En una época donde la palabra política ha ido perdido su valor, la primera apertura de sesiones del Congreso Nacional del presidente Mauricio Macri ha concitado el interés de buena parte de la sociedad. Esto se debe a varias inquietudes que el discurso había generado, como conocer si finalmente habría un inventario de la herencia kirchnerista, saber cuál es la agenda legislativa del Gobierno de la alianza Cambiemos, y también observar el desempeño personal de Macri en un terreno escarpado.
Fueron 61 minutos de discurso, 38 interrupciones por aplausos y 2 abucheos. En este tiempo, se vio a un presidente entre tenso y circunspecto (¿o enojado?), que improvisó la parte inicial y final de su alocución, que leyó mecánicamente buena parte de su mensaje, al punto de equivocadamente reiterar una página, lo que le arrancó la única sonrisa de la mañana.
Quienes sostenían que no servía mirar hacia atrás hablando sobre la herencia kirchnerista perdieron.