Los candidatos a Presidente son de cualquier color menos verde

Mariana Conte Grand

A pesar de los atentados terroristas, el ministro de Relaciones Exteriores de Francia y presidente de la Cumbre del Clima, Laurent Fabius, dijo que su país no suspenderá la cumbre a desarrollarse en París entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre. Alrededor de 120 jefes de Estado (y funcionarios de alto rango de otros 75 países) viajarán para el evento, cuyo objetivo es preparar un nuevo acuerdo universal sobre la reducción de emisiones de gases con efecto invernadero.

Es de esperar que el secretario de Ambiente designado por el nuevo Presidente de Argentina viaje a las negociaciones sobre cambio climático. Lo preocupante es que, aunque seguramente será el primer compromiso internacional del Presidente electo, no se habló nada sobre este tema en el debate presidencial. Lo que es aún peor es que no se mencionó el cambio climático ni otro problema ambiental. Una búsqueda rápida del texto transcrito del debate señala cero palabras referidas a las futuras políticas ambientales del próximo Presidente. Y eso que, últimamente, la Argentina ha enfrentado distintas problemáticas al respecto: las papeleras en Uruguay, el caso del Riachuelo, los reclamos sobre la basura entre la capital y la provincia de Buenos Aires, la cuestión de la minería en las provincias del oeste, etcétera.

El hecho es que los candidatos debatieron acerca de cuatro ejes, el primero de los cuales fue el desarrollo económico y humano, al cual siguieron dos bloques dentro de la misma temática (educación, seguridad y derechos humanos) y un cuarto segmento sobre fortalecimiento democrático. Puede pensarse que los organizadores fueron culpables de que el tema haya estado ausente. En ese caso, uno puede achacarles que en vez de hablarse de desarrollo económico y humano, Mauricio Macri y Daniel Scioli debieron debatir sobre desarrollo sostenible o sustentable, el cual incluye tres aspectos: desarrollo que contempla un crecimiento económico que es verde y socialmente inclusivo. En otras palabras, el desarrollo sostenible lo es económica, ambiental y socialmente.

Si a los organizadores les faltó esta tercera pata, tal vez es porque la percepción que tienen es que a los argentinos no les interesa el cuidado del medioambiente. No obstante, si uno concluyera que a la comunidad no le importa saber si el nuevo Gobierno va a apoyar que se difunda la información sobre las mediciones binacionales del desempeño ambiental de las plantas de papel de Uruguay o si planea una acción fuerte sobre el Riachuelo, debería asumir que al mundo sí le importan los temas ambientales.

Para que la nueva administración convierta a Argentina en un país más confiable debe tener una política ambiental que lo sea. Esto beneficiará al país para colocar sus productos en el exterior, pero también para debatir en foros no ambientales, e incluso para pedir créditos a organismos multilaterales. Se necesita una posición consistente en materia de cambio climático. Argentina ha presentado objetivos de reducción de gases invernadero, como la comunidad internacional lo pedía. Estos fueron considerados por algunos analistas como insuficientes. Pero, ¿qué piensa hacer la nueva administración? ¿Los mantendrá? ¿Los cambiará para que estén en línea con sus nuevas políticas? Ojalá los candidatos estén, al menos, pensando un poco en estos temas, aunque no se les ocurriera mencionarlo en el debate. Lo van a necesitar para dar sus primeros pasos ante la comunidad internacional reunida en París.