El hombre que pudo ser presidente

27 de abril de 2003, concluía la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Carlos Saúl Ménem ganaba con la fórmula “Frente por la Lealtad – Ucedé” con el 24,45% de los votos. Detrás del caudillo noventista la fórmula “Frente para la Victoria” se alzaba con Néstor Kirchner con el 22,24% de los votos y tras de ellos Ricardo López Murphy llegaba con el 16,37% de los votos.

Tras la victoria en primera vuelta que no le alcanzaba para ser el vencedor definitivo, Ménem optó por abandonar la contienda, dejando afuera a López Murphy de la pelea por la segunda vuelta y regalándole así la victoria a Néstor Kirchner.

El artículo 151 del código electoral sotiene que: “En la segunda vuelta participarán solamente las dos fórmulas más votadas en la primera, resultando electa la que obtenga mayor número de votos afirmativos válidamente emitidos.”

La fórmula es casi idéntica que la contenida en el Artículo 96 de la Constitución Nacional que establece: “La segunda vuelta electoral, si correspondiere, se realizará entre las dos fórmulas de candidatos más votadas, dentro de los treinta días de celebrada la anterior”.

La diferencia entre el código electoral y la Constitución Nacional es que mientras el código remite de manera directa a las dos listas que hubieran sacado más votos de todas las que compitieron. El ganador debe salir entre una de las dos más votadas permitiendo un ganador en caso de renuncia de alguna de las listas impidiendo una ratificación democrática.

La Carta Magna en cambio postula que sólo se gana obteniendo cierta diferencia ante el segundo y en caso de no cumplirse esa condición se procede hacia una segunda vuelta que se conformará con las dos fórmulas más votadas. O sea que el único criterio válido para reconocer un ganador en primera vuelta es que cumpla con las mayorías previstas.

La fórmula constitucional, tras la renuncia de Ménem, tomaría a Néstor Kirchner y a Ricardo López Murphy como las dos listas con más votos y por ende en condiciones de disputar la segunda vuelta. Situación excluida por el código electoral, siendo por ende inconstitucional tal solución en mi opínión.

Lopez Murphy pucherito

El criterio de “correspondencia” que establece la Constitución Nacional se da a partir de la falta de cumplimiento de los requisitos establecidos en los artículos 97 y 98. Es decir, que si no se cumple alguna de las dos previsiones contenidas en estos artículos, debe interpretarse que corresponde una segunda vuelta.

En aquel entonces los voceros de Recrear jugaban con la idea de promover la inconstitucionalidad del artículo 152 (el cual establece que ante la falta de ratificación de alguna de las dos partes no ratifica su voluntad de competir gana la otra) y artículo 155 (que no le encuentro relación con el caso) del Código Nacional Electoral generando así una segunda vuelta con la participación de López Murphy. Lo estratégicamente conveniente hubiera sido objetar los artículos 151 y 152.

Uno de los dirigentes que participó de la campaña me comentó que no se avanzó porque habían salido terceros y se optó por evitar politizar una cuestión que podría haber deslegitimado al que ganara en aquel difícil momento de la Argentina.

Si bien nunca podremos saber cómo pudo haber salido la presentación judicial o cómo hubiera reaccionado el electorado ni cómo se hubieran distribuido los votantes, de lo que sí podemos estar seguros es de que hubo una posibilidad concreta de pelear por la presidencia y que, en nombre de la institucionalidad, algunos dejaron sus pretensiones en la puerta de la Casa Rosada procurando evitar un conflicto.

Más allá de poder entender la decisión de Ricardo y su equipo quien, además, difícilmente pudo anticipar que su performance electoral nunca sería la misma lo que no puedo entender es cómo ningún grupo de ciudadanos presentó esta petición ante la Justicia.

El Derecho de poder elegir candidatos presidenciales que cumplan con las prescripciones de la Constitución Nacional le corresponde a todo ciudadano argentino. En principio, cualquier votante (y con más claridad cualquier asociación de votantes) pudo reclamar judicialmente la posibilidad de tenerlo al bulldog en la segunda vuelta.

De haberse concretado la posibilidad, es de esperar que parte de los votos de Ménem junto a los votos de Carrió y los de otros candidatos radicales se hubieran concentrado en Ricardo dándole serias chances de ganar.

Si bien no podemos reescribir el pasado podemos aprender de las experiencias y tomar mejores decisiones a futuro. Hacia delante tenemos el desafío de pensar el poskirchnerismo. Personalmente considero que Ricardo es una persona sumamente valiosa que debe ser parte del frente republicano que debemos conformar entre Unión PRO y UNEN en las elecciones presidenciales del 2015.

Desafío 2015: un acuerdo para unir a la oposición

(Escribo esta nota como ciudadano argentino y no como miembro de una agrupación política. Quiero leer sus opiniones al respecto.)

Tenemos una oportunidad como país. Cada tanto las cosas se alinean de forma tal que existe una posibilidad concreta para transformar la realidad. Hay suficientes personas comprometidas con una visión de país republicana como para compatibilizar las pretensiones de Libertad e Igualdad.

No niego que puedan existir distintos enfoques acerca de cómo resolver de mejor manera los problemas de desarrollo e inclusión. Pero creo francamente que podemos lograr un acuerdo con coincidencias básicas que recepte los trazos gruesos del eventual gobierno de la Unión: lucha anticorrupción y condena a los corruptos, desmantelamiento del aparato de propaganda gubernamental, rediseño del sistema impositivo, independencia judicial; todos puntos en los que podemos acordar más allá de las preferencias particulares con un objetivo común: refundar la República.

Veo personajes que anteponen sus intereses particulares o quizás genuinas inquietudes para entorpecer la posibilidad de constituir un frente republicano que incluya a Unión PRO, UNEN y cualquier otra expresión republicana frente al populismo en su vertiente kirchnerista clásica o el neokirchnerismo que implica la renovación de Massa.

En la décima carta contenida en “El Federalista”, aporta Madison en relación al riesgo de que el Gobierno revista tendencias facciosas: “Es muy cierto que si nuestra situación se revisa sin prejuicios, se encontrará  que algunas de las calamidades que nos abruman se consideran erróneamente como obra de nuestros gobiernos; pero se descubrirá al mismo tiempo que las demás causas son insuficientes para explicar, por sí solas, muchos de nuestros más graves infortunios y, especialmente, la actual desconfianza, cada vez más intensa, hacia los compromisos públicos, y la alarma respecto a los derechos privados, que resuenan de un extremo a otro del continente. Estos efectos se deben achacar, principalmente si no en su totalidad, a la inconstancia y la injusticia con que un espíritu faccioso ha corrompido nuestra administración pública”.

Tener la posibilidad de conformar un Gobierno Nacional que trascienda la visión cortoplacista de las facciones ya es motivo suficiente para pretender una Unión. Para lograrlo, debemos asentar las bases de convivencia y las reglas de juego que regirán en el futuro de nuestra Nación y la convivencia política en este proyecto fundacional.

Sumo un argumento utilitario al ético: podemos ganar sólo si nos unimos. Viendo una reciente encuesta de Poliarquía surge que los candidatos tienen la siguiente intención de voto: Massa 25%, Scioli 21%, Macri 16%, Binner 9%, Cobos 8%, Carrió 6%. Es decir, la oposición suma 39% y el pankirchnerismo suma 41%. Hay un gran margen para ganar.

La única forma de lograr una Unión de este tipo es acordando reglas de juego claras que nos permitan a todos, con tiempo, iniciar los esfuerzos necesarios por consagrar un Presidente que logre dar vuelta la página y armonizar las diferencias. Tengo mis dudas acerca de que las cúpulas tengan los incentivos para fomentar a tiempo un acuerdo de esta naturaleza tanto por presiones internas como externas. Por ende, convoco a que impulsemos un movimiento ciudadano que trascienda los partidos para reclamar la Unión que necesita nuestro país y construyamos juntos el futuro que nos merecemos.

Liberalismo “cebollita”

Quiero agradecer a todos aquellos que nos acompañaron en la decisión de presentarnos en estas PASO como candidatos a diputados nacionales en la lista encabezada por Carlos Maslatón. Quiero también traducirles parte de la experiencia vivida. Para los que no están al tanto, nos presentamos a internas en la Ciudad de Buenos Aires en el frente de Compromiso Federal y salimos segundos sobre seis listas. Resumo la experiencia en cinco puntos:

1) Fracaso político, no ideológico: ha sido una grata sorpresa ver que nuestras ideas, las liberales, tienen un alto nivel de aceptación y la gente las respeta, inclusive quien piensa diferente. Hay un gran margen para el crecimiento del sector liberal. Debemos encontrar las causas del resultado en otro lado.

2) Estrategia equivocada: optamos por impulsar una campaña de proselitismo en búsqueda del “voto liberal perdido” esperando que quien se identificara con las ideas liberales venga chocho a votarnos. El error estuvo en que al ser una oferta nueva encaramos por una vía donde resultó difícil fidelizar al voto y superar potenciales objeciones. Debimos apoyarnos en una campaña de uno en uno, más personal, para ir logrando una masa estable de votos.

3) Boicot mediático: el Grupo Clarín tenía sus candidatos y mintió durante toda la campaña diciendo que UNEN era el único espacio con internas. Asimismo, La Nación no nos dio espacio a fin de no dividirle el electorado al PRO y mintió acerca de la composición de nuestra lista al decir que el frente sólo presentaba una boleta a diputados. Esto refuerza la tesis de estrategia equivocada, dado que la poca figuración mediática debilita la posibilidad de convencer mediante carteles, folletos o acciones dispersas. Banco que cada medio haga lo que quiera, pero no supimos eludir de forma adecuada esta traba y nos generó un grave daño.

4) Estructura insuficiente: lo cierto es que los apoyos con los que contábamos no respondieron de la forma esperada y si bien pudimos corregir la tendencia hacia el final de la campaña, nos vimos desbordados por la cantidad de trabajo que se concentró en nosotros. Parte de esto también se explica por el origen anómalo de la decisión de participar sin una estructura previa. Armamos el equipo de campaña sobre la marcha. La falta de un armado estratégico hizo que muchos esfuerzos se emplearan de una forma inconveniente.

5) Enfoque discursivo equivocado: este es quizás un vicio generalizado por parte de los liberales. Solemos enfocarnos en los cómos, en las explicaciones de los procesos, en lugar de centrarnos en los beneficios concretos para las personas. Tenemos un fuerte problema de tratar de convencer a otros acerca de cómo funcionan las cosas cuando deberíamos centrarnos en explicarles los beneficios. Los liberales debemos comunicar diferente y abandonar el abordaje técnico y economicista. Nos hace parecer insensibles cuando solemos ser de los pocos preocupados por entender cómo funcionan realmente los procesos sociales.

El liberalismo está renaciendo como fuerza política. Venimos trabajando hace años para traer al debate político las ideas de la libertad (como fuerza nueva, rompiendo los prejuicios, presentando las ideas  y sin comprar los errores del pasado con los que no tenemos nada que ver). Siempre entendí que otorgamos un aporte fundamental para la democracia republicana. Entre otras cosas, cuestionamos el discurso facilista y muchas veces falaz de las otras fuerzas políticas generando una mejor calidad del sistema político.

En esta ocasión, no logramos alcanzar los objetivos electorales propuestos. No obstante, hay algo mucho más importante que hemos logrado hacer de forma honorable: representar nuestras ideas y allanar el camino para futuras experiencias. Concluyo este proceso con muchísimas experiencias nuevas y un mejor entendimiento de los procesos políticos.

Nuevamente, gracias a todos. Especialmente quiero agradecerle a todos los que confiaron en el proyecto que impulsamos e invirtieron su tiempo, dinero y esfuerzo en hacer que la propuesta de una sociedad más libre llegue a los votantes de la CABA. Gracias equipo, gracias amigos.

Lamento que la mesa de Necochea no haya estado en estas elecciones para ayudarnos, ahí ganábamos seguro.

PASO: ¿Cómo funciona el cerebro al votar?

Las campañas electorales no se ganan en la calle, ni en los medios, se ganan en los cerebros. No me refiero al plano de la razón si no que emociones, impresiones, miedos y creencias pesan tanto o más a la hora de emitir el voto que la ideología, las propuestas o el discurso en muchos casos. Apelar a la emoción suele ser más fácil que dar razones, explicaciones, fundamentar posiciones o desarrollar proyectos.

No es sorpresa que las propuestas queden relegadas a un segundo plano en las campañas electorales. Nuestro cerebro es chanta. Ante la necesidad de procesar información que esté por fuera de nuestros intereses suele tomar información parcial, completarla con prejuicios, impresiones y sensaciones y formar “juicios” que nos parecen fundados. Así nacen los fundamentalistas del humo, gente que defiende a capa y espada proyectos que no terminan de conocer, ignorando otras alternativas.

Suelo bromear con que si la gente se rigiera sólo por las ideas o la razón, en ese paradigma, sólo cabe ser liberal o socialista. Recordemos la frase de Jacques Rueff: “Sed liberales, sed socialistas, pero no seáis mentirosos”. Claro que para poder identificarse como liberal o socialista uno debe realizar todo un proceso de formación y reflexión. Asimismo, se debe trascender las visiones dogmáticas de ambas corrientes. Mucho laburo y no todos nos tomamos el trabajo de hacer el esfuerzo.

En general tomamos decisiones políticas en base al “me gusta” o “me parece” y la mayoría de los partidos se concentran en vender experiencias e impresiones. Muchos no tienen interés en informarse. En relación a la política, a veces por comodidad y otras por estar descreídos de que es posible un cambio, muchos tiramos la toalla. Al hacerlo, nos volvemos funcionales a las campañas superficiales y al berretismo político. Solemos convencernos para no comprometernos y participar con la excusa de que “todo es lo mismo” o “nada va a cambiar”.

El Frente para la Victoria insiste en usar fondos públicos para hacer campaña partidaria agrediendo permanentemente a los adversarios y hasta se colgaron de la sotana del Papa a quien putearon desde la primera hora. Sin ir más lejos, ayer a la noche fueron Cabandié e Insaurralde al piso de 6-7-8 reiterando la posición que denuncié hace un par de columnas en mi nota “Vamos a cerrar 6-7-8”. Corrupción como método de campaña.

Tampoco debe extrañarnos que el espacio UNEN haya tratado de obtener ventajas en base a mentiras: insisten en que son el único frente que va a internas (en Compromiso Federal competimos seis listas, nosotros con la 504C). Tampoco debe asombrar que sobreactúen situaciones o presuman atributos que no poseen. Por ejemplo, su voluntad de “debatir” armando un intercambio entre sus propios candidatos negándose a hacerlo con otros frentes. Tratan de vender que son el único voto “útil”, lo cual es mentira, dado que se puede elegir en tres internas o se puede apoyar a alguno de los partidos minoritarios de izquierda para que superen el umbral de votos del 1,5%.

Por último, no es de extrañar que el PRO apele a recursos emotivos antes que a propuestas, vinculando su campaña a “experiencias agradables”, el recurso del anclaje (anchoring). Helados, calesitas, choripanes, caminatas, bicicletas y globos reemplazan en esta campaña a las propuestas en la primera plana. Tampoco debe sorprendernos el uso de colores partidarios para obra pública y que compartan íconos en folletería o medios desde su gestión de gobierno y su partido. En este caso, aparece la corruptela como método político y la licuación del mensaje hacia algo experiencial como propuesta visible.

Celebro tener la posibilidad de elegir por primera vez, desde que puedo votar, a una opción liberal, algo distinto. Para muchos quizás votar sea una obligación, un simple deber cívico, lo vean como una carga pública o lo experimenten como un concurso de popularidad. Pero para quienes votamos proyectos, ideas, propuestas y nos identificamos con la corriente liberal, ésta no es una elección cualquiera.

Este domingo 11 de agosto, resurgen las ideas liberales. Yo ya decidí mi voto. Voto liberal, voto a Carlos Maslatón para Diputado Nacional en la lista 504C de Compromiso Federal.

¿Qué son las PASO? Salvemos los votos

¿Sabés qué son las PASO? ¿Sabés para qué sirven? Mucha gente no lo sabe o tiene una idea errónea, te pido una mano para que juntos salvemos los votos.

Las PASO, primarias abiertas simultáneas y obligatorias, son un mecanismo electoral que nos permiten elegir, entre una serie de postulantes, quiénes serán los candidatos de los partidos políticos o frentes electorales que competirán en las elecciones de octubre. De este modo, tendremos la oportunidad de apoyar al posible candidato final de cada uno de los agrupamientos políticos que se presentan.

Las elecciones del 11 de agosto no son para definir quién va a ocupar las bancas en el Congreso Nacional sino quiénes van a competir en las elecciones de octubre por esos puestos. Sin embargo, con lo importante que es esta nueva forma en la que vamos a ejercer la democracia, nadie nos explica en detalle y de manera sencilla qué son y cómo se vota.

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