Nunca más la violencia política

Este fin de semana hubo dos hechos de violencia política que merecen nuestro total repudio: un ataque con un escopetazo a un local de La Cámpora en Mar del Plata y un ataque con tiros desde un balcón a un local de Nuevo Encuentro donde hirieron a dos militantes. Más allá de haberme contactado con algunos dirigentes del kirchnerismo para expresar mi solidaridad y ponernos a disposición para ayudar, quisiera compartir algunas reflexiones sobre este delicado tema.

La violencia nos afecta a todos. La violencia fruto de la intolerancia es incompatible con la democracia. Implica censurar o castigar a alguien por lo que piensa o dice y viola un pilar fundamental de la convivencia democrática y republicana. No importa quién la sufre, sea o no de nuestro agrado, ataca a los cimientos mismos de la República Argentina.

Debemos destacar que la violencia política no es un hecho nuevo en la Argentina de los últimos años. Hay que hacer memoria y recordar, por ejemplo, que durante las elecciones del 2015 fue asesinado en Jujuy el joven radical de Cambiemos Ariel Velázquez, presuntamente por la Tupac Amaru de Milagro Sala. O la infinidad de ataques que sufrieron los locales y los equipos de unión PRO durante la campaña a lo largo de todo el país, como en Bariloche, Viedma, General Roca, Río Gallegos, Resistencia Chaco (donde los atacantes se grabaron), Villa Nueva, La Plata, Constitución (donde se usaron dos bombas), Avellaneda, Morón, Posadas, Almirante Brown, sólo por nombrar algunos casos. Muchas veces hubo un silencio cómplice de parte de ciertos actores políticos. Continuar leyendo

Cambiemos

Durante estas últimas semanas hubo una gran presión mediática hacia los integrantes del frente electoral que integrarán Unión PRO, la UCR y la Coalición Cívica para sumar a Sergio Massa y al resto del Frente Renovador con el fin de generar la “unidad” de la oposición. Argumentando que, sin tal cosa, se dificultaría ganarle al kirchnerismo. ¿Es cierto?

Contrario a lo que promueve la embestida mediática, la caída de Massa fortalece la posibilidad de establecer el verdadero debate que acontece detrás de escena en estas elecciones: continuidad o cambio. En este marco, más del 60% de los argentinos prefieren un cambio de rumbo en la forma en la que se viene gobernando a continuar con lo que se viene dando. La caída del tigrense simplifica ese debate permitiendo al electorado identificar con claridad a los candidatos del cambio: Macri, Carrió o Sanz, y a los candidatos de la continuidad: Randazzo y Scioli.

En esta elección no está en juego el rumbo del país en términos de izquierda o derecha, de socialdemocracia o sociedad abierta. Si no que la discusión de fondo es si queremos apuntar a construir una democracia republicana con transparencia, reglas de juego claras y diálogo o si en cambio queremos continuar con el autoritarismo, la soberbia, el abuso de poder y la confrontación que vienen caracterizando al kirchnerismo.

Me sorprendió la ausencia en los medios el reclamo a Margarita Stolbizer para que baje su candidatura o se acople al frente republicano. En la disputa “cambio” o “continuidad”, ¿a quién beneficia la candidatura de Margarita? (quien no tiene chances reales de ganar). Es momento de coalicionar a las fuerzas republicanas para reconstituir la República y recuperar al diálogo como método de gobierno, no de dispersar energías. Pensar que lo que está en juego es un programa “ideológico” en términos de socialdemocracia vs. libremercado o cualquier cosa similar es un grave error de diagnóstico o una excusa para perseguir un proyecto personal y procurar alguna ventaja oportunista.

No es necesario sumar por sumar. En política no siempre 2+2 es 4. Las ideas, los conceptos y los valores traccionan más que las personas.

A veces hay que dar un paso al costado para que algo más grande que uno pueda avanzar.

Podés pensar distinto a Durán Barba

El sábado pasado salió publicada en La Nación una entrevista a Jaime Durán Barba que levantó una polvareda. Picante, irreverente, con algunas definiciones políticas interesantes que creo merecen algún comentario o respuesta.

El primer punto que me llamó la atención es que plantea que “el 80% de la gente odia a la ideología”. Precisando que en una encuesta reciente ante la pregunta “¿Usted se interesa mucho, algo o no le interesa nada la política? (respondieron) se interesa mucho por la política, 18%. Se interesa algo 30%. Y a los demás no les interesa para nada”. Contraria a la conclusión de Jaime diría que al menos un 48% se interesa algo por la política.

Sin embargo, para comenzar la polémica, creo que “la gente” no odia la ideología, en todo caso odia que se le hable en un lenguaje que no comprende o de cosas que no le interesan (además la pregunta habla sobre el interés en política). La ideología va mucho más allá de un conjunto de definiciones políticas, es el conjunto de valores y creencias que nos permiten a cada comprender nuestra realidad. Es el sistema operativo bajo el cual operan las personas. Todos tenemos ideologías más allá de que seamos o no capaces de definirla.

En segunda instancia, Durán Barba plantea que el PRO es un partido de nueva izquierda. Entiendo que esto es más una provocación que una precisión. Dudo que se refiera por “nueva izquierda” a la corriente ideológica que durante los 60 y 70 en EEUU se asociaba a la lucha “anti-establishment” con una estética contracultural o a su expresión inglesa signada por un revisionismo marxista. Para sostener su definición dice que “es un partido totalmente inclusivo, respetuoso. Hay armenios, judíos, islámicos en las listas. (…) Hay respeto total a los homosexuales.” ¿Eso es la nueva izquierda? Creo que lo que quiso decir es que no es un partido conservador.

Dudo que la definición de Durán Barba haya sido inocente. Es una persona sumamente formada y que maneja un gran volumen de información. La pregunta es “por qué” Jaime anima una definición de ese tipo. La oferta electoral o posiciones políticas suelen explicarse a partir del teorema del votante mediano. El votante mediano es un sujeto que divide al electorado a la mitad. Hay tantos votantes de un lado como del otro en torno al conjunto de variables bajo análisis. Ese votante define al “centro” político.

Todos los candidatos presidenciables suelen aspirar al votante mediano que concentra a su alrededor al grueso electoral. La definición de Jaime Durán Barba nos ofrece dos indicios: a) la mayoría de los electores se identifican más con “la izquierda” que con “la derecha” (corriendo el “centro” hacia la izquierda); b) el PRO debe ser identificado aún por algunos sectores como de derecha (construcción que se ha instalado más por insistencia mediática que por algún sustento empírico sobre el análisis de la gestión).

Voy arrimar alguna definición sobre la ideología del PRO. En mi experiencia en el frente me he cruzado tanto con gente de centroizquierda y de centroderecha. La verdad es que si tuviéramos que definir una ideología a partir de quienes integran al universo PRO tendríamos un problema. Si miramos la gestión tampoco podríamos sacar una conclusión acerca de si es de izquierda o de derecha. Mauricio Macri suele sostener: “¿el Metrobús es de derecha o de izquierda?”

El foco está puesto en brindar soluciones a los ciudadanos. Es una estructura política de servicio. Más allá de que el PRO no posee una ideología definible “a priori”, existe un paraguas contenedor que representa la ideología de base sobre la cual se dialogan las diferencias que contiene el espacio: el New Public Management.

El NPM es una corriente modernizadora que busca generar una gestión eficiente y eficaz al servicio de las necesidades reales de los ciudadanos. Busca poner al Gobierno al servicio del ciudadano. Buscando así disminuir el daño que le genera al contribuyente la ineficiencia y la corrupción. Cambiando así al rol del Estado.

Peter Drucker, uno de los mayores especialistas en administración, sostuvo que el management es hacer las cosas correctamente y liderar es hacer lo correcto. Quienes integramos Unión PRO partimos con ventaja por tener el ojo puesto en la gestión, pero tengamos siempre presente que toda decisión contiene ideología y liderar implica ponerla en práctica.

Gane quien gane, ganamos todos

La decisión de la Coalición Cívica y de la Unión Cívica Radical de formar junto a Unión PRO una coalición que represente el Cambio que más del 70% de la sociedad demanda resulta auspicioso para el futuro de nuestra país. Hace casi un año escribí acerca de la necesidad de conformar este frente electoral y hoy los hechos acompañan aquellas expectativas.  Más allá de los distintos enfoques que pueda haber entre las tres fuerzas, lo cierto es que cualquiera de ellas trae algo que nuestro país necesita: estabilidad, seguridad y respeto a las instituciones.

En cuanto a la Ciudad de Buenos Aires, la semana pasada escribí sobre las internas que se llevarán adelante entre Cristian Ritondo, Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta. La nota generó algunos reproches por parte de quienes no logran abstraerse de sus preferencias y son incapaces de pensar un proceso político desapasionadamente. Pensar nuestro contexto nos ayuda a curar heridas y nos cuida de cometer excesos. Creo que esta interna, tan novedosa, requiere que se la piense y quienes estamos dentro podemos contribuir con nuestras plumas a disminuir la angustia. No escribo a favor de ninguno de los candidatos. Reflexiono sobre lo que nos pasa, quizás así podamos manejarnos un poquito mejor.

Entiendo que no todos están contentos con cómo vienen dándose las cosas. Las reacciones de los voceros kirchneristas no se hizo esperar. El malestar que hoy se ve en varios de los actores del Gobierno Nacional es fruto de la inseguridad que proyecta el gran frente conformado. La inseguridad fundada en que la burocracia no cuenta con la independencia suficiente para que su suerte no dependa de quién sea la cabeza política del Gobierno. La falta de independencia burocrática deteriora la calidad democrática y hace que más allá de programas o visiones de gobierno muchas personas participen en una campaña por su subsistencia o continuidad laboral. Vale aclarar que la seguridad no puede venir sin exigirles que los puestos laborales se cubran por concurso, que el trabajo resulte auditado y se oriente la gestión al logro de objetivos que tengan al ciudadano como principal beneficiario y no sólo a grupos de interés.

La Argentina que viene nos ofrece grandes oportunidades para asentar las bases del Cambio necesario para promover el progreso en nuestro país. La meritocracia es uno de esos cambios fundamentales que necesitamos para que el Estado esté verdaderamente al servicio de los ciudadanos. Si logramos levantar juntos esa bandera, gane quien gane, ganamos todos.

La conquista de Michetti

Hace pocos días conversaba con un consagrado dirigente político sobre los procesos de internas. Dicho sujeto consideraba que la competencia entre diversas listas era propia de la “vieja política” y que lo “nuevo” era ponerse de acuerdo y resolver entre los aspirantes las diferencias constituyendo una lista única. Esta definición me hizo ruido y motiva la columna de hoy: ¿pertenecen las internas a la nueva o a la vieja política?

Siempre me sentí inclinado a promover la democracia dentro de las organizaciones. Por pura casualidad, durante mi adolescencia formé parte de la red internacional de jóvenes líderes llamada AIESEC, reconocida por la certificadora internacional Worldblu como una de las organizaciones más democráticas del mundo. La misma renueva anualmente de manera integral todos los puestos de liderazgo. En palabras de la certificadora, lo que define que una entidad sea democrática es que el sistema de organización se base en la libertad en lugar del miedo y el control. Esto es lo que permite amplificar las potencialidades del potencial humano.

Las organizaciones tienen una inercia hacia el conservadorismo. Quienes las lideran tratan de evitar que haya procesos que puedan cuestionar o rivalizar el orden que plantean por cuestiones de subsistencia de lo construido o de si mismos. En este marco es habitual ver que hay organizaciones con procesos formales de elecciones donde en realidad nadie rivaliza la distribución de poder y se replica incesantemente la voluntad de una persona o camarilla cumpliéndose así la máxima gatopardista: “si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Las internas representan la posibilidad de cuestionar efectivamente el orden coyuntural, el statu quo y permiten introducir innovaciones dentro de la organización.

La verdad es que la dicotomía “vieja” y “nueva” política empobrece el debate. Prefiero pensar qué instituciones garantizan una mayor democracia y un mayor desarrollo del potencial humano en libertad. Y en ese contexto creo que las elecciones internas libres son fundamentales para poder aspirar a una mejor calidad democrática.

Recuerdo que cuando me convocaron a formar parte del equipo nacional de juventud de Unión PRO hablé con el Presidente, Gustavo Senetiner, y coincidimos acerca de la necesidad de garantizar un proceso de elecciones libres y transparentes donde más de una lista pueda presentarse. En consonancia con eso, este año entre junio y noviembre la juventud nacional irá a elecciones internas para definir a sus representantes entre más de una opción. Estableciéndose así un excelente precedente.

Hay que destacar que esta práctica democrática ha sido aprovechada en el pasado por UNEN en la Ciudad de Buenos Aires y le sirvió al espacio para oxigenar a sus candidatos y visibilizar sus propuestas. Como estrategia electoral creo que ha quedado claro que una mayor cantidad de actores en pugna contribuye a mejorar las chances de éxito de un espacio y permite resolver contradicciones o diferencias de una manera ordenada. En esta línea creo que se inscribe la estrategia de Mauricio Macri a nivel nacional fomentando una PASO con Carrió y con Sanz.

Por otra parte Gabriela Michetti sostuvo su intención de ser candidata a Jefa de Gobierno contra viento y marea. Junto a Ritondo y Rodríguez Larreta disputarán en las PASO porteñas la prioridad de Unión PRO para ser el candidato de Unión PRO. Independientemente de quien gane la elección, y de las preferencias que cada uno de nosotros pueda tener sobre los pretendientes, la insistencia de Gabriela establece un excelente precedente de democracia interna dentro del espacio. Sin ánimo de exagerar, es la primera interna  de peso que existe en la historia de la fuerza liderada por Mauricio Macri. De hecho, logró extender la interna a la categoría de comuneros permitiendo una mayor oferta electoral para los porteños.

Si bien es entendible el enojo de algunos dirigentes por su decisión de competir, lo cierto es que es síntoma del crecimiento del espacio y un PASO en la dirección correcta: es válido que más de una persona aspire a un mismo puesto y debe poder competir por lo que quiere. Después de todo, ¿cómo podemos esperar calidad democrática si no tenemos democracia plena hacia dentro de las estructuras que definen a nuestros representantes?

Nos espera un año lleno de oportunidades para poder elegir e influir en el destino de nuestras ciudades y de nuestro país. Todos nosotros podemos hacer una diferencia con nuestra participación para asegurarnos de que gane el mejor.

Repensemos los errores militantes

Todos cometemos errores. A la hora de evaluar el comportamiento de los otros solemos perder de vista que pueden existir coincidencias desafortunadas, que alguien pudo interpretar algo diferente en algo que nos resulta claro o evidente, que anticipar tal o cual error era obvio. Ese margen tan importante que existe en toda situación para el error humano hemos ido perdiendo la capacidad de admitir la falibilidad ajena. Proyectamos en los otros un escrutinio infinitamente más exigente que el que vertemos sobre nosotros mismos. Nos hemos distanciado de la posibilidad de que el otro sea una persona como nosotros, falible. Hemos perdido la humildad, hemos perdido la comprensión.

Recientemente hemos asistido a un par de errores que motivaron esta reflexión, por un lado el flyer del kirchnerismo que copia un diseño y mensaje del nazismo alemán convocando a la marcha del sábado pasado, la destrucción de patrimonio de la humanidad por parte de miembros de Greenpeace y por el otro el flyer sobre prevención de enfermedades de transmisión sexual diseñado por los Jóvenes PRO de Córdoba que daba lugar a múltiples interpretaciones por la selección de una controvertida imagen.

En relación al flyer del kirchnerismo inspirado en el nazismo quiero creer que alguien puede tomar un diseño que le parece interesante sin prever que otros pueden considerar que la admiración va más allá del diseño. Si bien para aquellos que realizan una lectura reduccionista del proceso nacionalsocialista el asunto consistía en aniquilar judíos, hay múltiples cruces entre el populismo latinoamericano del SXXI y los gobiernos autoritarios del SXX (fascismo, falangismo, nazismo, etc.).

Ahora, cada uno de nosotros podrá considerar que el kirchnerismo tiene más o menos atributos autoritarios, que el método de construcción y acumulación de poder puede o no asemejarse a expresiones fascistoides, pero poca trascendencia tendría el error si no reflejara algunas similitudes latentes. En este caso un error de un diseñador (reitero que prefiero considerarlo un error y no una selección intencional) pone en relieve atributos de un espacio político con una clara tendencia autoritaria.

Pero sería una canallada, de la cual he participado, procurar sostener que el hecho de usar un diseño copiado de un volante nazi los convierte en eso. Sí creo que existen coincidencias poco felices como la polarización permanente de la sociedad entre “ellos” o “nosotros”, la destrucción del tejido social, la asunción de la representación del “pueblo” o la “patria” negando que otros puedan pensar distinto, el ataque al periodismo independiente, el uso del Estado para provecho partidario, el curro y los negociados económicos y políticos con las banderas de los Derechos Humanos,  la corrupción y la arbitrariedad en el manejo de la cosa pública, la partidización del Gobierno y las instituciones, el abuso de la publicidad gubernamental, entre otras tantas cosas que remiten a gobiernos autoritarios. La verdad es que, en ese contexto, tratar de achacarles una inclinación fascista por un flyer de morondanga sería una tontería. Y aun así, tristemente, resulta tanto más efectivo condenarlos por una pieza publicitaria que señalar el listado de abusos que han cometido durante esta década.

En torno al incidente del flyer cordobés aprovecho para compartir mi experiencia en primera persona. Sábado por la noche, estaba por entrar al cine y vi en mi Twitter un flyer que tenía una vagina. Me pareció osado para la línea que acostumbra manejar Unión PRO y tras ver que se trataba de una campaña que explicaba los riesgos de contagio y se entregaba el flyer junto con un preservativo tuitié que me parecía una campaña me había encantado y que el flyer me resultaba polémico.

Al salir del cine noté que mi Twitter tenía más actividad que lo normal y ahí fue que tras ver varias menciones me di cuenta que algo se había salido del control. En la pantalla del celular no llegaba a distinguirse que la vagina poseía un cierre y esa imagen había despertado la polémica. Al ver eso me di cuenta que se venía un maremoto y no pude más que lamentar haber sido parte de una cadena desafortunada de hechos.

Como libertario que soy jamás pensé que alguien podía interpretar que algo que yo compartiera podía promover la abstinencia sexual, resultó llamativo ver cómo mi individualidad era dejada de lado para dar lugar a una construcción montada sobre prejuicios estúpidos sin sustento fáctico. Pero a nadie le importaba la verdad, a nadie le importaba quién era yo o qué pensaba, a nadie le importaba que el flyer se entregaba con un forro, tampoco era importante que el reverso del flyer hablaba acerca de cómo tener relaciones sexuales seguras. No, nada de eso importaba. Se presentaba la posibilidad de apedrear a un grupo de personas desconocidas cuya finalidad fue generar conciencia y prevenir ETSs y así se procedió a lapidar a los militantes. Sentí bronca, impotencia, tristeza. Alguien había intentado un bien, eligiendo una imagen que admitía múltiples interpretaciones y en lugar de invitar a la reflexión se los atacó con una furia y un odio que me hizo entender que estamos enfermos, que hemos perdido la capacidad de escucha y la presunción de inocencia del otro.

En torno al tema de Greenpeace, para los que no están al tanto quisieron hacer unas fotos cerca de las líneas de Nazca y terminaron generando un daño ambiental irreversible. Creo que se trata de una ironía casi perversa del destino. A la institución ambientalista se la puede condenar por su irresponsabilidad a la hora de impulsar campañas sin suficiente evaluación de impacto o que sus intervenciones idealistas no poseen una visión global por lo que quizás terminan empobreciendo a la humanidad por trabar el desarrollo económico por mero fundamentalismo. Esos son debates que habrá que dar en cada caso, pero no podemos relativizar el trabajo y el esfuerzo que realizan. Condenarlos por una equivocación, más allá de las sanciones legales y económicas que deban pagar por el daño realizado, me parece irresponsable.

Empiezo a creer que uno de los grandes males de nuestra época es la ligereza con la que estamos manejando las discusiones políticas. Que hoy ocupen un eje central en el debate político personas como Redrado o Insaurralde por elegir compañeras que montaron su negocio entre sus piernas habla de la pobreza de nuestro enfoque como sociedad. Hemos dejado de lado la búsqueda de la verdad para movernos por un mundo de sensaciones ligeras, al paso. Donde la foto termina teniendo más peso que la historia, donde ni importa conocer la otra cara de la luna, donde un par de posteos en Facebook se recompensan mejor que horas de militancia al servicio de la gente.

Creo que es responsabilidad nuestra, como políticos, recuperar el valor de la militancia, de la participación activa, del debate con fundamentos, del respeto por el adversario, de la promoción de la diversidad, de la humildad en el trato con el otro y de la búsqueda permanente del bien común. Me temo que en algún lado del camino perdimos el rumbo y dejamos que el humo esconda el trabajo que miles de personas realizan a diario por construir un país mejor, en serio, con aciertos y errores.

Espero que mi generación sepa construir una mejor política que la que sufrimos durante estos últimos años

El hombre que pudo ser presidente

27 de abril de 2003, concluía la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Carlos Saúl Ménem ganaba con la fórmula “Frente por la Lealtad – Ucedé” con el 24,45% de los votos. Detrás del caudillo noventista la fórmula “Frente para la Victoria” se alzaba con Néstor Kirchner con el 22,24% de los votos y tras de ellos Ricardo López Murphy llegaba con el 16,37% de los votos.

Tras la victoria en primera vuelta que no le alcanzaba para ser el vencedor definitivo, Ménem optó por abandonar la contienda, dejando afuera a López Murphy de la pelea por la segunda vuelta y regalándole así la victoria a Néstor Kirchner.

El artículo 151 del código electoral sotiene que: “En la segunda vuelta participarán solamente las dos fórmulas más votadas en la primera, resultando electa la que obtenga mayor número de votos afirmativos válidamente emitidos.”

La fórmula es casi idéntica que la contenida en el Artículo 96 de la Constitución Nacional que establece: “La segunda vuelta electoral, si correspondiere, se realizará entre las dos fórmulas de candidatos más votadas, dentro de los treinta días de celebrada la anterior”.

La diferencia entre el código electoral y la Constitución Nacional es que mientras el código remite de manera directa a las dos listas que hubieran sacado más votos de todas las que compitieron. El ganador debe salir entre una de las dos más votadas permitiendo un ganador en caso de renuncia de alguna de las listas impidiendo una ratificación democrática.

La Carta Magna en cambio postula que sólo se gana obteniendo cierta diferencia ante el segundo y en caso de no cumplirse esa condición se procede hacia una segunda vuelta que se conformará con las dos fórmulas más votadas. O sea que el único criterio válido para reconocer un ganador en primera vuelta es que cumpla con las mayorías previstas.

La fórmula constitucional, tras la renuncia de Ménem, tomaría a Néstor Kirchner y a Ricardo López Murphy como las dos listas con más votos y por ende en condiciones de disputar la segunda vuelta. Situación excluida por el código electoral, siendo por ende inconstitucional tal solución en mi opínión.

Lopez Murphy pucherito

El criterio de “correspondencia” que establece la Constitución Nacional se da a partir de la falta de cumplimiento de los requisitos establecidos en los artículos 97 y 98. Es decir, que si no se cumple alguna de las dos previsiones contenidas en estos artículos, debe interpretarse que corresponde una segunda vuelta.

En aquel entonces los voceros de Recrear jugaban con la idea de promover la inconstitucionalidad del artículo 152 (el cual establece que ante la falta de ratificación de alguna de las dos partes no ratifica su voluntad de competir gana la otra) y artículo 155 (que no le encuentro relación con el caso) del Código Nacional Electoral generando así una segunda vuelta con la participación de López Murphy. Lo estratégicamente conveniente hubiera sido objetar los artículos 151 y 152.

Uno de los dirigentes que participó de la campaña me comentó que no se avanzó porque habían salido terceros y se optó por evitar politizar una cuestión que podría haber deslegitimado al que ganara en aquel difícil momento de la Argentina.

Si bien nunca podremos saber cómo pudo haber salido la presentación judicial o cómo hubiera reaccionado el electorado ni cómo se hubieran distribuido los votantes, de lo que sí podemos estar seguros es de que hubo una posibilidad concreta de pelear por la presidencia y que, en nombre de la institucionalidad, algunos dejaron sus pretensiones en la puerta de la Casa Rosada procurando evitar un conflicto.

Más allá de poder entender la decisión de Ricardo y su equipo quien, además, difícilmente pudo anticipar que su performance electoral nunca sería la misma lo que no puedo entender es cómo ningún grupo de ciudadanos presentó esta petición ante la Justicia.

El Derecho de poder elegir candidatos presidenciales que cumplan con las prescripciones de la Constitución Nacional le corresponde a todo ciudadano argentino. En principio, cualquier votante (y con más claridad cualquier asociación de votantes) pudo reclamar judicialmente la posibilidad de tenerlo al bulldog en la segunda vuelta.

De haberse concretado la posibilidad, es de esperar que parte de los votos de Ménem junto a los votos de Carrió y los de otros candidatos radicales se hubieran concentrado en Ricardo dándole serias chances de ganar.

Si bien no podemos reescribir el pasado podemos aprender de las experiencias y tomar mejores decisiones a futuro. Hacia delante tenemos el desafío de pensar el poskirchnerismo. Personalmente considero que Ricardo es una persona sumamente valiosa que debe ser parte del frente republicano que debemos conformar entre Unión PRO y UNEN en las elecciones presidenciales del 2015.

Liberalismo “cebollita”

Quiero agradecer a todos aquellos que nos acompañaron en la decisión de presentarnos en estas PASO como candidatos a diputados nacionales en la lista encabezada por Carlos Maslatón. Quiero también traducirles parte de la experiencia vivida. Para los que no están al tanto, nos presentamos a internas en la Ciudad de Buenos Aires en el frente de Compromiso Federal y salimos segundos sobre seis listas. Resumo la experiencia en cinco puntos:

1) Fracaso político, no ideológico: ha sido una grata sorpresa ver que nuestras ideas, las liberales, tienen un alto nivel de aceptación y la gente las respeta, inclusive quien piensa diferente. Hay un gran margen para el crecimiento del sector liberal. Debemos encontrar las causas del resultado en otro lado.

2) Estrategia equivocada: optamos por impulsar una campaña de proselitismo en búsqueda del “voto liberal perdido” esperando que quien se identificara con las ideas liberales venga chocho a votarnos. El error estuvo en que al ser una oferta nueva encaramos por una vía donde resultó difícil fidelizar al voto y superar potenciales objeciones. Debimos apoyarnos en una campaña de uno en uno, más personal, para ir logrando una masa estable de votos.

3) Boicot mediático: el Grupo Clarín tenía sus candidatos y mintió durante toda la campaña diciendo que UNEN era el único espacio con internas. Asimismo, La Nación no nos dio espacio a fin de no dividirle el electorado al PRO y mintió acerca de la composición de nuestra lista al decir que el frente sólo presentaba una boleta a diputados. Esto refuerza la tesis de estrategia equivocada, dado que la poca figuración mediática debilita la posibilidad de convencer mediante carteles, folletos o acciones dispersas. Banco que cada medio haga lo que quiera, pero no supimos eludir de forma adecuada esta traba y nos generó un grave daño.

4) Estructura insuficiente: lo cierto es que los apoyos con los que contábamos no respondieron de la forma esperada y si bien pudimos corregir la tendencia hacia el final de la campaña, nos vimos desbordados por la cantidad de trabajo que se concentró en nosotros. Parte de esto también se explica por el origen anómalo de la decisión de participar sin una estructura previa. Armamos el equipo de campaña sobre la marcha. La falta de un armado estratégico hizo que muchos esfuerzos se emplearan de una forma inconveniente.

5) Enfoque discursivo equivocado: este es quizás un vicio generalizado por parte de los liberales. Solemos enfocarnos en los cómos, en las explicaciones de los procesos, en lugar de centrarnos en los beneficios concretos para las personas. Tenemos un fuerte problema de tratar de convencer a otros acerca de cómo funcionan las cosas cuando deberíamos centrarnos en explicarles los beneficios. Los liberales debemos comunicar diferente y abandonar el abordaje técnico y economicista. Nos hace parecer insensibles cuando solemos ser de los pocos preocupados por entender cómo funcionan realmente los procesos sociales.

El liberalismo está renaciendo como fuerza política. Venimos trabajando hace años para traer al debate político las ideas de la libertad (como fuerza nueva, rompiendo los prejuicios, presentando las ideas  y sin comprar los errores del pasado con los que no tenemos nada que ver). Siempre entendí que otorgamos un aporte fundamental para la democracia republicana. Entre otras cosas, cuestionamos el discurso facilista y muchas veces falaz de las otras fuerzas políticas generando una mejor calidad del sistema político.

En esta ocasión, no logramos alcanzar los objetivos electorales propuestos. No obstante, hay algo mucho más importante que hemos logrado hacer de forma honorable: representar nuestras ideas y allanar el camino para futuras experiencias. Concluyo este proceso con muchísimas experiencias nuevas y un mejor entendimiento de los procesos políticos.

Nuevamente, gracias a todos. Especialmente quiero agradecerle a todos los que confiaron en el proyecto que impulsamos e invirtieron su tiempo, dinero y esfuerzo en hacer que la propuesta de una sociedad más libre llegue a los votantes de la CABA. Gracias equipo, gracias amigos.

Lamento que la mesa de Necochea no haya estado en estas elecciones para ayudarnos, ahí ganábamos seguro.

PASO: ¿Cómo funciona el cerebro al votar?

Las campañas electorales no se ganan en la calle, ni en los medios, se ganan en los cerebros. No me refiero al plano de la razón si no que emociones, impresiones, miedos y creencias pesan tanto o más a la hora de emitir el voto que la ideología, las propuestas o el discurso en muchos casos. Apelar a la emoción suele ser más fácil que dar razones, explicaciones, fundamentar posiciones o desarrollar proyectos.

No es sorpresa que las propuestas queden relegadas a un segundo plano en las campañas electorales. Nuestro cerebro es chanta. Ante la necesidad de procesar información que esté por fuera de nuestros intereses suele tomar información parcial, completarla con prejuicios, impresiones y sensaciones y formar “juicios” que nos parecen fundados. Así nacen los fundamentalistas del humo, gente que defiende a capa y espada proyectos que no terminan de conocer, ignorando otras alternativas.

Suelo bromear con que si la gente se rigiera sólo por las ideas o la razón, en ese paradigma, sólo cabe ser liberal o socialista. Recordemos la frase de Jacques Rueff: “Sed liberales, sed socialistas, pero no seáis mentirosos”. Claro que para poder identificarse como liberal o socialista uno debe realizar todo un proceso de formación y reflexión. Asimismo, se debe trascender las visiones dogmáticas de ambas corrientes. Mucho laburo y no todos nos tomamos el trabajo de hacer el esfuerzo.

En general tomamos decisiones políticas en base al “me gusta” o “me parece” y la mayoría de los partidos se concentran en vender experiencias e impresiones. Muchos no tienen interés en informarse. En relación a la política, a veces por comodidad y otras por estar descreídos de que es posible un cambio, muchos tiramos la toalla. Al hacerlo, nos volvemos funcionales a las campañas superficiales y al berretismo político. Solemos convencernos para no comprometernos y participar con la excusa de que “todo es lo mismo” o “nada va a cambiar”.

El Frente para la Victoria insiste en usar fondos públicos para hacer campaña partidaria agrediendo permanentemente a los adversarios y hasta se colgaron de la sotana del Papa a quien putearon desde la primera hora. Sin ir más lejos, ayer a la noche fueron Cabandié e Insaurralde al piso de 6-7-8 reiterando la posición que denuncié hace un par de columnas en mi nota “Vamos a cerrar 6-7-8”. Corrupción como método de campaña.

Tampoco debe extrañarnos que el espacio UNEN haya tratado de obtener ventajas en base a mentiras: insisten en que son el único frente que va a internas (en Compromiso Federal competimos seis listas, nosotros con la 504C). Tampoco debe asombrar que sobreactúen situaciones o presuman atributos que no poseen. Por ejemplo, su voluntad de “debatir” armando un intercambio entre sus propios candidatos negándose a hacerlo con otros frentes. Tratan de vender que son el único voto “útil”, lo cual es mentira, dado que se puede elegir en tres internas o se puede apoyar a alguno de los partidos minoritarios de izquierda para que superen el umbral de votos del 1,5%.

Por último, no es de extrañar que el PRO apele a recursos emotivos antes que a propuestas, vinculando su campaña a “experiencias agradables”, el recurso del anclaje (anchoring). Helados, calesitas, choripanes, caminatas, bicicletas y globos reemplazan en esta campaña a las propuestas en la primera plana. Tampoco debe sorprendernos el uso de colores partidarios para obra pública y que compartan íconos en folletería o medios desde su gestión de gobierno y su partido. En este caso, aparece la corruptela como método político y la licuación del mensaje hacia algo experiencial como propuesta visible.

Celebro tener la posibilidad de elegir por primera vez, desde que puedo votar, a una opción liberal, algo distinto. Para muchos quizás votar sea una obligación, un simple deber cívico, lo vean como una carga pública o lo experimenten como un concurso de popularidad. Pero para quienes votamos proyectos, ideas, propuestas y nos identificamos con la corriente liberal, ésta no es una elección cualquiera.

Este domingo 11 de agosto, resurgen las ideas liberales. Yo ya decidí mi voto. Voto liberal, voto a Carlos Maslatón para Diputado Nacional en la lista 504C de Compromiso Federal.

¿Qué son las PASO? Salvemos los votos

¿Sabés qué son las PASO? ¿Sabés para qué sirven? Mucha gente no lo sabe o tiene una idea errónea, te pido una mano para que juntos salvemos los votos.

Las PASO, primarias abiertas simultáneas y obligatorias, son un mecanismo electoral que nos permiten elegir, entre una serie de postulantes, quiénes serán los candidatos de los partidos políticos o frentes electorales que competirán en las elecciones de octubre. De este modo, tendremos la oportunidad de apoyar al posible candidato final de cada uno de los agrupamientos políticos que se presentan.

Las elecciones del 11 de agosto no son para definir quién va a ocupar las bancas en el Congreso Nacional sino quiénes van a competir en las elecciones de octubre por esos puestos. Sin embargo, con lo importante que es esta nueva forma en la que vamos a ejercer la democracia, nadie nos explica en detalle y de manera sencilla qué son y cómo se vota.

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