Malcorra: Una candidatura positiva para la Argentina

En estos tiempos, Lionel Messi, antes, Diego Maradona, también Máxima Zorreguieta, el papa Francisco y ahora la posibilidad de Susana Malcorra en lo alto de la ONU. Algo pasa para que este país alejado, mezcla de sangres de todas partes del mundo, produzca tantas individualidades de nivel internacional. A la lista hay que sumarle la enorme cantidad de figuras históricas de relevancia, más los científicos, los profesionales, los deportistas y los especialistas en infinidad de otros rubros que, nacidos en nuestra vasta geografía, logran destacarse por todos los rincones de la Tierra. Un número sin dudas poco común para una nación de nuestro tamaño e importancia.

Algunos sostienen que esto tiene que ver precisamente con esa misma mezcla de orígenes y nuestro espíritu inmigrante. Otros, con nuestra enorme y sofisticada clase media, que, aunque muy golpeada, nos distingue en la región. También se piensa que es el fruto de nuestro sistema de educación, que desde hace más de un siglo hornea generaciones y generaciones de gente preparada. Pero por la razón que fuere, ya a esta altura deberíamos tomarlo como un dato de la realidad y más que usarlo sólo para inflar nuestro ya muy desarrollado ego nacional, al decir de nuestros hermanos y vecinos, deberíamos utilizarlo para alcanzar algunos objetivos más concretos que produzcan beneficios a todos los otros compatriotas que permanecemos por aquí, en el fin del mundo. Continuar leyendo

Brasil, un rompecabezas muy complejo

Sólo puede darse en Brasil. Mientras en esos escenarios surrealistas imaginados por Niemeyer, en el planalto de Brasilia, se siguen produciendo idas y venidas propias de aquellos culebrones típicos de la TV brasileña que tanta audiencia conseguían en todo el mundo allá por las décadas de los setenta y los ochenta, al mismo tiempo en la costa exuberante de Río de Janeiro se corre una carrera contra el reloj para terminar a tiempo la villa e instalaciones para los Juegos Olímpicos.

En una especie de contradicción impune, propio de la desmesura de lo “maior do mundo”, el gigante sudamericano, sin escalas, pasó de ser la promesa de los emergentes, un ejemplo de crecimiento con inclusión premiado por la comunidad internacional no solo con estos juegos sino también con un Mundial de Fútbol, privilegio reservado solo a los grandes y a algunos otros países como España y Corea del Sur,  a ser una economía estancada y una democracia a riesgo de estallar en pedazos. Todo en menos de cinco años.

Es muy difícil poder entender lo que allí sucede si no se pone en contexto, si no se va un poco más allá y sólo se quiere tratar de describir las últimas jugadas de cada uno de los protagonistas de este lío fenomenal.

La política brasileña es mucho más compleja que la de estas tierras rioplatenses, porque Brasil en sí es también mucho más complejo. Una buena forma de dimensionar estas diferencias surge a partir de analizar la historia de dónde venimos. Cuando a principios del Siglo XIX la Península Ibérica era invadida por las tropas napoleónicas, las dos casas reinantes de esa región europea reaccionaron de forma muy distinta. Mientras los Borbones que gobernaban desde Madrid intentaron negociar, fueron traicionados y finalmente cayeron prisioneros de los franceses, los Braganza que regían desde Lisboa, literalmente se tomaron el buque. En realidad varias decenas de navíos, en su mayoría ingleses, junto a 11.000 burócratas y cortesanos, todo su tesoro, biblioteca y archivos, para seguir dirigiendo su imperio colonial, primero desde Salvador en Bahía, para luego y huyendo del calor agobiante del ecuador, instalarse en Río de Janeiro.

Dos reacciones muy distintas que generaron dos destinos muy diferentes para las dos mitades en que se habían dividido las colonias americanas, luego que el Papa intermediara y se firmara el Tratado de Tordesillas. Los territorios españoles, ya sin rey que los gobernara y los unificara, terminaron después de varias décadas de cruentas guerras de independencia y luchas civiles, partidos en más de veinte naciones independientes, mientras que las colonias lusitanas, permanecieron unidas, primero bajo la corona del rey Joao y luego bajo el férreo control de su hijo y nieto, ambos Pedro, que como emperadores mantuvieron cohesionado ese país continente, ya independiente, como el Imperio del Brasil. Una nación de dimensiones enormes que integra en sus fronteras realidades muy diversas y desiguales. Basta imaginar qué hubiera pasado si Fernando VII, se hubiera instalado en México, Bogotá o Lima y ahora existiera un sólo país que abarcara desde California hasta la Tierra del Fuego. Sin dudas una entidad algo difícil de administrar…

En el Brasil, poco tienen que ver los intereses del Nordeste y sus barones del cacao, con los de los aristócratas cariocas descendientes de la corte imperial, con los de los mineiros de Belo Horizonte, con los de los cafetaleros paulistas devenidos en industriales de vanguardia, con los de los gauchos de las pampas, más parecidos a sus vecinos argentinos o uruguayos o con los de los más recientemente desarrollados intereses agrícola-ganaderos del Mato Grosso. En esta liviana descripción surgen por lo menos seis brasiles, que sumados a la Amazonia, muestran la complejidad y diversidad de este país-continente. Todo este entramado se traduce también en un muy complicado sistema político, de equilibrios, acuerdos, alianzas y sus consecuentes rupturas y traiciones, imprescindibles para poder mantener unido y gobernable a este verdadero rompecabezas.

De ahí la necesidad de inventar una capital, un laboratorio de pruebas de la política que fuera neutral a todos estos intereses sectoriales y regionales, así nacía la Brasilia imaginada en los sueños fantásticos de Niemeyer y plasmada por la visión futurista del Presidente Kubitschek

Por eso explicar la actual crisis no es tan fácil. No responde ni a los esquemas tradicionales de izquierdas y derechas, ni al simplismo de buenos contra malos o de pueblo contra anti pueblo. En la política brasileña todo es más complejo y requiere segundas o terceras lecturas e interpretaciones. Lula y su partido de los trabajadores, había llegado al poder hace más de una década, después de innumerables intentos y cuando probó frente a los otros intereses, que había renunciado a sus fantasías revolucionarias, que no iba a sacar los pies del plato, pero que por su origen e ideas les garantizaba la posibilidad de iniciar un proceso de integración económica y social de millones de excluidos, algo imprescindible para que el Brasil pudiera proyectarse a nivel mundial como una promesa del futuro emergente. Todo funcionó bien, con viento a favor y mientras la economía crecía a tasas chinas. Nada parecía parar al ex tornero paulista y su impronta y genio impulsaban a su país a lo alto del firmamento mundial. Hasta el propio halcón de apellido Bush, que en aquellos años ocupaba el Salón Oval, se desvivía por atenderlo y mimarlo. Pero desde hace unos años, la situación cambió y lo que antes servía empezó a estorbar. Por eso el sistema reacciona y muestra poca paciencia. Ahora haría falta alguien que ordene la economía y la encamine de nuevo en la senda del crecimiento. Algo que la Presidenta Rousseff  parece no poder garantizar. Todo esto acelerado por la imprevista aparición de un juez independiente, para muchos un cisne negro que nadie controla realmente, que ha disparado munición gruesa contra todos sin distinción. Prácticamente nadie queda indemne de su onda expansiva.

Las próximas horas serán cruciales para ver si Dilma logra amalgamar un acuerdo de último momento o inventa alguna jugada sacada de la galera, o si como todo parece indicar el huracán se la lleva puesta, con el PT incluido. Allí se verá entonces, la habilidad y cintura del Vice Temer para poder contener a todos estos intereses y sectores en un nuevo esquema de gobernabilidad que perdure más allá de la transición, si es que finalmente la Presidenta termina siendo declarada culpable de los cargos por la que se la pretende suspender y es removida de su puesto en forma definitiva. Pero como siempre en una democracia, la última palabra la tendría el pueblo, que antes o después  podrá legitimar con su voto y apoyo al muy golpeado y ahora arrinconado PT  o a alguna de las otras opciones que surjan de esa verdadera caldera de alquimistas políticos en que se ha convertido por estos días Brasilia. Mientras tanto, los argentinos temblamos esperando y rogando que nuestro principal, socio, aliado y cliente se recupere pronto, encuentre su camino y vuelva a crecer, respetando las instituciones pero sin dejar por ello de oír la voz y el deseo de su pueblo.

 

Dejando atrás la adolescencia

Y se dio nomás. El sueño tan deseado por Cristina Kirchner: la foto con Obama y para colmo en Buenos Aires.  La negativa estadounidense durante los dos mandatos de la santacruceña para autorizar un encuentro cumbre bilateral, prueba en forma evidente que en estos temas nada es gratuito y que ofender a un halcón republicano en su propia cara, más aún cuando se cumple el rol de anfitrión como sucediera en Mar del Plata en el 2005, no es algo que se pasa por alto muy rápidamente, ni siquiera aunque el sucesor del agredido sea una paloma demócrata. Aunque parezca increíble estos incidentes y la ira consecuente de la Señora ante la indiferencia de Obama  en su trato en comparación a sus otros colegas de la región, fueron provocando desencuentros crecientes y situaciones increíbles, como la del canciller argentino tratando de forzar con una tenaza el candado de la caja de herramientas de un avión militar norteamericano, por él mismo solicitado para maniobras y actividades conjuntas. Una vergüenza que solo permite reforzar la idea de la habitual improvisación y superficialidad con que muchas veces se manejan las relaciones exteriores de nuestro querido país.

Pelearse a fondo con Washington no es nada fácil. Hay que ser muy fuerte y poderoso para poder hacerlo y afrontar los costos consecuentes. Especialmente en casos como este en que la diferencia de volumen entre  ambos países es descomunal. La Argentina representa entre el 2% y 3% de los EEUU, o lo que es lo mismo la Casa Blanca gobierna un pedazo de la torta de la riqueza mundial que es entre 30 y 50 veces más grande que la que maneja su equivalente de color rosado. Ellos pueden vivir sin nosotros sin sufrir demasiado, pero lamentablemente nosotros no. Una pelea entre ambos, genera lo que se conoce en relaciones internacionales como conflicto con costos desiguales. Una situación que merecería ser afrontada sólo si los beneficios adicionales que este enfrentamiento conlleva fueran superiores a los perjuicios que origina. De lo contrario esta circunstancia sólo puede servir para llenar páginas retóricas de discursos inflamados de nacionalismo sin sentido, justificar posicionamientos ideológicos, pero del interés y la conveniencia nacional ni hablemos.

Nos guste o no, los EEUU seguirán siendo la potencia dominante del planeta por varios años mas, probablemente décadas, aunque tal vez no la hegemónica, como lo fuera por un buen tiempo después de la implosión del Imperio Soviético que siguiera al derrumbe del Muro de Berlín. Y ni que hablar en la región. Los vanos y muy costosos enfrentamientos entre la legión bolivariana de naciones, inspirada en la revolución cubana y la primera potencia mundial, están terminando en situaciones casi surrealistas con los hermanos Castro rogando por que se instalen cadenas de hamburgueserías en la isla y los venezolanos teniendo que importar nafta del gigante del Norte, porque su propia ineficiencia y errores han paralizado toda su economía. Una vez más, sirvió solo para perpetuar modelos cerrados y regímenes la mayoría de las veces de tintes autocráticos y personalistas, pero no para lograr la tan ansiada “liberación” de los pueblos.

Por el contrario, el desarrollo de largo plazo, único camino seguro para dejar atrás la pobreza y lograr el bienestar y progreso, se consigue en general con políticas internacionales realistas, muchas veces de Estado, que contemplan y coordinan los verdaderos intereses nacionales, que generan confianza y respeto en el resto del mundo, que implican el cumplimiento de la ley y permiten un clima de negocios adecuado, que siguen las prácticas y normas de convivencia entre las naciones, en definitiva un set de decisiones y procedimientos, muchas veces más aburridos y menos estruendosos, pero casi siempre mucho más eficientes para alcanzar esos altos objetivos.

Los argentinos deberíamos madurar en nuestra relación con los EEUU. Como lo han hecho prácticamente todos los países importantes de la Tierra, aún aquellos que pretenden sustituirlos en la hegemonía planetaria. Toda Europa, el Extremo Oriente y hasta China, Rusia y otros actores de esa envergadura, han decidido relacionarse en forma pragmática con el gigante norteamericano, tratando de sacarle el máximo provecho a esos vínculos, en un marco de respeto y cierta continuidad, tanto de fines como de medios.

Si bien es cierto que uno no puede permanecer neutral frente a los desafíos que enfrenta nuestra civilización y que para muchos de nosotros la Argentina es un miembro inseparable del llamado “Mundo Occidental”, por valores, principios, por las luchas, amenazas y enemigos comunes y los EEUU encarnan desde hace algunas décadas el liderazgo de esta forma de ver el mundo, podríamos aunque más no sea avanzar en este camino por conveniencia.

Deberíamos aprovechar este cambio rotundo de clima bilateral, para relanzar nuestras relaciones y lograr dar un paso adelante en este sentido. No nos ha servido pasar de un extremo a otro, del amor al odio sin escalas. Ni cuando fuimos los amantes casi promiscuos en las épocas de las “relaciones carnales”, ni tampoco cuando representamos el rol del alumno más rebelde y revoltoso de la clase. Tendríamos que encontrar en nuestro vínculo una agenda de largo plazo, que contemple en la mejor forma posible los intereses de ambas partes y que pueda ser transformada en verdaderas Políticas de Estado, que perduren cualquiera sea el ocupante del Sillón de Rivadavia. En España o en Chile o hasta en el propio Brasil, nadie concibe la posibilidad de estos vaivenes emocionales y adolescentes para con los EEUU, gobiernen socialistas o populares, socialistas o conservadores, con Cardoso o con Lula.

Para ello deberíamos lograr que esta primavera, se convierta en verano. El nuevo gobierno argentino, seguir por este camino y tratar de no caer en la tentación de partidizar estos logros y avances concretos en la relación con Washington, de manera de abrir una sana y profunda discusión que permita encontrar los grises en todo el arco político,  en definitiva, buscar una relación “de Estado”. La oposición, hacer el esfuerzo por no trabar porque sí. Entender que el relacionamiento con la principal potencia mundial no es poca cosa y que a todos nos conviene cierta previsibilidad y largo plazo. En definitiva, que de una vez y para siempre, en este tema todos maduremos.

 

Una gira para entrar en la historia

Una imagen casi surrealista: el Presidente de los EEUU recorriendo como un turista La Habana vieja, en una Cuba aún gobernada por los Castro. Dos sistemas muy distintos que convergen y se reencuentran, después de muchas décadas. Tan distintos que desde el triunfo de la revolución cubana en 1959 han gobernado en Washington 11 presidentes democráticos, mientras que en el otro lado del estrecho de la Florida, se han alternado solo los dos hermanos. Cuando en 1961 nacía Barack Obama, ya Fidel llevaba dos años en el poder.

La relación entre los EEUU y Cuba siempre fue compleja. La proximidad casi promiscua de la isla a las costas continentales del gigante, signó en forma irreversible su destino. Junto con Puerto Rico, fueron las dos últimas colonias americanas del decadente Imperio Español. Todos sus hermanos latinoamericanos logramos cortar vínculos con Madrid mucho antes, desde 1810 en adelante. Mientras que las dos alas del mismo pájaro, como canta la canción, recién lo lograron con un destino desigual a finales del siglo XIX. Para poder romper definitivamente con su condición colonial, fue imprescindible la derrota española por parte de los EEUU en la guerra que en 1898, marcó el debut de Washington como actor internacional de primer nivel, venciendo a un viejo imperio europeo, algo que casi al mismo tiempo lograba en otra parte del mundo el poder emergente imperial de Tokio sobre la ya vieja Moscú zarista. Puerto Rico, Guam y las Filipinas pasaron a ser dependencias coloniales de los EEUU, mientras que Cuba, alcanzaba su independencia de España, aunque fuertemente tutelada por los EEUU. Décadas más tarde, La Habana tuvo que buscar un nuevo tutelaje, esta vez de la Unión Soviética, para poder separarse de la casi asfixiante relación con su poderoso vecino. Por eso ahora el desafío es que este reencuentro sea el definitivo. Que los cubanos se animen a ser libres en serio, sin necesidad de tener siempre un reaseguro o una fuente de poder y financiamiento externo: primero Madrid, después Washington, más tarde el Moscú soviético y hasta muy poco la Caracas chavista; y que los estadounidenses entiendan que no se trata de un estado rebelde de la Unión, sino de un vecino independiente que merece todo el respeto y la consideración.

Soplan fuertes vientos de cambio en el Caribe, casi un huracán, impulsado por una serie de factores que ha permitido que se vayan alineando planetas y circunstancias que antes parecían incoordinables.

Obama da así un paso trascendental para que su presidencia finalmente entre en la historia. Paradojas de la política norteamericana, que los mandatarios que llegan al final de sus segundos términos, sin posibilidad ya de una nueva re-elección, o terminan devorados por la indiferencia o proyectados a las páginas de gloria. Son los famosos “patos rengos” que con mucho esfuerzo alcanzan los ocho años en la Casa Blanca, pero que al mismo tiempo, si saben aprovecharlo pueden tomar decisiones de la dimensión de esta reconciliación cubana, sin preocuparse demasiado por los votos y sin prestarle tanta atención a los lobbies internos, que casi siempre terminan condicionando la política exterior del país más poderoso de la Tierra en función de la defensa de sus intereses particulares. Por eso Obama finalmente ahora desmantela Guantánamo, sin preocuparse demasiado de los agoreros de adentro, se reconcilia con Irán, desatendiendo los planteos del lobby pro Israel y ahora avanza en la construcción de puentes con La Habana, sin importarle el voto de los Cuban-Americans de la Florida, cuyo castigo por la entrega por parte de Clinton del pequeño balserito Elían González, le costara a Al Gore la presidencia en el año 2000.

A este particular momento de la Administración Obama, se le suma la malaria económica y financiera del eje Caracas-La Habana, que funcionara muy exitosamente en los primeros años del chavismo y que se desmoronara como consecuencia de la caída de los precios del petróleo y de las enormes deficiencias del “socialismo del siglo XXI”, que se hunde en su propia corrupción e ineficiencia. Venezuela con problemas de sobrevivencia interna, sin poder casi atender y hasta alimentar a sus propios habitantes,  dejó de sostener a sus mentores ideológicos caribeños, por lo que los Castro, sobrevivientes eternos y hábiles camaleones de la política internacional,  maniobraron el portaaviones insular con rumbo hacia el Norte. En una especie de contrapunto del bueno y del malo, al hermano Raúl, no le quedó otra que aceptar el arreglo y la apertura hacia los EEUU, hasta contradiciendo los mandatos y enseñanzas del propio Fidel.

Pero todo esto no hubiera sido posible sin la participación casi milagrosa del argentino más famoso de todos los tiempos: el Papa Francisco. Como buen jesuita, estratega de poder y jugador del largo plazo de la política internacional, el sucesor de Pedro tuvo un rol más que trascendente en esta acercamiento. Para el Jefe de la Iglesia Católica, la organización espiritual más importante del mundo occidental, no le es indiferente el desafío que vive toda nuestra civilización. Quien hasta hace tres años fuera Mario Bergoglio, se ha propuesto claramente ejercer el liderazgo espiritual de esta parte del mundo. Tiene una hoja de ruta que va poniendo en práctica casi sin desvíos. Para el Papa, más allá de acercar dos pueblos enemistados y alejar las nubes de la tormenta de la guerra y el enfrentamiento, muy poco probable en estos tiempos, la superación de los roces y desentendimientos entre los EEUU y Cuba, adquiere un carácter netamente civilizatorio. Como un anacronismo propio de otras épocas, esa mala relación servía de pretexto y constituía un escollo para la normalización de las relaciones entre el sur y el norte de nuestro continente americano, dos de los tres componentes básicos de lo que se conoce como Civilización Occidental, a la que hay que sumarle la Unión Europea. Si esta parte del mundo, quiere seguir dirigiendo al planeta tiene que ampliar sus fronteras y oxigenar su set de valores y principios, ya algo decadentes. Con los EEUU y Europa no alcanza, hace falta la impronta de la América Latina, con sus particularidades,  con su sangre joven y pasional. Por eso esta reconciliación era imprescindible.

Obama luego de Cuba sigue hacia el fin del mundo. Casualmente a esta tierra de la que proviene su amigo y admirado Francisco. Los argentinos deberíamos estar muy orgullosos y atentos para saber aprovechar al máximo esta oportunidad y más allá de marcar un punto de inflexión en la relación bilateral, de significar un fuerte respaldo al nuevo gobierno de Macri, de revertir años de estériles desacuerdos entres ambos países y de utilizarla para crear las condiciones necesarias para la llegada de las tan necesarias inversiones norteamericanas, deberíamos también ubicar este viaje en aquella otra dimensión. El Presidente de los EEUU uniendo, en el Air Force One, Washington con La Habana y Buenos Aires, manda una señal inequívoca. Tal vez coincidiendo con la hoja de ruta papal, se ha propuesto expandir las fronteras del bloque civilizatorio que dirige desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Marcar que, en los nuevos tiempos, América Latina surge imprescindible. Los argentinos de repente tenemos la posibilidad de hacernos cargo de ese enorme desafío. Ojalá estemos a la altura.

Francisco sigue construyendo puentes

Culmina una nueva gira internacional del Papa Francisco, esta vez en México y las escenas y conclusiones se repiten. Un verdadero éxito desde donde se lo vea. Una agenda muy intensa que lo llevó a varios estados, además del Distrito Federal, donde el argentino más influyente de la historia tomó contacto directo con miles de fieles, sino millones,  exponiendo nuevamente la hoja de ruta que va siguiendo en su papado.

Jóvenes desocupados, poblaciones aborígenes muy maltratadas, familias ensambladas, presos, inmigrantes ilegales, son solo algunos de los segmentos particulares del pueblo mexicano a los que el Papa de las periferias quiso atender especialmente.

Como venimos señalando en estas columnas, el sucesor de Pedro más allá de un mensaje específico como Jefe de la Iglesia Católica para con sus seguidores y fieles, lleno de gestos y señales propias de un pastor que quiere contener a todas sus ovejas, incluyendo las descarriadas,  volvió a jugar fuertemente en el plano de la política y la geoestrategia.

En Chiapas, pidió perdón a las culturas y poblaciones marginadas, obviamente en nombre de la organización que dirige, pero al hacerlo parecía intentar cicatrizar una herida sangrante que lleva siglos y divide a nuestra cultura. Claramente lo hizo también en representación de toda la civilización a la que él, por posición, por origen familiar y geográfico pertenece. Un monarca europeo, el líder espiritual más importante de Occidente, al que escuchan y admiran todos los presidentes y poderosos de esta parte de la Tierra, postrado y pidiendo disculpas a los descendientes de los mayas. Allí estaba el Papa del fin del mundo consolidando una de las periferias que tanto le preocupan y conteniendo a millones de personas que se siente excluidas de los modelos vigentes. Menudo favor para el mundo occidental y sus valores y principios, cuya hegemonía  enfrenta ahora verdaderos desafíos desde otras culturas o civilizaciones.

Pero tal vez la última actividad de la gira, la frutilla del postre haya sido la de más repercusión internacional. Esa idea brillante y provocativa de montar un altar al lado de una las fronteras más calientes del mundo y celebrar una misa binacional. En una imagen casi surrealista y muy potente, la fe simbólicamente construyendo puentes y derribando vallas  y muros. Los retos y palabras duras para ambos gobiernos por los abusos enormes que sufren millones de latinoamericanos, que buscan una mejor vida en los EEUU, lo ubican en una posición de autoridad para poder exigirles a los dos un cambio de rumbo en un tema que no da para más. La utopía de murallas cada vez más altas para dividir pueblos que comparten valores y principios, es un camino sin salida.

En el sur, tendremos que entender que la única manera de no seguir viviendo esta sangría de almas y talentos, es empezando a trabajar más seriamente y a crear las condiciones para que no haga falta emigrar masivamente. Eso implica sociedades más justas y equitativas, menos corruptas y violentas, con imperio de la ley, con instituciones perdurables, sin caudillismo y personalísimos exagerados, con respeto y solidaridad. Es el único camino.

En el norte, terminar con la hipocresía de culpar de todos los problemas a los que vienen a trabajar duro por una vida mejor. Una sociedad que se formó por la amalgama de millones de sueños llegados desde todas partes del mundo, no debiera dar portazos. El muro que algunos pretenden hacer más alto e inexpugnable, tapa realidades muy duras y libera de culpas. Si los EEUU se han recuperado más rápido que los europeos de las últimas crisis, se debe en gran parte a la sangre nueva y dinámica que viene del otro lado de la frontera en la que hoy estuvo el Papa. Los latinos contribuyen no solo con su trabajo y esfuerzo, sino que también permiten mejorar la relación entre población activa y retirada, factor que según muchos especialistas, constituye el talón de Aquiles de toda economía moderna.

Seguramente los ecos de las palabras y acciones de Francisco, perdurarán por algún tiempo y repercutirán más allá de los límites de México. Es probable que influyan en el proceso eleccionario que vive la primera potencia del mundo, donde este tema prueba ser crucial, en una sociedad de origen inmigrante, que por la crisis se vuelve cerrada y temerosa.

Francisco, tendiéndole una mano sincera a los aborígenes en Chiapas y perforando en forma simbólica la valla del Río Grande, nuevamente se puso a la cabeza del liderazgo de esta parte del Mundo. Ningún líder político actual puede hacer lo que él hace. Por eso cada vez son más las miradas y esperanzas que se dirigen al Vaticano.

 

Francisco, liderando Occidente

El Papa argentino sigue adelante. En estos días con dos jugadas, que aunque parecen desconectadas entre sí, constituyen dos hitos muy importantes dentro de su hoja de ruta: el encuentro en La Habana con el Patriarca Ortodoxo Ruso y su visita a los Estados Unidos Mexicanos.

Cada vez más nítidamente se va exponiendo y revelando su estrategia central como Jefe de la Iglesia Católica de Roma y su cada vez más creciente rol como líder espiritual de al menos una importante porción de la especie dominante de este planeta en que vivimos.

Más allá de las disquisiciones teóricas sobre si el Profesor Huntington tenía razón, en cuanto a que la humanidad, terminada la Guerra Fría, se dividiría y enfrentaría en civilizaciones y no en ideologías, o sí la fractura correspondería a categorías culturales, como sostuviera en este mismo diario George Chaya, lo que sí está claro es que los conflictos ahora tienen otra dimensión. Dejaron de ser consecuencia de la rivalidad decimonónica de las ideas dominantes en Europa, entre la libertad capitalista y la planificación comunista, para dar lugar al retorno a una grieta mucho más profunda y compleja. Las tensiones y guerras, ahora se basan en temas de religión y cultura. Basta realizar un somero listado de los últimos conflictos posteriores a la implosión del Imperio Soviético, para poder reforzar esta afirmación. Mucho más si tenemos en cuenta la grave aceleración del derramamiento de sangre generado por el terrorismo fundamentalista musulmán, en sus área directas de influencia y su peligrosa extensión al corazón mismo de Occidente y Rusia. A lo que se le suma el accionar y la presencia territorial de ISIS en varias regiones del mundo mahometano y su pretendido califato y las crecientes tensiones entre las dos principales ramas del Islam.

Por eso el encuentro y el diálogo en Cuba entre Francisco y Kirill o Cirilo, excede ampliamente lo teológico. Son dos líderes espirituales que convergen, precisamente cuando el mundo diverge y pelea por estos temas. Siguiendo aquella división y posibles choques de civilizaciones o culturas, donde se privilegia el factor religioso o idiomático, el argentino representaría al menos la mitad de la placa tectónica occidental y el ruso otro tanto de la más pequeña, pero no por ello menos importante placa ortodoxa.

La reunión fue trascendente desde varios puntos de vista. La primera vez que se encontraban un Papa católico con un Patriarca de Moscú desde el gran cisma de 1054. Las diferencias dogmáticas entre ambas vertientes de los seguidores de Cristo son numerosas. Pero más allá del tema relativo al origen del Espíritu Santo y si deriva sólo del Padre o también del Hijo, la existencia o no del purgatorio, la Inmaculada Concepción de la Virgen o la infalibilidad papal en temas de doctrina, fe y moral y las discrepancias más superficiales sobre liturgia, acerca del tipo de pan que debe usarse para la comunión, si el bautismo y la confirmación deben ser impartidos simultáneamente y el primer sacramente por infusión o inmersión, el celibato sacerdotal y la presencia o no de estatuas en iglesias y lugares de culto, la principal causa que las alejó hace casi mil años tuvo que ver que con la autoridad del sucesor de Pedro. Hasta ese entonces los asuntos del cristianismo se decidían y resolvían en el Concilio Ecuménico de los cinco patriarcas originales: el de Roma, quien era considerado el “Primus Inter pares”, el de Constantinopla, el de Antioquía, el de Jerusalem y el de Alejandría. La decisión de occidente de darle al Papa la autoridad suprema de todo el cristianismo, provocó la ruptura. Por eso los gestos y decisiones de Francisco, desde el mismo momento de su designación, considerándose sólo un Obispo, invitando a Bartolomé I a su entronización en el Vaticano , primera vez en diez siglos que un patriarca constantinopolitano participaba en aquella ceremonia, autorizando a cantar el evangelio en griego y aceptando su convite de viajar juntos a Tierra Santa para rezar ante la tumba de Cristo, fueron pavimentando un camino de encuentro y reconciliación que ya Juan Pablo II y Benedicto XVI habían comenzado a recorrer. Por eso las referencias posteriores en las conferencias de prensa, tanto en Cuba como en el avión, a que se consideraron como dos hermanos y la permanente referencia papal a que se trataba de dos obispos conversando sobre los temas de sus iglesias.

Pero volviendo a los asuntos más terrenales, con esta jugada, cuya negociación se mantuvo en un estricto secreto, el hasta hace algunos años Jorge Bergoglio sigue desarrollando un plan muy ambicioso en materia geoestratégica. Un acercamiento entre el Papa de Roma y el Patriarca de Moscú, dentro del contexto de un potencial enfrentamiento entre civilizaciones, tendrá consecuencias prácticas muy concretas. Obviamente coordina esfuerzos para proteger a las comunidades cristianas originarias, muy antiguas,  que están siendo exterminadas en en Medio Oriente por la locura asesina del Ejército Islámico. Pero tal vez, también sirva para tenderle una mano a la ambiciosa y siempre altiva Rusia, que desde la caída de su rol como potencia planetaria rival de Washington, no encuentra un papel claro en el escenario internacional. Putin y la iglesia ortodoxa son prácticamente lo mismo. Por eso Francisco con esta jugada, complementada con la nueva coordinación sobre los asuntos sirios, entre Washington y Moscú, contribuye decididamente a un acercamiento y la habilitación de un canal de diálogo entre los archi-enemigos de la guerra fría. De paso, dos civilizaciones al decir de Huntignton, que deponen desencuentros y  buscan caminos comunes.

La elección del lugar donde se llevó a cabo la reunió, tampoco es casual. El tema de la vuelta de Cuba a la familia occidental es crucial si se quiere recomponer la fortaleza y salud de nuestro hemisferio. Como un resabio anacrónico de tiempos idos, las tensiones entre los EEUU y esta isla vecina, constituían un foco de conflicto y problemas entre el Norte y el Sur del continente americano, dos de las grandes regiones constitutivas de los que se considera como Occidente, la civilización a la que pertenece el Papa argentino y la Iglesia que él dirige. Remover esa piedra en el zapato, permitirá no solo construir puentes entre dos pueblos enfrentados, sino que también abrir una puerta grande para que facilitar la entrada de Latinoamérica a la mesa de decisiones reales de esta parte del mundo, único camino disponible para que no se produzca un colapso o se siga con la la lenta e inexorable decadencia de sus valores y principios. La tierra de donde viene el Papa es esencial para oxigenar y dinamizar a un bloque conformado por la vieja Europa, que da vueltas y vueltas tratándose de morder la cola y los estancados y muy divididos Estados Unidos (valga la contradicción), que parecen ya cansados de ejercer el liderazgo planetario.

Por eso el viaje a México también toma otra dimensión. Seguramente Francisco cumplirá en tierra azteca una agenda coherente con la visita de la cabeza de la Iglesia al segundo país del mundo en virtud del número de bautizados. Pero sin dudas, el argentino guarda también otra carta bajo la manga de su sotana blanca. La frontera caliente del norte, que al igual que el mar Mediterráneo divide aguas y exacerba ánimos y espíritus en ambas márgenes, es una preocupación permanente y por cierto estará presente en su visita. Desde Ciudad Juárez irrumpirá con sus dichos en el proceso eleccionario estadounidense para tratar de acercar y moderar. Para evitar que los extremismos se impongan. En un plan de resurgimiento civilizatorio, las fronteras entre países del mismo bloque no deben ser muros, sino puentes.

Con todos estos pasos, el incansable hombre que llegó desde el fin del mundo, sigue avanzando en su hoja de ruta. Un camino que poco a poco lo va convirtiendo, además de una figura planetaria universal, con mucha autoridad y carisma, en el líder real y concreto, al menos en lo espiritual, que Occidente andaba buscando desde hace tiempo. Sin energía, ideas, coraje, sin principios y valores, no se puede señalar el destino de toda la humanidad. La retirada de Europa y el amesetamiento de los EEUU, han ido generando un peligroso vacío. Alguien tiene que llenarlo.

El mundo post París

Deborah Nutter, la decana de la Fletcher School of Law and Diplomacy, la escuela más antigua de relaciones internacionales de los Estados Unidos, concibió esta frase para sintetizar los desafíos enormes que está enfrentando la humanidad. Se refiere tanto a los muy importantes acuerdos medioambientales que se lograron en la capital francesa como a la muy trágica espiral de violencia que se ha desatado en varias partes del mundo tras los atentados sangrientos del fundamentalismo islámico, simbolizados en la masacre de Bataclan. Fue precisamente bajo esa consigna que sesenta profesores, egresados, directivos y alumnos de esa institución académica basada en Boston fuimos convocados a Roma para reunirnos por 15 días para discutir e intercambiar experiencias. Más de 25 países y 10 religiones representadas en este encuentro que contó además como disertantes a una gran cantidad de especialistas, académicos, políticos, diplomáticos, líderes religiosos y otras personalidades tanto de Italia, de Estados Unidos como de la Unión Europea, incluyendo al propio papa Francisco.

En los salones de la Villa Malta, un antiguo palazzo cardenalicio construido al lado del Muro Aureliano por la familia Orsini en el siglo XVI, que posteriormente fuera propiedad de otros ilustres nobles romanos y base durante algunos años de la reina María Casimira de Polonia y del rey Luis I de Baviera durante sus visitas a Roma, las discusiones y las charlas concluyeron en un panorama fluctuante entre un moderado optimismo y un muy profundo pesimismo. Continuar leyendo

Peligro: guerras de religión en puerta

El papa Francisco sostiene que la humanidad enfrenta desde hace ya unos años una Tercera Guerra Mundial en cuotas, imagen que día a día parece lamentablemente que se va haciendo realidad.

El tema es tratar de precisar y categorizar de qué se trata este nuevo conflicto que compromete la paz y el futuro de la especie dominante en este planeta. Más allá de que una lectura rápida de las noticias podría hacernos creer que el riesgo bélico se extiende por todo el orbe y no responde a ningún criterio o categoría, basta hacer un análisis un poco más detallado para ordenar el asunto.

Esta tercera guerra se parecería más a las que tantas veces en el pasado, desde hace siglos, nos dividieran y desangraran por razones religiosas que a aquellas más recientes, conocidas y destructivas que asolaron principalmente en el siglo XIX y XX, especialmente entre las potencias dominantes europeas, por el control de territorios, colonias o por la preponderancia ideológica de unas sobre otras. Continuar leyendo

El debate del domingo puede definir nuestro futuro

Increíble paradoja del destino: los argentinos, que nunca tuvimos un debate presidencial en serio, probablemente este domingo definiremos con uno nuestro futuro, al menos por los próximos cuatro años.

Las democracias más establecidas, en sociedades acostumbradas a estas prácticas, saben la importancia que pueden tener estos retos televisivos frente a grandes audiencias, especialmente si la elección está con pronóstico reservado.

Si bien en los últimos días, y después del golpe que significara el triunfo de la David, María Eugenia Vidal, sobre el Goliat, Aníbal Fernández, el clima preelectoral parecería favorecer a Mauricio Macri, los errores reiterados en las previsiones y en las encuestas a lo largo de todo este año nos dejan algo escépticos al respecto. Los votantes andan muy fluctuantes y un porcentaje relativamente pequeño de ellos, aunque suficiente para dar vuelta comicios tan ajustados, se está decidiendo realmente a último momento. Lo que pasó en las horas de la veda de la primera vuelta de hace unas semanas sólo se explica por un cambio repentino de entre el 2% o el 3% de los argentinos que eligió migrar su voto; algunos desde el propio Frente para la Victoria hacia el PRO, sin escalas.

Por eso, qué mejor que este verdadero casting que el destino nos ha regalado justo a una semana del día D. Continuar leyendo

Massa y el equilibrio democrático

“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, como bien nos dice Rubén Blades con su marcado acento caribeño. Hace unos días nadie en su sano juicio podía prever un escenario poselectoral como el que la ciudadanía decidió este domingo. Ni los unos ni los otros imaginaban tener que estar en una situación en que cualquier resultado de ballotage es posible, aunque por esos avatares propios de la política el momentum claramente favorece a Mauricio Macri.

Ambos contrincantes tienen que salir a seducir a amplios segmentos de votantes que decidieron por otras opciones tanto en las PASO como en la primera vuelta. Obviamente, la parte del león se la lleva el más del 21% que obtuviera la coalición de Sergio Massa con José Manuel de la Sota.

Más allá del hecho cierto de que nadie es dueño de sus propios votos, la existencia de un caudal tan grande a conquistar necesariamente obliga a los dos competidores del ballotage a tener que hacer una serie de ajustes y cambios no sólo de maquillaje y marketing.

Massa consiguió mantenerse vivo y fuerte contra viento y marea por haber protagonizado una campaña muy atípica y singular, llena de propuestas, equipos y contenidos. Sus votantes lo eligieron principalmente por esa razón. Esto provocará, sin dudas, que en la caza de voluntades massistas tanto Daniel Scioli como Mauricio Macri se esmeren mucho. Algo muy bueno per se para la claridad del mandato que se está gestando para los próximos años, pero que además puede contribuir a la superación de dilemas existenciales, de los frenos y los techos que ambas candidaturas principales atacan a la hora de tener que sumar la mitad más uno de los votos el 22 de noviembre. Continuar leyendo