Dado que es la Semana de las Ciencias de la Tierra, vale la pena reflexionar sobre la relación que estas tienen con las ciencias económicas. Economía y ambiente están íntimamente ligados. Nadie duda de que las actividades económicas impactan sobre la naturaleza (por ejemplo, la acumulación de los gases de efecto invernadero en la atmósfera se acelera a partir de la revolución industrial). También es cierto que esta relación es recíproca: cuestiones ambientales impactan en el mundo productivo (basta ver cómo se paraliza la producción cuando ocurre alguna catástrofe natural).
Así y todo, siempre se trata de armonizar esta relación, por lo que se han acuñado conceptos como “economía verde” o “crecimiento verde”. Lo que se busca es desacoplar el crecimiento económico del deterioro del medioambiente. ¿Pero eso está pasando? Una alternativa para responder esta pregunta es tomar el fenómeno del cambio climático. Si uno mira los últimos 25 años, puede decirse que hay cuatro tipos de situaciones a nivel de los países. Un grupo de naciones está logrando un desacoplamiento absoluto de las emisiones del PBI (sus emisiones bajan mientras el producto crece y el ratio emisiones/PBI baja). Este es el caso de Alemania, Dinamarca y varios países desarrollados. ¿Cómo lo están logrando? Son economías maduras que experimentan un aumento del sector servicios a expensas del manufacturero (que contamina más). Aun dentro de sectores productivos tradicionalmente contaminantes, han incorporado tecnologías más limpias. Además, se han generado cambios en los comportamientos de los consumidores (generalmente inducidos vía precios) que han permitido ahorros de energía sustanciales. Y, justamente, producir energía es una actividad normalmente contaminante. Continuar leyendo