Malcorra: Una candidatura positiva para la Argentina

En estos tiempos, Lionel Messi, antes, Diego Maradona, también Máxima Zorreguieta, el papa Francisco y ahora la posibilidad de Susana Malcorra en lo alto de la ONU. Algo pasa para que este país alejado, mezcla de sangres de todas partes del mundo, produzca tantas individualidades de nivel internacional. A la lista hay que sumarle la enorme cantidad de figuras históricas de relevancia, más los científicos, los profesionales, los deportistas y los especialistas en infinidad de otros rubros que, nacidos en nuestra vasta geografía, logran destacarse por todos los rincones de la Tierra. Un número sin dudas poco común para una nación de nuestro tamaño e importancia.

Algunos sostienen que esto tiene que ver precisamente con esa misma mezcla de orígenes y nuestro espíritu inmigrante. Otros, con nuestra enorme y sofisticada clase media, que, aunque muy golpeada, nos distingue en la región. También se piensa que es el fruto de nuestro sistema de educación, que desde hace más de un siglo hornea generaciones y generaciones de gente preparada. Pero por la razón que fuere, ya a esta altura deberíamos tomarlo como un dato de la realidad y más que usarlo sólo para inflar nuestro ya muy desarrollado ego nacional, al decir de nuestros hermanos y vecinos, deberíamos utilizarlo para alcanzar algunos objetivos más concretos que produzcan beneficios a todos los otros compatriotas que permanecemos por aquí, en el fin del mundo. Continuar leyendo

Una gira para entrar en la historia

Una imagen casi surrealista: el Presidente de los EEUU recorriendo como un turista La Habana vieja, en una Cuba aún gobernada por los Castro. Dos sistemas muy distintos que convergen y se reencuentran, después de muchas décadas. Tan distintos que desde el triunfo de la revolución cubana en 1959 han gobernado en Washington 11 presidentes democráticos, mientras que en el otro lado del estrecho de la Florida, se han alternado solo los dos hermanos. Cuando en 1961 nacía Barack Obama, ya Fidel llevaba dos años en el poder.

La relación entre los EEUU y Cuba siempre fue compleja. La proximidad casi promiscua de la isla a las costas continentales del gigante, signó en forma irreversible su destino. Junto con Puerto Rico, fueron las dos últimas colonias americanas del decadente Imperio Español. Todos sus hermanos latinoamericanos logramos cortar vínculos con Madrid mucho antes, desde 1810 en adelante. Mientras que las dos alas del mismo pájaro, como canta la canción, recién lo lograron con un destino desigual a finales del siglo XIX. Para poder romper definitivamente con su condición colonial, fue imprescindible la derrota española por parte de los EEUU en la guerra que en 1898, marcó el debut de Washington como actor internacional de primer nivel, venciendo a un viejo imperio europeo, algo que casi al mismo tiempo lograba en otra parte del mundo el poder emergente imperial de Tokio sobre la ya vieja Moscú zarista. Puerto Rico, Guam y las Filipinas pasaron a ser dependencias coloniales de los EEUU, mientras que Cuba, alcanzaba su independencia de España, aunque fuertemente tutelada por los EEUU. Décadas más tarde, La Habana tuvo que buscar un nuevo tutelaje, esta vez de la Unión Soviética, para poder separarse de la casi asfixiante relación con su poderoso vecino. Por eso ahora el desafío es que este reencuentro sea el definitivo. Que los cubanos se animen a ser libres en serio, sin necesidad de tener siempre un reaseguro o una fuente de poder y financiamiento externo: primero Madrid, después Washington, más tarde el Moscú soviético y hasta muy poco la Caracas chavista; y que los estadounidenses entiendan que no se trata de un estado rebelde de la Unión, sino de un vecino independiente que merece todo el respeto y la consideración.

Soplan fuertes vientos de cambio en el Caribe, casi un huracán, impulsado por una serie de factores que ha permitido que se vayan alineando planetas y circunstancias que antes parecían incoordinables.

Obama da así un paso trascendental para que su presidencia finalmente entre en la historia. Paradojas de la política norteamericana, que los mandatarios que llegan al final de sus segundos términos, sin posibilidad ya de una nueva re-elección, o terminan devorados por la indiferencia o proyectados a las páginas de gloria. Son los famosos “patos rengos” que con mucho esfuerzo alcanzan los ocho años en la Casa Blanca, pero que al mismo tiempo, si saben aprovecharlo pueden tomar decisiones de la dimensión de esta reconciliación cubana, sin preocuparse demasiado por los votos y sin prestarle tanta atención a los lobbies internos, que casi siempre terminan condicionando la política exterior del país más poderoso de la Tierra en función de la defensa de sus intereses particulares. Por eso Obama finalmente ahora desmantela Guantánamo, sin preocuparse demasiado de los agoreros de adentro, se reconcilia con Irán, desatendiendo los planteos del lobby pro Israel y ahora avanza en la construcción de puentes con La Habana, sin importarle el voto de los Cuban-Americans de la Florida, cuyo castigo por la entrega por parte de Clinton del pequeño balserito Elían González, le costara a Al Gore la presidencia en el año 2000.

A este particular momento de la Administración Obama, se le suma la malaria económica y financiera del eje Caracas-La Habana, que funcionara muy exitosamente en los primeros años del chavismo y que se desmoronara como consecuencia de la caída de los precios del petróleo y de las enormes deficiencias del “socialismo del siglo XXI”, que se hunde en su propia corrupción e ineficiencia. Venezuela con problemas de sobrevivencia interna, sin poder casi atender y hasta alimentar a sus propios habitantes,  dejó de sostener a sus mentores ideológicos caribeños, por lo que los Castro, sobrevivientes eternos y hábiles camaleones de la política internacional,  maniobraron el portaaviones insular con rumbo hacia el Norte. En una especie de contrapunto del bueno y del malo, al hermano Raúl, no le quedó otra que aceptar el arreglo y la apertura hacia los EEUU, hasta contradiciendo los mandatos y enseñanzas del propio Fidel.

Pero todo esto no hubiera sido posible sin la participación casi milagrosa del argentino más famoso de todos los tiempos: el Papa Francisco. Como buen jesuita, estratega de poder y jugador del largo plazo de la política internacional, el sucesor de Pedro tuvo un rol más que trascendente en esta acercamiento. Para el Jefe de la Iglesia Católica, la organización espiritual más importante del mundo occidental, no le es indiferente el desafío que vive toda nuestra civilización. Quien hasta hace tres años fuera Mario Bergoglio, se ha propuesto claramente ejercer el liderazgo espiritual de esta parte del mundo. Tiene una hoja de ruta que va poniendo en práctica casi sin desvíos. Para el Papa, más allá de acercar dos pueblos enemistados y alejar las nubes de la tormenta de la guerra y el enfrentamiento, muy poco probable en estos tiempos, la superación de los roces y desentendimientos entre los EEUU y Cuba, adquiere un carácter netamente civilizatorio. Como un anacronismo propio de otras épocas, esa mala relación servía de pretexto y constituía un escollo para la normalización de las relaciones entre el sur y el norte de nuestro continente americano, dos de los tres componentes básicos de lo que se conoce como Civilización Occidental, a la que hay que sumarle la Unión Europea. Si esta parte del mundo, quiere seguir dirigiendo al planeta tiene que ampliar sus fronteras y oxigenar su set de valores y principios, ya algo decadentes. Con los EEUU y Europa no alcanza, hace falta la impronta de la América Latina, con sus particularidades,  con su sangre joven y pasional. Por eso esta reconciliación era imprescindible.

Obama luego de Cuba sigue hacia el fin del mundo. Casualmente a esta tierra de la que proviene su amigo y admirado Francisco. Los argentinos deberíamos estar muy orgullosos y atentos para saber aprovechar al máximo esta oportunidad y más allá de marcar un punto de inflexión en la relación bilateral, de significar un fuerte respaldo al nuevo gobierno de Macri, de revertir años de estériles desacuerdos entres ambos países y de utilizarla para crear las condiciones necesarias para la llegada de las tan necesarias inversiones norteamericanas, deberíamos también ubicar este viaje en aquella otra dimensión. El Presidente de los EEUU uniendo, en el Air Force One, Washington con La Habana y Buenos Aires, manda una señal inequívoca. Tal vez coincidiendo con la hoja de ruta papal, se ha propuesto expandir las fronteras del bloque civilizatorio que dirige desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Marcar que, en los nuevos tiempos, América Latina surge imprescindible. Los argentinos de repente tenemos la posibilidad de hacernos cargo de ese enorme desafío. Ojalá estemos a la altura.

Francisco, liderando Occidente

El Papa argentino sigue adelante. En estos días con dos jugadas, que aunque parecen desconectadas entre sí, constituyen dos hitos muy importantes dentro de su hoja de ruta: el encuentro en La Habana con el Patriarca Ortodoxo Ruso y su visita a los Estados Unidos Mexicanos.

Cada vez más nítidamente se va exponiendo y revelando su estrategia central como Jefe de la Iglesia Católica de Roma y su cada vez más creciente rol como líder espiritual de al menos una importante porción de la especie dominante de este planeta en que vivimos.

Más allá de las disquisiciones teóricas sobre si el Profesor Huntington tenía razón, en cuanto a que la humanidad, terminada la Guerra Fría, se dividiría y enfrentaría en civilizaciones y no en ideologías, o sí la fractura correspondería a categorías culturales, como sostuviera en este mismo diario George Chaya, lo que sí está claro es que los conflictos ahora tienen otra dimensión. Dejaron de ser consecuencia de la rivalidad decimonónica de las ideas dominantes en Europa, entre la libertad capitalista y la planificación comunista, para dar lugar al retorno a una grieta mucho más profunda y compleja. Las tensiones y guerras, ahora se basan en temas de religión y cultura. Basta realizar un somero listado de los últimos conflictos posteriores a la implosión del Imperio Soviético, para poder reforzar esta afirmación. Mucho más si tenemos en cuenta la grave aceleración del derramamiento de sangre generado por el terrorismo fundamentalista musulmán, en sus área directas de influencia y su peligrosa extensión al corazón mismo de Occidente y Rusia. A lo que se le suma el accionar y la presencia territorial de ISIS en varias regiones del mundo mahometano y su pretendido califato y las crecientes tensiones entre las dos principales ramas del Islam.

Por eso el encuentro y el diálogo en Cuba entre Francisco y Kirill o Cirilo, excede ampliamente lo teológico. Son dos líderes espirituales que convergen, precisamente cuando el mundo diverge y pelea por estos temas. Siguiendo aquella división y posibles choques de civilizaciones o culturas, donde se privilegia el factor religioso o idiomático, el argentino representaría al menos la mitad de la placa tectónica occidental y el ruso otro tanto de la más pequeña, pero no por ello menos importante placa ortodoxa.

La reunión fue trascendente desde varios puntos de vista. La primera vez que se encontraban un Papa católico con un Patriarca de Moscú desde el gran cisma de 1054. Las diferencias dogmáticas entre ambas vertientes de los seguidores de Cristo son numerosas. Pero más allá del tema relativo al origen del Espíritu Santo y si deriva sólo del Padre o también del Hijo, la existencia o no del purgatorio, la Inmaculada Concepción de la Virgen o la infalibilidad papal en temas de doctrina, fe y moral y las discrepancias más superficiales sobre liturgia, acerca del tipo de pan que debe usarse para la comunión, si el bautismo y la confirmación deben ser impartidos simultáneamente y el primer sacramente por infusión o inmersión, el celibato sacerdotal y la presencia o no de estatuas en iglesias y lugares de culto, la principal causa que las alejó hace casi mil años tuvo que ver que con la autoridad del sucesor de Pedro. Hasta ese entonces los asuntos del cristianismo se decidían y resolvían en el Concilio Ecuménico de los cinco patriarcas originales: el de Roma, quien era considerado el “Primus Inter pares”, el de Constantinopla, el de Antioquía, el de Jerusalem y el de Alejandría. La decisión de occidente de darle al Papa la autoridad suprema de todo el cristianismo, provocó la ruptura. Por eso los gestos y decisiones de Francisco, desde el mismo momento de su designación, considerándose sólo un Obispo, invitando a Bartolomé I a su entronización en el Vaticano , primera vez en diez siglos que un patriarca constantinopolitano participaba en aquella ceremonia, autorizando a cantar el evangelio en griego y aceptando su convite de viajar juntos a Tierra Santa para rezar ante la tumba de Cristo, fueron pavimentando un camino de encuentro y reconciliación que ya Juan Pablo II y Benedicto XVI habían comenzado a recorrer. Por eso las referencias posteriores en las conferencias de prensa, tanto en Cuba como en el avión, a que se consideraron como dos hermanos y la permanente referencia papal a que se trataba de dos obispos conversando sobre los temas de sus iglesias.

Pero volviendo a los asuntos más terrenales, con esta jugada, cuya negociación se mantuvo en un estricto secreto, el hasta hace algunos años Jorge Bergoglio sigue desarrollando un plan muy ambicioso en materia geoestratégica. Un acercamiento entre el Papa de Roma y el Patriarca de Moscú, dentro del contexto de un potencial enfrentamiento entre civilizaciones, tendrá consecuencias prácticas muy concretas. Obviamente coordina esfuerzos para proteger a las comunidades cristianas originarias, muy antiguas,  que están siendo exterminadas en en Medio Oriente por la locura asesina del Ejército Islámico. Pero tal vez, también sirva para tenderle una mano a la ambiciosa y siempre altiva Rusia, que desde la caída de su rol como potencia planetaria rival de Washington, no encuentra un papel claro en el escenario internacional. Putin y la iglesia ortodoxa son prácticamente lo mismo. Por eso Francisco con esta jugada, complementada con la nueva coordinación sobre los asuntos sirios, entre Washington y Moscú, contribuye decididamente a un acercamiento y la habilitación de un canal de diálogo entre los archi-enemigos de la guerra fría. De paso, dos civilizaciones al decir de Huntignton, que deponen desencuentros y  buscan caminos comunes.

La elección del lugar donde se llevó a cabo la reunió, tampoco es casual. El tema de la vuelta de Cuba a la familia occidental es crucial si se quiere recomponer la fortaleza y salud de nuestro hemisferio. Como un resabio anacrónico de tiempos idos, las tensiones entre los EEUU y esta isla vecina, constituían un foco de conflicto y problemas entre el Norte y el Sur del continente americano, dos de las grandes regiones constitutivas de los que se considera como Occidente, la civilización a la que pertenece el Papa argentino y la Iglesia que él dirige. Remover esa piedra en el zapato, permitirá no solo construir puentes entre dos pueblos enfrentados, sino que también abrir una puerta grande para que facilitar la entrada de Latinoamérica a la mesa de decisiones reales de esta parte del mundo, único camino disponible para que no se produzca un colapso o se siga con la la lenta e inexorable decadencia de sus valores y principios. La tierra de donde viene el Papa es esencial para oxigenar y dinamizar a un bloque conformado por la vieja Europa, que da vueltas y vueltas tratándose de morder la cola y los estancados y muy divididos Estados Unidos (valga la contradicción), que parecen ya cansados de ejercer el liderazgo planetario.

Por eso el viaje a México también toma otra dimensión. Seguramente Francisco cumplirá en tierra azteca una agenda coherente con la visita de la cabeza de la Iglesia al segundo país del mundo en virtud del número de bautizados. Pero sin dudas, el argentino guarda también otra carta bajo la manga de su sotana blanca. La frontera caliente del norte, que al igual que el mar Mediterráneo divide aguas y exacerba ánimos y espíritus en ambas márgenes, es una preocupación permanente y por cierto estará presente en su visita. Desde Ciudad Juárez irrumpirá con sus dichos en el proceso eleccionario estadounidense para tratar de acercar y moderar. Para evitar que los extremismos se impongan. En un plan de resurgimiento civilizatorio, las fronteras entre países del mismo bloque no deben ser muros, sino puentes.

Con todos estos pasos, el incansable hombre que llegó desde el fin del mundo, sigue avanzando en su hoja de ruta. Un camino que poco a poco lo va convirtiendo, además de una figura planetaria universal, con mucha autoridad y carisma, en el líder real y concreto, al menos en lo espiritual, que Occidente andaba buscando desde hace tiempo. Sin energía, ideas, coraje, sin principios y valores, no se puede señalar el destino de toda la humanidad. La retirada de Europa y el amesetamiento de los EEUU, han ido generando un peligroso vacío. Alguien tiene que llenarlo.

El mundo post París

Deborah Nutter, la decana de la Fletcher School of Law and Diplomacy, la escuela más antigua de relaciones internacionales de los Estados Unidos, concibió esta frase para sintetizar los desafíos enormes que está enfrentando la humanidad. Se refiere tanto a los muy importantes acuerdos medioambientales que se lograron en la capital francesa como a la muy trágica espiral de violencia que se ha desatado en varias partes del mundo tras los atentados sangrientos del fundamentalismo islámico, simbolizados en la masacre de Bataclan. Fue precisamente bajo esa consigna que sesenta profesores, egresados, directivos y alumnos de esa institución académica basada en Boston fuimos convocados a Roma para reunirnos por 15 días para discutir e intercambiar experiencias. Más de 25 países y 10 religiones representadas en este encuentro que contó además como disertantes a una gran cantidad de especialistas, académicos, políticos, diplomáticos, líderes religiosos y otras personalidades tanto de Italia, de Estados Unidos como de la Unión Europea, incluyendo al propio papa Francisco.

En los salones de la Villa Malta, un antiguo palazzo cardenalicio construido al lado del Muro Aureliano por la familia Orsini en el siglo XVI, que posteriormente fuera propiedad de otros ilustres nobles romanos y base durante algunos años de la reina María Casimira de Polonia y del rey Luis I de Baviera durante sus visitas a Roma, las discusiones y las charlas concluyeron en un panorama fluctuante entre un moderado optimismo y un muy profundo pesimismo. Continuar leyendo

Peligro: guerras de religión en puerta

El papa Francisco sostiene que la humanidad enfrenta desde hace ya unos años una Tercera Guerra Mundial en cuotas, imagen que día a día parece lamentablemente que se va haciendo realidad.

El tema es tratar de precisar y categorizar de qué se trata este nuevo conflicto que compromete la paz y el futuro de la especie dominante en este planeta. Más allá de que una lectura rápida de las noticias podría hacernos creer que el riesgo bélico se extiende por todo el orbe y no responde a ningún criterio o categoría, basta hacer un análisis un poco más detallado para ordenar el asunto.

Esta tercera guerra se parecería más a las que tantas veces en el pasado, desde hace siglos, nos dividieran y desangraran por razones religiosas que a aquellas más recientes, conocidas y destructivas que asolaron principalmente en el siglo XIX y XX, especialmente entre las potencias dominantes europeas, por el control de territorios, colonias o por la preponderancia ideológica de unas sobre otras. Continuar leyendo

Francisco en EEUU: lecciones y aprendizaje para todos

Francisco culmina su exitosa gira por los Estados Unidos. Su presencia en estas tierras no ha pasado por cierto inadvertida. Como si se tratara de un verdadero rock star ha congregado multitudes por cada lugar donde estuvo. Una movilización de gente y una atención de los medios que solo sería comparable en magnitud con la producida por los Beatles en su primera visita al otro lado del Atlántico. Pero, como siempre que concluye un viaje, es bueno realizar un balance.

El Papa sin dudas ha dejado huellas y probablemente ha sembrado varias semillas que florecerán en el alma y los corazones de los habitantes del país más poderoso del planeta.  Bregó por la unidad en tiempos de división, exigió puertas más abiertas para los inmigrantes cuando muchos las quieren cerrar, pidió por la justicia social en momentos en que se agranda la brecha entre ricos y pobres, clamó por el medio ambiente en medio de polémicas pre-electorales por la validez científica del calentamiento global. Dijo lo que tenía que decir a quien se lo tenía que decir. No quiso ser “políticamente correcto” como lo exige la práctica a veces exageradamente hipócrita de la política por estas latitudes.

En su paso por la Casa Blanca volvió a mostrar los estrechos lazos que lo unen a quien la seguirá ocupando  por  un poco más de un año. Todos saludos y sonrisas. Algo no menor, si se tiene en cuenta que la última vez que un acercamiento tal se diera entre los dos hombres más poderosos de la tierra, en lo terrenal y en lo espiritual, terminó con el derrumbe por implosión del otro polo, el que desde Moscú dirigían con mano de hierro los jerarcas soviéticos.

En el Capitolio, palos y zanahorias a unos y otros. Durante su discurso, los demócratas no alcanzaban a pararse para ovacionar alguna frase conveniente para ellos en la reñida disputa electoral, cuando al final de la misma oración venía el guiño a los republicanos que rápidamente reaccionaban de igual forma. Así es que los legisladores lo interrumpieron con aplausos más de 25 veces. Todo un record histórico. Hasta los jueces de la Suprema Corte allí presentes, en un par de oportunidades los imitaron, algo muy pocas veces visto por la habitual parsimonia y cuidado que ellos tienen para no ser acusados de tomar partido o de prejuzgamiento.

En las Naciones Unidas, el argentino le habló al mundo entero. Insistió con el calentamiento global y condenó nuevamente los abusos del sistema vigente. La audiencia mundial también cayó a sus pies.

Pero más allá de los discursos y sus contenidos, de las homilías y los sermones, los norteamericanos quedaron fascinados por el hombre, por su historia, por su sencillez y su humildad, por su ejemplo. Los miles de gestos y actitudes que Francisco tuvo en cada momento fueron advertidos y entendidos por todos, rescatados por la prensa y seguramente impactaron en los corazones de millones. El auto elegido para sus desplazamientos, su sonrisa permanente, su predisposición a escuchar, tocar y abrazar a quienes se lo pidieran, su preferencia por los pobres y postergados, los marcará para siempre. En este país heterogéneo, rico, a veces opulento y frío, prácticamente nadie quedó ajeno al influjo del argentino.

Más allá de haber contribuido claramente a recuperar el prestigio perdido por la Iglesia Católica después de los tan sonados casos de pedofilia, seguramente su prédica puede tener consecuencias importantes y perdurables en la opinión pública estadounidense. La convocatoria a la unidad y al consenso, a buscar los grises,  no es poco en una sociedad que desde hace años se debate en una profunda división en dos mitades, algo que para muchos especialistas amenaza con trabar y frustrar para siempre la continuación del sueño y la hegemonía americanos. Su postura irreductible respecto de los temas medioambientales, instala seriamente el asunto en la agenda pública local e internacional y tal vez consiga que la discusión se dé ya por superada respecto del diagnóstico y se centre ahora en las formas y procedimientos más convenientes para resolverlo. Si la normalmente conservadora Iglesia Católica acepta y reconoce el planteo de los científicos y especialistas, poco lugar le queda a aquellos que siguen negando su existencia. Además indica un cambio de actitud importante desde el Vaticano, que contribuye ciertamente a la reconciliación entre la ciencia y la fe. Relación muy difícil desde siempre de la que el pobre Galileo podría testificar.

Pero Francisco también puede haber sacado algo de los norteamericanos. Tal vez el Papa argentino, que nunca antes había viajado a este país, se lleve una visión un poco más positiva de los beneficios y resultados del sistema en vigencia en el mundo, cuando funciona bajo imperio de la ley y las instituciones, con la intermediación y regulación de un Estado que cumple bastante satisfactoriamente con sus funciones. Tal vez haya visto in situ que el crecimiento y el progreso económico pueden ser complementados perfectamente con una importante vida espiritual y religiosa. Que para poder distribuir, primero hay que generar y producir. Que el fin de lucro se modera cuando en los corazones reina sinceramente la compasión y la solidaridad. Que en materia ideológica no todo es tan blanco ni negro. Viajar, conocer, hablar, intercambiar experiencias y comparar realidades siempre es muy positivo. Para todas las partes.

Cuba y EEUU, historia de encuentros y desencuentros

(Desde Wahsington DC, exclusivo para Infobae).- El puente que Francisco ha colaborado a reconstruir y ahora se apresta a recorrer entre La Habana y Washington fue concebido originalmente hace más de un siglo. La orgullosa isla caribeña siempre tuvo una relación muy ambigua con su gigante vecino del norte. Fue precisamente la intervención estadounidense la que les permitió a los cubanos liberarse del yugo colonial español, conjuntamente con Puerto Rico, Filipinas y otras posesiones asiáticas, muy tardíamente allá por 1898. Un verdadero anacronismo. A cambio, la entonces potencia emergente estableció una especie de protectorado sobre esta isla, a diferencia de sus hermanos portorriqueños y los filipinos que siguieron como colonia americana y en el primer caso terminaron como estado libre asociado.

Pareciera que siempre Cuba necesita de un tutelaje externo. Acudió a los americanos para liberarse de los españoles, décadas después a Moscú para alejarse de Washington y con el colapso soviético y hasta hace poco tiempo la influencia y el dinero llegaron de Venezuela…pero los petrodólares bolivarianos se acabaron. Con esta reconciliación intermediada por el primer Papa jesuita y latinoamericano de la historia, tal vez este pueblo culto, altivo y orgulloso pueda por primera vez en su vida lograr una autonomía real sin ser parte de los juegos de poder de otras potencias. Pararse y ser ellos mismos, persiguiendo sus verdaderos objetivos, como la mayoría de sus hermanos latinoamericanos, sin la necesidad de ser solo una pieza en el juego de ajedrez de los más grandes.

Los EEUU siempre han tenido en Cuba una especie de playa de maniobras para sus aspiraciones de grandeza. Fue la guerra de la independencia cubana, protagonizada entre gringos y españoles, su bautismo de fuego como potencia emergente mundial. Con la derrota de los realistas, Washington no solo se agencia nuevos territorios y colonias, sino que también se recibe de poder central al haber triunfado en el campo de batalla sobre una vieja monarquía europea. Algo similar a lo que al mismo tiempo protagonizaba Japón cuando enviaba al fondo del océano a la flota imperial del Zar de todas las Rusias. Washington estaba en aquella época en una carrera expansionista brutal que le había permitido a las trece colonias fundadoras originales de la Nueva Inglaterra atlántica llegar al Pacífico, comprarles a los franceses la Louisiana y a los rusos Alaska, ocupar la Florida española, arrebatarles medio territorio a sus vecinos mexicanos, incluyendo Texas y hasta avanzar sobre el reino insular de Hawaii. Pronto vendría el Canal de Panamá y la partición de Colombia y sus intentos de tutelaje sobre todo el Caribe y Centroamérica. Nacían las “banana republics”.

Muchos cubanos siempre se resistieron y persistieron con sus intentos por una independencia real. Décadas más tarde al derrocar al dictador títere y corrupto Fulgencio Batista pensaron que ese momento había llegado. Pero no fue así. Los jóvenes aristócratas de formación jesuítica que bajaban de la Sierra Maestra rápidamente se entregaron de cuerpo y alma a un nuevo imperio mucho más lejano, el soviético que desde Moscú pretendía arrebatarles el poder mundial a los americanos del norte. Así fue que esta isla se convirtió en el escenario de uno de los momentos más tensos del aguerra fría, cuando con la crisis de los misiles el mundo casi estalla en un holocausto mundial. La historia cuenta que la providencial actuación del Papa Juan XXIII fue clave para enfriar los ánimos. No en vano el ocupante de la Casa Blanca de entonces era católico, el primero de la historia.

Ahora nuevamente otro Papa, esta vez jesuita, logra que sus casi alumnos cubanos y otro presidente norteamericano receptivo lo escuchen y avancen en un entendimiento que hasta hace poco tiempo parecía imposible. Otro anacronismo de épocas pretéritas, como cuando la isla seguía siendo una de las últimas colonias españolas del mundo. Francisco consiguió así remover un obstáculo importante en la necesaria reconciliación entre el norte y el sur de nuestro hemisferio. Un logro impresionante y un avance imprescindible para toda la civilización a la que pertenecemos.

Un tango que se baila de a tres

El Papa Francisco se mostró feliz en su llegada a La Habana, primera escala de su tercera gira americana desde que ocupa el trono de Pedro. No era para menos, este viaje  representa la culminación de una de sus mejores jugadas en uno de los cinco tableros de ajedrez donde él intenta cambiar los destinos de la Iglesia Católica y de toda la humanidad.  

Los Papas siempre influyeron -y mucho- en la geoestrategia y el diseño del poder mundial. Hace siglos, cuando eran príncipes temporales que gobernaban el centro de Italia y contaban hasta con ejércitos propios y también cuando subían o bajaban el pulgar a los monarcas y casas reinantes europeas. En aquellos tiempos en que basaban su mandato en la “Gracia de Dios”, el favor de su representante en la Tierra no era poca cosa. En la actualidad, los pontífices muchas veces usan su enorme influencia para bregar por la paz mundial y hasta para torcer o forzar decisiones de los principales protagonistas. Tal vez Juan Pablo II sea el último gran ejemplo, cuando con su alianza con Ronald Reagan y Margareth Thatcher, consiguiera abrir una grieta en Polonia, a través de su amigo Lech Walesa, provocando el colapso del régimen comunista y generando un efecto dominó que se expandió por detrás de toda la cortina de hierro y llegó hasta el centro mismo del poder soviético en el Kremlin.

Francisco sin dudas es el artífice del acercamiento entre las dos costas del estrecho de la Florida. Pero para que esto sucediera y pudiera convencer a las dirigencias de ambos países, no bastaba solo con la enorme admiración que le tiene Barack Obama o con la buena voluntad de los hermanos Castro, por más que hayan estudiado en colegios jesuitas. El primer presidente negro de la historia estadounidense “disfruta” los beneficios de ser un “pato rengo”, aquel que, terminando su segundo mandato, ya no tiene las exigencias de moderación que implica una posible re-elección. Normalmente la agenda exterior de Washington está muy influenciada por grupos de interés internos, con gran poder de lobby económico o electoral. En este caso, el ocupante del salón oval no necesita ni de sus recursos ni de sus votos y esto explica en parte que ahora se dedique a ir cumpliendo las promesas de campaña más audaces que hace casi ocho años tantas expectativas habían generado dentro y fuera de los EEUU. Los acercamientos con Irán y Cuba, el reordenamiento de las relaciones entre palestinos e israelíes, son virajes de política exterior que hasta hace algunos meses la acción de los grupos pro Israel o los Cuban-Americans de Miami, los habrían vuelto imposibles de llevar a la práctica. Obama quiere dejar su legado en la historia. Continuar leyendo

Cuba: el as bajo la manga de Francisco

Y se dio nomás. La bandera cubana flamea en Washington y la estadounidense en la isla rebelde. Impresionantes imágenes que llegan desde La Habana. El secretario de Estado de los Estados Unidos John Kerry, presidiendo la ceremonia de izado de la star spangled banner en la nueva embajada, tarea a cargo de los mismos tres marines que hace 54 años la arriaron para siempre desde lo alto del mástil. Miles de cubanos sorprendidos e ilusionados por que este deshielo les traiga prosperidad y más libertad. El mundo preguntándose si este logro indica la llegada del verano o se trata simplemente de una tímida golondrina desorientada. Los Castro, moviendo una pieza clave en el tablero del poder real. Eso sí, también mucho más viejos. El tiempo pasa para todos, para los soldados del norte y para los comandantes revolucionarios.

El gran interrogante es si hacían falta tantos años para que esto sucediera. Peleas y desencuentros entendibles durante la Guerra Fría, aunque muchas veces no justificables, necesitaron casi dos décadas y media adicionales a la caída del muro de Berlín para ser superados. Mientras tanto, generaciones enteras de cubanos que sufrían en silencio a un régimen que, por acorralado, cada vez se ponía más paranoico y autoritario. Los logros de la revolución se iban asfixiando al ritmo de las libertades individuales, los derechos humanos, la posibilidad de disidencia, el respeto por el que piensa diferente y una economía raquítica que languidecía. Continuar leyendo

Francisco, el argentino que puede cambiar al mundo

Esta semana se conoció que el Papa movió una pieza clave en uno de los cinco tableros de ajedrez, en los que juega partidas simultáneas, como aquellos maestros rusos de la era soviética. Ahora le tocó al Papa geoestratega que, al igual que con sus planes relativos al gobierno de la Iglesia, su preocupación por el ecumenismo y el diálogo interreligioso, su contribución a la discusión ideológica actual y sus planes y acciones para enfrentar y resolver temas concretos, como la trata de personas o el programa de Scholas Occurrentes, a favor de la educación, va marcando una agenda de trabajo muy variada y extensa.

En el gobierno de la Iglesia, el primer jesuita en la historia en ocupar la cátedra de Pedro está produciendo una verdadera revolución. Más allá de las posibles divisiones entre conservadores y reformistas en algunos temas sensibles de la doctrina y el dogma, sus gestos simples y su austeridad personal, han abierto una puerta por la que entra oxígeno fresco a un ambiente desde hace años muy viciado. La Iglesia necesitaba en forma imprescindible más transparencia y honestidad. No era concebible que la organización espiritual fundada en los valores de Cristo se hubiera transformado en una especie de fría transnacional muy alejada de esos principios y de espaldas a la gente. Continuar leyendo