El padre Lucho es un tipo muy humilde, como debe ser un religioso, pero además está muy involucrado con los problemas de la sociedad. En el lugar en donde predica, come, duerme y vive, la localidad de Pablo Nogués.
En una de las tantas charlas que hemos tenido me ha dicho que su intención era “escrachar” con los feligreses las casas donde se venden drogas que “arruinan a la juventud”.
Él sabe que nosotros desde el municipio llevamos una batalla sin fin contra el flagelo del narcotráfico, ya que hemos puesto buzones para que los vecinos, anónimamente, denuncien los lugares de expendio de estupefacientes, y, una vez constatado que efectivamente en el lugar se lleva adelante esa modalidad delictiva, iniciamos un expediente que lleva mi firma y se eleva a la Justicia y a las autoridades policiales. Continuar leyendo