“Ya no hay lugar para los dos, porque esta es mi parada”
(Vicentico, “La Nada”).
La disputa entre Mauricio Macri (PRO) y Sergio Massa (Frente Renovador) continúa vigente, pese a que el jefe de Gobierno porteño le ha sacado una importante ventaja al ex intendente de Tigre y ha empezado a polarizar con el principal candidato presidencial por el kirchnerismo, Daniel Scioli.
Las Paso de Mendoza y Santa Fe, resultaron un espaldarazo importante para las expectativas nacionales de Macri, quien fue el gran vencedor de la jornada de anoche, consiguiendo un importante envión para su carrera presidencial con la performance de Miguel del Sel en Santa Fe, que se encamina a ser el próximo gobernador de esa provincia.
La última encuesta de Poliarquía le da a Macri unos 27 puntos sobre 20 de Massa. Mas allá de las diferencias según el encuestador, el PRO se benefició con el acuerdo con la UCR y ha logrado despegarse del Frente Renovador. Lo que de alguna manera se vio reflejado en las elecciones internas de Mendoza y Santa Fe, donde el tigrense apenas arañó el 7 por ciento de los votos en “la bota” argentina con sus precandidatos Eduardo Buzzi y Oscar “Cachi” Martínez.
Massa no está muerto ni mucho menos. Su motor es el territorio bonaerense y sabe que unos 30 puntos en la principal provincia del país le significan unos 15 puntos a nivel nacional. Eso lo hace estar muy vivo. Tal vez hoy no le alcance para un ballottage pero conserva el suficiente caudal de votos para que Macri no gane en octubre.
La pelea Macri versus Massa, mas allá de quien esté en mejor lugar que el otro, es funcional al Frente para la Victoria. ¿Por qué? No sólo porque el “veranito” que goza el oficialismo consolida su posición electoral. ¿Es imposible pensar que un Scioli, a quien un sector de la sociedad no considera kirchnerista ni el hijo prodigo de Cristina Fernández, pueda ganar en primera vuelta con una oposición dividida? No.
Mas aún. Un macrista o un massista podría razonar. No es necesario unir a la oposición. Si Macri o Massa llegan a un ballottage con Scioli, automáticamente el voto antikirchnerista votará al que represente a la oposición y listo. No es así.
El voto antikirchnerista ronda un 30 por ciento. Otro 30 por ciento pertenece a ciudadanos que creen que el gobierno hizo las cosas bien pero cometió errores, o que hizo las cosas mal pero tuvo aciertos. No son anti k. En ese segmento, un Scioli menos kirchnerista y mas peronista como se espera verlo después de las PASO, con la necesidad de atraer el voto de los “independientes”, podría pelearle tanto a Macri como a Massa esa franja del electorado.
Ante lo expuesto, la conclusión es obvia: no hay lugar para que convivan con su candidatura presidencial Macri y Massa, si es que la oposición quiere aumentar sus chances de ganarle al oficialismo en octubre.
Es lógico pensar que una oposición unidad pueda resultar una expresión demasiado heterogénea, aunque no así si el esquema es como el que pretenden armar el PRO y la UCR. Fórmulas puras de uno y otro partido que compiten entre sí bajo el mantra peronista, “el que gana conduce y el que pierde acompaña”. Eso sí, intercalando las listas de candidatos a legisladores nacionales y provinciales para que cada fuerza gane sus bancas.
¿Será posible? El radicalismo y Massa lo aceptarían. No así Macri, que cree que tiene chances de vencer primero a Massa, quedándose con el electorado opositor y después al kirchnerismo.
Si el jefe del PRO consigue esta semana sellar la fórmula Oscar Aguad-Héctor Baldassi con apoyo del Frente Cívico de Luis Juez en Córdoba y consigue en las PASO porteñas su delfin Horacio Rodríguez Larreta derrota a la rebelde Gabriela Michetti, Macri habrá salido fortalecido y será imposible que revea la posibilidad de un frente bajo el mismo techo con Massa.
Si en cambio Macri sufre un importante revés en la interna porteña y se complica el armado cordobés, quizas algún asesor o el propio Jaime Duran Barba le aconseje analizar al menos, la posibilidad de confluir con su competidor del Frente Renovador.