Por: Nicolás Tereschuk
Los fondos buitre no son fondos buitre. Son “hedge funds”. O “holdouts”. O apenas “llamados fondos buitre”. No tienen una mirada política. Apenas hacen negocios. La Argentina es poco seria porque busca apoyos por fuera de los tribunales estadounidenses y no se maneja con “profesionalismo”, de manera “técnica” dentro de las cortes.
Las afirmaciones corresponden a un cuento de hadas que quieren hacer creer algunos periodistas, varios economistas y también dirigentes opositores como Martín Redrado, Sergio Massa o Elisa Carrió.
En contra de esa visión, esta semana, el diario británico The Independent describió cómo los fondos buitre que litigan contra la Argentina tienen posiciones para nada “técnicas” que se parecen más bien a las que tendría algún militante político. Se informa allí sobre cómo estos empresarios se ocupan de hacer creer que no sólo quieren ganar millones con este tipo de juicios por deudas sino que a la vez cumplen una misión beneficiosa para el mundo.
En esa nota se indica que “los buitres sostienen que, si no fuera por la amenaza de batallas incesantes e inquebrantables en las salas de Justicia, los dictadores de pacotilla, cleptócratas y los viejos líderes populistas irresponsables nada evitaría que ellos acumulen grandes deudas, malgasten (o roben) el dinero, y luego desaparezcan”.
The Independent cita declaraciones del dueño de un fondo buitre, Peter Grossman, que en su momento ganó junto con el magnate Paul Singer, titular del fondo NML, un pleito judicial contra la República Democrática del Congo: “Si los gobiernos eligieran manejar apropiadamente estos recursos, eso significaría considerablemente más fondos para educación, salud y programas de desarrollo, y para resolver sus obligaciones legales justa, responsable y transparentemente”.
En las últimas horas también se conoció una muy interesante nota del economista y columnista de numerosos medios internacionales Mark Weisbrot titulada “¿Quién le disparó a Argentina?”, que puede ilustrarnos un poco más sobre quiénes son y cómo se manejan los fondos buitre.
Weisbrot recordó que los lobbistas de los fondos buitre nucleados en la organización American Task Force Argentina (ATFA) está liderados por un grupo de ex funcionarios de la administración Clinton y que el año pasado gastó más de un millón de dólares en sus actividades.
El economista, habitual columnista de medios como The New York Times y Folha de Sao Paulo, también apuntó contra congresistas republicanos ultra-conservadores del Estado de Florida como brazo de los fondos buitre.
Recordó que en abril pasado, el Secretario del Tesoro norteamericano, Jacob Lew, un señor que firma los billetes llamados dólares, fue agresivamente interrogado en el Congreso por el diputado Mario Díaz-Balart, un anti- castrista sobrino de la primera esposa de Fidel Castro. Para Weisbrot, el legislador “es parte de los ‘duros’ del lobby anti-cubano que, como los neoconservadores en general, ve a todos los gobiernos de América Latina como enemigos que lucirían mucho mejor fuera del poder”.
De acuerdo a la nota, en una presentación ante el Congreso, Díaz-Balart desarrolló un “interrogatorio agresivo” contra Lew para que dijera -como si hubiera sido un delito- si había influido en algo para lograr que México realizara una presentación a favor de la Argentina ante la Corte Suprema norteamericana.
Todo esto para no comentar que hace menos de una semana, Singer, el dueño del fondo buitre que litiga contra la Argentina, donó un millón de dólares a un grupo de republicanos que financian campañas de candidatos de ese partido en todo Estados Unidos, liderado por el estratega conservador Karl Rove.
Quizás haya que pensar entonces que estos fondos son mucho más que empresas que se manejan dentro de los márgenes de la ley y “técnicamente” dentro de las Cortes. Que todo el tiempo hacen “política”. Que su negocio es hacer “política” -en este caso contra la Argentina y su gobierno. Y que todo este conflicto dista de ser una cuestión “ascéptica” que se resuelve tan sólo con buenos abogados.