Por: Jorge Santos
Son muchos los problemas que se le acumularon a Cristina Kirchner en los últimos días. Ninguno de ellos le es ajeno; por el contrario, están provocados por la inquilina de la Rosada y sus exiguos cortesanos, a los que escucha.
La llegada a Papa del cardenal Jorge Bergoglio resultó ser un durísimo trago muy difícil de de digerir y que, además, tendrá consecuencias indirectas presentes y futuras para sus aspiraciones hegemónicas.
La tragedia de La Plata, capital de la provincia donde se cifran sus esperanzas para las elecciones de octubre y sus chances de eternizarse en Olivos.
El incendio de la destilería de YPF, que agudizó el problema de falta de combustibles e incrementó los importes multimillonarios en dólares a erogar por muchos años.
Los roces en materia económica con Brasil y Uruguay, que provocaron no sólo declaraciones ya conocidas del presidente uruguayo, sino también fuertes editoriales en contra del gobierno argentino de destacados medios de comunicación del país carioca.
La estrepitosa derrota del cristinismo en las elecciones internas celebradas, nada más ni nada menos, que en Santa Cruz.
El veloz salto al primer lugar de Radio Mitre, desplazando a la ahora K Radio 10. Con una mañana imbatible integrada por el rey del rating Marcelo Longobardi, y el flamante imán del encendido, Jorge Lanata.
La huída de la minera brasilera Vale, y así la desaparición del único megaproyecto.
La segunda muerte de Hugo Chávez, acaecida con las vergonzosas elecciones venezolanas que puso en jaque al modelo de la revolución bolivariana, espejo en el cual se refleja Cristina. Sumado al reclamo de importante deuda realizado por Henrique Capriles.
Como si todo esto resultase poco, la Sala I de la Cámara Civil y Comercial Federal declaró la inconstitucionalidad de parte del artículo 45 de la Ley de Medios, referido a la multiplicidad de licencias.
A toda esta concatenación de disgustos que irritaban por demás a la ya invariablemente sulfurada primera magistrada, se le debía adicionar la multitudinaria marcha convocada para el 18 de abril en defensa de la división de poderes del Estado, bastión en democracia de la existencia de la República.
Cristina reaccionó como de costumbre cuando la realidad la acosa. Salió a anunciar la falsa “democratización” de la justicia, que forma parte de su “Vamos por todo” y así cargarse a los pocos jueces independientes que aún sobreviven.
En medio de todo esto, como si faltase algo, volvió a la televisión Jorge Lanata, quien -en su primer programa con más de 20 puntos de audiencia- desnudó uno de los temas donde los Kirchner más esfuerzos pusieron en Santa Cruz y a nivel país: enriquecerse con el dinero de todos a través de “empresarios” amigos.
La conmoción que provocó el envió del programa más visto de la TV abierta del domingo 14 de abril fue tan grande, que enmudeció al cristinismo y sus voceros por más de 24 horas.
“Periodismo para Todos y Todas”, el producto televisivo que más irrita al poder, no sólo cuenta con gran caudal de televidentes sino también con la credibilidad de su conductor y sus colaboradores, algo que no tienen ninguno de los medios ni periodistas que conforman el monopolio informativo oficial.
Una gran operación mediática se armó en Balcarce 50 para tratar de desprestigiar a Jorge Lanata, su programa y por ende al grupo Clarín.
Según versiones de fuentes cercanas, hasta el propio hombre fuerte del gobierno, Carlos Zanini, el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, llegó a reunirse con el mediático millonario Leonardo Fariña, protagonista de uno de los testimonios presentados en “PTT” contra el empresario Lázaro Báez.
América TV, propiedad de Daniel Vila y José Luis Manzano, integrante de uno de los grupos de medios más beneficiado con la pauta publicitaria oficial, y por consiguiente alineado al relato kirchnercristinista, sirvió de escenario montado a lo largo de toda su programación -los días 16 y 17 del corriente-, con la participación de casi todos sus conductores para que Leonardo Fariña y Federico Elaskar –otro de los testimonios de “PTT”- se desdijeran de todos sus dichos.
Con la excusa de darles cámaras para que expusieran sus increíbles y burdas desmentidas ambos malos actores que inventó el gobierno oscurecieron el panorama de la corrupción en ciernes.
Todo fue mal elegido. Libretistas, protagonistas de una ficción de cuarta, elenco de periodistas y hasta pantalla, la más mediática de todas (acorde para esta operación mamarracho).
Para cumplir al pie de la letra el elemental discurso K, Fariña no olvidó atacar a Lanata y a Clarín.
Las ayudas de Jorge Rial y Luis Ventura para mejorar la labor artística de Fariña resultaron inocultables.
El otro intérprete de tan mala operación, el financista que ante Lanata denunció que Lázaro Báez fugó a paraísos fiscales 55 millones de euros, se retractó en otra entrevista ante Rolando Graña.
Federico Elaskar llegó a manifestar: “”Por enojo con Leonardo Fariña utilicé información que vi y la aumenté. Acá la realidad es que no hubo lavado de dinero. Mentí, pido perdón”.
Tan ridículo argumento llegó al extremo cuando señaló: “Dije eso porque estaba enojado, porque soy joven y me equivoqué y pensé que iba a poder lograr que esta gente (la empresa que compró su financiera) arreglara algo conmigo”.
En un país donde la familia que gobierna -desde hace más de diez años- se ha visto sospechada en forma recurrente en temas de corrupción resulta muy pueril el cuento narrado ante las cámaras de TV.
El problema mayor es que mientras todo esto sucede y la escasa justicia existente mira para otro lado, se le continúa robando la paciencia, el dinero y hasta la vida a “la buena gente” que habita este país.
Entretanto, Cristina, busca apropiarse de lo que resta fuera de su órbita de una de las instituciones fundamentales, el poder Judicial.