Luego de tres meses intensos para los candidatos, las últimas encuestas marcaron que la intención de voto para las elecciones presidenciales finalizó muy cerca de los guarismos de las PASO del 9 de agosto.
En este sentido, todos los esfuerzos de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa para aumentar su base electoral habrían resultado inocuos. Congelados los resultados, quedaría sellado que habrá una nueva ronda electoral: el ballotage. Pero vale la pena analizar brevemente si esto podría cambiar.
Resulta lógico y razonable que en sólo tres meses de diferencia no existan grandes cambios en las preferencias de los votantes. La oferta electoral en esta elección general es prácticamente la misma que en las primarias, con dos excepciones: el millón cuatrocientos mil ciudadanos que votó por Juan Manuel de la Sota, al que ya no encontrarán en el cuarto oscuro y los cuatrocientos mil electores que optaron por boletas minoritarias, que tampoco estarán en esta ronda por no haber superado el mínimo solicitado.
En el primer caso, las hipótesis sobre un corrimiento de los votos de gobernador de Córdoba habrían sido falseadas por las encuestas, que suponen que se mantendrán dentro del frente que encabeza Massa. En el segundo, sobre los votantes de alternativas minoritarias, es de suponer que se dispersen entre las otras opciones, sin concentrarse en ninguno en particular. Habrá que esperar hasta la noche del domingo para observar si esto es así. Continuar leyendo