Una acumulación de intrigas sin resolución

Carlos Mira

La Dra .Sandra Arroyo Salgado volvió a elevar la temperatura del caso Nisman el día jueves, cuando desde San Isidro y flanqueada por eximios peritos forenses, presididos nada menos que por el Dr. Osvaldo Raffo, brindó una conferencia de prensa en la que taxativamente afirmó que a su ex esposo lo habían asesinado. “La teoría del suicidio y del accidente, están descartadas”, dijo.

Apoyada en precisos datos técnicos la jueza federal fundamentó la postura de la querella en que había pruebas forenses de que el cuerpo había sido movido, de que no presentaba un espasmo cadavérico como afirmaron los peritos oficiales y que la hora de su muerte había que situarla a unas 36 horas antes de la autopsia, entre las 20 y las 22 hs. del sábado 17 de enero.

Eso da casi un día completo de tiempo a quienes quisieron manipular la escena del crimen para moverse con impunidad. Es posible, incluso, que cuando el periodista del Buenos Aires Herald, Damián Pachter, tuitea por primera vez la noticia, no hubieran estado terminados los trabajos escenográficos que querían plantarse. De allí las amenazas que recibió y su consecuente salida del país.

La fiscal Viviana Fein llamó ahora a los peritos de parte para que la vean personalmente esta semana que viene. Pero no caben dudas que la autoridad con la que habló Arroyo Salgado, el nivel de los antecedentes de sus peritos -encabezados, repito, por quien es considerado por sus propios colegas como un prócer de la medicina forense- y hasta el formato ordenado, técnico y prolijo de su conferencia de prensa, han introducido un elemento nuevo de un enorme paso en el caso.

Llamó la atención, incluso, el contraste entre la impecable presentación de la ex esposa de Nisman y el nivel de chapucería que ha rodeado tanto a la investigación oficial como a las referencias que el Gobierno ha manejado hasta ahora.

Al fiscal Nisman se le ha dicho de todo desde que falleció: que era gay, que era un playboy bon vivant que no dejaba mujer en estado vertical, que era un borracho (Pagina/12 y el sitio del Ministerio de Justicia InfoJus dieron a conocer un supuesto informe oficial que decía que el fiscal tenía 1.73 gr de alcohol en sangre, cuando en realidad tenía 1.72 gr de alcohol en el estómago, propio de la metabolización química que hace el hígado de los azúcares que se ingieren) que era un “loquito” que tomaba pastillas, que lo había matado Lagomarsino fruto de una pelea pasional, en fin, una difamación tras otra en una lógica coherente con la tendencia del Gobierno a culpar al mensajero antes de ocuparse del mensaje.

Por lo demás, se siguen acumulando intrigas que no se aclaran. ¿Qué pasó con la mujer incinerada a solo pocos metros de la Torre Le Parc? Nadie se ha presentado a reclamar por ella; nadie ha notado su falta. Aparentemente no era hija, ni madre, ni hermana, ni sobrina, ni tía de nadie. Era alguien completamente desvinculado de toro otro ser humano vivo de este mundo (o de este país) que se interesara por su suerte, una vez que dejó de tener noticias de ella. No hay datos de filiación porque la carbonización no dejó rastros.

Algunos se preguntan si había alguien más con Nisman la noche de ese sábado en su departamento. Alguien puesto, que le abrió la puerta a sus asesinos y que también pagó con su muerte

Su complicidad en el caso. Alguien que luego fue quemado a pocos metros de allí.

El periodista Jorge Asis afirma saber que la fiscal Fein contó delante de un grupo de gente de su confianza que ella ocultó pruebas “porque esto sería un escándalo nacional si se conocieran”.

Como se ve, el caso va tomando unas proporciones de seriedad que no sabemos si el Gobierno meritúa como debe o si apuesta, como lo ha hecho otras veces -incluso con éxito- ante diferentes circunstancias, al olvido y a que otro maremoto de noticias tape lo viejo.

Pero a primera vista este caso es muy pesado para que ocurra eso. El viernes la Dra.Kamelmajer de Carlucci -una de las autoras de la reforma del Código Civil y Comercial- afirmó que tiene la certeza de que el fiscal fue asesinado por un conjunto de agentes iraníes de inteligencia que actúan en el país. Se trata de una versión más de una ensalada cada vez más densa, que no se sabe si ha sido provocada a propósito para que nada se sepa y nada se resuelva o si es un desquicio real por la impericia con que los investigadores judiciales se han manejado hasta ahora.

Lo cierto es que la Presidente debería tomar este caso con seriedad en su propio beneficio. Las tácticas de difamación y enchastre no solo no dan resultado sino que aparecen con una carga de deshumanización que seguramente no le estará haciendo ningún favor a su imagen.

Es mejor aceptar el problema y encararlo antes que apostar a una acarralada de cizañas de las que nunca sale nada bueno.