su decisión y si están dispuestos a hacerse responsable de ellas o le echaran la culpa a otro.

Como también a los que voten en contra nos digan cuales son las consecuencias de no cambiar de jurisdicción.

Es decir, votar a conciencia y teniendo en claro los escenarios de lo que va a suceder. Lo necesitamos los argentinos, que nos expliquen que su voto lo tienen bien estudiado y sus consecuencias también.
Así sabremos a qué atenernos a la hora que la ley se vote.

La mayoría de los legisladores harán discursos mediocres y cobardes de fáciles aplausos hablando del pasado. Son irrelevantes. Pero la Cámara tiene legisladores que dicen tener la altura suficiente como para votar con responsabilidad.

Sería bueno que ellos, en su justificación del voto, nos cuenten cómo creen que va a seguir la economía argentina con un default de largo plazo y con desacato judicial. Como también sería bueno que expliquen lo malo o bueno de cumplir con el fallo adverso de la Corte.

Que digan cómo ven la inversión en Argentina, cómo ven la reputación argentina en el mundo, qué escenario de crecimiento económico vislumbran. Cómo van a resolver la falta de energía del país, volver a generar inversiones y empleo.

Posiblemente tengan todas las respuestas y efectivamente, con esta medida Argentina se encamina a desintegrarse del mundo pero a superar sus problemas económicos.

Lo único que espero es que digan lo que va a pasar y, si eso no llegara a suceder, no le echen la culpa a otro, acepten que fueron las consecuencias de su decisión.

Antipatria

No hay nada peor que un irresponsable que se embandera con la azul y blanca y al grito de patria le hace un daño enorme a la Argentina. Para ejemplo, tomar a Galtieri.

Así como muchos creen que pagar a los buitres es ser antipatria, otros pensamos que mandar a la Argentina a ser un paria internacional es antipatriota y que esa decisión trae solo más recesión, desempleo e inflación.

Quizás me equivoco y los señores legisladores que votarán a conciencia, habiendo evaluado bien todas las consecuencias de sus actos, luego se harán cargo de las mismas cuando vuelvan a las elecciones.

Pero si las cosas no salen bien, les pido no apelen a la obediencia debida. Es que la obediencia debida tiene un límite y ese es el futuro del país y de los argentinos.

Honrar las deudas u honrar los fallos

El discurso de la Presidente de la Nación contó con dos decisiones importantes que tienen algo en común: la primera es que Argentina va a seguir pagando su deuda reestructurada en los canjes del 2005 y 2010. La segunda, su calificación de extorsivo sobre un fallo de la Corte norteamericana. ¿Qué tienen en común? Que lo importante es la opinión de la Presidente acerca de lo que está bien -o lo que está mal- para saber qué camino tomará la Argentina y no lo que debe hacer en función de reglas nacionales o internacionales.

Pregúntese lector, si va a jugar al fútbol ¿contra quién prefiere jugar? ¿Contra alguien que hace fouls, se tira disimulando un penal, toca la pelota con la mano cuando no lo ven, pero cuando el árbitro lo sanciona cumple las reglas? ¿O prefiere jugar contra alguien que cuando el árbitro falla una falta se niega a cumplirla y lo ignora? ¿O si dice que está adelantado, no le importa y continúa la jugada? ¿O si le anula el gol no hace caso y lo celebra? ¿Cómo se juega en el segundo ejemplo?

Las deudas muchas veces no se honran. Hay miles de situaciones donde no se puede cumplir con los compromisos financieros asumidos. Tan es así, que existen leyes que dicen qué hacer en esos casos. Existen siempre posibilidades de no honrar las deudas. Hay muchos casos de default de deuda pública y ni hablar de deudas privadas. Para esto se inventaron las reestructuraciones, las renegociaciones, y los procesos tendientes a buscar acuerdos financieros.

Los fallos

Hay una particularidad en la Presidente, y es que sólo se somete a las reglas que ella considera válidas y no acata aquellas con las que no está de acuerdo. Esto lo hace tanto dentro como fuera del país.  Sin embargo, en el mundo, las reglas y las leyes están para cumplirlas independientemente sobre qué opinemos de ellas.

Sinceramente, no es relevante la opinión de la Presidente -ni de nadie- acerca del grado de justicia o injustica que tenga el fallo de Estados Unidos, o si es fruto de una conspiración internacional. Lo importante es considerar que las decisiones de política nacional no son una cuestión de opinión personal sino de estrategia de desarrollo para todo un país.

No acatar un fallo de una Justicia a la que voluntariamente se decidió aceptar como jurisdicción y en la que se lleva años de juicios no puede ser el resultado de una opinión. Tampoco es serio que se hable de extorsión. Puede parecerle injusto, como me parece a mí (y a tantos). Puede parecerle inmoral, como también me parece a mí (y a tantos). Pero son opiniones. Un país cumple reglas cuando le suman y cuando le restan: es la condición de vivir en una comunidad internacional. Como las personas, cumplimos las leyes y normas cuando nos benefician, pero también cuando nos perjudican. De eso se trata la vida en sociedad.

Imagínese si una empresa extranjera llama a un fallo de la Justicia argentina extorsivo y lo desobedece. ¿Cómo reaccionaríamos nosotros? ¿Qué antecedente quedaría de esa empresa en este país y en los países vecinos?
Hay que honrar las reglas de juego si uno quiere seguir jugando en el mundo.

El mundo al revés

Así están las cosas: el gobierno y muchos terminan celebrando que la Argentina honra una deuda (la que puede renegociar) y no honra una norma (la que debe cumplir). Es rara la prioridad, pero peor todavía, si como en este caso, es contradictoria.

Pagar una deuda se hace con un principal objetivo: volver a tomar créditos. Pero la primera condición para volver a tomar créditos, no es que pagues deudas que podés refinanciar, sino que si vas a juicio y fallan en tu contra, lo vas a acatar. Esa es la mejor garantía para seguir consiguiendo créditos. Así que, ante la opción, sería preferible honrar fallos a honrar deudas.

Tasas cuidadas

Con el objetivo de avanzar en regular más la economía, el Banco Central (BCRA) estableció límites a la tasa de interés. Es que se debe terminar con el abuso de los bancos que lucran indiscriminadamente con la gente.

De hecho, lo mejor que podría pasar es que los bancos no ganen plata y sean instituciones sin fines de lucro. De esa manera habría más crédito para todos.

Por supuesto que socialmente no hay nada más políticamente incorrecto que tratar de defender un banco o un banquero. No hay forma de sumar ningún adepto. No hay otra posibilidad. Ser un banquero -y sobre todo en situaciones económicas complicadas- es definitivamente un caso perdido de mala prensa.

Pero si son tan malos habría que preguntarse para qué existen. Probablemente se trate de una creación diabólica…  ¿o será que cumplen algún rol en la economía?

El rol del banco

El banco nace y se desarrolla como el lugar donde nosotros depositamos nuestros ahorros. Así nació, como el sitio al cual quienes contaban con ahorros podían depositarlos para que se los custodiara.

El sistema financiero es muy regulado y tiene muy precisas restricciones y evaluaciones de riesgo, porque justamente administra la plata de terceros. De hecho, si manejara solo su plata, tendría menores regulaciones.

Es decir, la solidez de un banco se evalúa en su capacidad de defender el ahorro de los habitantes de un país. Cuando nos preguntamos si un banco es seguro, estamos preguntando si ese banco está en condiciones de otorgar créditos o bien de devolver nuestros depósitos.

Para que un sistema financiero crezca, entonces, debe recibir más depósitos. Y para que ello suceda los bancos deben dar confianza con el manejo de nuestro dinero. Esa será la plata utilizada para otorgar créditos. Sin depósitos, no hay créditos.

Si un Banco Central pone regulaciones que limitan las tasas de interés y si esas limitaciones debilitan la solvencia de los bancos porque asumen más riesgos sin la remuneración correspondiente, conseguirá que más gente tome créditos en el corto plazo y que menos gente deposite sus ahorros en el mediano plazo. En consecuencia, los créditos en el mediano plazo volverán a caer.

¿Préstamos para todos y todas?

El principal problema del sistema financiero argentino no es el valor de sus tasas de interés, sino su tamaño. Acorde a la nueva estimación del PBI, el total de créditos del sistema financiero argentino alcanza alrededor del 13% del producto bruto, el más bajo de América Latina. El país que le sigue tiene el 20%. Chile tiene más del 70’%, mientras que Brasil ostenta más del 50%.

Por lo tanto, sobre lo que hay que trabajar es por tener más bancos que presten más plata, pero para ello necesitamos más bancos que logren canalizar más ahorros de los argentinos.

Y lo cierto es que mientras más se interviene el sistema, más dudas tienen los ahorristas y menos plata depositan.

En resumen, las tasas de interés más bajas tendrán algunos pocos beneficiarios que son aquellos que pueden tomar créditos en los próximos meses. Como las condiciones para tomar créditos siguen siendo las mismas, las tasas cuidadas serán para pocos y por poco tiempo.

Una cosa sí está clara: se continúa dando señales de que ahorrar e invertir en la Argentina es cada vez más riesgoso.

El Club de París, o la gesta heroica de un trámite administrativo

Vuelve el ministro de Economía luego de una reunión de 20 horas donde finalmente consiguió que la Argentina pagara su deuda. Impresionante, hemos logrado consolidar la deuda de 6.222 millones en 9.700 millones, para cancelar en 5 años. Unos 650 millones de dólares ahora y otros 500 en mayo del 2015

Un logro magnífico: por fin los acreedores, Alemania, Francia o Japón, van a cobrar lo que les debemos. Hemos logrado algo muy difícil, algo a lo que el mundo se resiste: que les paguemos.

Es más, no solo estamos contentos por pagar, sino que lo haremos sin la supervisión del FMI, por lo que podremos seguir haciendo con nuestras estadísticas lo que querramos. Sin cuestionamientos internacionales, excepto de los argentinos.

Más allá del sarcasmo del inicio de la nota, lo cierto que esta costumbre argentina de hacer de cosas normales gestas heroicas me tiene un poco cansado

Cerramos un acuerdo con un acreedor para pagarle. Ni mas ni menos que eso.

Por supuesto que el acuerdo el gobierno lo hace por necesidad y no por convicción. De lo contrario, hubiera acordado con sus acreedores cuando le sobraban los dólares como en el 2007 y no ahora que estamos con escasez.

Pero el acuerdo ya está y está bien que esté. Discutir si el acuerdo es bueno o pudo ser mejor es un debate contrafáctico que no tiene ningún sentido.

Ahora lo importante: a conseguir dinero

Había que hacerlo, claro que había que hacerlo. Es normal pagar las deudas. Lo inusual es no pagarlas. ¿Pero cuál es la principal razón para pagar una deuda y normalizar la relación financiera con el mundo? Claramente, la de volver a pedir plata prestada.

Este arreglo es un acuerdo más de la Argentina. Es el número nueve con el Club de París y tiene como destino el mismo que los otros ocho. Se va a pagar unas cuotas y después probablemente se va a dejar de pagar.

El acuerdo es un avance necesario, pero es la parte mas sencilla, la que nosotros pagamos. Ahora comienza la parte más complicada, que es tener que salir a colocar dinero.

Y lo cierto es que el flujo de fondos, como es lógico, queda más comprometido. Ahora cuando el gobierno argentino salga a conseguir dólares al exterior y muestre sus compromisos de deuda a pagar, hay en algunos años 2.000 millones de dólares anuales más que tiene que cancelar. Es decir que la capacidad de pago se resintió.

El acceso

El asunto es que el gobierno salió hace unos días al mercado de capitales, cuando emitió un bono con vencimiento el 2024 y se lo dio a Repsol, que rápidamente lo vendió. La tasa de interés implícita fue de 11,6% en dólares por año. Es decir, casi 3 veces más que Bolivia o Paraguay. No es que Argentina no salió al mercado de capitales, ya lo hizo.

¿Entonces cuándo debemos “celebrar”? Sencillamente cuando el gobierno saque un nuevo bono  y veamos que consigue un monto importante a una tasa de interés mucho más baja que la actualmente vigente.

Entonces seamos más normales. Estamos en un largo camino de normalizar la relación con la comunidad financiera internacional, en el que hemos dado un paso. Necesario, pero el más sencillo.