Por: Yamil Santoro
Las campañas electorales no se ganan en la calle, ni en los medios, se ganan en los cerebros. No me refiero al plano de la razón si no que emociones, impresiones, miedos y creencias pesan tanto o más a la hora de emitir el voto que la ideología, las propuestas o el discurso en muchos casos. Apelar a la emoción suele ser más fácil que dar razones, explicaciones, fundamentar posiciones o desarrollar proyectos.
No es sorpresa que las propuestas queden relegadas a un segundo plano en las campañas electorales. Nuestro cerebro es chanta. Ante la necesidad de procesar información que esté por fuera de nuestros intereses suele tomar información parcial, completarla con prejuicios, impresiones y sensaciones y formar “juicios” que nos parecen fundados. Así nacen los fundamentalistas del humo, gente que defiende a capa y espada proyectos que no terminan de conocer, ignorando otras alternativas.
Suelo bromear con que si la gente se rigiera sólo por las ideas o la razón, en ese paradigma, sólo cabe ser liberal o socialista. Recordemos la frase de Jacques Rueff: “Sed liberales, sed socialistas, pero no seáis mentirosos”. Claro que para poder identificarse como liberal o socialista uno debe realizar todo un proceso de formación y reflexión. Asimismo, se debe trascender las visiones dogmáticas de ambas corrientes. Mucho laburo y no todos nos tomamos el trabajo de hacer el esfuerzo.
En general tomamos decisiones políticas en base al “me gusta” o “me parece” y la mayoría de los partidos se concentran en vender experiencias e impresiones. Muchos no tienen interés en informarse. En relación a la política, a veces por comodidad y otras por estar descreídos de que es posible un cambio, muchos tiramos la toalla. Al hacerlo, nos volvemos funcionales a las campañas superficiales y al berretismo político. Solemos convencernos para no comprometernos y participar con la excusa de que “todo es lo mismo” o “nada va a cambiar”.
El Frente para la Victoria insiste en usar fondos públicos para hacer campaña partidaria agrediendo permanentemente a los adversarios y hasta se colgaron de la sotana del Papa a quien putearon desde la primera hora. Sin ir más lejos, ayer a la noche fueron Cabandié e Insaurralde al piso de 6-7-8 reiterando la posición que denuncié hace un par de columnas en mi nota “Vamos a cerrar 6-7-8”. Corrupción como método de campaña.
Tampoco debe extrañarnos que el espacio UNEN haya tratado de obtener ventajas en base a mentiras: insisten en que son el único frente que va a internas (en Compromiso Federal competimos seis listas, nosotros con la 504C). Tampoco debe asombrar que sobreactúen situaciones o presuman atributos que no poseen. Por ejemplo, su voluntad de “debatir” armando un intercambio entre sus propios candidatos negándose a hacerlo con otros frentes. Tratan de vender que son el único voto “útil”, lo cual es mentira, dado que se puede elegir en tres internas o se puede apoyar a alguno de los partidos minoritarios de izquierda para que superen el umbral de votos del 1,5%.
Por último, no es de extrañar que el PRO apele a recursos emotivos antes que a propuestas, vinculando su campaña a “experiencias agradables”, el recurso del anclaje (anchoring). Helados, calesitas, choripanes, caminatas, bicicletas y globos reemplazan en esta campaña a las propuestas en la primera plana. Tampoco debe sorprendernos el uso de colores partidarios para obra pública y que compartan íconos en folletería o medios desde su gestión de gobierno y su partido. En este caso, aparece la corruptela como método político y la licuación del mensaje hacia algo experiencial como propuesta visible.
Celebro tener la posibilidad de elegir por primera vez, desde que puedo votar, a una opción liberal, algo distinto. Para muchos quizás votar sea una obligación, un simple deber cívico, lo vean como una carga pública o lo experimenten como un concurso de popularidad. Pero para quienes votamos proyectos, ideas, propuestas y nos identificamos con la corriente liberal, ésta no es una elección cualquiera.
Este domingo 11 de agosto, resurgen las ideas liberales. Yo ya decidí mi voto. Voto liberal, voto a Carlos Maslatón para Diputado Nacional en la lista 504C de Compromiso Federal.