De Agustín Rossi a Juan Gelman, en el país de los boludos

Mientras el ministro de Defensa, cargo que ocupa Agustín Rossi, dedicaba su tiempo a buscar biblioratos de la vieja dictadura, nuestros vetustos aviones quedaban fuera del operativo Cruzex 2013, en Brasil, por motivos administrativos.

Esto da lugar a la paradoja de Agustín Rossi: quien exhibe biblioratos como logro es un inútil por razones administrativas.

Sigue Rossi la huella trazada por Arturo Puricelli para mantener al país en absoluta indefensión. Así, no solamente no somos amenaza para el enemigo inglés, que ocupa parte del territorio nacional por la fuerza militar, sino que nuestro material bélico debe hacer descostillar de la risa a los analistas de cualquier país que nos contemplen entre sus hipótesis de conflicto, pues claramente el país no tiene otra política de Defensa que la pasiva aceptación del deterioro.

Si en Venezuela el dudoso presidente Maduro demuestra cada día que la idiotez nunca toca fondo, los argentinos no estamos en condiciones de reírnos de la desgracia ajena porque no nos es tan ajena. Hacia allá vamos.

Viéndolo a Rossi hacer su show del tren fantasma recordé que, en el marco del Sexto Congreso de la Lengua Española que se realizó en Panamá, el diario El País de España pidió a distintas personalidades de las letras que identificaran a sus países con una sola palabra. Además se lo pidió a Juan Gelman, quien acertó en señalar a la palabra “boludo” como la que mejor define a la República Argentina, argumentando para ello que ”es un término muy popular y dueño de una gran ambivalencia hoy. Entraña la referencia a una persona tonta, estúpida o idiota; pero no siempre implica esa connotación de insulto o despectiva. En los últimos años me ha sorprendido la acepción o su empleo entre amigos, casi como un comodín de complicidad. Ha venido perdiendo el sentido insultante. Ha mutado a un lado más desenfadado, pero sin perder su origen”.

Hay que reconocer las verdades cuando se dicen, sin importar que las diga un personaje siniestro como Gelman.

Ciertamente la citada expresión, que es sinónimo de poco avispado, distraído o simplemente imbécil, se ha impuesto brutalmente en el habla coloquial de los argentinos durante la última década. Acompañando la caída del nivel educacional y cultural del país, en el estrecho léxico de los adolescentes la palabra “boludo” se reitera hasta el hartazgo en la construcción de cualquier frase. Así no sólo mitigó su carácter agraviante, pasando a ser casi afectivo cuando no directamente sinónimo de “vos” y signo distintivo de la condición de argentino, sino que también pasó al lenguaje de los adultos.

Ese paso al vocabulario de los mayores evidencia una cultura débil que se desintegra, como rendidos ante la evidencia, doblegándose acaso ante la acción destructiva de una política que ataca sin descanso la historia y la identidad de los argentinos como Nación.

Siguiendo el cauce en el que ha caído y gobernada desde la mentira, la República Argentina va camino a ser “territorio boludo”. Hay que serlo, y mucho, para  Guillermo Moreno mediante hacer del orgulloso granero del mundo un país en el que escasea el trigo. Tanto la convaleciente presidente (no “presidenta”) Cristina Fernández, principal responsable de este descalabro, como el vicepresidente Amado Boudou o cualquiera de los ministros del Gabinete nacional, generaron infinidad de bochornos dejando al descubierto la “boludez” reinante. Y por cierto, nada indica que vayan a parar la producción.

Boludez es que la prensa llame poeta o escritor a Juan Gelman, un miserable apologista de Montoneros que todavía en 1978, como libretista del filme “Resistir“, seguía reclutando carne de cañón para los delirios sangrientos de Mario Eduardo Firmenich.

Boludez es que nos vendan derechos humanos con crímenes de lesa humanidad y el montonero Gelman pase por víctima en lugar de victimario. País de boludos, sin duda.

 

ESE “POETA”

Ah. El poeta…

Del rostro compungido

y mustios bigotones.

Sí, el poeta.

Con todos sus galardones,

el dolor de la derrota

y el pasado de traiciones.

Al muro de sus lamentos

le faltan las verdades

y le sobran los ladrillos.

Ah. El poeta…

Sí, el poeta.

Que lo aplaudan…

Que lo premien…

Que son las sogas

que venden los burgueses.

¿Y qué verso valió la pena

del drama que escenifica?

Si no son más que palabras,

mamarrachos en tinta

sobre baldosas de sangre

que a cada paso salpican.

Ah. El poeta…

Sí, el poeta.

Sembrador de odios

disparando letras

en la noche eterna

donde van las sombras

de las guerrillas muertas.

Ah. El poeta…

Sí, el poeta.

A los liberales

Las elecciones mostraron lo estéril de la diáspora liberal y sus esfuerzos desperdigados. La única verdad es la realidad y así no va. Cada uno a su suerte es la desgracia de todos. No tengo ganas de perder tiempo analizando lo obvio, ni reiterar lo sabido. Tampoco quiero aturdirme en la catarsis inconducente de otro cacerolazo. Hoy no me interesa lo que hacen los demás, interesa lo que hagamos los liberales.

Como el tango al volver al barrio, respetuosamente pero sin pedir permiso, este liberal del llano proclama que es la hora del Movimiento Liberal. No hay tiempo para dejar que los técnicos se pongan a corregir esa coma del plan perfecto, ni margen para pechos fríos. El momento es político, urgentemente político, y hay que priorizar sobre la mesa la voluntad de hacer, a lo Sarmiento.

Desde el histórico Partido Liberal de Corrientes al bisoño Partido Liberal Libertario, pasando por Unión Por Todos, ateneos y agrupaciones varias, restos de la UCEDE, otras opciones partidarias afines al liberalismo, y líneas internas como PRO-Libres, es imprescindible dar cuerpo al Movimiento Liberal. Todos crecerán más fuertes siendo parte del movimiento.

El liberalismo tiene como referente nacional a Ricardo López Murphy, presidente de la Red Liberal de América Latina, que integra también la diputada nacional Patricia Bullrich. Bajo ese liderazgo es que vuelvo a insistir con la propuesta de constituir al Movimiento Liberal, estructurándolo a partir de la conformación del Gabinete en las Sombras del Liberalismo que, teniendo a López Murphy como jefe de Gabinete, sirva en principio para dar cuerpo y voz a las ideas liberales.

El rol de cualquier ministro en las sombras es realizar el seguimiento de lo obrado por su par del Gabinete nacional, y siempre que sea posible confrontar abiertamente a través de los medios de comunicación social. Así, los derrapes discursivos y operativos del oficialismo no quedarán sin costo político, percibiendo la sociedad que hay otra opción posible, ideológicamente coherente y preparándose para gobernar.

Por aquello de que la organización vence al tiempo, con la instalación del Gabinete en las sombras es primordial sostener la voluntad política desde el trabajo de los distintos equipos; dando participación abierta, con voz y voto, a todos los liberales que quieran contribuir al esfuerzo de tener presencia en el escenario político, tanto a nivel nacional como provinciales y municipales.

La instrumentación del Gabinete en las sombras del Movimiento Liberal será un claro signo de planificación, una herramienta primordial para nuestro país en su necesidad de superar la improvisación. No hay de momento partidos políticos nacionales organizados realmente como tales, y esa falencia del sistema argentino -aunque mal de muchos consuelo de tontos-  relativiza la debilidad liberal porque, en definitiva, ninguna de las opciones opositoras ofrece un desarrollo institucional que no podamos alcanzar en un plazo relativamente breve.

Obrar con espíritu movimientista, potenciando recíprocamente las distintas experiencias grupales y de compromiso personal en defensa de la libertad, sin pedirle a nadie que renuncie a su identidad partidaria, constituye el primer paso hacia una organización superadora de la fragmentación.

La carrera al 2015 ya comenzó. Mostremos que aprendimos del peronismo lo que había que aprender, vayamos por el poder. Recuperemos los votos que por claridad ideológica nos corresponden, aquellos que hemos “prestado” y esos muchos de quienes son liberales sin saberlo. 

El liberalismo debe ser militante, y al instrumentar su Gabinete en las sombras estará comunicando, construyendo y ofreciendo a la ciudadanía una nueva forma de institucionalidad política: un movimiento con claros principios republicanos poniendo en acción las ideas de la libertad.

Los obstáculos son muchos, no digo que será fácil. Bajar los brazos, o dejarlos cruzados, eso sí es fácil. Algunos vienen agotados por hacer grandes sacrificios en la campaña electoral, otros son escépticos por naturaleza, muchos guardan rencores y desconfianzas por cuitas del pasado. A todos les pido mirar al mañana, ese mañana que depende exactamente de lo que hagamos hoy.

Recuerden al bravo Martín Viñales, quien combatiendo en la Guerra del Paraguay, tras ser herido en Curupaytí, dijo al saber que le amputarían un brazo: “Poca cosa, la Patria merece más”.

Liberales, no importa lo que debamos dejar en el camino: ¡La Patria merece más!

Insaurralde, la marioneta mentirosa de Scioli

La lectura de los diarios venezolanos califica como experiencia bizarra. Cuesta reconocer detrás de esas noticias un país real, y duele que sea Venezuela. Cuando América Latina era catálogo de dictaduras contrastaba en ella la democracia venezolana; por eso antes que dar credibilidad a lo que surge de la prensa, oficialista u opositora, uno tiende a imaginar que está leyendo ficción.  Se dice que los pueblos son artífices de su destino, ¿el pueblo venezolano quiso ser este hazmerreír? 

A la muerte de Hugo Chávez, el continuador del régimen nacional populista creyó verlo reencarnado en un pajarito. El propio Nicolás Maduro, con afán proselitista por encima de toda noción del ridículo, recreó la escena y los silbidos del ave. Apelando a la credulidad ignorante de gente embrutecida por la propaganda de la “Revolución Bolivariana”, y tramitando por comicios cuestionados, al dudoso presidente Maduro le haría justicia llevar en la banda presidencial la leyenda “Tus amigos”, como el “Yeneral González” de Alberto Olmedo. Lo que lleva de mandato parece un rodaje de Mel Brooks: la parodia de una revolución jaqueada por enemigos complotados para dejarla sin papel higiénico…

La teoría conspirativa domina el discurso y los actos de gobierno porque ante el fracaso constante, con escasez en góndolas, culpa a otros. En la lógica del Gran Hermano y los cerdos de Orwell, además de pedir facultades extraordinarias e insistir con los controles del colectivismo dirigista, Maduro ha creado el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESPPA), que “solicitará, organizará, integrará y evaluará las informaciones de interés para el nivel estratégico de la Nación, asociadas a la actividad enemiga interna y externa, provenientes de todos los organismos de seguridad e inteligencia del Estado y otras entidades públicas y privadas; según lo requiera la Dirección Político-Militar de la Revolución Bolivariana“.

Al frente de esa oficina puso un militar. No lo cito por su rango porque Chávez le entregó el país a la dictadura que oprime al pueblo de Cuba, y en ese ejército de cipayos que son las fuerzas armadas venezolanas, “generales” son sólo los cubanos.

Inmersos en su propia tragedia los venezolanos difícilmente puedan dimensionar el daño que se han hecho. Reiría si no fuera que vamos por el mismo camino; el grueso de los argentinos tampoco comprende la gravedad del mal causado por Kirchner, su viuda, Guillermo Moreno y el resto de la banda.

El kirchnerismo, que implementó un feroz proceso de desmemoria colectiva, sistemáticamente niega, oculta o falsea la realidad. Sigue la mecánica cerda que regía al Estado totalitario descripto por George Orwell en la novela 1984, y cumple al pie de la letra su consigna: “El que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado“. Así la evidencia de la corrupción es algo que no los desespera; saben que si permanecen otra década en el poder, nadie se acordará de nada. Como diría un personaje de Orwell: “Lo que el partido sostiene que es verdad es efectivamente verdad”.

Quienes creen que las PASO cortaron a la ambición totalitaria de la demagogia camorrista se equivocan. Más allá de mutar unas mentiras por otras el proyecto totalitario sigue en pie y va a mover todo su aparato el 27 de octubre.  El control del tiempo, como idea orwelliana, es explicita en el proselitismo kirchnerista. En un spot, con soltura de marioneta, dice Martín Insaurralde: “Para mí cada día es el futuro. No es el 2015 solamente. Yo vengo a hacer ahora para que las cosas mejoren ahora y no para que cambie todo. La política es amor. La política es para adelante. La política es generosidad, es hacer, hacer a partir de lo hecho y no deshacer. El futuro no es empezar todo de nuevo. Eso, eso es el pasado. Para mí esto es así”; y acto seguido finge sonreír, moviendo la cabeza como modelo de Giordano o perrito de luneta.

“Amor” y “generosidad” dicen los que crisparon de odio a la sociedad dividiendo con su manía refundacional, y otra vez cambian el pasado para victimizarse: ¡Como si yendo “por todo” hubieran intentado generar consensos!

Clon de Scioli, Insaurralde pregona el advenimiento de una new age feliz; pero lo que vendrá votando por los HDP que quieren arruinar el país (confesión de Cabandié), no será patria ni libertad, será una demagogia de infelices sin conciencia histórica, felpudos sin identidad ni propósito, que pudieron ser una democracia republicana y se compraron un buzón.

¡Ay, Juancito! -algunas cosas que decirle a Cabandié-

Un video muestra al legislador porteño por el Frente Para la Victoria Juan Cabandié discutiendo con agentes de tránsito. Las frases que se le escuchan decir allí, no pueden ser pasadas por alto. Es necesario enumerar y contestarle.

1) “Yo me banqué la dictadura“. No pibe, vos no te bancaste nada. Vos naciste en esos años y sos la demostración de que no existió el genocidio que tanto pregonan desde la izquierda y el kirchnerismo. En aquellos lugares donde sí hubo genocidio los genocidas nunca se apiadaron de los hijos de sus víctimas, y mucho menos los adoptaron como propios. Ningún nazi hizo pasar por hijo suyo a ningún bebé judío, como ningún turco hizo pasar por suyo a un niño armenio. En la Argentina, las apropiaciones demuestran la inexistencia del genocidio, acá no se mató por cuestiones genéticas, raciales, religiosas o étnicas. Aquí lo que ocurrió fue una guerra fratricida por razones políticas, y es paradigmático el caso de los hermanos Donda. En realidad, Cabandié, no solamente vos no bancaste la dictadura, sino que por culpa de la dictadura todos tuvimos que bancarte a vos indemnizaciones mediante.

2) “Yo soy hijo de desaparecidos“. No te preocupes Juan, no es culpa tuya. Ahora, tampoco es un título honorífico, ni ahí, es nada más lo que te tocó, consecuencia de la violencia política que imperaba en la época. Ciertamente tus padres eran muy jóvenes. Esas muertes apenan, y sobre la pena es raro que nunca se te haya escuchado cuestionar a los apologistas del ERP y Montoneros, a los adultos miserables como Juan Gelman que reclutaban carne de cañón para la guerra.

3) “Yo soy más guapo que vos” – “Yo tengo huevos“. Está muy bien tener la autoestima alta, pero discutiendo con una agente de transito no parece el mejor momento para alardear de corajudo. No da.

4) “Estoy donde tengo que estar, bancando a los hijos de puta que quieren arruinar este país“. ¡Gran confesión! Es muy cierto Juan, todos sabemos que formás parte del Frente para la Victoria y que sos un firme sostenendor del proyecto de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, que con Guillermo Moreno al timón está arruinando hasta aquello que pensábamos que era imposible arruinar. Un gobierno corrupto, que hizo de la mentira su principal herramienta política no podría recibir mejor descripción que tus propias palabras. Animado por tu franqueza, a partir de ahora cuando deba referirme al Frente Para la Victoria lo diré de esa misma forma, a lo Cabandié: “los hijos de puta que quieren arruinar este país”.

5) “Que le apliquen un correctivo porque es una desubicadita“. Ay, Juancito… Un funcionario que cumple con su deber nunca está desubicado, el desubicadito sos vos: el legislador que amenazando con mover influencias para perjudicar a quien hace su trabajo pretende manejar sin tener el seguro del auto.

En la República Argentina el kirchnerismo consolidó las mentiras de las izquierda, empezando por el mito de los 30.000 desaparecidos (30.001 con Néstor Kirchner, según Sergio Schoklender cuando era el hijo mimado de Hebe de Bonafini) y la negación de la guerra. Juan Cabandié es un emergente del fraude kirchnerista, su soberbia proviene de la misma estúpida e imberbe soberbia de antaño. Un desubicadito al que le hace falta un correctivo: el repudio social y perder las elecciones.

¡La censura está aquí!

Porque dicen “Memoria”
pero quieren amnesia,
y cuando dicen “Verdad”
son mentiras aviesas.

Fragmento de “Memoria y Verdad”
letra de rock incluida en la novela
NN y los del Fálcon Verde

Para muestra de lo que podría esperarse del país si quedara definitivamente en manos de la izquierda, las amenazas volvieron a pavonearse por las calles de Bahía Blanca impidiendo la libre expresión de las ideas. Faltos de argumentos, sindicalistas kirchneristas y otros intolerantes aglutinados en la la CTA, el Partido Comunista, la Asociación de Docentes de la Universidad Nacional del Sur, organizaciones varias de lucrantes con los derechos humanos y la tuerta Comisión de Apoyo a los Juicios de la desmemoria lograron concretar un acto de censura impidiendo la presentación del libro Cuando el relato es una FARSA. La respuesta a la mentira kirchnerista, escrito por Nicolás Márquez y Agustín Laje. Desde luego la gira programada por los autores no se detendrá.

Queda claro que la verdad y la memoria que pregona el kirchnerismo, a dúo con la izquierda y el acompañamiento en coro de la progresía, no es otra cosa más que la amnesia selectiva para la imposición de mentiras aviesas. La verdad es algo con lo que los fenicios de las guerrillas muertas no pueden lidiar, frente a ella emergen sus instintos naturales como un acto reflejo: violencia para acallar al otro. Nunca fueron otra cosa. Por esta vez se salieron con la suya, las amenazas de reprimendas posteriores a cualquiera que pudiera ofrecer un salón para la presentación del libro lograron su efecto intimidante. Un triunfo pasajero, sin duda, como todos aquellos de los que se vanagloriaron antaño; e igual de espurio.

La victoria, una vez más, corresponde a la derecha. Está escrito en sangre que aquí no podrán, el destino de la Nación Argentina no es caer de rodillas bajo una dictadura como la que oprime al pueblo cubano. Si el texto de Márquez y Laje al tirar de los hilos de la mentira kirchnerista deshilacha el relato, la iracundia violenta de los que quieren impedir su difusión nos muestra (sin careta democrática) la cara del totalitarismo. Por eso no voy a repudiar este acto de censura, al contrario, felicito a Nicolás Márquez y Agustín Laje por haberlo provocado. ¡En hora buena! Y que vengan muchos más. El futuro es nuestro.

Resistencia de derecha

Característica saliente de la Era ProgresoiKa, que aún transitamos, es que tanto la comunicación social como los parámetros de la corrección política son establecidos a partir del diccionario escrito por la izquierda. Falencia en parte de quienes somos de Derecha porque cedimos espacio, pero también efecto inercial de la guerra fría, ya que las tareas de infiltración de la intelectualidad comunista no cesaron con el desplome de la Unión Soviética. Continuaron activas bajo la órbita cubana, aprovechando las vulnerabilidades de toda sociedad libre y confiando que las contradicciones del peronismo finalmente les dieran una chance de acceso al poder. Con la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia, la izquierda creyó asir al fin esa oportunidad cuando, acompañando el alza en el precio de la soja, la hipocresía argentina dejó hacer al kirchnerismo. Mientras Kirchner gozaba su incontenible éxtasis por las cajas fuertes, la izquierda recibía prebendas a cambio de proporcionar al progresismo la distracción cultural signada por el paradigma de los derechos humanos.

Los progres, variante tibia de la zurda, a distancia que torna pintoresca la dictadura castrista defienden la supuesta dignidad de la “revolución”, pero sin dejar de ser entusiastas consumidores de bienes y marcas capitalistas. Gatas floras que no desconectan celulares por nada del mundo, ni quisieran volver a ENTEL aunque renieguen y despotriquen contra las privatizaciones de los 90’. Esa tilinguería, hipócrita y veleta, acompañó de buena gana el carnaval del muerto y la viuda sin preocuparse porque pudiera ser el entierro de la República.

Que la apetencia hegemónica haya puesto al stalinismo kirchnerista en pie de guerra con el grupo Clarín, usina grande del progresismo argentino, no significó blanqueamiento alguno de intenciones, sólo negocios. En ese duelo de carmelitos calzados, que usan por espadas sus pinochescas narices, cada verdad es un tajo que sangra, como siempre ocurre cuando pelean dos que supieron antes de besos y abrazos.

No han sido tiempos fáciles para atreverse a decir “soy de derecha”. El kirchnerismo, la izquierda y el progresismo se disputan la prevalencia dentro de una hegemonía comunicacional que efectivamente ostentan. Pocos espacios hemos podido sostener los que escribimos por Derecha, pero ese panorama adverso no hizo más que templarnos el ánimo.

Baluarte de nuestra resistencia, por mérito propio, es sin ningún lugar a dudas el doctor Nicolás Márquez. Sus libros testimonian claramente la firmeza y valentía para cargar la pesada mochila de las convicciones durante el kirchnerismo: “La otra parte de la verdad” (2004), “La mentira oficial. El setentismo como política de Estado” (2006), “El Vietnam argentino. La guerrilla marxista en Tucumán” (2008), “El canalla, la verdadera historia del Che Guevara” (2009) y “Chávez, de Bolívar al narcoterrorismo” (2010).

Al ejemplo de Nicolás surgió otra pluma aún más joven, y en 2010, con tan sólo 21 años, Agustín Laje Arrigoni dejó claro, en “Los mitos setentistas. Mentiras fundamentales sobre la década del 70”, que la historia no iba a cerrarse para nuevas generaciones a conveniencia de la izquierda y el progresismo.

A dos plumas, Nicolás Márquez y Agustín Laje han publicado ahora un libro de lectura imprescindible para marcar el final de época del kirchnerismo: Cuando el relato es una FARSA. La respuesta a la mentira kirchnerista. La Derecha recibe con beneplácito este libro, que tiene cuerpo y alma de pelea, un as de espadas ideal para tirarlo sobre la mesa del debate poniendo blanco sobre negro que el kirchnerismo es un fraude en sí mismo.

Sin modestia, he de presumir que esperaba este libro; porque si el kirchnerismo hizo de la tragedia una farsa, teníamos que responder en dos movimientos. Primero desenmascarar sus mentiras, como bien hacen Nicolás y Agustín. Segundo dar el paso hacia la comedia: hay que reírse de lo que el kirchnerismo pretendió hacer pasar por sacro, reto que asumo con mi novela, escrita en tono de sátira política y humor negro: “N.N. Y LOS DEL FALCON VERDE”, a la que se accede libre y gratuitamente desde el blog La Pluma de la Derecha.

Esta novela no presume de ser políticamente incorrecta, sencillamente lo es. Pero sólo por ahora, mientras el diccionario venga por zurda y la hipocresía generalizada de los argentinos siga dando comodidad a una intelectualidad cobarde. Mañana será otro día, otro país, otro mundo.

Ricardo López Murphy, un Quijote entre molinos de hipocresía

El 14 de agosto participé de la cena por los cuatro años de la “Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia”. Allí habló Ricardo López Murphy, a quien aplaudí por el coraje cívico de razonar contracorriente de la pretendida corrección política. En honor a su admirable honestidad intelectual escribo estas reflexiones:

La opinión de los argentinos en materia de derechos humanos, como en tantas otras cuestiones, merece el premio mundial de la hipocresía. Sin importar bando, no son pocos los que, de obrar sinceramente, podrían ver hacia el pasado y descubrirse alegrándose o al menos justificando alguna muerte violenta al comienzo de los años de plomo. Claro que pasada la euforia de los inicios el tole-tole diario se volvió intolerable, por eso muchísimos más, conformando una abrumadora mayoría de facto que desoyó las preclaras advertencias del ingeniero Álvaro Alsogaray, recibieron con alivio el golpe de Estado de 1976.

Si en 1974 el presidente Juan Perón propuso derrotar a la subversión dentro de la Constitución y la ley, sabedor de que “ninguna victoria que no sea también política es válida en este frente”, para 1976 la percepción generalizada era que ya no se podía permitir que otra vez apresados los terroristas entraran por una puerta y salieran por otra.

Había trabajo sucio por hacer, y siendo una guerra (tal como proclamaban hasta el cansancio las organizaciones guerrilleras) esta sociedad entendió que para eso estaban los militares. Así, la población miró para otro lado y si alguno dudaba se decía con toda claridad y convicción: “no te metas que por algo habrá sido”. Para el pueblo, los terroristas del ERP y Montoneros no eran más que un montón de sanguijuelas a los que nadie iba a extrañar; y de hecho, al margen de algún lazo familiar, honestamente nadie los extraña hoy. De no ser por el desbarajuste económico y la derrota en Malvinas, la cuestión de esos derechos humanos hubiera quedado relegada en el cajón de los olvidos. Y es que, por cierto, los desaparecidos no alcanzaron la propagandística cifra de 30.000, mentira repetida con fervor goebbelsiano por quienes lucran  magnificando la represión.

Cerca de 9.000 desaparecidos constituyen una tragedia, pero que puesta en el contexto histórico de la guerra fratricida indica que no se llegó al peor de los escenarios. Es necesario tener presente que las organizaciones terroristas pretendieron un foco rural en Tucumán, y en el resto el país coparon ciudades, atacaron cuarteles, ejecutaron secuestros, asesinatos y atentados con bombas. Entre estos últimos, cabe recordar el perpetrado por Montoneros el 2 de julio de 1976, y que mató a 26 personas e hirió a otras 60 en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, crimen comparable con los atentados contra la Embajada de Israel (29 muertos) y la sede de la AMIA (85 muertos).

A su andar errático, luego de 1983 la República Argentina revisó judicialmente la última guerra civil. Se condenó tanto a los mandos militares como a las conducciones guerrilleras, y ello generó un consenso autocrítico (con la credibilidad que puede darse a una sociedad hipócrita) respecto a la inviabilidad de la violencia política y la valoración de las instituciones democráticas. El “nunca más” era para unos y otros. Quedando en claro que no se debe llegar al poder por fuerza de fusiles o bombas, razonablemente se decantó en límites a la punición penal e indultos que, con la sola oposición de minorías hiperactivas, satisfacían al común de la ciudadanía; tanto así que el presidente Carlos Menem, firmante de los indultos a poco de asumir su primer mandato, fue reelegido en 1995 con el 49,94% de los votos.

La crisis del 2001 no alcanzó su piso institucional con la risa de Schwarzenegger por la sucesión de presidentes fugaces. Lo alcanzó cuando el presidente Néstor Kirchner, comprendiendo que por temor a una nueva anarquía la hipocresía aceptaría cualquier cosa, compró a la izquierda la franquicia de los derechos humanos y se degradó el Poder Judicial para que sea la arena del circo en el que se hacen añicos la irretroactividad de la ley penal, la igualdad ante la ley y todas las garantías del debido proceso.

Ricardo López Murphy dice lo que los demás políticos callan, que los encarcelados por los llamados juicios de lesa humanidad son presos políticos. Suscribo. Añado que puedo criticar de la guerra los métodos represivos pero no reniego de la victoria: Prefiero el celeste y blanco al trapo rojo de la dictadura eterna.

El fracking, Vaca Muerta y la presidente del mal ambiente

A través de Federico Roccatagliata, la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas de la Patagonia (AAAAP) apeló ayer la negativa de la jueza Sarmiento a conceder la medida cautelar que acompañaba el recurso de amparo, que sí fue aceptado por la magistrada.

Considera la AAAAP que el promocionado decreto 929/13, redactado a medida del acuerdo entre YPF y Chevron, fue firmado por la presidente Cristina Fernández desconociendo las obligaciones que imponen tanto el artículo 41 de la Constitución Nacional como la Ley General del Ambiente. Esta última reza: “Toda obra o actividad que, en el territorio de la Nación, sea susceptible de degradar el ambiente, alguno de sus componentes, o afectar la calidad de vida de la población, en forma significativa, estará sujeta a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental, previo a su ejecución” (art. 11, ley 25.675).

No solamente no existe ningún estudio de impacto ambiental, sino que el decreto presidencial ni siquiera contempla su posibilidad; ello es una clara afrenta al bloque de legalidad ambiental.

Tan afrenta, que consultada la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable sobre la existencia de información respecto al posible efecto ambiental del método conocido como “fracking” (es decir, estudios sobre impacto sismológico, químicos utilizados y contaminación del agua) la Secretaría a cargo de Juan José Mussi respondió que “la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable no cuenta con la información pública que solicita en el expediente de referencia. Por esta razón, entiende que debe intervenir en el asunto el Ministerio de Planificación Federal”.

Con el pase de pelota se elevó la consulta a la Secretaría de Energía, dependiente del ministerio a cargo de Julio De Vido. Tras tomarse nueve meses, supongamos que por una concienzuda búsqueda, el secretario Daniel Cameron informó (por nota SE N° 4194) que la normativa aplicable a nivel federal relacionada a la explotación, extracción y/o exploración de gas y petróleo se enmarca dentro de la Ley de Hidrocarburos 17.319 (que es de 1967) y se aplica a la exploración o explotación, tanto para recursos convencionales como no convencionales y “también para las técnicas de estimulación, incluso la hidrofractura, no existiendo a la fecha normas específicas en la materia”. Es decir que la actividad no contempla, según Cameron, las normas ambientales incorporadas a partir de la reforma constitucional de 1994; en mi opinión eso constituye una inaceptable elusión de los deberes de funcionario público.

Pero hay más, porque intentando quitarse responsabilidad de encima, Cameron sí se acuerda de la Constitución cuando afirma que si bien actualmente en el país se están realizando actividades de exploración y explotación para el desarrollo de hidrocarburos no convencionales (en Neuquén dichos trabajos se efectuaron para alcanzar la formación geológica Vaca Muerta, y en el caso de las provincias de Chubut y Santa Cruz, la formación Pozo D-129), desde que por la ley 26.197 las provincias asumieron en forma plena el ejercicio del dominio originario y la administración sobre los yacimientos de hidrocarburos, en sus respectivos territorios resultan resorte de las autoridades locales los permisos de exploración o concesiones. Siguiendo esa línea elusiva, asevera entonces que “respecto a los compuestos químicos utilizados en los procesos de exploración y/o explotación de hidrocarburos no convencionales que se desarrollan en las mencionadas formaciones, también se trata de cuestiones propias de las referidas autoridades provinciales, no siendo información que obre en poder de esta Secretaría”.

Frente a este panorama desaprensivo del cuidado de nuestro hábitat por parte de las autoridades nacionales, la apelación presentada por la AAAAP importa la esperanza de obrar en respeto a las generaciones futuras. Por nosotros y nuestra posteridad, es deseable que el Poder Judicial dé lugar a la suspensión de la vigencia del decreto 929/13. Por lo menos hasta realizar el correspondiente procedimiento de evaluación de impacto ambiental, logrando luego y en una etapa posterior del juicio de amparo esa sentencia de fondo que, con carácter ejemplar, declare la inconstitucionalidad de este decreto contrario a nuestra Constitución y las leyes y en particular la Ley General del Ambiente.

Sin negarnos al progreso cuidemos que Vaca Muerta no sea sinónimo de tierra muerta.

El orgullo de ser argentino

Optimista por naturaleza, enfrento este domingo electoral con cierto escepticismo. Esperaba que estas elecciones tuvieran otro gesto, otras convicciones, algo cercano a la belleza. En cambio son las PASO un parche puesto al aire: la vida institucional de los partidos políticos no existe, los afiliados no deciden nada y puesta la ciudadanía en  la obligación de votar el cuarto oscuro es más oscuro que nunca. Pensé que la veda iba a caerme como un bálsamo, pero no.

Como buscando alivio me puse a pensar en momentos sublimes, gestos que me hayan conmovido, al fin de cuentas el domingo es un día bíblico –incluso para un ateo como yo-, un día de gracias para quienes con su ejemplo nos alientan a intentar ser mejores. Así por mero orden de aparición, surgió esta pequeña muestra de orgullos argentinos.

1) TANGO. Cierta noche en Café Homero cantaba Rubén Juárez y por un error organizativo no hubo ninguna publicidad. A la hora del show apenas había cinco personas distribuidas en dos mesas. Muchos hubieran cancelado la función, porque había más músicos en el escenario que público; pero no el Negro. Dio el show, completo, acaso la mejor presentación que hizo jamás. Esas cinco personas estaban maravilladas, de pie pidieron otra y la obtuvieron. Al cierre del bis, sudando mares, Juárez agradeció los aplausos con una sonrisa de plenitud que proclamaba que el tango se ama haciendo tangos.

2) NEWBERY’S. El 15 de setiembre de 2009, cuando el paso de la patrulla acrobática francesa por el cielo de Buenos Aires, andaba por Tribunales y elevé al cielo una mirada en homenaje a los Mirage de la Fuerza Aérea Argentina y los Super Etendard de la Armada que combatieron en Malvinas. También recordé los óleos pintados por Exequiel Martínez y la carta que el As francés de la Segunda Guerra Mundial Pierre Clostermann dedicó a los pilotos argentinos: “A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad en vuestros Mirage, vuestros Etendard, vuestros A-4, vuestros Pucará con escarapelas azules y blancas. A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y de los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los AWACS y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar“. En cosas como esas se basa el orgullo de ser argentino.

3) LAVALLESimón Bolívar borracho de gloria, en la Quito del 16 de junio de 1822, entre profusas libaciones camina sobre la mesa pateando platos y copas, risas obsecuentes festejan sus palabras cuando promete que “llegará el día en que pasearé mi pabellón triunfante hasta el suelo argentino”. Y ahí, pues, un Lavalle. De pie, alzando el mentón y afirmando la voz para decir que el Himno escrito en 1813 por Vicente López daba cuenta de la libertad argentina y que no necesitábamos que nadie más que nosotros velara por nuestra independencia. “¡Estoy habituado a fusilar generales insubordinados!”, gritó encolerizado Bolívar. Y Juan Galo Lavalle, sin bajar la mirada ni el tono de voz, mientras la diestra dejaba asomar suavemente el filo de su sable corvo de granadero, replicó altanero, con esa arrogancia tan propia de los argentinos: “Esos generales no habrán tenido una espada como esta”.

4) MI PRESIDENTE. Roque Sáenz Peña, en palabras de Octavio R. Amadeo: “Dignificó la ciudadanía, curó con su mano la parálisis de la abstención. Oyó la hora del sufragio. Sabía que no era un fin, pero que no se llega si no se puede pasar. Hizo la revolución contra la revolución, la desarmó y avergonzó. Vino a conducir, no a seducir. Venció la duda. ‘A veces me parece percibir la duda en los ojos de mis propios ministros’. Metió su fe como una espada. El pueblo estaba oxidado y apolillado; lo sacudió y lo sacó al sol. ‘Siento el coraje de la justicia’. Sólo podrán comprenderlo los que hayan sentido alguna vez en su corazón ‘el coraje de la justicia’” (Cien hombres que en cien años forjaron la Argentina, de Enrique Pinedo, Corregidor, 1994).

El orgullo de ser argentino es sentir en la sangre el coraje de la justicia, esforzarse por hacer las cosas lo mejor posible, en definitiva la suma de las pequeñas y cotidianas historias de quienes cantan emocionados el Oíd Mortales e intentan, con su mejor empeño, construir la Nación Argentina; es la voz de Hermindo Luna gritando “¡Acá no se rinde nadie!”.

El intelecto agónico de la patria

La debilidad institucional de la Argentina obedece a muchas razones, pero entendiendo que el concepto de cualquier institución es el de una idea viva, es ineludible subrayar la miseria intelectual del país. El intelecto agónico de la Patria está bajo un orwelliano proceso de desmemoria. Como parte de ello la posibilidad del pensar quedó seriamente mutilada desde que, marcando un hito de la cobardía intelectual, la UBA apagó su antorcha impidiendo estudiar a condenados y procesados por delitos de lesa humanidad. “Una clara expresión política”, se ufanó el rector Rubén Hallú, sin dimensionar las consecuencias intelectuales de la proscripción: la UBA teme que pocos individuos privados de su libertad puedan ser sostenedores de un “discurso negacionista” que habría de postular en su propio seno la pretendida legitimidad de delitos masivos. Esta claudicación ética demuestra que el pensamiento dentro de la UBA ha quedado cercenado bajo parámetros de estricto no cuestionamiento.

Y evidencia que la gravedad del déficit de la intelectualidad política en la Argentina es mucho peor que la infección parasitaria de Carta Abierta, porque los que desde el relato justifican al gobierno, aunque obvios, no son menos nocivos que quienes pregonando desde el multimedios del progresismo avalan los olvidos de la desmemoria selectiva. Todos ellos, al fin de cuentas, llaman “poeta” a Juan Gelman, miembro y apologista de la organización terrorista Montoneros.

Con la complacencia de esa intelligentzia, pudo el kirchnerismo -un fraude en sí mismo- concentrar poder hasta jaquear a la República. Aquí la obra de George Orwell cobra didáctica actualidad. Primero por tratarse de un intelectual honesto, ejemplo de compromiso con la libertad. Segundo porque explicar el kirchnerismo con dos libros publicados en 1945 (Rebelión en la granja) y 1949 (1984), echa por tierra la pretensión oficialista de ser algo nuevo. Y tercero, porque permite estigmatizar al kirchnerismo como “gobierno cerdo”.

Tan así, que la sátira swiftiana de los intelectuales que logra Orwell en 1984 le cabe como descripción al método de Carta Abierta. El doblepensar de Ricardo Forster y compañía se desnuda en Los justos. Ese panfleto, que bien podría ser un escrito del cerdo Squealer para justificar la leche, las manzanas, la cerveza o cualquier otro privilegio apropiado por los cerdos, reconoce que ven peligro en el habla, porque si usan la expresión “cloacas del lenguaje” es que hay una parte del idioma que se les hace fea, fétida, y no por giros estilísticos, sino por contener pensamientos contrarios al oficialismo. Según ellos el gobierno no es solamente el partido que controla el Estado, es la política misma, y todo el que no comulga es enemigo de la política, de la democracia, de lo justo, entonces minimizan la corrupción gubernamental por suponer una corrupción mayor en el capitalismo. Para ir del doblepensar a la neolengua, podando el idioma de palabras hasta que el pensamiento no deba intervenir en el habla, sólo se necesita dar rienda suelta a esa obsecuencia, confiar que, igual al cerdo Napoleón o al Gran Hermano, Cristina eterna nunca se equivoca.

Vale una elemental reflexión: el poder cuando comienza a ejercerse por el poder mismo, desprovisto de finalidad, no acepta más posibilidad que ser absoluto, total. El desvío de los corruptos consiste en servirse del poder, pero es de trámite, si avanzan demasiado entran en un pasillo sin otra salida que la dictadura totalitaria. Del gobierno cerdo a 1984 hay una distancia menor a la que nos gustaría creer.

El desafío de la intelectualidad política es saltar la trampa entre el relato y el monopolio. Implica tener presente la valentía de Orwell, asumiendo que un intelectual deja de serlo cuando censura su capacidad crítica inclinándose ante la corrección impuesta. Más allá de todo canto de sirena, nuestro Himno Nacional nos dice quienes fuimos, quienes somos y quienes debemos ser. Si olvidamos su mandato seremos apenas un montón de parias sobre el territorio que alguna vez supo, y quiso seguir siendo, la República Argentina. Por eso señalo que el imperativo de la hora consiste en dar la batalla cultural a favor de la Libertad y en contra del olvido y la mentira, asumiendo las glorias y las miserias de nuestra historia, para madurar el carácter de la Nación, en pos de lograr una verdadera democracia republicana; porque ese, y no otro, es el destino de la Nación Argentina.