Castrocracia

La comunistocracia cubana comenzada a labrar, a construir ladrillo a ladrillo tras el violento arribo al poder de 1959, que desplazó a la anterior aristocracia para ocupar sus casas, sus bienes, sus automóviles, sus cuentas bancarias, sus bastones de mando, de ningún modo pudo heredar el buen gusto, el glamour ni el empuje empresarial y productivo de los burgueses proscritos.

Cuando yo vivía en Cuba, los representantes de las clases sociales encumbradas tenían como una de las tareas importantes disimular y ocultar ese alto standing que poseían en comparación con el resto del pueblo, ya que a este se lo sometía a sacrificios numantinos y podía llevar un serio desgaste en el escasísimo entusiasmo que ya se respiraba, o en los reparos a la protesta y la rebelión.

Varias veces me incidieron en el ruego de que no invitase a mis amigos de la escuela al hotel Habana Libre, ya que no era conveniente que viesen cómo vivíamos. Me explicaron, literalmente, lo recuerdo como si lo estuviese escuchando, que la razón de ese ocultismo era que Cuba iba en camino de la igualdad total, pero todavía había ciertas diferencias que se subsanarían cuando llegásemos al comunismo, cuando todos viviesen como vivíamos nosotros. Se lo creía quien se lo quería creer. Continuar leyendo

Sus majestades y sus excelencias satánicas

No podría afirmar cuánto tiempo llevaban golpeando la puerta, ni siquiera diría que el sonido de los golpes logró despertarme, pero me sacó del profundo estado de inconsciencia en que había pasado las últimas horas. No sentía las piernas ni los brazos, pero sí un cúmulo de punzadas, tambores, aguijonazos, en el interior de mi cabeza.

Levanté un párpado y dirigí la mirada a la puerta, alzando el hilo de voz que logró salir de los pulmones.

—¿Quién es?

—Abra la puerta, es la seguridad del hotel.

Recién ahí me di cuenta de que estaba solo. La noche anterior o cuando quiera hubiese cedido a la gravedad para caer desplomado en aquella cama, había estado rodeado de amigos y de una novia de la cual no alcanzaba a recordar el nombre ni la cara (Honky Tonk Woman). Fui hasta la puerta mirando el suelo para esquivar vasos, botellas y algunos trozos de comida. Abrí. Continuar leyendo

Amnesia selectiva

Ayer estuve conversando durante horas con un amigo íntimo de La Habana que pasó por casa y al que no veía hacía más de diez años. Mi amigo había sido un irredento antisistema, tenía un problema con las autoridades casi cada día. Así como yo sentía una gran antipatía por el Gobierno y el poder, pero no por el sistema comunista, sino por el poder en sí mismo. Ello nos llevaba a profesar la misma simpatía por Fidel y sus genízaros que la que ellos sentían por nosotros, a quienes llamaban: “lumpen”, “rockeros”, “borrachos”, “inútiles”, “poco revolucionarios”, “antisociales”.

En síntesis, mi amigo se estaba volviendo loco en la isla, porque tenía deseos de viajar, de leer lo que le daba la gana, de manifestarse, de disfrutar de la vida y, a medida que iba creciendo, iba tomándole una mayor animadversión al sistema, a la Policía, al partido, a las infinitas organizaciones de masas, y ya al final a todo aquel que tuviese una guayabera y dos plumas en el bolsillo. Como yo.

Hizo lo que pudo por irse de Cuba, teniendo en cuenta que en aquellos años intentarlo ya era un delito penado con cárcel. Sin embargo él ni disimulaba, le decía a todo el que quisiese oír que ya no aguantaba aquel país y aquella represión. Los amigos empezaron a dejarlo solo, porque se despachaba en contra del Gobierno, sin tomar recaudos en cualquier sitio y a cualquier hora. En esos años sólo por manchar el nombre del comandante se podía ir preso muchos años. Continuar leyendo

Maquiavélico Raúl

Durante muchos años se estudiarán los movimientos magistrales de cintura en política internacional tanto de Fidel como de Raúl Castro, cual obra de Nicolás Maquiavelo. Pero Raúl, si cabe, consigue incluso más con muchísimo menos, sentando cátedra en materia de pragmatismo desde su época al frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Lo que sea que haya permanecido en una posición semierguida durante estos cincuenta y largos años, lo que quiera que sea que tras la ruina tan proverbial de la revolución ha mantenido al cubano unido al menos frente al caos, en cada poro de ello ha estado residiendo de algún modo Fidel “Guarapo” Castro, ya fuese por el aura de divinidad que supo procurarse en torno a su persona.

La mayoría de los cubanos nacieron con él ya como el big brother absoluto, que todo lo sabe y todo lo observa, pero además como el padre de la patria, que subió a la sierra con doce hombres maltrechos y bajó con el pueblo victorioso detrás (sin detenernos demasiado en detalles, como todos esos compañeros, colegas y seguidores traicionados que sacrificó en el camino). O bien por el temor que infunde; ni siquiera su hermano Raúl, que es su sangre, podría hacer nada con la oposición de Guarapo. Ni siquiera él. Continuar leyendo

¿Curioso o vergonzoso?

Si no fuese por lo esperpéntico, reconocería que es muy gracioso.

Raúl Castro dice que en 2018, tras casi sesenta años de mandato autoritario y represor, dejará el poder (sin especificar en manos de qué, de quién o de cuántos), como si fuese una dádiva. Encima, atentos a lo que dice, ¡que le gustaría visitar Miami!

A esta altura hasta el Récord Mundial Guinness está por reconocer que tanto él como su hermano Fidel, además de un profuso legajo en materia de violaciones de derechos humanos, cuentan con dos de los rostros más duros de la historia de la humanidad, desde que se mide la solidificación de la cara y su relación con el desparpajo impúdico.

Sobre los dictadores y los déspotas, es poco lo que puede llamarnos la atención, sin embargo parece ser que no acerca de todos los dictadores por igual. Continuar leyendo

Emociones mezcladas

Ayer una mezcla de militantes del Partido Comunista con cristianos no disidentes cantaron el Aleluya en la Plaza de la Revolución, en una plaza que no le pertenece a Fidel ni a Raúl, sino a todos los revolucionarios, independentistas, cristianos o ateos que lucharon y a muchos que murieron por algo más que disfrutar del poder perennemente.

¡Vaya avance!

Lo deseable hoy para la perla del Caribe son cambios positivos, que sitúe a Cuba en una senda progresista, necesitan Silicon Valley no el Vaticano, con su doctrina teóricamente humanista aunque medieval, pero en la práctica machista, misógina, clasista, avara, y sobre todo la institución más anti democrática de Occidente.

Cuba precisa democracia, debate, polémica, pesquisa, modernidad, mucha modernidad y sobre todo libertad infinita.

Aunque en honor a la verdad, la gente prefiere a estos nuevos portadores de una verdad indiscutible y única, hablando un solo día muy de vez en vez, que a Fidel cada fin de semana cuatro horas, además esperan alguna palabra de aliento y alguna postura no oficialista de parte del Papa, y a buen seguro que de parte de Bergoglio la tendrán, es un buen hombre, pero Cuba lo menos que necesita hoy, es cambiar una fe ciega en una ficción por otra.

Bergoglio tiene algo grande, como lo tiene Obama, son personalidades emergentes para salvar al sistema que los engendró, con un discurso crítico pero tendiente rescatar la mayor parte de “la cosa” sacrificando sólo lo necesario. Uno “aggiorna” a la Iglesia, el otro al capitalismo. Aunque no por dicha razón merecen ser acusados de falsos, ambos creen en la humanidad, en la concordia, en que el hombre puede ser amigo del hombre, y en todo caso, con respecto a Cuba, están mostrando nobleza y generosidad; pero hay que decir que los cubanos necesitan algo más, llevan mucho tiempo privados de casi todo lo que disfruta el mundo moderno, imperfecto pero libre; eso sí, ya les toca a ellos decidir cual será el sentido del cambio que darán a sus vidas.

En todo caso me quedo reflexionando sobre las palabras con que Bergoglio concluyó su intervención dominical post revolucionaria diciendo:

-Quien no vive para servir, no sirve para vivir.

Me dejan una sensación ambigua. Por un lado es una frase grandilocuente, hasta bonita, pero muy similar a los lemas acostumbrados en la isla, que juzgan quien sirve y quien no, quien es el elegido y quien el fariseo, y casualmente dichas, ora por un dirigente que vive en la abundancia y en el poder absoluto, ora por otro que vive en un Estado que cuenta con riquezas como para alimentar durante cinco generaciones a toda la humanidad.

Les diría:

Bergoglio, Raúl, Fidel, sepan que para vivir, está tan capacitado quien sirve a lo que ustedes consideran acertado como quien no lo hace, ya porque no puede o simplemente porque no quiere.

Tiene el mismo derecho derecho a vivir, quien encuentra satisfacción en entregarse a una causa que quién prefiere disfrutar de su sofá, de un buen banquete o de cualquiera de los placeres mundanos, como sucedáneos más socorridos e inmediatos de esa abstracta, intangible y a menudo etérea ilusión bautizada como: “felicidad”.

Tiene el mismo derecho a vivir quien interpreta el martirio, el sacrificio, la obediencia, la fe, la mansedumbre ante los jerarcas, como un modo de hacer el bien, que quien cree hacerlo experimentando la rebeldía, la duda, la búsqueda de valores, de belleza, de placer, de felicidad, de confort, de ruptura con lo establecido.

Ayer al ver a los militantes comunistas otrora represores de los religiosos, cantando Aleluya, y ayer en la recepción del Papa gritando “Cristo vive”, no pude evitar recordar aquellas frases que me solían decir diferentes autoridades en Cuba ante algún que otro desacato doméstico propio de la juventud:

“Si tu tío se levanta de la tumba y te ve se vuelve a morir” – Hoy como entonces pienso que quizás aquello fuese un poco exagerado, se me ocurre que Ernesto aprovecharía el fenómeno de haber resucitado, para eventos más trascendentes o placenteros que el raudo retorno al cajón a raíz de una indisciplina ordinaria de su sobrino.

Sin embargo tras ver esta obra bufa, creo que si mi tío se levantase de la tumba y viese todo lo que han hecho y están haciendo sus ex compañeros y colegas Fidel y Raúl, probablemente volviese a morir de un disgusto, pero antes seguramente, les dedicaría algunos epítetos, unas miradas torvas y no poco plomo.

Por otro lado pensé: ¿tanta represión, tanta carencias, tanta prisión, tanta prohibición, tantos abusos, para llegar a esto?

¿Tanto lío para esto?

Al cabo de estas interrogantes y asociaciones, me encontré de súbito tarareando “Mixed emotions”, de los Rolling Stones, que también quieren visitar Cuba el año próximo en marzo, y dar un concierto a todo trapo en el Estadio Latinoamericano.

He de admitir que a esa homilía, aunque se llenase de delatores del Partido, de oportunistas del CDR, aunque fuese Raúl a bailar al son de Honky Tonk Woman, si me lo permitiesen asistiría con mucho gusto, como fiel feligrés de sus majestades satánicas.

Todos tenemos nuestras debilidades