Campaña y zonas de confort

Termina la campaña de cara a las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) y, por el momento, el período preelectoral ha tenido dos períodos de ruido mediático más o menos estridente.

El primero de ellos afectó al precandidato de Cambiemos y líder del PRO, Mauricio Macri. Desde el relanzamiento de su postulación, la noche del ajustado triunfo electoral de Horacio Rodríguez Larreta en la ciudad de Buenos Aires, el jefe de Gobierno porteño estuvo en el centro de un fuerte debate público sobre sus opiniones acerca de las políticas que lleva adelante el Gobierno nacional. Si Macri había llevado adelante un “giro estatista” en su visión o si no lo había hecho, si sus asesores económicos plantean o no un “ajuste salvaje”, estuvo en el centro de la escena. Continuar leyendo

El increíble show de los Fondos Chasman

Mister Chasman era el nombre artístico de Ricardo Gamero (Zárate,25 de mayo de 1938Buenos Aires, - 20 de mayo de 1999Buenos Aires), el ventrílocuo más reconocido de Argentina”.

Así dice Wikipedia del creador del muñeco “Chirolita”.

La misma capacidad circense parecen tener los fondos buitre NML y Aurelius junto a sus lobbistas de la American Task Force Argentina (ATFA) con respecto a algunos de los mayores conglomerados de medios locales y parte de la oposición.

Las semanas previas al 30 de julio, cuando vencía un plazo previsto para que los acreedores habituales de la Argentina recibieran un nuevo pago del país -acción que fue concretada por el Gobierno nacional pero impedida por el juez Thomas Griesa-, ATFA desarrolló una campaña en la que salió a advertir sobre las “consecuencias” de un “default”.

Para eso se valió de afirmaciones del economista argentino Claudio Loser y en solicitadas a toda página publicó una serie de vaticinios:

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Griesa: Mejor guión adaptado

Leer la versión taquigráfica de la última audiencia que encabezó el juez federal neoyorquino Thomas Griesa en el caso de fondos buitre que litigan contra la Argentina es una experiencia capaz de hacer dudar a quien crea que ya lo ha visto todo.

Para ser claros: el juez asume como propios todos los argumentos de los fondos buitre. Cada uno de los argumentos. Tanto de aquellos que son presentados en formato “técnico” ante los tribunales, como de una serie de conceptos “políticos” que estas empresas difunden principalmente a través de su grupo de lobby American Task Force Argentina (ATFA).

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Argentina y la falla en la Matrix

Con sus posiciones en el juicio por la deuda pública en default que se sigue en Estados Unidos, Argentina parece haber encontrado la falla en la Matrix (como le ocurría a Keanu Reeves en aquella conocida película de ciencia ficción).

Al modo de esos hackers que ingresan en un sistema, mostrando las falencias de mecanismos de seguridad informática, la extensa disputa con los fondos buitre empieza, a esta altura, a generar fisuras entre sectores que suelen tener coincidencias en tiempos “normales”.

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Buitres: buenitos como Heidi

Los fondos buitre no son fondos buitre. Son “hedge funds”. O “holdouts”. O apenas “llamados fondos buitre”. No tienen una mirada política. Apenas hacen negocios. La Argentina es poco seria porque busca apoyos por fuera de los tribunales estadounidenses y no se maneja con “profesionalismo”, de manera “técnica” dentro de las cortes.

Las afirmaciones corresponden a un cuento de hadas que quieren hacer creer algunos periodistas, varios economistas y también dirigentes opositores como Martín Redrado, Sergio Massa o Elisa Carrió.

En contra de esa visión, esta semana, el diario británico The Independent describió cómo los fondos buitre que litigan contra la Argentina tienen posiciones para nada “técnicas” que se parecen más bien a las que tendría algún militante político. Se informa allí sobre cómo estos empresarios se ocupan de hacer creer que no sólo quieren ganar millones con este tipo de juicios por deudas sino que a la vez cumplen una misión beneficiosa para el mundo.

En esa nota se indica que “los buitres sostienen que, si no fuera por la amenaza de batallas incesantes e inquebrantables en las salas de Justicia, los dictadores de pacotilla, cleptócratas y los viejos líderes populistas irresponsables nada evitaría que ellos acumulen grandes deudas, malgasten (o roben) el dinero, y luego desaparezcan”.

The Independent cita declaraciones del dueño de un fondo buitre, Peter Grossman, que en su momento ganó junto con el magnate Paul Singer, titular del fondo NML, un pleito judicial contra la República Democrática del Congo: “Si los gobiernos eligieran manejar apropiadamente estos recursos, eso significaría considerablemente más fondos para educación, salud y programas de desarrollo, y para resolver sus obligaciones legales justa, responsable y transparentemente”.

En las últimas horas también se conoció una muy interesante nota del economista y columnista de numerosos medios internacionales Mark Weisbrot titulada “¿Quién le disparó a Argentina?”, que puede ilustrarnos un poco más sobre quiénes son y cómo se manejan los fondos buitre.

Weisbrot recordó que los lobbistas de los fondos buitre nucleados en la organización American Task Force Argentina (ATFA) está liderados por un grupo de ex funcionarios de la administración Clinton y que el año pasado gastó más de un millón de dólares en sus actividades.

El economista, habitual columnista de medios como The New York Times y Folha de Sao Paulo, también apuntó contra congresistas republicanos ultra-conservadores del Estado de Florida como brazo de los fondos buitre.

Recordó que en abril pasado, el Secretario del Tesoro norteamericano, Jacob Lew, un señor que firma los billetes llamados dólares, fue agresivamente interrogado en el Congreso por el diputado Mario Díaz-Balart, un anti- castrista sobrino de la primera esposa de Fidel Castro. Para Weisbrot, el legislador “es parte de los ‘duros’ del lobby anti-cubano que, como los neoconservadores en general, ve a todos los gobiernos de América Latina como enemigos que lucirían mucho mejor fuera del poder”.

De acuerdo a la nota, en una presentación ante el Congreso, Díaz-Balart desarrolló un “interrogatorio agresivo” contra Lew para que dijera -como si hubiera sido un delito- si había influido en algo para lograr que México realizara una presentación a favor de la Argentina ante la Corte Suprema norteamericana.

Todo esto para no comentar que hace menos de una semana, Singer, el dueño del fondo buitre que litiga contra la Argentina, donó un millón de dólares a un grupo de republicanos que financian campañas de candidatos de ese partido en todo Estados Unidos, liderado por el estratega conservador Karl Rove.

Quizás haya que pensar entonces que estos fondos son mucho más que empresas que se manejan dentro de los márgenes de la ley y “técnicamente” dentro de las Cortes. Que todo el tiempo hacen “política”. Que su negocio es hacer “política” -en este caso contra la Argentina y su gobierno. Y que todo este conflicto dista de ser una cuestión “ascéptica” que se resuelve tan sólo con buenos abogados.

Política barata y zapatos de goma

Ante el fallo adverso para la Argentina y favorable a fondos buitre en la Corte Suprema de los Estados Unidos, distintos sectores que militan en la oposición (partidaria o bajo el rótulo de “economistas”) salieron a criticar actitudes o estrategias pasadas o presentes de los gobiernos kirchneristas en relación a la deuda pública.

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Deuda: otra política de Estado

Hace pocos días se cumplieron diez años del primer discurso de Néstor Kirchner ante la Asamblea Legislativa, en ocasión de la apertura de sesiones ordinarias del Congreso. Allí, el expresidente afirmó:

“La Argentina no ha tenido desde hace demasiado tiempo un proyecto. Su proyecto de país que le garantice un crecimiento económico con equidad, sustentable, ese es nuestro primer problema. Afrontamos una gigantesca e impresionante deuda y sufrimos un altísimo e insoportable nivel de exclusión social, estos son los otros dos problemas que se derivan del primero”.

(…)

“La historia más reciente tornó usual la aplicación al problema del endeudamiento de una visión presidida por las necesidades de la coyuntura, tomándola como un tema del gobierno y no como una cuestión de la sociedad, de modo que los sucesivos gobiernos parecieron elegir el camino de simplemente postergar hacia el futuro los vencimientos”.

“El concepto consistente en la idea de simplemente durar en el gobierno, culminar un mandato, presidía los razonamientos y descargaba en el futuro y en los futuros gobiernos, los problemas. Sucesivos nombres se fueron instalando como supuestas soluciones basadas en la renovación de los plazos, el incremento de los intereses y la postergación de los pagos.

(…)

“Y así nos fue. Sostener un rígido sistema cambiario en base a la profundización del endeudamiento aceleró la caída pues, como era previsible, los recursos no llegaron siquiera a alcanzar para mantener el pago de los intereses”.

“Por este camino la Argentina terminó pagando muy caro lo que ni siquiera recibía, intentando comprar tiempo, pagando enormes ganancias a los prestamistas, a sus socios locales y a sus propagandistas, pero sepultando sus posibilidades de futuro bajo una inmensa montaña de papeles de deuda. No somos el gobierno del default. No queremos repetir los viejos errores ni eludir la responsabilidad histórica. No queremos persistir en el default, pero la más fría racionalidad indica que las recetas del pasado no pueden aplicarse”.

(…)

“El pueblo argentino debe saber que no nos proponemos elegir el camino fácil de comprometer cualquier salida confiando en que los vencimientos le sobrevendrán al próximo gobierno. Como debe también saber que el camino elegido no es un camino fácil, ni exento de riesgo ni ausente de presiones. Debe saber que importantes intereses económicos tratarán de torcernos el brazo, desviarnos del camino, confundirnos el rumbo”.

(…)

“Este gobierno, con racionalidad y toda la prudencia del caso, seguirá principios firmes de negociación con los tenedores de deuda soberana intentando salir del default sin poner en riesgo el crecimiento que las cuentas nacionales y todos los indicadores evidencian. Sabemos que nuestra deuda es un problema central. Pero no pagaremos de cualquier modo. No se trata de ideologías, no se trata de capricho, temeridad, verborragia, inflexibilidad o como quieran llamarle. Se trata de una fría y racional lectura de los números y de la economía. Se trata de asumir con realismo lo que la situación indica. Lo irracional, lo que parece fruto de la más embriagada fantasía, es el tamaño de nuestra deuda. Lo irresponsable y ausente de buena fe fue contraerla.

Tenemos la certeza de que recibiremos una y mil presiones. Sabemos que nos pondrán obstáculos que deberemos superar. Pero sabemos el inmenso apoyo que nuestra defensa de los intereses nacionales tiene en la gran mayoría de nuestro pueblo. No vamos a aflojar”.

Los planteos de Kirchner formulados hace diez años fueron ratificados en varias oportunidades por el Congreso con el voto de legisladores de distintos partidos. También, de alguna manera, fueron refrendadas por el Poder Judicial, que rechazó en la Argentina pretensiones de los fondos buitre. La posición argentina por la deuda pública parece ser a esta altura lo más parecido a una política de Estado.

El jueves próximo, la Corte Suprema de los Estados Unidos definirá si para la legislación de ese país los fondos buitre que rechazaron hasta el momento tres oportunidades ingresar a un canje de deuda pública tienen razón o si la posición argentina en contrario merece ser analizada.

Se trata de un tema al que mira el mundo. Los países sudamericanos apoyaron en reiteradas oportunidades la posición argentina. La Casa Blanca ya dijo a viva voz que la cuestión le preocupa. La lectura de las agencias y los diarios internacionales especializados en finanzas revela que se trata de una cuestión relevante a nivel global porque otros países con abultadas deudas -ahora en Europa- podrían verse en el futuro en situaciones similares. El Club de París dio una señal reciente de que no considera al país un “deudor recalcitrante”, como dijo un magistrado norteamericano, sino una Nación con la que se puede llegar a acuerdos duraderos.

Si la Corte Suprema norteamericana le da la espalda, la Argentina puede quedar en la insólita situación de tener que entrar en “default técnico”, cuando ha venido cumpliendo la hoja de ruta marcada por Kirchner diez años atrás: crecer con mejora de sus indicadores laborales y sociales y al mismo tiempo hacer frente a los pagos de su deuda.

Si, en cambio, el máximo tribunal de Estados Unidos acepta analizar el caso, las definiciones podrían llegar recién el año próximo, cuando el país se encuentre ante una nueva renovación gubernamental. Y la historia será nuevamente otra.

Queremos escuchar

El sábado pasado se emitió la primera parte de una entrevista a la presidenta Cristina Kirchner por parte Hernán Brienza, columnista de Tiempo Argentino y de Radio Nacional.

Desde el mismo sábado escuché a varios periodistas y conductores de programas de entretenimientos hablar de la nota. Quizás fue que tuve mala suerte con los comentarios a los que accedí -desde ya que no fueron todos los que se hicieron-. Sea cual fuera el caso, me llamó la atención que en cada una de esas intervenciones, más del 80 por ciento del tiempo estuvo dedicado a hablar de Brienza.

Vuelvo a expresarlo en forma de pregunta, y mientras lo reitero no dejo de sorprenderme una vez más. ¿La Presidenta de la Nación ofrece una entrevista y nos la pasamos hablando del desempeño del entrevistador? Desempeño que puede ser mejor o peor. Que, como le ocurrirá al lector con esta columna y todas las columnas de opinión que se publican en este sitio, podrán parecer mejores o peores. Más completas o más incompletas. Más honestas o menos. Pero ¿tan relevante como para casi ni siquiera comentar lo que dijo la entrevistada, en este caso la primera mandataria?

Desde que el Gobierno nacional puso en el centro del debate la cuestión de los medios de comunicación -su propiedad, sus intereses- se desarrollan una serie de debates que me parecen muy fructíferos sobre el oficio periodístico y sobre la comunicación en general. Pero llevado a un extremo, ese debate parece reducirse a los propios periodistas deseosos tan sólo de escuchar su propia voz y de discutir entre ellos. “Queremos preguntar”, sí. Buenísimo. Pero ¿también queremos escuchar? ¿O queremos escucharnos a nosotros mismos? ¿O queremos escuchar lo que nosotros queremos?

Más llamativo aún es que se hable casi únicamente del desempeño del entrevistador, acerca de qué preguntas hizo y cuáles no, sobre si estaban o no pautados los temas de la nota, cuando a su vez la Presidenta brindó definiciones que, al menos a mí, me parecieron relevantes.

Si sólo se habla del entrevistador, parece que Cristina no hubiera dicho nada. Y eso que en varios tramos de la nota puso de manifiesto sus planteos sobre el rumbo del país y los instrumentos con los que busca poner en práctica para sostener esa dirección. Dicho de otra forma, habló del trabajo de un Presidente de la Nación, de las tareas específicos que le asigna Constitución Nacional. En términos de la carta magna, contó en parte con qué ideas en mente encara su tarea quien cumple el rol de “jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país” (artículo 99, inciso 1).

Por ejemplo, Cristina afirmó que no está dispuesta a volver a una Argentina de la mano de obra “barata”. O que pagar el cien por ciento de lo que reclaman los “fondos buitre”, tal como plantea la Justicia norteamericana significaría un “desaliento” a la “inversión productiva” en el país. Y también que “el negocio del mundo financiero es que vos te sigas endeudando, lo que le conviene al banco no es que termines de pagarle“.

A mí se me ocurre destacar esas definiciones. Quizás porque cuando empecé a trabajar, hacia el año 94 o 95, los sueldos -cuando había trabajo- eran bastante más flojos que los de ahora. Y al mismo tiempo, el gobierno de entonces se endeudaba en el exterior sin que le importara para nada la sustentabilidad de esa deuda.

Y hubo más definiciones de Cristina, que sí le importaron a varios periodistas (ahora que lo pienso un poco, ¿no estaré también en esta nota cayendo en el error de hablar más de los periodistas que de los contenidos concretos? El lector, dirá…).

Por ejemplo, a los de la agencia alemana DPA, que destacaron que Cristina “remarcó el crecimiento de la economía del país en ‘un mundo que se cae a pedazos’ y sostuvo que ‘requiere todavía de mayor heterodoxia resolver los problemas’”.

O a los de la agencia española EFE,  que resaltaron que en la nota, la Presidenta explicó que su gobierno “tiene una política de metas de crecimiento” -y no de inflación-.

Sin ir más lejos, a los de la agencia francesa AFP, les pareció relevante que la jefa de Estado “sostuvo que pagar a los fondos especulativos lo que demandan desalentará las inversiones productivas”.

También los de la BBC de Londres señalaron que durante la entrevista Cristina criticó a “la elite” de su país por tratar de crear “una imagen negativa de su gobierno”.

Ninguno de ellos habló de Brienza, eso sí.