Cristina vive rodeada de seres serviles, por naturaleza o conveniencia, para recibir de ellos su inalterable obediencia y sus reiterativos aplausos. Son los componentes de su tropa propia que han renunciado o nunca supieron lo que es la dignidad. Para ser lacayo del pensamiento único hay que ser mediocre.
Los diputados y senadores del oficialismo son desertores de los valores morales, igual que el gobierno del que forman parte. Les importa poco el juicio de la sociedad en la que viven y que los llevó al poder. El gobierno central del país está compuesto por tránsfugas de lo ético que sólo persiguen el lucro con la elocuente ausencia de ideales nobles en pro de los intereses comunes.