Por: Tomás Bulat
Vuelve el ministro de Economía luego de una reunión de 20 horas donde finalmente consiguió que la Argentina pagara su deuda. Impresionante, hemos logrado consolidar la deuda de 6.222 millones en 9.700 millones, para cancelar en 5 años. Unos 650 millones de dólares ahora y otros 500 en mayo del 2015
Un logro magnífico: por fin los acreedores, Alemania, Francia o Japón, van a cobrar lo que les debemos. Hemos logrado algo muy difícil, algo a lo que el mundo se resiste: que les paguemos.
Es más, no solo estamos contentos por pagar, sino que lo haremos sin la supervisión del FMI, por lo que podremos seguir haciendo con nuestras estadísticas lo que querramos. Sin cuestionamientos internacionales, excepto de los argentinos.
Más allá del sarcasmo del inicio de la nota, lo cierto que esta costumbre argentina de hacer de cosas normales gestas heroicas me tiene un poco cansado
Cerramos un acuerdo con un acreedor para pagarle. Ni mas ni menos que eso.
Por supuesto que el acuerdo el gobierno lo hace por necesidad y no por convicción. De lo contrario, hubiera acordado con sus acreedores cuando le sobraban los dólares como en el 2007 y no ahora que estamos con escasez.
Pero el acuerdo ya está y está bien que esté. Discutir si el acuerdo es bueno o pudo ser mejor es un debate contrafáctico que no tiene ningún sentido.
Ahora lo importante: a conseguir dinero
Había que hacerlo, claro que había que hacerlo. Es normal pagar las deudas. Lo inusual es no pagarlas. ¿Pero cuál es la principal razón para pagar una deuda y normalizar la relación financiera con el mundo? Claramente, la de volver a pedir plata prestada.
Este arreglo es un acuerdo más de la Argentina. Es el número nueve con el Club de París y tiene como destino el mismo que los otros ocho. Se va a pagar unas cuotas y después probablemente se va a dejar de pagar.
El acuerdo es un avance necesario, pero es la parte mas sencilla, la que nosotros pagamos. Ahora comienza la parte más complicada, que es tener que salir a colocar dinero.
Y lo cierto es que el flujo de fondos, como es lógico, queda más comprometido. Ahora cuando el gobierno argentino salga a conseguir dólares al exterior y muestre sus compromisos de deuda a pagar, hay en algunos años 2.000 millones de dólares anuales más que tiene que cancelar. Es decir que la capacidad de pago se resintió.
El acceso
El asunto es que el gobierno salió hace unos días al mercado de capitales, cuando emitió un bono con vencimiento el 2024 y se lo dio a Repsol, que rápidamente lo vendió. La tasa de interés implícita fue de 11,6% en dólares por año. Es decir, casi 3 veces más que Bolivia o Paraguay. No es que Argentina no salió al mercado de capitales, ya lo hizo.
¿Entonces cuándo debemos “celebrar”? Sencillamente cuando el gobierno saque un nuevo bono y veamos que consigue un monto importante a una tasa de interés mucho más baja que la actualmente vigente.
Entonces seamos más normales. Estamos en un largo camino de normalizar la relación con la comunidad financiera internacional, en el que hemos dado un paso. Necesario, pero el más sencillo.