Por: Jesús Cariglino
Se especula con el gobierno que viene, en el que las opciones a nivel nacional parecieran reducirse a dos posibles candidatos, que son quienes mejor encarnan el sentimiento de la oposición, pero lo que está claro, es que el kirchnerismo, como opción de gobierno, se agotó.
No hay chances para otro candidato kirchnerista. De allí el desconcierto oficial al que asistimos a diario, que llega al extremo de mostrar como desde el propio gobierno se acusan unos a otros, de tirarse con “muertos”, como si la vida humana no tuviera ningún valor. Tan potente resulta la reacción que provoca el actual gobierno, que pareciera que para cambiar este estado de cosas los argentinos debiéramos concentrarnos tan solo en la elección del próximo Presidente de la Nación. Sin embargo, lo que muchos parecen pasar por alto es que tan importante como elegir al próximo Presidente, es elegir al próximo Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
A diferencia de lo que sucede a nivel nacional, en el orden provincial, la elección del gobernador es “a ganador” es decir, sin posibilidad de ballottage. El que gana en primera vuelta, ya ganó. Por ello, es fundamental que prestemos la debida atención a lo que pueda suceder en este ámbito. No todo se reduce a lo que suceda en el orden nacional. Recordemos que la Provincia de Buenos Aires representa el 40% del padrón, y en esa proporción impacta en el resto del país, en todo sentido.
Por ello es que en lo personal, prefiero dedicar toda mi atención a lo que pueda suceder en el territorio bonaerense. Quizás algunos malentiendan o cuestionen esta posición. Y piensen que lo que mandan son las candidaturas nacionales. No coincido; todos aquellos que nos consideremos candidatos a la gobernación de la provincia de Buenos Aires debemos priorizar lo que suceda en este territorio, y tener como norte, el bienestar e interés de la Provincia y de sus habitantes. Si no, caeremos nuevamente en lo que hoy criticamos del actual gobernador, que pareciera no tener voz propia para defender a la Provincia y limitarse a ser tan solo, un subordinado de la Presidente de la Nación.
En mi caso, de llegar a la Gobernación, considero una obligación garantizar a los bonaerenses la independencia de criterio que todo gobernador debe tener para defender de la mejor forma los intereses de la Provincia y de sus habitantes. Para que ello sea real, y no parezca una mera declamación en el marco de un proceso eleccionario, esa independencia de criterio debe materializarse y exhibirse desde el inicio mismo del camino que pueda concluir en la Gobernación. Debiera ser una obligación de todos los candidatos concentrarnos en lo que sucede en nuestra Provincia, y poner a ésta por encima de las candidaturas nacionales; solo ello garantiza un país federal. Son dos objetivos distintos, Nación y Provincia, y así debe entenderse sin miedo a que nadie se enoje o se ponga colorado.
Si la Argentina que viene es la del diálogo y la del consenso, es una obligación de todo candidato, nacional o provincial, dar los primeros pasos desde ahora en esa dirección. Cada uno debe saber defender con honestidad lo que le toca, consensuando y dialogando, pero sabiendo diferenciar cual es el interés superior que debe mandar. Hace un tiempo, dijimos que era la hora de los Intendentes, la hora de reconocer el beneficio que importa la inmediatez entre el funcionario y el vecino. No desvirtuemos el camino. Sigamos en esa dirección, entendiendo que nuestra máxima responsabilidad es el vecino, y en mi caso, de cara al futuro, los habitantes de la Provincia de Buenos Aires; como hoy lo son los vecinos de Malvinas Argentinas. Estar dentro de una estructura política de ningún modo debe condicionarnos ni hacernos perder nuestra identidad ni nuestras convicciones. De lo contrario, cuando nos toque resolver posiciones encontradas entre Nación y Provincia, no estaremos en condiciones de hacerlo, ni con la honestidad, idoneidad y libertad necesaria, que los bonaerenses se merecen.