Un inundado, un voto

La campaña electoral se sumergió las últimas semanas en las aguas turbulentas de las inundaciones, que dejaron expuestas las miserias de la política y la solidaridad de los argentinos como dos caras contrapuestas de una lamentable realidad.

Por acción u omisión, los candidatos presidenciales Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa salieron a hacer proselitismo con los damnificados, disfrazados de hombres “solidarios” y de “gestión”.

Scioli traicionó su esencia, la de saber leer lo que la sociedad reclama en un determinado momento. Buena parte del capital político del candidato del Frente para la Victoria es su vínculo con “la gente”, que en una suerte entelequia, aprueba mucho más su figura que su gestión bonaerense.

En cada hecho trágico de relevancia mediática, Scioli no ha dudado y fue al lugar. Soporto los insultos lógicos de víctimas y damnificados, pero al final terminó abrazado con ellos, en algunas ocasiones dando respuesta, aunque tardía, a los reclamos, y recibiendo el agradecimiento de quienes antes lo habían agredido verbalmente.

Esta vez le falló el olfato. En otro momento, su viaje a Italia ya sea por el mantenimiento del muñón derecho, por descanso o placer, hubiera pasado desapercibido. Pero, a diferencia de cuando era el diputado de Carlos Menem, el Secretario de Turismo de Eduard Duhalde o el vicepresidente/gobernador de Néstor Kirchner, ahora el protagonista es él, está en el centro del escenario político y debería refinar aún mas su paladar para decidir qué movimiento es políticamente incorrecta y cual no.

Scioli es, además, su propio jefe: la presidenta Cristina Fernández lo dejó solo cuando las críticas opositoras arreciaban. Ella ordenó un silencio de radio a los funcionarios y dejó la “zona liberada” para que los dardos hacia su candidato presidencial no tuvieran ningún filtro. Hizo callar a Carlos Zannini, nada más y nada menos que compañero de fórmula de Scioli, desaparecido en todo el conflicto por las inundaciones y que en lugar de mostrarse ayudando a los damnificados, se ocultó. También mando a Aníbal Fernández, en su doble rolde jefe de Gabinete y candidato a gobernador, a hacerse el distraído sobre el periplo de Scioli a Europa.

Una fuente de la Casa Rosada intentó ensayar que la situación de Scioli era “indefendible”, argumento totalmente falso, teniendo en cuenta la lista de ocasiones “indefendibles” en que el coro de funcionarios y dirigentes kirchneristas salieron a defender por orden de Cristina a Máximo Kirchner, Axel Kicillof o Amado Boudou, por citar solo algunos ejemplos.

Está claro, y de eso no hay lugar a duda, que Scioli regresó oportunamente de su viaje porque todos están en campaña y él no podía dejar abierta la posibilidad de que un error suyo se tradujera en una merma del 38,4% que obtuvo en las PASO.

Mauricio Macri también hizo cuentas con el 30% que consiguió Cambiemos en las internas, y por eso brindó una conferencia de prensa para lamentar el panorama de las inundaciones y criticar la gestión kirchnerista por las obras nunca hechas.

Macri contrapuso lo que él hizo en la Ciudad –como los túneles aliviadores del arroyo Maldonado- para mostrarse ejecutivo en comparación de una provincia sin las obras hechas. Además,  mandó a su aspirante a la gobernación, la todoterreno María Eugenia Vidal, a mojarse los pies en las zonas damnificadas.

El desempeño electoral de Vidal fue la sorpresa de los comicios, la imagen fresca en una provincia hundida por la vieja política. Pero las fotos de la vicejefa de gobierno porteño, con un rostro en varias ocasiones demasiado a tono con la tragedia, tomando un mate mientras se hundía en el lodazal, despertaron también muchas críticas no sólo del sector K sino también de la ciudadanía, cansada del oportunismo político.

Ocurre que hoy las redes sociales permiten dejar en evidencia a los dirigentes, algo que antes solo estaba limitado a los medios masivos de comunicación. Y cualquier “error” o foto “producida” puede ser descubierta, viralizada y de inmediato sumar miles de cuestionamientos.

Massa, en tanto, no se quedó atrás y eligió el municipio de Mercedes, muy cerca de Luján, comandado por uno de los intendentes del Frente Renovador, Carlos Selva, para hacer campaña. Desde allí criticó tanto a Scioli como a Macri y se mostró con la gente que recibía donaciones para los damnificados.

Sin embargo, la Asamblea de los Inundados de Tigre amagó el sábado con un escrache frente a la casa de Scioli en Villa La Ñata (Benavidez, partido de Tigre) , que finalmente fue impedido por fuerzas de seguridad. Esa misma asamblea le viene reclamando a Massa, aunque el actual intendente es un delfín suyo, Julio Zamora, por las inundaciones que sufren barrios precarios como el que se ubica detrás del country Isla del Sol, donde vive el candidato presidencial por UNA.

Según el libro “Massa, una biografía no autorizada” de Diego Genoud, la proliferación de countries y barrios cerrados afectó a muchos barrios precarios que empezaron a inundarse como nunca antes. “Sus denuncias en el municipio ni siquiera llegaron al despacho del intendente. La única vez que Sergio se puso las botas y escuchó a los afectados por las inundaciones fue el 1 de Noviembre de 2014, cuando en la provincia de Buenos Aires hubo tres muertos”.

Pese a las distintas puestas en escena, los especialistas políticos consideran que el drama de estas inundaciones “difícilmente afecte” la intención de voto de alguno de los tres postulantes, habida cuenta que faltan más de dos meses para las elecciones generales. Mucho tiempo para olvidar lo ocurrido.

Ahora es el turno de Scioli vs. Macri

El triunfo del candidato porteño de Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, no sólo le permitió al PRO retener la hegemonía en la Ciudad para empezar a transitar la “Década Macrista” sino también sirvió como puntapie inicial de la campaña que ahora cobra protagonismo y que parecía lejana: la pelea por la Presidencia de la Nación.

El triunfo en los comicios porteños tuvo un sabor amargo y quedó reflejado en el clima tenso durante el escrutinio en el bunker del PRO en Costa Salguero, debido a la estrecha diferencia entre Rodríguez Larreta y Martín Lousteau que finalmente se cristalizó en unos 54 mil votos.

El macrismo seguirá sin mayoría propia en la Legislatura porteña pero su gestión podría tener una ventaja respecto a la de su antecesor. No es lo mismo para el PRO negociar los votos legislativos con el kirchnerismo, en mucho temas -como el de los “trapitos”- que con ECO, la fuerza de Lousteau con la que hay mas afinidades que discrepancias.

Por eso, los porteños quizás puedan esperar que una serie de problemas sin resolver por falta de consenso en esta nueva etapa se resuelvan en base a una negociación entre PRO y ECO, que deberá revalidar en el 2016 que es la segunda fuerza porteña.

Lousteau, en tanto, se convirtió en la estrella política que estuvo apunto de arrebatarle la Ciudad al PRO, con apenas dos años de estadía política en la Capital Federal, primero como parte de UNEN y al poco tiempo como jefe de una nueva fuerza política.

El joven economista intentará ser prescindente de la campaña presidencial, al menos hasta que el horizonte aclare y haya certeza entre ganadores y perdedores de este 2015 electoral. En su estrategia anida, seguro, el interrogante de si su figura cruzará la General Paz para inmiscuirse en algún entramado nacional o sólo se limitará a cumplir con su rol de diputado nacional con el objetivo de sentar las bases de una alternativa política en la Ciudad.

En cuánto a “las grandes ligas”, la campaña presidencial se relanza hoy. El propio Daniel Scioli intentó minimizar el triunfo del PRO en la Ciudad y, rápido de reflejos, llamó a Lousteau para felicitarlo y volvió a manifestarse por la plena autonomía de la Ciudad. Música para los oídos de los habitantes de la Ciudad, aunque el electorado en la Capital Federal no se caracteriza por besar la mano de quien los acaricia.

Scioli es conciente que necesita remontar la imagen del kirchnerismo e imprimirle su sello distintivo en distritos como la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. De otro manera, no le alcanzará con una ventaja clara en la provincia de Buenos Aires para contrarrestar el crecimiento de la oposición en los principales centro urbanos del interior del país, y en la Capital Federal.

Macri no llega a hoy con todos los triunfos que su equipo fantaseó –Santa Fe, Córdoba- pero sí lo hace con el envión de un posicionamiento de su figura en las provincias claves.

No en vano Macri intentó anoche nacionalizar el triunfo porteño y marcó claramente sus discrepancias y no tuvo empacho en marcar los logros kirchneristas como la asignación universal por hijo o la estatización de Aerolíneas Argentinas, YPF y los fondos de la Anses. Para diferenciarse, dijo que los administraría mejor, que erradicará la pobreza y que pretende una Justicia independiente y que no se persiga a quien piense distinto.

La foto a la que aspira el PRO el 9 de agosto a la noche en la provincia de Buenos Aires, contados los votos de las PASO, es que María Eugenia Vidal aparezca como la postulante más votada en la provincia, más allá de que a nivel fuerzas, la sumatoria de la fórmula Aníbal Fernández-Martín Sabbattella con la de Julián Domínguez-Fernando Espinoza supere a nivel fuerzas al frente Cambiemos.

“Con el posicionamiento en el interior del país y un 30% en la provincia de Buenos Aires, no hay manera de que Scioli nos saque una ventaja de diez puntos, es más, no sea cosa que ocurra al revés”, señaló un operador macrista.

En el comando sciolista la preocupación no es menor. Más allá de la burbuja del “Scioli ya ganó” que se instaló semanas atrás en la opinión pública, lo cierto es que las encuestas serias otorgan una suerte de “empate técnico” entre Scioli y Macri, con una diferencia de 2 o 3 puntos.

El dilema de Scioli es revertir lo que en el PRO consideran, “un techo” a su crecimiento, a partir del acompañamiento de Carlos Zannini en la fórmula. ¿Efectivamente Zannini limita a Scioli? ¿O Scioli logrará despegarse del cepo kirchnerista para atraer a los indecisos?

De uno u otro lado de la General Paz coinciden en que los números del electorado entre kirchneristas y antikirchneristas, oficialistas y opositores, es muy similar, por lo que ambos bandos miran a los “ni”, al electorado independiente.

Macri comenzará desde hoy una etapa de campaña “de cercanía con la gente”, “muchas redes sociales” y “bastante Conurbano”. Scioli comenzará un raíd por las provincias donde al kirchnerismo le fue mal en las elecciones provinciales. Macri en la Provincia, Scioli en Ciudad y el Interior. Ambos apuntando a lo mismo.

Está claro que el 9 de agosto será una suerte de “gran encuesta real”, en la que ambos medirán fuerzas pero también sabrán cuántos votos tendrá Sergio Massa, sector al que sciolistas y macristas consideran también clave porque si se polariza las PASO entre Scioli y Macri, el voto del Frente Renovador se dividirá, vaya uno a saber en qué proporción, entre uno y otro candidato presidencial.

La campaña vacía

A 28 días de las elecciones primarias, ¿es posible que la Argentina llegue a elegir a un Presidente que no se sepa qué va a hacer con los principales problemas que aquejan a los argentinos, como la inseguridad, el desempleo, el narcotráfico o la corrupción?

Daniel Scioli (Frente para la Victoria) no explica cómo va a erradicar el narcotráfico que ha crecido peligrosamente en la Argentina al decir del propio Papa Francisco ni tampoco cuál va a ser su política exterior; Mauricio Macri (PRO) no dice de qué manera va a erradicar el cepo cambiario y la inflación tan rápidamente como alguna vez sugirió ni tampoco cuáles serán sus primeras medidas para luchar contra la inseguridad.

A cuatro semanas de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que definirá cuántos votos tiene el oficialismo y cuántos la oposición, el electorado votará a ciegas en lo que a propuestas se refiere. La mayoría votará, en cambio, sensaciones, suposiciones, interpretaciones o fantasías sobre la vida o apariencia de uno u otro candidato a la Casa Rosada, pero nadie sabe qué harán si llegan al máximo poder político de la Argentina.

La polarización de la elección presidencial 2015 muestra a los dos protagonistas vacíos de propuestas, no porque nos las tengan, sino porque es “políticamente incorrecto” desde el punto de vista de la estrategia diseñada por los equipos de campaña, explicar cómo solucionarán los problemas que aquejan a los argentinos.

Apenas hubo algún cruce entre Scioli y Macri en torno a la continuidad o no de políticas del kirchnerismo como la estatización de YPF, de Aerolíneas Argentinas y de los fondos de la Anses, así como la Asignación Universal por Hijo (AUH), los planes sociales, el programa Fútbol para Todos (FPT) o la planta de Estado Nacional.

Mientras, el resto de los candidatos que corren detrás como Sergio Massa y José Manuel de la Sota de Una Nueva Alternativa (UNA), o Margarita Stolbizer (Progresistas), son lo que mas propuestas plantean en torno a la Educación, la Salud, la Seguridad con la reforma del Código Penal o el ataque a la corrupción.

Está claro que la necesidad de captar votos y de meterse en la pelea presidencial los obliga a Massa, De la Sota y Stolbizer a especular menor, porque es mucho mas lo que tienen para perder.

Hasta el momento, la campaña preelectoral estuvo caracterizado por un falso dilema: “continuidad”, el kirchnerismo, o “cambio”, el macrismo. ¿Por qué es falsa? Porque ni Scioli representa la plena continuidad del proyecto kirchnerista ni Macri cambiará todo lo actuado hasta ahora, sobre todo cuando se habla de planes sociales como la AUH, o algunas estatizaciones como los fondos de la Anses, Aerolíneas e YPF.

Suena bien el slogan la “continuidad” versus el “cambio”, pero todo es superfluo como los argumentos con los que hasta ahora cuentan los votantes para elegir por uno u otro candidato.

El gurú de Macri, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, le ha aconsejado a su candidato a principio del año, cuando el actual Jefe de gobierno porteó se había comprometido a eliminar impuestos y a acabar con la inflación y el cepo cambiario inmediatamente, ahorrarse las propuestas.

Durán Barba hizo hincapié en las elecciones brasileñas en las que asesoró a Marina Silva y puso cómo ejemplo qué ella planteó una serie de propuestas de gobierno que fueron muy criticadas por lo que debió poner sus energías en aclararlas y terminó desgastándose y diluyendo sus posibilidades electorales. Macri le hizo caso.

Lo de Scioli tiene otro perfil porque tratándose del candidato del gobierno, el electorado sabe qué hizo y qué no hizo el kirchnerismo en estos 12 años como para avalarlo o no. Sí está claro que el actual gobernador bonaerense debería estar preocupado por atraer el voto de los argentinos que consideran que el Frente para la Victoria no hizo suficiente para combatir el narcotráfico, la inseguridad, la inflación y la falta de energía. Pero de eso no se habla.

Es de esperar que para octubre, la sociedad esté votando programas de gobierno, además de nombres, pero tal vez sea demasiado tarde. El voto “a ciegas” que emitirá el 9 de agosto próximo, seguramente posicionará al candidato oficialista y a un rival opositor –posiblemente Macri, si es que Massa no da una sorpresa- y serán ellos dos los que concentren, sin haberse comprometido a mejorar nada de la Argentina que viene, el voto de octubre.

Scioli y Macri van por los “ni”

A sólo cuatro meses de las elecciones presidenciales de octubre, que marcarán el principio del fin de la era Kirchner para dar lugar a otro apellido como ilustre habitante de la Casa Rosada, el escenario electoral se encuentra claramente polarizado entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Si se toma al total de los votantes a nivel nacional como si fuera un torta, en términos de elección presidencial la percepción sería la de “tres tercios”: un tercio kirchnerista, un tercio antikirchnerista y un tercer tercio “ni”.

En ese tercio están centradas las expectativas electorales tanto de Scioli como de Macri, o sea del Frente para la Victoria y del frente Cambiemos.

La decisión de la presidenta Cristina Fernández de competir en las elecciones generales con la fórmula Scioli-Carlos Zannini obligó al PRO a jugarse por una fórmula pura, como la compuesta por Macri-Gabriela Michetti.

Mientras que para el peronismo, la decisión de Cristina es acertada y lo que hace es, por primera vez en mucho tiempo, mostrar “unidad” entre el PJ y el kirchnerismo, para el PRO esa movida los beneficia. Ambos sectores piensan lo mismo: planteado con esos nombres y de esa manera, queda mas que claro quién es la “continuidad” y quién es el “cambio”. Lo que no queda para nada claro es qué quiere la sociedad.

¿Es real que ese tercio “ni” quiere realmente un cambio?¿O en verdad quiere continuar con las mismas políticas, pero con algunos cambios de estilo? Hay dudas. La mayoría de las encuestas describen a ese segmento “ni” como quienes consideran que el Gobierno hizo muchas cosas bien pero cometió errores; que hizo mal las cosas aunque tuvo algunos aciertos; que prefiere cierta continuidad con algunas correcciones; que opta por cambios aunque manteniendo algunas políticas.

Lo concreto es que, faltando apenas 40 días para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), los dos principales candidatos ya fueron elegidos de antemano y sólo se expondrán a una suerte de “gran encuesta vinculante” en la que sabrán, Scioli y Macri, con cuantos votos cuenta cada uno.

Scioli no presentará rivales, será candidato único, por lo cual los votos que tendrá serán los del FPV; en tanto Macri disputará una interna con Ernesto Sanz (UCR) y con Elisa Carrió (Coalición Cívica) por lo que los votos que obtenga serán menos que los que obtendrá el frente Cambiemos. Por eso, en caso que Scioli obtenga mas votos que Macri, la diferencia podría ser mucho mayor, teniendo en cuenta que el postulante del PRO divide votos. Pero si quien saca mas votos es Macri que Scioli, el jefe de Gobierno porteño tendrá mas para crecer habida cuenta que habría que añadirle los votos conseguidos por Sanz y Carrió. En uno u otro escenario, para el debate posterior quedarán las especulaciones en el sentido de si los votos radicales y de la Coalición se encolumnarán detrás de Macri o no, dada la volatilidad del sufragio.

En la pelea por el tercer lugar han quedado los precandidatos de Una Nueva Alternativa (UNA) José Manuel de la Sota y Sergio Massa, así como la candidata de Progresistas, Margarita Stolbizer. La perspectiva de esos dos sectores podría llegar a ser “testimonial” si Scioli y Macri confirman una polarización contundente en las PASO. Ahora bien, si uno de ellos se impone por mas de cinco o seis puntos sobre el otro, esos dos sectores mas los votos de otros postulantes como Adolfo Rodríguez Saá, pasarán a convertirse en la presa a cazar por el kirchnerismo y el macrismo para triunfar en primera vuelta en octubre.

Las próximas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y en Córdoba son importantes para los habitantes de ambos distritos. Pueden incluso llevar cierto optimismo a los competidores nacionales pero en nada influirán a la hora de las internas presidenciales de Agosto.

Allí el votante dejará de lado el “chip provincial” utilizado en los comicios locales de Mendoza, Santa Fe, Córdoba y Capital Federal (aproximadamente el 23 por ciento del padrón nacional) para colocarse el “chip nacional” y echar mano a otra u otras variables para elegir al próximo presidente.

La guerra de los vice

El cierre para la presentación de las listas de las fórmulas presidenciales y precandidatos a diputados y senadores nacionales, gobernadores en 11 provincias y al Parlasur, dejó expuesta la realidad de cada una de las fuerzas políticas por la manera en que designaron a los aspirantes a la Vicepresidencia de la Nación.

En primer lugar, el máximo exponente de ese cargo, el actual vicepresidente Amado Boudou, a partir del 11 de diciembre será un ciudadano mas, sin fueros que le sirvan de paraguas ante el granizo de imputaciones judiciales –la mayoría de ellas vinculadas a casos de corrupción- que caerán sobre sus espaldas.

Boudou tiene doble procesamiento –causa Ciccone y por los papeles irregulares de un auto Honda- pero está en lenta marcha la denuncia en su contra por enriquecimiento ilícito, la acusación mas evidente y que será todo un desafío para el vicepresidente, ya que los bienes a su nombre y a nombre de sociedades atadas a él, de ninguna manera –según la denuncia- podrían haber sido adquiridas con los sueldos percibidos como titular de Anses, ministro de Economía y finalmente vicepresidente.

Quienes aspiran a sucederlo, fueron designados en distintas circunstancias, lo que de alguna manera refleja el rol que cada uno de ellos tendrá en las PASO de agosto, en las elecciones de octubre y, uno de ellos, a partir del 10 de diciembre, ocupando el segundo cargo mas relevante de la Nación.

En el caso del oficialismo, el Frente para la Victoria, el candidato presidencial Daniel Scioli no eligió a su compañero de fórmula sino que, diplomáticamente, Cristina Fernández se lo impuso, como era de esperar y en ejercicio de su poder. Mas allá que desde el sciolismo insistieron en que fue Scioli quien eligió a Carlos Zannini, está claro que la decisión sobre la designación del “Chino” surgió de la jefa de Estado.

La estrategia de designarle un compañero de fórmula a Scioli y presentarlo como que quien la eligió es el actual gobernador no es nueva, ocurrió dos veces antes del nombramiento de Zannini. En el 2007, cuando Kirchner eligió a Scioli para la gobernación bonaerense, le ofreció la candidatura a vice a Alberto Balestrini, para que luego Scioli relatara un supuesto ofrecimiento. Mas evidente aún fue el caso de Gabriel Mariotto, a quien Cristina nombró en el 2011 y se lo notificó a Scioli, que estuvo un día entero sin confirmarlo, como una manera de manifestar su desagrado por el compañero de fórmula. En el caso de Zannini, idem.

Pero lo que muestra la designación de Zannini es el interés del kirchnerismo y de Cristina Fernández por “asegurar” que el proyecto K no se desvíe si Scioli llega a la Casa Rosada. Con la presencia del vice y con el Congreso nacional y algunos funcionarios de segunda y tercera línea en el Estado copados por La Cámpora, el kirchnerismo pretende establecer un “cepo” alrededor de Scioli.

La designación de Gabriela Michetti como vice de Mauricio Macri, quien si bien irá a internas contra Ernesto Sanz (UCR) y Elisa Carrió (Coalición Cívica) la ventaja a su favor es contundente, se dio en otro contexto. Si bien el secretario de Gobierno porteño Marcos Peña cumplía con los requisitos de un dirigente del PRO puro, leal y muy cercano en la confianza de Macri, la designación de Zannini junto a Scioli obligó a los hombres de Bolivar 1 a elegir a alguien que, además, pudiera sumar votos propios.

Michetti no llegaba con los antecedentes de “lealtad” a Macri, ya que había rechazado dos ofrecimientos de su jefe político: como candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires en 2013 y como postulante a vice a principio de año, decisión que la llevó a competir en la interna por la jefatura de gobierno porteño y, ante el desaire, Macri apoyó a Horacio Rodríguez Larreta, quien la derrotó.

Sin embargo, Michetti tiene un nivel de conocimiento nacional a diferencia de Peña, lo que ante el complejo escenario “triunfalista” y de fortaleza del kirchnerismo, obligó al PRO a elegirla como acompañante de Macri.

Distinta fue la situación del vice de Sergio Massa. Hasta el año pasado, el ex intendente de Tigre, vencedor de las elecciones legislativas del 2013 podía optar entre los principales dirigentes del país para designar a su compañero de fórmula. Sin embargo, una serie de “errores”, como él mismo definió, tanto en el armado político, como en la lectura del escenario electoral y en la comunicación, lo llevaron a caer en las encuestas a un cómodo tercer lugar.

Ese panorama cambió la visión de muchos dirigentes que se “peleaban” en otro tiempo por ser el vice de Massa. El propio Roberto Lavagna se negó a acompañar el titular del Frente Renovador en las PASO de Agosto.

Massa empezó a tener inconvenientes para encontrar una figura que le aportara votos y tuviera un alto nivel de conocimiento. La imposibilidad de encontrar ambos valores en una misma persona lo llevó a ofrecerle la vice al electo intendente de Salta, Gustavo Saénz.

Saénz, que sólo le aporta a Massa la representación de una parte del Norte argentina pero nada más, sabe que si no llega a la Presidencia igual podrá asumir la conducción de la capital salteña a partir de diciembre.

Algo similar ocurrió con la elección del compañero de fórmula de Margarita Stolbizer en el frente Progresistas. La jefa del partido GEN ofreció la candidatura a vice al saliente gobernador de Santa Fe, el socialista Antonio Bonfatti; al sindicalista de la CTA Autónoma, Pablo Micheli; y al titular de la Coalición Cívica, Pablo Javkin, con igual resultado: todos la rechazaron.

Finalmente, “Margarita” encontró a su compañero de ruta en el sindicalista cordobés Miguel Angel Olaviaga, subsecretario adjunto de la Federación Argentina de empleados de Comercio y Servicios (FAECYS) que a nivel nacional preside Armando Cavalieri.

Si el Frente para la Victoria gana en octubre, el vicepresidente será una cuña del kirchnerismo en un gobierno sciolista; si vence Macri, Michetti será una extensión del poder presidencial del PRO;  si ganara Massa, Saénz sería un apéndice del titular del Ejecutivo; y si triunfara Stolbizer, la dirigente tendría un brazo sindical de origen peronista en la vicepresidencia.

Ni Macri ni Scioli pudieron festejar

La pelea por la Presidencia que vienen polarizando Daniel Scioli y Mauricio Macri no logró plasmarse en ninguna de las dos elecciones provinciales que se celebraron ayer, en Río Negro y en Santa Fe.

Macri sigue sin reflejar su potencial electoral y el kirchnerismo refleja altibajos en los comicios locales.

En Río Negro, el candidato proclamado públicamente sciolista y que contó con el respaldo y campaña de la presidenta Cristina Fernández, fue duramente derrotado, por casi 20 puntos por un Alberto Weretilneck, que despegó a tiempo su candidatura del paraguas a nivel nacional de Sergio Massa y provincializó los comicios.

Además de vencer a Cristina y a Scioli, Weretilneck, quien no había sido elegido gobernador sino vice, y asumió en el Ejecutivo rionegrino tras la muerte de Jorge Soria, también clausuró la cerrera por la gobernación de Pichetto, quien admitió que este fue su útlimo intento.

El reves del kirchnerismo no fue tan contundente en Santa Fe donde Omar Perotti, que siempre aclaró que es peronista y no reparte elogios ni mucho menos hacia el gobierno nacional, hizo un excelente papel al quedar relegado a un tercer lugar en las PASO de abril pasado y sin embargo crecer casi 8 puntos, quedando a menos de dos puntos de los primeros lugares ocupados por Miguel Lifschitz y Miguel Del Sel.

Obviamente un tercer lugar, por más que sea con resultados provisorio y a pocos votos de los primeros puestos, no es motivo de festejo. De ahí el silencio tanto de Scioli como de los integrantes del gobierno nacional.

Del otro lado, quien se quedó sin un festejo que parecía asegurado fue Macri, quien viajó a Santa Fe para levantarle la mano a Del Sel y manifestar que “el cambio es irreversible”, pero terminó criticando al oficialismo santafesino por proclamar un triunfo y asegurando que el verdadero ganador era el ex Midachi.

Macri comenzó a descubrir que no será sencillo replicar con hechos, con elecciones provinciales ganadas, su presunto liderazgo opositor o, en todo caso, sus reales chances de vencer el Frente para la Victoria.

Hasta el momento, el postulante del PRO no pudo capitalizar las elecciones provinciales de Salta, ni de Chaco -donde la candidata Aida Ayala fue vapuleada en la interna- ni de Santa Fe, anoche. Por delante quedan Córdoba, donde hasta ahora las encuestas dan claro ganador al delasotista Juan Schiaretti y la Ciudad e Buenos Aires, que le daría un respiro.

Está claro que los comicios provinciales no son trasladables a la experiencia nacional. En 2011, el kirchnerismo predió los comicios distritales en Córdoba, Santa Fe y Capital Federal. Sin embargo, Cristina Fernández terminó vapuleando a los candidatos presidenciales opositores Hermes Binner, el propio Macri que se bajó y Eduardo Duhalde, sacando el 54,11 por ciento de los votos.

“La elección presidencial es otra cosa, pero si tu principal rival, Scioli, marcha primero en las encuestas, tenés que demostrar que podés ganarle“, razonó un sexagenario dirigente peronista, con varias batallas electorales a cuestas.

Casi fuera de la discusión o, como aseveró el fin de semana, “estamos terceros”, Sergio Massa estuvo ausente del fin de semana de elecciones, y su candidato, Oscar “Cachi” Martínez apenas reunió el 3,66 por ciento de los votos, mientras que en Río Negro Weretilneck, que se había declarado massista tiempo atrás, se desligó del Frente Renovador cuando se enteró de la caída en las encuestas del ex intendente de Tigre.

¿Sobrevivirá el kirchnerismo?

“La única manera de que el kirchnerismo como corriente política sobreviva al fin del gobierno de Cristina Fernández es que gané Mauricio Macri. De lo contrario, seremos testigos de la mutación de los kirchneristas a sciolistas”, reflexionó un hábil y sexagenario dirigente, ex funcionario y actual operador peronista.

El kirchnerismo como corriente política peronista, nacida al amparo de su pareja líder, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, teme extinguirse convirtiéndose en un “ismo” más de los que han sido devorados por el todopoderoso Partido Justicialista.

El cafierismo de Antonio Cafiero, el menemismo de Carlos Menem, el duhaldismo de Eduardo Duhalde, fueron corrientes peronistas que protagonizaron distintas etapas de la historia argentina contemporánea. Todos tuvieron poder y fueron gobierno (excepto el cafierismo que desapareció cuando Menem le ganó la interna a Cafiero). ¿Por qué el kirchnerismo debería ser la excepción?

Quienes fantasean con el kirchnerismo como el Segundo Movimiento Nacional Justicialista que tomó la posta del peronismo y suplantó la impronta de Juan Perón y de Evita, por la de Néstor Kirchner y  Cristina pero con el mismo alcance “revolucionario”, creen que lo hecho por el gobierno en los últimos doce años será vivenciado por los militantes y seguidores de “El Modelo” como la refundación de la Argentina.

Eso bastaría, dicen, para que los jóvenes que comenzaron a militar en política en esta década, profesen el kirchnerismo como la mutación del peronismo o el aggiornamiento de aqual movimiento nacido en 1945. De esa manera, trascenderá a la conducción de Cristina Fernández y serán los jóvenes de La Cámpora quienes llevarán las banderas K hasta que uno de ellos se convierta en el nuevo líder del Segundo Movimiento Nacional Justicialista.

Olvidan un detalle. Uno de los secretos de la permanencia del peronismo en el poder, la vigencia de sus dirigentes a diferencia de la diáspora sufrida por el radicalismo, es que la dinámica pejotista obliga a la construcción permanente de un líder, un conductor. Primero se elige, se designa a un conductor y después el resto se encolumna detrás de él. Pero siempre hay un conductor que surge espontáneamente o es construido por el propio partido.

De esa construcción de liderazgo peronista deviene el tan de moda “poder de la lapicera”. Cafiero y Menem dirimieron en una interna quién sería el candidato del peronismo en 1989 y ese dirigente se quedó con la Presidencia y con el partido; Duhalde disputó con Menem el poder del PJ en 1999 y se quedó con el partido y luego fue Presidente; Kirchner fue puesto por Duhalde en la Presidencia, pero después embistió contra el lomense para quedarse con el poder y con el partido. ¿Qué creen que hará Scioli, un aplicado alumno peronista, si llega a la Casa Rosada?

Tal vez el estilo del gobernador bonaerense no sea el de la confrontación sino el de la acción, el trabajo avasallador, el control de su gente y la exigencia. Pero esa dinámica le ha servido, por ejemplo, para adoctrinar a Gabriel Mariotto, su vice puesto por Cristina Fernández para controlarlo, esmerilarlo, pero que finalmente se convirtió en un sciolista mas.

La acción desesperada del Gobierno por nombrar en planta permanente a miles de jóvenes de La Cámpora en el Estado, e integrar gran parte de las listas a candidatos a legisladores nacionales y provinciales con esa generación de militantes, busca cambiar esa lógica, para sembrar de kirchneristas los tres poderes. Sin embargo, lejos de ser “células dormidas” que algún día se activarán por orden de Cristina, se trata de dirigentes que volverán a estar “contenidos” por el peronismo ortodoxo.

Lo que el kirchnerismo no tiene en cuenta es que con Scioli, el PJ vuelve a ser protagonista, esto es, gobernadores, intendentes y dirigentes del peronismo ortodoxo, que en su mayoría fueron ninguneados y muchas veces sometidos por los Kirchner. Un partido que nunca fue protagonista sino un mero apéndice de las decisiones de la Casa Rosada, la mayoría de ellas inconsultas.

El estilo de “dejar hacer” de Scioli, devolviéndole el poder a los mandatarios provinciales y a los intendentes, a los PJ provinciales y al Consejo Nacional Justicialista, de la mano de los sindicatos, es un revival de las estructuras que siempre fueron pilares del peronismo, al menos hasta la llegada de los Kirchner.

¿Qué pasaría si los jóvenes dirigentes kirchneristas no están de acuerdo con la política que empleé Scioli en un eventual gobierno? ¿Dejarán el poder o el trabajo que tienen para irse al llano, que nunca conocieron?¿Se rebelarán ante el gobierno que los tiene empleados? ¿Discutirán internamente sus diferencias, aunque estarán en minoría? ¿Pasarán a ser opositores? No es sencillo ni lineal.

Mas allá de la posibilidad que Cristina Fernández pueda ir como candidata y convertirse en diputada nacional. ¿Qué puede hacer pensar que si ella y su esposo apenas pudieron disciplinar a Scioli cuando lo nombraron vicepresidente o gobernador, puedan lograrlo totalmente si es él quien se convierte en Presidente?

Al parecer, mas allá de las diferencias con el menemismo y el duhaldismo, quizás por el mayor protagonismo que tienen los jóvenes en la gestión kirchnerista, la única posibilidad de supervivencia viene de la mano de Macri.

Es poco probable que Scioli se convierta en el jefe de la oposición si el candidato del PRO vence. Así, vacante la conducción del PJ, Cristina Fernández sí tendrá posibilidad de reclamar el partido. De lo contario, es factible que la Presidenta, como vienen adelantando algunos gobernadores, se convierta en una fuente de consulta. Pero nada más.

La liga de gobernadores, con Scioli

Los gobernadores peronistas están probándose los nuevos trajes “sciolistas” para guardar en el placard, por un tiempo, los que usaron durante 12 años bajo la gestión de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Los mandatarios provinciales del PJ, cuyo poder territorial no es para nada desdeñable y que durante más de una década pusieron al servicio del kirchnerismo, comenzaron a profesar en privado un sciolismo de la primera hora, convencidos de que el bonaerense puede asegurarles a muchos de ellos su continuidad en el cargo y a otros el triunfo de sus delfines en el poder distrital o bien un lugar en el gabinete nacional si triunfa el Frente para la Victoria.

“Los gobernadores no van a hacer nada demasiado público hasta las PASO, pero después van a jugar a fondo con el ganador, casi descartado, con Scioli”, razonó un operador político peronista, de permanente contacto con los mandatarios de las provincias peronistas.

La lógica de los gobernadores es la misma, a escala pequeña, que la de los intendentes del conurbano bonaerense: ganar sin importar con quien ni con qué modelo.

El bonus track de la actitud de los mandatarios es que el perfil de Scioli es “dejar hacer”, es decir, no digitar ni invadir el espacio político de cada gobernador en su provincia, sino incluir a todos. Practica que hace una docena de años no ocurre porque el estilo K era interventor, digitando cada movimiento político en las provincias, incluso armando corrientes opositoras al mandatario de turno que no se abrazaba al liderazgo de Kirchner o de Cristina, mas tarde.

Por eso no llama la atención que el candidato a vicepresidente que Scioli proponga para competir en las PASO del Frente para la Victoria pueda ser un gobernador, por caso, el sanjuanino José Luis Gioja, que ya adelantó que no pretende ir por la reelección en su provincia.”Necesitamos más que nunca de su sabiduría y experiencia para seguir transformando al país”, dijo Scioli de Gioja.

¿Podrá Cristina Fernández oponerse a la propuesta para vice de un gobernador reconocido por todo el Justicialismo? Claro que puede, pero el costo político no es menor para la mandataria.

Inevitablemente, la Presidenta comenzará a perder poder, de manera considerable, el 10 de agosto, un día después que Scioli sea consagrado “el candidato” presidencial por el oficialismo. La fila de gobernadores e intendentes que comenzarán a respaldar a Scioli promete ser larga.

La luz roja en la Casa Rosada la encendió el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, reelecto la semana pasada, al advertir a Infobae que el rol de la presidenta Cristina Fernández estará lejos del de la líder del Proyecto: “Cuando termine su mandato, ella dará su opinión si alguien la llama y le consulta, pero no más que eso. Yo no creo que ella ande empujando a nadie”. Y, por las dudas, dejó en claro que no habrá “un doble comando” sino que “cuando alguien es electo Presidente, es el que conduce”.

El temor de la Presidenta es que vuelva a escena la “liga de gobernadores”, ese frente político pejotista que reaparece cuando hay que fortalecer a un gobierno o, como en este caso, cuando hay que empezar a definir una nueva etapa política y un nuevo liderazgo.

Mas allá de la intención de la Presidenta y de su fiel cancerbero, Carlos Zannini, para equilibrar la pelea de las PASO entre Scioli y Florencio Randazzo, lo cierto es que los gobernadores, con la anticipación que caracteriza al peronismo, ya empezaron hace tiempo a jugar para Scioli.

Gioja fue claro hace unas semanas al reunir al PJ sanjuanino y afirmar sobre Scioli que “nos gusta su propuesta, su forma de ser” y “no lo ocultaremos”.

Dos de los mandatarios que anticiparon su respaldo al bonaerense fueron Francisco “Paco” Perez (Mendoza) y Martín Buzzi (Chubut). Pérez señaló que “Scioli es el candidato a presidente sin ninguna duda” y el chubutense afirmó que “claramente hay un espacio político definido ideológicamente, que es el Frente Para la Victoria, claramente identificado con Daniel Scioli”.

La semana pasada, el gobernador José Alperovich (Tucumán) y su candidato a sucederlo, Juan Manzur, organizaron un acto para Scioli con más de 30 mil personas. Una demostración similar hizo Jorge Capitanich (Chaco) durante una visita del bonaerense.

El riojano Luis Beder Herrera enfatizó que ”vamos a acompañar a Daniel Scioli sin pedirle nada a cambio, solo que aplique ese proyecto que prometió a La Rioja y a la Nación, porque es la esperanza”, mientras la catamarqueña Lucía Corpacci le dio varias veces la bienvenida a Scioli en su tierra, porque apuesta a que le sume los votos que le faltan para ser reeelecta en esa provincia.

Si la liga de gobernadores se atreve a ir un paso mas allá, hasta podría condicionar la lapicera kirchnerista que, inconsulta, digitó la estrategia política de la última década. Como antecedente, vale la reunión que los mandatarios provinciales mantuvieron con la Presidenta el mes pasado. Por primera vez en mucho tiempo, plantearon un serie de pedidos a Cristina Fernández, entre ellos, menos precandidatos presidenciales y a gobernador bonaerense, así como el respaldo de la Jefa de Estado a los distintos candidatos.

Conciente que su poder de fuego ya no es el mismo, la Presidenta aceptó “las sugerencias” y las puso en práctica inmediatamente, alejando las dudas de que jugaba a perder para seguir manteniendo el poder en el peronismo.

La duda de Macri: ¿Massa o De Narváez?

Hay dos maneras de ganar una partida de truco: mintiendo o con una carta fuerte. En la política también se puede ganar mintiendo con promesas falsas pero no siempre el resultado es lineal. En cambio, si el candidato tiene “un as en la manga”, las consecuencias se pueden palpar, mas allá del margen de error.

El PRO de Mauricio Macri empezó a tomar conciencia que si hoy se votara a Presidente, quien se impondría sería Daniel Scioli, del Frente para la Victoria. Sabe que si ese resultado favorable al bonaerense se confirma en las PASO de agosto próximo, es muy probable que el jefe de gobierno porteño también se convierta en el principal candidato de la oposición. Scioli vs Macri.

Sin embargo para la oposición, que viene enredada en la pelea macrismo vs massimo, descuidando lo principal, el electorado, no hay certeza alguna de que el oficialismo, kirchnerismo o peronismo –depende del intérprete- tenga perdido un eventual ballottage.

Esa confusión se traslada a la campaña. El Frente para la Victoria no necesita explicarle al votante en qué consiste su propuesta porque mal o bien es quien gobierno a nivel nacional. En cambio la oposición, que predica “un cambio” o “un cambio justo”, sí debe decirle a la gente qué hará con temas claves porque necesita que el votante cambie el producto que viene consumiendo hace 12 años por otro, al mismo precio, pero de otra marca.

El problema para Macri es la provincia de Buenos Aires, donde la alianza con el radicalismo le reditúa muy poco pese a los 17 intendentes que posee la UCR. El PRO debe decidir si quiere asegurarse una mejor performance en territorio bonaerense en las PASO para ir tranquilo a las elecciones nacionales o si apuesta todo a la polarización con Scioli, dejando sin chances a Massa.

“Si Massa no se baja y saca en octubre entre 10 y 12 por ciento, que es lo que mide hoy para nosotros, no nos alcanza, y el kirchnerismo puede llegar a ganar en primera vuelta”, reflexionó un dirigente del PRO.  Ese análisis tiene que ver con otra proyección: que el ex intendente de Tigre seguirá perdiendo dirigentes peronistas que volverán con el sciolismo y sólo quedará integrado por antikirchneristas, que son votos que deberían ir a Macri.

No es casual que, a raíz de ese escenario, el macrismo se divida en tres corrientes: 1) Los que piensan que con un PRO puro Macri se ubicará segundo en las PASO y luego concentrará el voto opositor con un Sergio Massa desinflado o bajándose de la candidatura; 2) Los que ven necesario un acuerdo con Francisco de Narváez para subir la intención de voto en la Provincia y asegurarse un importante volumen de votos con la suma del resto del país; 3) Quienes sostienen que deben insistir para que Massa sea el candidato a gobernador bonaerense de una alianza amplia y así asegurar la victoria nacional de Macri.

Un importante consultor político explicaba el caso del massismo de una manera muy pragmática: “El caso Massa-De Narváez es al inverso que el resto. En la Provincia, los candidatos a gobernador miden menos que los candidatos a presidente, por eso el papel de Scioli y Macri, llevando votos para sus fórmulas provinciales será clave. Pero en el Frente Renovador es a la inversa, hoy De Narváez tiene mas votos que Massa. Por el De Narváez sale a reclamar una gran interna, porque sabe que no le alcanza con Sergio”.

En las tres perspectivas, el PRO apuesta a que Massa siga disminuyendo su intención de voto, producto de la fuga de dirigentes.  Al respecto, un operador kirchnerista hizo trascender que “esta semana, un intendente bonaerense dejará el Frente Renovador para volver al Frente para la Victoria”.

El problema del Frente Renovador como tal es que es un espacio compuesto fundamentalmente por dirigentes peronistas, algunos de ellos sin reconciliación con el kirchnerismo pero muchos de ellos solo “descontentos”, estado de ánimo que puede cambiar respecto al oficialismo, si observan que el massismo no les garantizará su poder territorial.

“¿Vos crees que un intendente va a querer perder su municipio por jugar con un candidato que va tercero?”, asegura un operador sciolista. Está claro que hay intendentes que, mas allá del espacio que ocupen y el candidato a gobernador o a presidente con el que se referencien, ganarán las elecciones de agosto y de octubre sin problemas. Los inconvenientes radican para aquéllos jefes comunales como Luis Acuña de Hurlingham, que de ninguna manera tienen asegurada la reelección y deben privilegiar antes su territorio que cualquier cuestión ideológica.

“Nosotros queremos ganar, qué me importa el proyecto”, bramó un intendente del kirchnerismo, cuando unos meses atrás, un operador político del massismo intentó convencerlo que se pasara a las filas del Frente Renovador.

Por eso no es casual que prácticamente todos los intendentes peronistas en el massismo tengan un aceitado diálogo con el ministro de Seguridad provincial, Alejandro Granados, que es considerado otro intendente mas porque toda su carrera la forjó en el municipio de Ezeiza. El propio Darío Giustozzi o Jesús Cariglino ya venían desde hace tiempo dialogando con Granados.

La fórmula bonaerense del PRO descansa, por ahora, en María Eugenia Vidal y Juan Gobbi, intendente radical de Chascomús. Sin embargo, en esa nueva coalición admiten que si bien “Macri tiene un 26 por ciento de intención de voto en la provincia”, el corte de boleta entre postulante a presidente y a gobernador “es tradicional”, por lo que no creen que esa propuesta supere los 20 puntos.

La apuesta a un ballottage antikirchnerista es muy peligrosa. Scioli podría peronizar una campaña para la segunda vuelta, dejando de lado la impronta kirchnerista con el objetivo de ganar. ¿Qué peronista podría no acompañar una convocatoria de unidad? Muy pocos.

El negocio no se mancha

Corría fines de la década del ’90, cuando el entonces presidente de la AFA, Julio Humberto “El Padrino” Grondona, concurría por enésima vez a la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados para participar de un debate sobre la violencia en el fútbol.

En esa oportunidad, los legisladores tensaron el ambiente y se mostraron incisivos con el mandamás del fútbol, acorralándolo con preguntas osadas como quiénes “bancaban” o “protegían” a los barrabravas. Hasta que El Padrino del Fútbol se cansó:

- ¿Cuántos empleados hay en esta casa que pertenecen a las barrabravas? –preguntó Grondona y las quejas se acallaron automáticamente.

¿Causa realmente sorpresa que se registre un hecho de violencia en un Boca-River o en cualquier partido de fútbol? ¿Asombra a alguien que muera un hincha de fútbol en un enfrentamiento entre barrabravas de clubes rivales o del mismo club por negocios sucios? ¿Es noticia la complicidad delictiva entre gobiernos/dirigentes políticos o sindicales-barrabravas-Presidentes del Clubes-Policía? Lamentablemente no, porque el fútbol es un negocio espurio. Continuar leyendo