Por: Carlos De Angelis
Hoy, domingo 22 de noviembre a las 18.00 horas, quedará definido quién gobernará Argentina por los próximos cuatro años. Si el elegido es Daniel Scioli, o Mauricio Macri se conocerá algunas horas después.
Han sido jornadas muy movilizadoras para los argentinos. Todos, sin diferencia de edades, clase social o nivel de politización se han inmerso en la discusión. Que la transmisión del debate haya superado el rating de la final del mundial Argentina-Alemania o que hashtag #ArgentinaDebate haya roto los mecanismos digitales de conteo de menciones, son noticias sin precedentes. Definitivamente un punto de inflexión para la Argentina.
Mucho se ha comentado sobre los parecidos entre ambos candidatos, cercanos generacionalmente, hijos de empresarios, de notorio buen vivir, sin una tradición intelectual, con una visión parecida del mundo e incluso amigos cercanos, como lo han comentado repetidas ocasiones. Sin embargo, la dinámica política los ha separado y al parece no se puede ser amigo de quien no piensa como uno. Hoy las diferencias los superan.
Ha sido una larga campaña, que comenzó con un hecho luctuoso, la muerte del fiscal Nisman. Eran momentos donde Sergio Massa parecía que iba a liderar la elección según las encuestas del momento. Sin embargo, nada volvió a ser parecido luego de ese fatídico enero. Allí la Argentina se despertó para ver la contienda real: el kirchnerismo contra quien pudiera ganarle. Demasiado grande para Massa.
También comenzaba a discutirse quién sería el sucesor de Cristina Fernández de Kirchner dentro del oficialismo. En esos momentos, marzo o abril, parecía que el elegido tendría que enfrentar las elecciones como un trámite. Como alguien dijo en estos días: “el peronismo es invencible”.
Sin embargo, la oposición también jugaba. El PRO comenzaba a pergeñar una alianza impensada con el radicalismo y con Elisa Carrió. Impensada porque los propios nuevos socios ya habían avisado que “el límite era Macri”. El ingeniero comenzaba a correr los límites.
Todas las elecciones provinciales fueron marcando triunfos para los oficialismos. La excepción iba a ser Mendoza fruto de una pésima gestión del gobernador saliente. Se debe recordar que las cascadas electorales provinciales van alimentado especulaciones y pronosticando los resultados de la elección final: la presidencial. Un punto minimizado, que tendría efectos políticos, la crisis de las elecciones en Tucumán, pondría sobre aviso (verdadero o no) que algunos sectores tendrían la voluntad de hacer fraude electoral. Inaceptable.
Días antes de las PASO, el FPV sufre un microcimbronazo. Cristina bajo el pedido de “baño de humildad” busca acomodar las fichas de las candidaturas según sus decisiones estratégicas: Scioli a la Nación, Randazzo a la Provincia. Logra parcialmente su cometido, todos los candidatos se bajan “amistosamente”, pero Randazzo, pretendiendo competir con Scioli en la PASO rechaza ir a la Provincia, un premio consuelo para él. Eso provoca un cambio de planes de fatídico desenlace, ahora competirían el archipolémico Aníbal Fernández, con un poco conocido Julián Domínguez. Desatarán sin saberlo un efecto mariposa.
La eliminación, por decisión de Cristina, de la competencia a presidente en la PASO del FPV tuvo como efecto principal atar la candidatura de Scioli a ella. Eliminó la legitimidad de origen y sellaría a gobernador saliente a su gobierno, también saliente. Macri fue más hábil y construyó una competencia débil con Carrió y Sanz (ninguno de los dos tendrían voluntad o capacidad de ganarle). La elección de Michetti como su candidata a vicepresidenta y a Vidal a gobernadora, eran apuestas mucho más arriesgadas. Significaba armar un esquema muy ceñido a la gestión del PRO en la ciudad de Buenos Aires.
En las PASO, los guarismos parecían acomodarse a las expectativas con el Frente para la Victoria ganando a nivel nacional, pero Vidal daba la sorpresa a triunfar a nivel individual en la provincia de Buenos Aires. Parecía una cuestión transitoria, luego seguramente se unirían los votos del FPV dispersos entre Fernández y Domínguez.
A partir de allí, Daniel Scioli y Aníbal Fernández cometieron un error que quedará grabado a futuro. Comenzaron a comportarse como Presidente y Gobernador en ejercicio, respectivamente. Se conformó el gabinete de ministros sciolista y se empezó a discutir los embajadores. Pasó algo extraño allí. El propio kirchnerismo comenzó a ver a Scioli como un extraño, podía pasar de ser un candidato débil a un presidente fuerte. El propio gabinete en ciernes no contaba en sus filas con ningún camporista.
Allí llegaron las elecciones generales con un conjunto de resultados francamente en disonancia cognitiva con el conjunto de creencias que los argentinos tienen sobre la provincia de Buenos Aires. Vidal le ganaba a una figura emblemática del kirchnerismo como Aníbal Fernández. Se empezaba a entrever un voto castigo, aunque se quisieran detectar insólitas cadenas de oraciones en las parroquias. Perder, en Quilmes, o Beriso, cuna del 17 de octubre de 1945 es insoportable.
En la general, Scioli saca el 37% de los votos contra el 34% de Mauricio Macri. Lejos de configurarse como un triunfo nominal se lo vive como una derrota sin precedentes. El clima de opinión se da vuelta dramáticamente. ¿El primer balotaje de la historia podría ser para Macri?
En menos del mes que distaron entre las elecciones generales y el balotaje la campaña vuelve a estremecer. Muchas personas, incluso kirchneristas, e inorgánicos (como se decía antes) que miraban a Scioli con desconfianza e indiferencia comienzan a expresarse públicamente. Miles de hojas impresas expresando mil infiernos si Macri fuera electo comenzaron a verse en las calles.
Mientras tanto pareció ver que las barajas se dieran vuelta y quien comenzaba a actuar como Jefe de Estado ungido era Macri. Los candidatos comenzaron a multiplicar las promesas, muchas de ellas inconsistentes y de dudosa (para ser leve) aplicación. Se comportaban en parte como esos partidos pequeños que tienen pocas posibilidades.
La estrategia de Scioli fue mostrar a Macri como el futuro ejecutor de un salvaje ajuste fiscal, con una maxidevaluación, recorte del gasto público, etc. Macri buscaba algo más sencillo que era vincular a Scioli con el gobierno en retirada, previendo poder asociarlo a un gobierno con desgastado luego de doce años de ejercicio impiadoso del poder. Esa es la síntesis del debate entre ambos y las decenas de apariciones públicas en programas de radio, televisión, entrevista, etc. Nunca se ha visto a candidatos a semejante exposición mediática.
En esta apretada síntesis se llega al 22 de noviembre de 2015. Como decían los antiguos romanos: Alea jacta est, la suerte está echada.