No hay lugar para Macri y Massa

“Ya no hay lugar para los dos, porque esta es mi parada”
(Vicentico, “La Nada”).

La disputa entre Mauricio Macri (PRO) y Sergio Massa (Frente Renovador) continúa vigente, pese a que el jefe de Gobierno porteño le ha sacado una importante ventaja al ex intendente de Tigre y ha empezado a polarizar con el principal candidato presidencial por el kirchnerismo, Daniel Scioli.

Las Paso de Mendoza y Santa Fe, resultaron un espaldarazo importante para las expectativas nacionales de Macri, quien fue el gran vencedor de la jornada de anoche, consiguiendo un importante envión para su carrera presidencial con la performance de Miguel del Sel en Santa Fe, que se encamina a ser el próximo gobernador de esa provincia.

La última encuesta de Poliarquía le da a Macri unos 27 puntos sobre 20 de Massa. Mas allá de las diferencias según el encuestador, el PRO se benefició con el acuerdo con la UCR y ha logrado despegarse del Frente Renovador. Lo que de alguna manera se vio reflejado en las elecciones internas de Mendoza y Santa Fe, donde el tigrense apenas arañó el 7 por ciento de los votos en “la bota” argentina con sus precandidatos Eduardo Buzzi y Oscar “Cachi” Martínez.

Massa no está muerto ni mucho menos. Su motor es el territorio bonaerense y sabe que unos 30 puntos en la principal provincia del país le significan unos 15 puntos a nivel nacional. Eso lo hace estar muy vivo. Tal vez hoy no le alcance para un ballottage pero conserva el suficiente caudal de votos para que Macri no gane en octubre.

La pelea Macri versus Massa, mas allá de quien esté en mejor lugar que el otro, es funcional al Frente para la Victoria. ¿Por qué? No sólo porque el “veranito” que goza el oficialismo consolida su posición electoral. ¿Es imposible pensar que un Scioli, a quien un sector de la sociedad no considera kirchnerista ni el hijo prodigo de Cristina Fernández, pueda ganar en primera vuelta con una oposición dividida? No.

Mas aún. Un macrista o un massista podría razonar. No es necesario unir a la oposición. Si Macri o Massa llegan a un ballottage con Scioli, automáticamente el voto antikirchnerista votará al que represente a la oposición y listo. No es así.

El voto antikirchnerista ronda un 30 por ciento. Otro 30 por ciento pertenece a ciudadanos que creen que el gobierno hizo las cosas bien pero cometió errores, o que hizo las cosas mal pero tuvo aciertos. No son anti k. En ese segmento, un Scioli menos kirchnerista y mas peronista como se espera verlo después de las PASO, con la necesidad de atraer el voto de los “independientes”, podría pelearle tanto a Macri como a Massa esa franja del electorado.

Ante lo expuesto, la conclusión es obvia: no hay lugar para que convivan con su candidatura presidencial Macri y Massa, si es que la oposición quiere aumentar sus chances de ganarle al oficialismo en octubre.

Es lógico pensar que una oposición unidad pueda resultar una expresión demasiado heterogénea, aunque no así si el esquema es como el que pretenden armar el PRO y la UCR. Fórmulas puras de uno y otro partido que compiten entre sí bajo el mantra peronista, “el que gana conduce y el que pierde acompaña”. Eso sí, intercalando las listas de candidatos a legisladores nacionales y provinciales para que cada fuerza gane sus bancas.

¿Será posible? El radicalismo y Massa lo aceptarían. No así Macri, que cree que tiene chances de vencer primero a Massa, quedándose con el electorado opositor y después al kirchnerismo.

Si el jefe del PRO consigue esta semana sellar la fórmula Oscar Aguad-Héctor Baldassi con apoyo del Frente Cívico de Luis Juez en Córdoba y consigue en las PASO porteñas su delfin Horacio Rodríguez Larreta derrota a la rebelde Gabriela Michetti, Macri habrá salido fortalecido y será imposible que revea la posibilidad de un frente bajo el mismo techo con Massa.

Si en cambio Macri sufre un importante revés en la interna porteña y se complica el armado cordobés, quizas algún asesor o el propio Jaime Duran Barba le aconseje analizar al menos, la posibilidad de confluir con su competidor del Frente Renovador.

CFK y el dilema Insaurralde

La presidenta Cristina Fernández se enfrenta por partida doble a una decisión que puede marcar a fuego el futuro del Frente para la Victoria: inclinarse por candidatos kirchneristas que no traccionan muchos votos corriendo el riesgo de perder la Nación y la provincia de Buenos Aires o avalar el pragmatismo peronista y abrazar a los candidatos que mejor miden en el amplio oficialismo.

“Puede gustar o no, pero la dupla Scioli presidente, Insaurralde gobernador es la mejor, lejos, y nosotros queremos ganar”, razonó un intendente de uno de los principales municipios del Conurbano bonaerense.

Bajo la mirada cristinista, el caso de Martín Insaurralde tiene matices similares al de Daniel Scioli. Se trata de un dirigente que construyó una imagen en la provincia, en gran parte basada en su esposa Jssica Cirio y en sus incursiones farandulezcas de la mano de Marcelo Tinelli, que le es propia y no depende ni del Gobierno, ni del kirchnerismo.

Si bien es un dirigente “construido” por la propia Presidenta cuando decidió ponerlo a la cabeza de la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia allá por 2013, en momentos en que el oficialismo pretendía evitar o al menos no perder por goleada con Sergio Massa, a esta altura, aún vacío de propuestas políticas, Insaurralde cuenta con votos propios, cuya volatilidad es discutible.

El problema de Cristina Fernández reside en sus limitaciones de conducción. Néstor Kirchner no sólo llevó a Scioli como vicepresidente sino que lo utilizó para hacerse de la provincia de Buenos Aires, pero siempre conduciéndolo y no permitiendo que se le cruzara por la cabeza irse del Frente para la Victoria. Cuando la relación se tensaba, Kirchner bajaba y ensayaba un gesto conciliador para que Scioli nuevamente se alineara con el resto de la tropa.

Cristina, en cambio, no quiere conducir a ese tipo de dirigentes “ni”; mas aún, exige pleitesía de todos, y el que no está de acuerdo, que se vaya. Como admitió días atrás la Presidenta, cuando relataba que la llevó a tomar la decisión de operarse de la cabeza, con los riesgos que implicaba: jugar a todo o nada. Pero en la política no prima la opción entre “blanco” o “negro” sino que hay grises, matices o, como suelede decirse en clave peronista, a veces “es necesario tragarse algunos sapos”.

Paradójicamente, los momentos en que mas argumentos tuvo Scioli para romper con el kirchnerismo fueron tras la muerte de Néstor Kirchner y en su fría relación con la Presidenta. Trazando un paralelo, Insaurralde fue mas allá y, sin ninguna conducción por parte de Cristina, quien lo dejó a la deriva después de la derrota electoral del 2013 y ni siquiera lo invitó a tomar el té en Olivos para “conservarlo en el redil K”, el lomense hizo su camino y coqueteó con quien era la nueva estrella política, Sergio Massa.

Cuando Massa comenzó a descender en las encuestas y el escenario electoral se polarizó entre Scioli y Mauricio Macri, Insaurralde decidió y prefirió quedarse en el FPV y candidatearse a gobernador bajo el ala sciolista. ¿No es acaso una especulación política válida? ¿El peronismo no se ha caracterizado por priorizar a los dirigentes que tienen votos, mas allá de su estilo? Esa es la contradicción que debe resolver Cristina Fernández.

Semanas atrás, durante una reunión del otro precandidato presidencial fuerte del kirchnerismo, Florencio Randazzo, con intendentes peronistas y luego de que el ministro explicara la importancia de continuar el proyecto kirchnerista, uno de los caciques del conurbano bonaerense lo paró en seco: “Florencio, qué venis a hablarme del proyecto, a nosotros nos interesa ganar”.

La decisión de Insaurralde de competir por la gobernación fue duramente cuestionada por el kirchnerismo, que le recordó su protagonismo en el programa “Bailando por un sueño” o le sugirieron ir por la reelección en Lomas de Zamora. Rápido, el actual intendente se comparó con Scioli al señalar que, al igual que el gobernador, ahora es criticado por los K pero cuando vean que es el candidato que mas mide, lo aceptarán.

La desconfianza de Cristina Fernández en Scioli y hasta en el propio Randazzo, lleva a la Presidenta a buscar encorsetar al gobernador bonaerense, el candidato K mejor posicionado, buscándole un compañero de fórmula ultrakirchnerista, Axel Kicillof o Eduardo de Pedro.

Sin embargo, un problema similar se le plantea en la provincia de Buenos Aires. Insaurralde, según distintos sondeos, estaría por arriba de otros postulantes, todos ellos ultrakirchneristas, como Julián Domínguez, Diego Bossio o Patricio Mussi. Demás esta decir que, representando casi el 40 por ciento del electorado nacional, la provincia de Buenos Aires es clave para cualquier dirigente que aspire a la Casa Rosada.

¿Apostará Cristina a una fórmula “Scioli presidente, Insaurralde gobernador” si fuera la mejor posicionado en intención de votos? ¿Echaría a Insaurralde del Frente para la Victoria, obligándolo a ir por afuera o, quizás, como candidato de Macri?

Néstor Kirchner tal vez hubiera apostado al tándem Scioli-Insaurralde, si lo acercaba más a un triunfo, haciendo todo por encorsetarlos y para que el kirchnerismo sobreviva.

Telaraña kirchnerista

La posible candidatura de Cristina Fernández a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires o al PARLASUR, guarda bajo llaves un interrogante que preocupa al peronismo. ¿Su nombre en la boleta le suma o le resta votos al candidato presidencial oficialista?

Pero no solo la posible candidatura de la mandataria transmite inquietud en gobernadores e intendentes del PJ. Axel Kicillof o Eduardo “Wado” de Pedro como probables compañeros de fórmula de Daniel Scioli, ¿traccionan votos a la candidatura del gobernador bonaerense en su carrera hacia la Casa Rosada o los ahuyentan?

De seguro, si el postulante del Frente para la Victoria termina siendo Florencio Randazzo, para sorpresa de todos, la mandataria traccionará mas votos que su delfín. Ahora bien, si como marcan las encuestas el candidato del oficialismo es Scioli, la duda se acrecienta.

Está claro que el antikirchnerismo y la franja del electorado “ni” podría llegar a digerir a Scioli, a partir de sus permanentes cotocircuitos con Néstor y Cristina Kirchner, su impureza K y su amplio relacionamiento con todo el arco peronista y con los opositores. Lo que no avalaría de ninguna manera es que Cristina fuera en la misma boleta.

El combo para Scioli podría complicarse aún mas si la Presidenta decide que Kicillof o De Pedro vayan por la vicepresidencia. Automáticamente, el salvavidas de plomo lucirá en el cuello de Scioli.

El ministro de Economía es el mejor candidato que tiene La Cámpora para una incursión electoral. Aunque, está claro, para ir como “segundo de”, porque carece de aceptación, imagen e intención de voto suficiente para competir como postulante presidencial en las PASO del Frente para la Victoria.

¿Kicillof como vice de Scioli, sería piantavotos? En las elecciones generales de octubre, probablemente. Basta con remarcar la reciente demostración de la ignorancia del ministro respecto del trabajo periodístico.

Luego de cometer el error de afirmar que “no” tenía el número de pobres porque sería algo “estigmatizante”, ensayó una rídicula e inverosímil defensa que denota el desconocimiento de la labor de la prensa.

“Quiero denunciar esta maniobra y tendencia y forma de actuar: me hacen una entrevista de una hora y después toman una frase suelta, de una pregunta lateral, y con eso arman una agenda de lo que ellos quieren tratar”. Alguien debería explicarle al ministro que cualquier periodista titula con una frase un artículo periodístico, al que desde ya sacará del contexto de una nota general, sin alterar el espíritu de lo que quiso decir el entrevistado. No es tan difícil.

Entre el rechazo que genera Kicillof en un sector del electorado y el manejo discrecional que haría en el contacto con los medios si fuera candidato a vice de Scioli, claramente sería un factor de fuga antes que de tracción de votos para el actual gobernador.

Tal vez distinta sea la actitud del camporista De Pedro, si le toca cumplir con ese rol. Claro está que la agrupación a la que representa tiene peor imagen aún, por su destrato a los medios que no son oficialistas, lo cual tampoco sería un aporte a la carrera presidencial del oficialismo.

Quizás a a los fines de la interna, tanto el ministro de Economía como el joven Secretario General de la Presidencia sumen, a raíz de su identificación con “el modelo” para el público kirchnerista. Pero en las elecciones generales, las necesidades son otras.

Lo mejor que le puede pasar a Scioli es que la Presidenta le permita deisgnar a su compañero de fórmula y a su candidato a la gobernación bonaerense que compita con el resto. Sin importar, incluso, que la lista de legisladores nacionales sea diseñada por Cristina sin consenso alguno.

Pero si el mandatario provincial tiene que “lidiar” con un vice “piantavotos” y la presidenta como candidata a legisladora, será muy empinada la pendiente que Scioli deberá sortear, sobre todo si hay un ballottage con Mauricio Macri.

Los desafíos del nuevo escenario político

Ernesto Sanz, el presidente de la UCR, fue el artífice de llevar a su partido nuevamente a una instancia semifinal de la que puede salir victorioso o con una derrota que lo margine, como dirigente, de la discusión partidaria en la etapa por venir a partir de diciembre.

El radicalismo recobró momentáneamente los bríos que lo llevaron en los 80 y parte de los 90 a ser el segundo partido en importancia, la alternativa al peronismo. Dos gobiernos fallidos por distintas circunstancias, el de Raúl Alfonsin y el de Fernando de la Rúa, le quitaron ese rol y destrozaron el sistema bipartidista convirtiéndolo en el PJ y el resto. Ese “resto”, fue mutando en distintos nombres y liderazgos que aparecían y desaparecían.

En los últimos años, después del letal “2 por ciento de los votos” que obtuvo de la mano del ahora filokirchnerista Leopoldo Moreau en las elecciones presidenciales del 2003, la UCR intentó alcanzar el bote de salvación por distintas vías.

En 2007, el entonces titular de la UCR, Gerardo Morales, entabló una alianza para llevar como candidato a presidente a Roberto Lavagna; en el 2011, el entonces postulante presidencial radical Ricardo Alfonsin, armó un frente llevando al peronista disidente Francisco de Narváez como candidato a gobernador bonaerense. Ambas aventuras terminaron en derrotas estrepitosas sin que nada le quedara al centenario partido, además del descrédito.

El actual es el tercer desafío en esa materia. Perspicaz, Sanz se ocupó de anticipar que un frente con Mauricio Macri implicaba no sólo competir contra él en internas sino un compromiso de compartir el gabinete nacional si el Jefe de gobierno porteño llegara a la Casa Rosada en diciembre. Catorce año después del fallido proyecto de la Alianza, un radical volvería a integral un elenco ministerial. Fuerte.

La apuesta no parece estar mal a simple vista. Sin un candidato fuerte para ganar en octubre (ni Sanz ni Julio Cobos lo son) , una alianza con el PRO le permitiría a los radicales llegar al poder, además de asegurarse varias provincias y aumentar la cantidad de gobernadores de boina blanca.

Pero en política “2 + 2” no siempre da “4”. Un frente no quiere decir que los votos de Macri se suman automáticamente al de los radicales. Esa cuenta ya la hicieron Gerardo Morales y Ricardo Alfonsin antes. ¿Qué tiene para perder el partido? No mucho. Ni Sanz, ni Cobos ni Morales ni Ricardo Alfonsin lideran el radicalismo. Mas aún, la UCR no tiene un líder desde la muerte de “Don Raúl” y, a diferencia del Peronismo que a los líderes los “construye”, el radicalismo necesita que sean “naturales”. Muy difícil.

Por eso si las cosas salen mal, los radicales tendrán mas gobernadores y seguirán, como hasta ahora, sin un referente partidario. Por el contrario si llegan al poder, Sanz se convertirá en su líder y cómo le ira a un eventual gobierno comandado por Macri, es un exceso de futurología periodística.

Macri, en tanto, logra sacarle una importante ventaja a su contrincante, en la pelea por el liderazgo opositor: Sergio Massa.

Massa queda prácticamente aislado en el armado opositor. Sin los radicales, el PRO y la centroizquierda (Margarita Stolbizer, Pino Solanas y los socialistas) que llevarán una alternativa propia, se queda sin socios políticos y escasos candidatos. La apelación a “la gente” que puede hacer el ex intendente de Tigre no es menor, dada su juventud y su probada audacia, pero en términos electorales-presidenciales puede resultar escaso.

¿Cambia el escenario político? Depende de Macri y de Sanz. Si logran construir una alianza, borrando hacia atrás la Alianza UCR-Frepaso, habrán cambiado el mapa político argentino. En ese caso, el oficialismo será el mas perjudicado.

Quizás la excusa del acuerdo de Macri con la UCR sirva al Peronismo para exigir, ya no reclamar a la presidenta Cristina Fernández, que diseñe una campaña electoral con candidatos para ganar. El PJ no puede esperar ver qué pasa con el nuevo frente para diseñar su estrategia. Ningún intendente o gobernador quiere perder sus prebendas y volver al llano por los juegos de poder de una Presidenta saliente y sin reelección.

El desafío de Daniel Scioli también se agiganta. Ya no basta con su figura y con atarse al proyecto kirchnerista. Mas que nunca, para no sufrir un ballottage anti K, Scioli necesita del abrazo peronista, desde Cristina Fernández a Eduardo Duhalde.

Scioli está convencido que la sociedad no quiere un “cambio” como profesa su contrincante Macri, sino que espera “continuidad con cambios” respecto del gobierno de Cristina.

Ahora bien, agotado el menemismo, Carlos Menem hizo poco y nada para ayudar a Eduardo Duhalde, entonces candidato presidencial por el oficialismo, a triunfar en los comicios presidenciales y quien venció fue, en ese entonces, el “cambio”, la dupla De la Rúa-Chacho Alvarez. ¿Volverá a repetirse la historia?

Para seguir liderando, Cristina necesita perder en octubre

Cristina Fernández y el Peronismo ortodoxo iniciaron una disputa sin retorno, que pone en vilo las chances del candidato del Frente para la Victoria en las elecciones presidenciales de este año.

Tal como ocurrió cuando los Kirchner llegaron al poder y se consolidaron en el liderazgo del PJ allá por el 2005, sacándose de encima a su padrino, Eduardo Duhalde, el Gobierno pretende ahora imponer las listas de candidatos a legisladores provinciales, senadores y diputados nacionales,  así como gobernador y fórmula presidencial.

Suena coherente con la etapa kirchnerista pero lo que cambió es que se trata de una presidenta que tiene los días contados, que se va del poder. Esto significa, leído en clave peronista, que su palabra y su decisión ya no tiene el mismo peso, sobre todo para decidir sobre cuestiones que hacen al futuro de intendentes y gobernadores.

“El peronismo es como un depredador, cuando olfatea sangre, va por la presa”, razona un histórico dirigente justicialista que sirvió al menemismo, al duhaldismo y al kirchnerismo. El hombre no aclara, porque es intrínseco a la lógica pejotista, que la presa puede ser un “compañero” o “compañera” cuyo liderazgo se acaba y es necesario reemplazarlo. Como Hizo Néstor Kirchner con Duhalde. Duhalde lo puso en la Presidencia y después Kirchner lo desalojó del sillón de líder justicialista.

Echar al histórico operador peronista, cercano a Daniel Scioli, Juan Carlos “Chueco” Mazzón, es un mensaje de la Presidenta al Peronismo: acá las listas las decido yo e irán en su mayoría los dirigentes de La Cámpora.

La jugada que Cristina quiere ejecutar para que el kirchnerismo no se diluya en un “ismo” más y termine, como paso con el menemismo y el duhaldismo, absorbido por el PJ, es dejar después de diciembre de 2015 un núcleo duro K en el Congreso Nacional y en las Legislaturas provinciales. Como una bomba de tiempo, programada para que estalle el 11 de diciembre de 2015.

En el terreno de los interrogantes flota la hipótesis de si la Presidenta pretende convertirse en la Jefa de la oposición, lo cual sería a prima facie sospechoso porque para serlo necesita que el Peronismo, el candidato del Frente para la Victoria, pierda en las elecciones de octubre. De lo contrario, el peronismo tendrá como nuevo líder a Scioli, porque el Presidente, quien ostenta la lapicera y ejecuta el presupuesto nacional, manda.

Es entendible que Cristina no designe a su “heredero”, porque como ya lo ha escrito el mexicano Carlos Fuentes en el libro “La silla del Aguila”, el poder se le escurriría en segundos, como arena entre las manos. Pero también es entendible que la incertidumbre que genera la posibilidad que elija a un candidato que no sea el que mejor mide –Daniel Scioli- moleste a la dirigencia peronista que pretende, lógico, seguir conservando intendencias y provincias. Por eso, no puede estirar mucho tiempo mas la definición.

La ventaja que ostenta el cristinismo es que Scioli no es un líder político nato, que se presente como tal y que capitalice su imagen, presione, se rebele, para obtener lo único que ansía: ser el candidato del peronismo y luego Presidente. Con su laissez affaire, el gobernador bonaerense permite que, a nueves meses de dejar el poder, los tiempos los maneje Cristina. Pero cuidado, cualquier decisión de la Casa Rosada que vaya en contra de su obsesión presidencial, podría llevarlo a romper lanzas.

Si la Presidenta decide sus predilecciones político-electorales a último momento, será una prueba fiel de que pretende una derrota oficialista, que gane Mauricio Macri, para luego volver ella o permitir que un verdadero kirchnerista aterrice la Casa Rosada.

Parece alocado, no extraño a la estrategia K sobre la política. Néstor Kirchner planificaba a largo plazo y cuando allá por el 2003, apenas arribado al poder, se hablaba de la alternancia presidencial Néstor-Cristina-Néstor, parecía una locura. Y terminó ocurriendo así, aunque el periodo 2011-2015 era el turno del santacruceño, que truncó su muerte, entonces Ella debió tomar la posta.

La esperanza amarilla

Mauricio Macri se ha convertido en la sorpresa política de las últimas horas al pasar, por primera vez desde el inicio temprano de la campaña pre-electoral, al primer lugar de preferencias de los votantes de acuerdo a dos sondeos de las encuestadoras mas serias que quedan en el mercado.

Tanto las consultoras Managment & Fit como Poliarquía han coincidido, con diferencias en los guarismos, en que Macri se ha posicionado respecto de los otros dos dirigentes peronistas en el primer lugar de las preferencia de los votantes, llevando alarma a los bunkers de Scioli y de Massa. Mientras M & F otorga un rango de Macri 28, Scioli 24 y Massa 19, Poliarquía acorta las ventajas entre uno y otro pero mantiene el mismo orden.

El caso Nisman, tanto la denuncia del fiscal contra la presidenta Cristina Fernández como su muerte, claramente fue capitalizado por el líder del PRO ante el oficialismo y ante Massa, su inmediato contrincante.

¿Qué significa esto? En primer lugar, las distancias entre los candidatos siguen siendo mínimas y pueden revertirse de aquí a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que se celebrarán en agosto. Pero el efecto de la “pole position” de Macri por primera vez puede aumentar los márgenes.

El ecuatoriano asesor del PRO, Jaime Durán Barba, parece no haberse equivocado cuando le recomendó al jefe de Gobierno porteño que focalizara su discurso en una alternativa, no solo al gobierno de los Kirchner sino al peronismo. Por eso, Macri se cansó de denunciar que el peronismo ya tuvo muchas décadas en el poder e hizo las cosas mal, que es necesario un cambio de rostros, darle la oportunidad a otros.

¿Estará dispuesto a votar el electorado nacional por un cambio?¿O se impondrá finalmente el voto conservador argentino, de cambiar pero no mucho?¿Qué pasará con el voto peronista, hoy dividido entre oficialistas y opositores?

Los distintos sondeos podrían terminan polarizando las elecciones entre Macri y Scioli. Ocurre que Massa, competidor directo del referente del PRO por el liderazgo opositor, tiene la desventaja del armado territorial que no le permite consolidar su imagen en algunos distritos claves y, en esa disputa, Macri mantiene una leve ventaja.

Los sondeos de opinión no llegaron a contemplar el efecto que puede causar, sobre todo en la provincia de Santa Fe, uno de los cuatro principales distritos electorales del país, la flamante incorporación al proyecto “Macri 2015” de Carlos “el Lole” Reutemann.

Reutemann aún tiene ascendente en tierra santafesina y en el electorado peronista y agropecuario. Su respaldo a Macri no sólo implica casi un cheque en blanco para que Miguel del Sel sea el próximo gobernador de Santa Fe de la mano del PRO y secundado por un dirigente radical; también aportará votos a nivel nacional ya que seguro formará parte de la boleta “Macri Presidente, Reutemann senador nacional”. El “Lole” era un dirigente que Massa quería, incluso, como su compañero de fórmula.

Pero el efecto Macri podría ser similar al de una bola de nieve. En Mendoza irá en alianza con el radical Alfredo Cornejo, en un acuerdo que selló el actual titular de la UCR Nacional, Ernesto Sanz. En Córdoba establecerá una alianza con Luis Juez y un sector del radicalismo encabezado por Oscar Aguad para que, junto al macrista Héctor Baldassi, intente arrebatarle la gobernación al candidato de José Manuel de la Sota o generar una ola macrista en esa provincia.

En Capital Federal, el triunfo del PRO es prácticamente inobjetable, aunque la duda es si el sucesor será del riñón del macrismo, con Horacio Rodríguez Larreta o si finalmente Gabriela Michetti impondrá la fuerza de los votos. Mientras que en la provincia de Buenos Aires, la principal deficiencia del macrismo, la idea sería mantener a María Eugenia Vidal pero sustentada en la imagen que Macri tiene en territorio bonaerense.

A la luz de los últimos movimientos, el crecimiento de Macri podría llegar a forzar dos situaciones: a) que el radicalismo finalmente se incline por una alianza con el PRO, al igual que ya lo selló Elisa Carrió o bien que otorgue libertad de acción y, quizás, pueda conformar una fórmula presidencial con algún dirigente de peso del partido centenario como Ernesto Sanz; b) Que Scioli comience a diseñar una estrategia para, en caso de ir a un balotaje con Macri, captar el voto peronista, desmarcándose, una vez que gane las internas del Frente para la Victoria, del kirchnerismo de paladar negro.

Scioli tiene todavía una carta importante, que es el peronismo y su estructura nacional, siempre y cuando logre hilvanar el ala kirchnerista con el peronismo ortodoxo, en gran parte antikirchnerista, pero que, pragmático, irá detrás de quien tenga chances de llegar al poder y mantener su status quo.

De consolidarse la tendencia marcada por las últimas encuestas, será necesario seguir de cerca los pasos tanto de Massa como del resto del Frente Amplio Unen (Pino Solanas, Hermes Binner, Margarita Stolbizer) porque en sus movimientos podrían residir el  crecimiento o no del jefe de gobierno porteño como “el candidato opositor” en las instancias decisivas de las elecciones.

¿La esperanza amarilla o la ola naranja? Hacia ese callejón parece encaminarse, sólo por ahora, la alternativa electoral.

El dedo de CFK

El adelanto de la campaña electoral, prevista formalmente para mediados de 2015 pero que durante todo el 2014 fue presentando a los principales candidatos, se convirtió en un dolor de cabeza para la presidente Cristina Fernández.

Si bien luego de la derrota en las elecciones legislativas del 2013, que enterraron cualquier posibilidad de re-reelección de Cristina Fernández, muchos sectores de la oposición pensaron que el oficialismo o el peronismo oficialista estaba terminado, la realidad viene demostrando que no es así.

Si bien este año comenzó con un Daniel Scioli como el principal competidor oficialista en tercer o cuarto lugar en la mayoría de las encuestas, sobre el fin del año el gobernador bonaerense culmina peleando cabeza a cabeza con Mauricio Macri o, en el peor de los casos, con Macri y con Sergio Massa.

¿Cómo puede hacer Cristina Fernández para no respaldar la candidatura de Scioli?

Si la Presidente optara, como aspiran muchos precandidatos del Frente para la victoria como Florencio Randazzo, Sergio Urribarri, Julián Domínguez o Agustín Rossi, por elegir un candidato “mas kirchnerista”, que no sea el bonaerense, estaría dejando de lado al candidato que mas mide en cualquier encuesta. ¿Cristina puede darse el lujo de apostar a perdedor? A esta altura, no.

Pero además, un gesto de Cristina contra el mandatario bonaerense, a quien sus pares de otras provincias aceptan como el principal aspirante del oficialismo a la Casa Rosada, hoy sería boicotear la principal carta que tiene el peronismo para continuar siendo gobierno mas allá del 2015. Difícilmente los gobernadores peronistas que planean retener sus provincias, así como los intendentes de todo el país, aceptarían una jugada, por más que venga de la jefa de Estado, que haga correr riesgo su permanencia en el poder.

Tal vez la decisión mas acertada que debería tomar la primera mandataria sea la de levantarle la mano al vencedor de las internas del Frente para la Victoria, sin tallar a favor de uno u otro postulante.

¿Es posible para la Presidente y para el kirchnerismo encorsetar a Scioli?

La fantasía política sostiene que Cristina podría designarle a Scioli su compañero de fórmula, alguien de paladar negro, así como nombrarle la totalidad de la lista de legisladores nacionales. No obstante, es sabido, el rol del vicepresidente en la Argentina es meramente decorativo y protocolar. En lo que hace al ejercicio del poder, un vicepresidente puede estar o no, da lo mismo. Si no, habría que preguntarle a Amado Boudou, sin quien la Presidente puede gobernar el país, tranquilamente.

Ya hubo un intento de Cristina Fernández de nombrarle a Scioli un comisario político en la provincia, tal como ocurrió con Gabriel Mariotto, a quien designó candidato a vicegobernador de prepo, sin consultar a Scioli. ¿Qué pasó? Mariotto hoy es uno de las principales espadas sciolistas en la provincia.

La misma fantasía habla de hacer ingresar al Congreso Nacional a dirigentes que respondan a Cristina Fernández cuando haya dejado el poder, de manera tal de mantener latente al kirchnerismo.  ¿Es necesario explicar que los diputados responden al partido y ese partido en la mayoría de las veces responde al Presidente?¿Acaso no ha pasado ya, en la reciente historia argentina, que la lapicera del Presidente es mas fuerte que cualquier liderazgo ideológico?

La suerte de Scioli podría estar en manos del radicalismo. El frente UNEN está prácticamente destinado al fracaso como tal si participa con la integración de fuerzas que hoy presenta. Su principal candidato, que según la encuesta varía entre Julio Cobos y Hermes Binner, no supera el 7 u 8 por ciento de los votos.

Tal como lo plantean algunos dirigentes, la única manera que UNEN pueda aspirar a la Presidencia sería estableciendo alguna alianza con otros referentes opositores como Macri y/o Massa. Si la UCR decidiera, unilateralmente, establecer un frente con el PRO o el Frente Renovador, automáticamente ese espacio pasaría a pelear el primer lugar con el gobernador bonaerense.

¿Está el radicalismo en condiciones de romper con UNEN? En marzo próximo, inevitablemente la UCR se reunirá para analizar el escenario electoral. Las opciones, proyectadas en el tiempo, serían permanecer en UNEN pero sin ninguna posibilidad de llegar a la Casa Rosada mas que ganar algunas provincias o bien establecer algún frente con otras fuerzas.

Obviamente, la segunda decisión haría volar por los aires al frente de centro-izquierda, ya que tanto los socialistas de Binner, como Proyecto Sur de Pino Solanas dejarían el espacio. Aunque Elisa Carrió podría mantener sus pies adentro, si la sociedad se establecer con el PRO de Macri.

Lo único claro a esta altura es que tres candidatos por la oposición –Macri, Massa y Cobos o Binner- es demasiada ventaja para el Frente para la Victoria, Peronismo oficialista o como se llame, que viene ratificando en cada encuesta que se hace, que contiene alrededor de un 30 por ciento de adhesiones y que, de ninguna manera, eso se traduce en que el principal referente opositor recaudaría automáticamente el 70 por ciento restante. Sencillamente porque Scioli, para mucha gente, no es considerado un kirchnerista, sino como él mismo se definió recientemente: peronista, cuyo partido es el núcleo del Frente para la Victoria.

La revancha del PJ

Kirchneristas de Cristina vs peronistas de Scioli

“Soy el candidato del Peronismo, núcleo del Frente para la Victoria”, aseveró Daniel Scioli, ante la pregunta de Mirtha Legrand del sábado por la noche acerca de su postulación, por qué partido era.

Ergo, el gobernador bonaerense es circunstancialmente kirchnerista pero, ante todo, peronista. Es decir, los “ismos” pasan, pero el PJ siempre queda. 

Esa línea imaginaria precisamente es la que divide al oficialismo hoy: kirchneristas vs peronistas. Continuar leyendo

UNEN, con destino de ruptura

Hace quince años que la UCR está inmersa en una crisis de liderazgo, tras el repliegue y fallecimiento de su último caudillo, Raúl Alfonsin. La última “jugada” política del ex presidente fue, vaya paradoja, promover una alianza del partido con una fuerza peronista de centroizquierda como el Frepaso de Carlos “Chacho” Alvarez que llegó al gobierno en 1999.

De allí en más, el radicalismo no paró de establecer alianzas erróneas que lo llevaron a éxitos efímeros pero que luego devinieron en rotundos fracasos y un nuevo cisma en el centenario partido. La Alianza UCR-Frepaso, el acuerdo para llevar a Roberto Lavagna como presidente en 2007, la coalición entre Ricardo Alfonsin y Francisco de Narváez en 2011 y, la más reciente, que puede romperse aún antes de haber competido de una elección nacional, el Frente Amplio Unen (FAU) en una comunión con socialistas, la Coalición Cívica de Elisa Carrió, Proyecto Sur de “Pino” Solanas y otros sectores.

Sin un líder natural, el radicalismo es sinónimo de crisis, enfrentamientos y divergencias. Un partido que, a diferencia del peronismo, no acepta una conducción colegiada y tampoco genera liderazgos, sino que mas bien los rechaza, en un falso concepto de la práctica “democrática”, detrás de un estado de asamblea permanente que establece acuerdos frágiles.

El frente UNEN está destinado al fracaso, al menos a nivel nacional. Cualquier “consenso” que alcance hoy la UCR, solo será un paliativo para ponerle fecha de defunción al tan mentado espacio de centroizquierda.

Si los radicales aceptan –algo casi imposible- un acuerdo con Mauricio Macri, el ala de centroizquierda conformada por Hermes Binner, “Pino” Solanas y el Movimiento Libres del Sur romperá. Si en cambio el acuerdo es sólo con Sergio Massa –también improbable- a Binner y Solanas se sumará el sector de Ernesto Sanz, Elisa Carrió, Luis Juez y Oscar Aguad, que seguirían otro camino.

Si finalmente, deciden continuar con Unen, sin acuerdos de otra índole, el fracaso tendrá como fecha limite marzo, cuando los precandidatos presidenciales se den cuenta que ninguno de ellos tiene posibilidades de acceder siquiera a un balotaje en las elecciones de 2015.

La muy promovida idea de todos los candidatos de la oposición a una sola interna, para dirimir en las PASO del año que viene quién es el líder opositor que deberá enfrentar al kirchnerismo, es peligrosa y, en principio, inviable.

Peligrosa porque un sector, que puede ser muy importante, de la sociedad, le suele escapar al “rejunte”. La experiencia de la Alianza UCR-Frepaso, de reunir al agua con el aceite sigue latente. De hecho, Unen representó y confirmó en la práctica, la heterogeneidad de sus integrantes. ¿Podrá el electorado antikirchnerista aceptar que Macri, Massa, Carrio o Cobos, cualquiera de ellos, puedan ser sus candidatos? Mas aún, ¿quién asegura que ante ese escenario, la masa de votantes que concurra a la interna opositora será la misma que votará al ganador en la elección presidencial? ¿Una polarización candidato kirchnerista vs candidato opositor, no podría favorecer al aspirante oficialista, sobre todo si se trata de algun dirigente no puramente K como Daniel Scioli?

Lo que nace con demasiados interrogantes, difícilmente logre encontrar certezas, sobre la marcha.

La idea del Frente Anti K también en inviable porque difícilmente Macri acepte competir con Sergio Massa, a quien, al igual que Scioli, ha fijado como sus límites. Nada de alianzas de cúpula con candidatos peronistas. Tampoco aceptaría el socialismo un convite de esas características.

Dirigentes como Binner y Cobos observan que se ha puesto en regla el “vale todo”, por lo que no sería extraño que ambos terminen como candidatos a gobernador en sus respectivas provincias, Santa Fe y Mendoza.

Para Binner sería una buena excusa para apuntalar una elección que viene mal para el frente compuesto por socialistas y radicales santafecinos. Los socialistas admiten, puertas adentro, que el macrista Miguel del Sel hoy está liderando las encuestas. Y necesitan de sus mejores hombres para retener la gobernación, cascoteada por el narcotráfico y la inseguridad y con un peronismo dividido.

Lo de Cobos es distinto, pero el mendocino sabe que si su apellido encabeza la lista en Mendoza, el triunfo está asegurado.

La teoría de los tres tercios se va consolidando paulatinamente. Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa se perfilan como las tres mejores alternativas de gobierno para el próximo año. Quien corre con una leve ventaja es el gobernador bonaerense. Si Macri y Massa llevan la disputa por el liderazgo opositor hasta el final, el beneficiado podría ser el principal candidato del kirchnerismo. La lógica del ajedrez político es que los jugadores sean solo dos: un oficialista y un opositor.

En ese esquema, el radicalismo se transformó en la porción de torta que Macri y Massa quieren cooptar porque, de esa manera, podrían obtener el desequilibrio necesario para alzarse con el trofeo de “la alternativa antikirchnerista”.

Mas allá de la decisión de la cumbre radical, el nuevo cisma de Unen está a la vuelta de la esquina. Podrán extender su agonía e, incluso, hacerla llegar hasta las PASO de agosto de 2015. Pero nada más.

La política personalista y farandulera

Foto 1. Tras una larga semana de internación, la presidenta Cristina Fernández fue dada de alta, aunque debe hacer reposo en la residencia de Olivos. En estos siete días, como nunca, quedó reflejado que la Argentina sigue siendo gobernada por el personalismo.

Con el vicepresidente Amado Boudou doblemente procesado y sumando complicaciones en la Justicia, el ministro de Economía Axel Kicillof se convirtió en el virtual Presidente apareciendo en actos junto a ministros o encabezando la delegación la semana próximo a Australia, para participar del G-20.

No hay un equipo de Gobierno; hay una persona en la que recaen todas las responsabilidades y si no está, el poder queda en manos de uno de los referentes de La Cámpora.

Foto 2. EL diputado nacional por el Frente para la Victoria Martín Insaurralde fue noticia la semana que pasó por su casamiento con Jessica Cirio.

En medio de las gravísimas consecuencias que aún siguen provocando las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, en municipios como el de Lomas de Zamora donde Insaurralde sigue siendo intendente, aunque en licencia, ¿era necesario tal exposición? ¿No hubiese sido mejor transformar su casamiento civil y la fiesta en algo más privado y no exponerlo en estos momentos?

Acertadamente, ni Daniel Scioli ni Sergio Massa asistieron a la fiesta. Ni el gobernador bonaerense, ni el diputado que quiere ser presidente ni el intendente de Lomas de Zamora en uso de licencia, deben ostentar en momentos en que miles de bonaerenses la están pasando muy mal.

El personalismo y el farandulero

“Néstor era como medio gabinete en una sola persona”, reflexiona un ex funcionario de Néstor Kirchner, dándole un valor agregado al santacruceño hiperkinético que manejó los hilos del kirchnerismo cuando era presidente y también cuando le tocó serlo a su esposa, Cristina Fernández. No obstante aquél protagonismo reflejó también lo imprescindible que era ese hombre para “el modelo”.

Un cuadro político de esas características, ¿por qué dirigentes de peso decidió reemplazarlo Cristina? Por nadie. En lugar de suplantar a Kirchner por dos o tres funcionarios de peso, que aporten un debate interno y enriquezcan la gestión de gobierno, se optó por ascender a los chicos de La Cámpora, para que se transformen en el sostén de Cristina Fernández. Increíble.

El kirchnerismo en la actualidad es el culto a la persona. En política, el personalismo es la adhesión de un movimiento político a una persona, a sus ideas y su voluntad. Es lo que ocurre en el oficialismo y con el Partido Justicialista, se subordina el interés partidario a las aspiraciones personales de la Presidenta. Si Ella está, todo fluye y nadie objeta las decisiones, salvo la oposición. Ahora, cuando Ella no está o, como ocurrió en estos días, se encuentra internada, el silencio se apodera del gobierno y la no gestión se hace latente, pese a los esfuerzos de los subordinados. No es un equipo de gobierno, es una persona el gobierno.

Basta con comparar el elenco ministerial de Cristina Fernández, con el que acompañó a Néstor Kirchner, y mas atrás los que manejaron el país junto a Raúl Alfonsin o Carlos Menem, para encontrar la diferencia de experiencia y trayectoria de los ministros actuales y los anteriores.

Está claro que ministros capacitados no hacen a un buen gobierno. Pero cuando hay problemas como una inflación que según la lente se ubica en 30 o 40 por ciento anual, y que genera una merma en el poder adquisitivo con la baja de índices de producción, consumo e inversiones, es mas fácil hallar una solución distinta si se tienen cuadros capacitados que adopten medidas mas eficaces que la del cepo cambiario, hacer desaparecer índices como el de la pobreza o directamente prohibir la sola mención del término “inflación”.

En el otro extremo del péndulo, está el farandulero. Insaurralde se convirtió en uno de los fenómenos políticos cuyo crecimiento se basa en sus apariciones en el programa de Marcelo Tinelli y en su vida mediática de la mano de su ahora esposa, Jessica Cirio.

A pocos minutos de haberse casado por civil, Insaurralde se enojo con un periodista que había criticado su falta de ideas, de definiciones. ¿Es justificado el enojo de un dirigente político que duda entre quedarse en el kirchnerismo o pasarse al massismo? ¿Es lo mismo para Insaurralde Daniel Scioli que Sergio Massa?

Insaurralde votó como diputado nacional a favor de la Ley de Abastecimiento y la Ley de Hidrocarburos, dos proyectos totalmente rechazados por el Frente Renovador de Massa. Y aún así, duda en quedarse en el Frente para la Victoria para irse al massismo. Evidentemente Insaurralde tiene un problema de identidad o no es nada mas que un especulador nato que irá con quien mida mejor, con tal de llegar a la gobernación bonaerense.

Salvando las distancias, su casamiento, por momentos, hizo recordar a muchos al de Carlos Menem con Cecilia Bolocco, que buscó generar un impacto tal en la opinión pública, que lo ayudara a ganar las elecciones presidenciales del 2003. Algo que ocurrió, aunque el “Turco” se bajó del ballottage con Kirchner.

Entre el personalista y el farandulero, están los dirigentes que trabajan y proyectan cómo mejorar la situación actual de la Argentina, sumida en la incertidumbre de la inflación y de la inseguridad. El camino del medio, ese que eligieron millones de argentinos cuando se los obligó a definirse por uno u otro extremo, tal vez tenga chances en el 2015.