El difícil equilibrio de Massa

“La ancha avenida del medio” que supo profesar Sergio Massa como candidato presidencial durante la campaña electoral del 2015, parece haberse convertido, al menos por algunos momentos, en una “estrecha calle del medio”. No porque haya disminuido la cantidad de sus seguidores sino por lo difícil que le resulta en ocasiones al actual diputado nacional, mantenerse como una alternativa real al macrismo y al peronismo.

Desde que emergió en el 2013 en las elecciones legislativas, ganándole al kirchnerismo en una alianza bonaerense con el PRO, Massa siempre avizoró que debía diferenciarse del Frente para la Victoria (FPV) y del PRO.

Con esa estrategia afrontó las elecciones presidenciales de 2015, pero claramente su posición no contemplaba que la UCR, la segunda estructura política mas importante de la Argentina detrás del peronismo (con gobernadores, intendentes, legisladores nacionales y provinciales) estableciera una alianza con Mauricio Macri y Elisa Carrió (Coalición Cívica), que derivó en Cambiemos, el actual frente gobernante.

El tercer puesto del ex intendente de Tigre, detrás de Macri y de Daniel Scioli, siguió alimentando la idea de la “tercera posición”, pero ante el nuevo tablero político y de poder en la Argentina, cada vez resulta más difícil establecer esa opción.

Si bien en la dialéctica Massa juega a ser “distinto” del gobierno y del FPV, intentando desmarcarse permanentemente, lo cierto es que le cuesta bastante salir de la telaraña en la que quedó atrapado.

La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, tiene línea directa con Massa y no es extraño que se repitan las llamadas entre ambos por temas de gestión en la provincia de Buenos Aires. ¿Por qué? Porque Massa de alguna manera cogobierna con Vidal. Dada la falta de legisladores propios que tiene Cambiemos en la provincia, el PRO terminó sellando un acuerdo con Massa: apoyó a las leyes del gobierno provincial a cambio de cargos. Así, el presidente de la Cámara de Diputados bonaerense es el massista Jorge Sarghini.

Daniel Arroyo (candidato a vicegobernador de Felipe Sola) y Mario Meoni (ex intendente de Junín que perdió la comuna), estrechos colaboradores del Frente Renovador, son directores del Banco Provincia; el sub es Carlos Vittor contador (ex funcionario del municipio de Tigre y de la ANSES); en tanto como subtesorero aparece Facundo Fernández, apoderado del Frente Renovador y secretario de Economía de San Fernando.

En el Senado provincial, el massismo se quedó con la vicepresidencia segunda, a cargo del cuñado del jefe del Frente Renovador, Sebastián Galmarini; en tanto la Secretaría de Relaciones Institucionales quedó a cargo de Germán López.

Incluso en su momento trascendió que fue Massa quien sentó al camporista José Ottavis ante Vidal, cuando el dirigente kirchnerista aún manejaba el bloque del FPV. Ottavis debió dejar ese rol, producto de la ofensiva del PJ ortodoxo por desplazar a La Campora, pero mantiene intacto su vínculo con el ex intendente de Tigre.

Respecto del gobierno nacional pasa algo similar. Por un lado, miembros del massismo como Adrián Pérez o Francisco Delgado pasaron directamente a ser funcionarios de la administración de Mauricio Macri.

La posición de Massa respecto de la ley antidespidos padeció ese doble estándar que tiene el Frente Renovador con el gobierno nacional. Massa tiene un fluido diálogo con el titular de la Cámara de Diputados y principal operador del gobierno, Emilio Monzó. Y también con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Han sido varias las ocasiones en que Monzó y Frigerio visitaron a Massa en su casa de Tigre para acordar algo, relacionado con alguna ley del Congreso Nacional.

Pero con la ley antidespidos, el jefe del Frente Renovador se topó con la heterogeneidad de la fuerza que formó para la campaña electoral.

“El Frente Renovador tiene tantas diferencias como miembros”, ironizó un integrante del gabinete nacional de Mauricio Macri, días después de que el propio Presidente invitara a Massa a “no votar con el kirchnerismo”, a favor de la ley contra los despidos.

Mas allá de la chicana de Macri, el diputado nacional terminó acordando con el peronismo, porque necesitaba ocultar las discrepancias y reclamos internos que surgieron en torno a la doble indemnización y la suspensión de despidos.

Fue el titular del PJ nacional, el diputado sanjuanino José Luis Gioja, el que lo convocó a él y a otros dirigentes como Diego Bossio, para avanzar en el tratamiento en Diputados de la Ley Antidespidos, sin cambios referentes a la PYMES, como lo pretendía el Frente Renovador. Esa convocatoria a los distintos “peronismos” fue avalada por el bloque del Frente para la Victoria con Héctor Recalde a la cabeza.

“¿Massa está con el gobierno o con el Frente para la Victoria?”, se preguntó un experimentado dirigente radical, que añadió una chicana: “¿Como se sentirá Margarita Stolbizer al ver que Sergio vota con el peronismo oficial y disidente?”. Massa y Stolbizer había establecido una agenda parlamentaria que pareció desvanecerse con el debate por una ley que suspendiera los despidos.

Mientras el peronismo se mantenga dividido, el Frente Renovador sigue siendo una opción plural, que excede al pejotismo. Sin embargo, si el PJ se unifica como tal para las elecciones del 2017, y el oficialista Frente Cambiemos hace lo propio, en tanto el kirchnerismo queda como una tercera opción electoral, es muy poco lo que queda para repartir entre el massismo y otras expresiones.

¿Estará cerca la hora en que Sergio Massa vuelva al PJ nacional o termine convirtiéndose en un firme aliado o miembro del frente oficialista?

¿A Macri le sirve polarizar con Cristina?

Nadie duda en el peronismo -incluso es admitido en silencio por algunos dirigentes kirchneristas- que Cristina Fernández jugó a que Daniel Scioli perdiera las elecciones presidenciales del 2015.

Algunos hasta se animan a ventilar ese estrategia “vox populi” ante la prensa, como el intendente de Ezeiza, Alejandro Granados. “Me dolió la falta de colaboración de Cristina con el candidato del PJ. Scioli era ideal para esta transición. Yo hubiera preferido que Cristina nos hubiera convocado tres meses antes a Olivos y que nos pregunte ¿muchachos, qué hacemos para ganar?”

La senadora sanjuanina Marina Riofrío planteó lo mismo, pero lo hizo directamente ante Cristina Kirchner en la reunión con los senadores peronistas a la que faltaron 13, entre ellos el jefe del bloque, Miguel Angel Pichetto.

Cuando Riofrío, que responde al gobernador sanjuanino Sergio Uñac, quien no reconoce a Cristina como la conductora del peronismo, planteó en la reunión analizar los motivos de la derrota electoral y la ex presidenta le reclamó precisiones, la senadora respondió: “Por ejemplo los que hicieron un acto de cierre de campaña por su cuenta, diferenciándose de nuestro candidato”. Se refería a La Cámpora, que sólo salió a hacer campaña por Scioli luego de la primera vuelta.

La estrategia de Cristina y los camporistas apuntaba a coronar como gobernador bonaerense a Aníbal Fernández, convirtiendo a la provincia de Buenos Aires en un refugio y a la vez en una trinchera. En segundo término, con Axel Kicillof como el Rasputín de Cristina, pensaban que el gobierno de Macri se caería en unos meses porque era necesario que tomara las decisiones económicas antipopulares que el kirchnerismo nunca quiso afrontar (ajuste de tarifas, devaluación, actualización del tipo de cambio, acuerdo con los fondos buitre).

Como corolario de ese análisis, los K pensaban que al acto que Cristina dio semanas atrás en su regreso de El Calafate, en lugar de mostrarla en Comodoro Py y cerca de su primer procesamiento entre varios que podría cargar, sería en Plaza de Mayo albergando a millones de desahuciados. El análisis falló rotundamente.

Ahora bien, aunque sea por un momento y en situaciones judiciales muy complejas, ya sea por el show y la oratoria de la ex mandataria o bien de la confusión y atomización que reina en la oposición, Cristina Fernández se paró frente al gobierno de Mauricio Macri como referente de la oposición.

Es increíble como el correr del tiempo, a veces, invierte las estrategias políticas. A Néstor Kirchner le encantaba polarizar con Macri porque consideraba que eso lo revalorizaba. En el gobierno de Cambiemos hoy piensan exactamente lo mismo pero en sentido inverso.

“Cristina es la mejor rival para Mauricio; es el pasado, es el rostro de la corrupción kirchnerista, es a quien la gente rechazó con su voto. La rechazaron a ella, no a Scioli”, reflexionó un funcionario de la Casa Rosada.

También le sirve y mucho al Gobierno la atomización del peronismo. A nivel nacional, el peronismo se divide entre el nuevo PJ que agrupará, bajo el ala de la fórmula José Luis Gioja-Daniel Scioli, a casi todos los gobernadores peronistas con la excepción de Juan Schiaretti (Córdoba) y Mario Das Neves (Chubut), aunque los senadores que responden a ambos vienen trabajando con el resto de los mandatarios del PJ. Sin embargo, el peronismo recuperará a algunos que se fueron del partido enojados con el kirchnerismo, como el puntano Alberto Rodríguez Saá y el pampeano Carlos Verna.

Del otro lado, Sergio Massa intenta amalgamar un espacio peronista con sectores de centroizquierda. Massa se muestra junto a Margarita Stolbizer con una agenda legislativa común, incorporó recientemente a Julio Raffo (ex Proyecto Sur) y planea hacer lo mismo con el Movimiento Libres del Sur de Victoria Donda, Humberto Tumini y Jorge Ceballos.

A nivel bonaerense ocurre algo similar. El massismo prácticamente co-gobierna con María Eugenia Vidal, en especial en la Cámara de Diputados. Sin embargo, el Frente para la Victoria se acaba de romper en dos sectores, uno que responde a La Cámpora y otro que se referencia en el peronismo ortodoxo.

Divide y reinarás sigue siendo la fórmula del éxito para cualquier oficialismo. No obstante, esa pericia debe estar atada, invariablemente, a una situación económica por lo menos estable. Y esa no es la situación actual.

Macri y sus dogmáticos están haciendo lo políticamente correcto para dejar despejado el camino que los conduzca, de la mejor manera, a las elecciones legislativas del 2017, que les permita sumar poder en el Congreso Nacional y en la Legislatura bonaerense, básicamente.

Empero, si la promesa de crecimiento de la economía para el segundo semestre o el último trimestre del año, que compromete totalmente a Alfonso Prat-Gay , no se cumple, indefectiblemente será un duro golpe para Macri, su gestión y sus aspiraciones.

En los juegos de azar no es la mejor estrategia. Pero en este caso, todas las fichas están apostadas a un solo casillero. O se gana, o se pierde.

Entre el PJ y un “partidito” de centroizquierda

El Frente para la Victoria (FPV) que supo usar Néstor Kirchner para someter al Partido Justicialista (PJ) bajo su ala durante 13 años, logrando desarticular a esa fuerza, vaciarla de dinámica propia y sumirla en una crisis de identidad que hoy queda expuesta ante la sociedad, se juega en las próximas semanas su futuro.

O seguirá siendo un espacio que integre al peronismo y a la centroizquierda, como el que acompañó al matrimonio Kirchner en su década en el poder; o quedará relegado a un frente de centroizquierda con sectores peronistas. Dos opciones, en materia de poder, claramente distintas.

Kirchner utilizó aquel FPV que armó junto a Eduardo Duhalde para ganarle a Carlos Menem. Pero después lo utilizó contra el propio Duhalde, para romper su sociedad con el cacique de Lomas de Zamora y quedarse con el liderazgo del PJ. El santacruceño intentó, por todas las formas, “renovar” los viejos liderazgos dentro del partido, sobre todo el núcleo compuesto por los barones del conurbano, apelando a la “transversalidad”. Continuar leyendo

El pasado de los candidatos

Mas allá de que algunos de los candidatos presidenciales estén mejor posicionados que otros, o que las chances parezcan polarizarse entre Daniel Scioli (FPV) y Mauricio Macri (Cambiemos), con un Sergio Massa (UNA) creciendo e intentando acercarse a la ubicación del dirigente del PRO, lo cierto es que todos los postulantes llegan a estas elecciones del 25 de octubre con un pasado, una vida política.

De los seis, tres de ellos ejercieron, en momentos a veces coincidentes en tiempo y espacio, una función ejecutiva a nivel del gobierno nacional: Adolfo Rodríguez Saá, Daniel Scioli y Sergio Massa.

Rodríguez Saá fue Presidente de la Nación en 2001, por una semana. Dentro de su gabinete nacional, la secretaría de Turismo la ocupó Scioli.

Massa fue funcionario del Ministerio del Interior y asesor del Ministerio de Desarrollo Social durante el gobierno de Carlos Menem.

Scioli y Massa fueron funcionarios de Eduardo Duhalde en 2002, el primero como Secretario de Turismo y Cultura y el segundo como titular de Anses.

Scioli y Massa también fueron funcionarios de Néstor Kirchner; el primero como vicepresidente de la Nación y el segundo como titular de Anses.

En tanto Massa, se desempeñó como Jefe de Gabinete de Cristina Fernández entre 2008 y 2009.

Quien también ocupó cargos ejecutivos pero a nivel distrital, no nacional, es Macri, como jefe de Gobierno porteño desde el 2007 hasta diciembre de 2015.

Los postulantes que nunca ocuparon un cargo ejecutivo de relevancia son Margarita Stolbizer (Progresistas) que lo más cercano fue su desempeño como Directora de Acción Social y Minoridad de la Municipalidad de Morón y Nicolás del Caño (FIT).

De los seis candidatos, tres son peronistas: Scioli, Rodríguez Saá y Massa, aunque este útlimo, primero militó en la Ucedé que lideraba Alvaro Alsogaray. Macri, nacido bajo la centroderecha, actualmente tiene un perfil independiente, de centro. Stolbizer es la candidata de centroizquierda con origen radical y Del Caño es un dirigente de izquierda.

De los seis candidatos, son abogados Rodríguez Saá, Stolbizer y Massa (recién recibido).  Macri es ingeniero civil. Mientras que Scioli y Del Caño no tienen título universitario, aunque el candidato del kirchnerismo se recibirá en estos días de Licenciado en Comercio Internacional y Marketing en la UADE.

Los seis candidatos se desempeñaron como diputados nacionales.

Daniel Scioli (1997-2002) lo hizo primero por el menemismo y luego, en una alianza entre el menemismo y Domingo Cavallo, por entonces ministro de Economía, lo que significaba una alianza de un sector del peronismo con el gobierno de Fernando de la Rúa.

Mauricio Macri fue diputado nacional (2005-2007) por Propuesta Republicana, un espacio político cofundado junto a Ricardo López Murphy.

Sergio Massa fue elegido diputado nacional en tres oportunidades aunque sólo asumió su banca en la última ocasión. Fue electo diputado nacional en el 2005 bajo el gobierno de Néstor Kirchner pero continuó en Anses; también fue electo en 2009 por el kirchnerismo, aunque no asumió para permanecer como intendente de Tigre; y finalmente fue electo en 2013 por el Frente Renovador, banca en la que se desempeña hasta hoy.

Margarita Stolbizer es la que mas tiempo se desempeñó como diputada nacional, Actualmente cumple con su cuarto periodo ya que se desempeñó por la Alianza UCR-Frepaso (1997-2001), por el radicalismo (2001-2005), por su partido GEN (2009-2013) y por el Frente Progresista Cívico y Social, junto a radicales y socialistas (2013-2017).

Adolfo Rodríguez Saá fue diputado nacional por el Frente Movimiento Popular (2003-2005) y pasó mas tiempo sentado a una banca de senador nacional o bien como gobernador de San Luis.

En tanto Nicolás del Caño debutó como diputado nacional tras las elecciones legislativas de 2013, al ser el primer diputado nacional que la izquierda consigue en representación de la provincia de Mendoza.

De los seis candidatos, sólo dos de ellos tienen experiencia empresarial: Macri y Scioli.

Macri transcurrió parte de su labor en el Grupo Macri que encabezaba su padre, Franco Macri. Así, se incorporó a Socma, asumió como gerente general de Socma Inversora, fue vicepresidente de Sideco, presidente de Sideco Stone, vicepresidente de Sevel y finalmente Presidente del Club Boca Juniors.

En tanto Scioli, fue integrante del directorio de Casa Scioli, la empresa comandada por su padre, José Osvaldo Scioli, y luego se desempeñó como director de la firma Electrolux Argentina.

De los seis candidatos, solo Scioli viene del deporte, desempeñándose como piloto de offshore (1986-1997).

De los seis candidatos, el único que se ocupó el cargo de intendente fue Massa, por el municipio de Tigre. En tanto Scioli y Rodríguez Saá fueron designados mas de una vez gobernadores de la provincia de Buenos Aires y San Luis, respectivamente.

De los seis candidatos el de mas edad es Rodríguez Saá con 68 años. Le sigue Stolbizer con 60, Scioli con 58, Macri con 56, Massa 43 y Del Caño con 35.

Una lectura opositora muy riesgosa

El escenario electoral ingresa esta semana en su último mes antes del “25-O”, el día de los comicios generales que podrían decidir al Presidente que suceda a Cristina Fernández o a los dos competidores que se disputarán el ballottage por la Casa Rosada el 24 de Noviembre.

En el último tramo de la larguísima campaña electoral, lo acontecido hasta aquí, con un ojo puesto en las elecciones, podría resumirse en tres actos.

Primer acto: Daniel Scioli gana las PASO y queda a solo 1 punto y media del 40 por ciento.

Segundo acto: Mauricio Macri no crece lo esperado porque Sergio Massa no se desintegró.

Tercer acto: Scioli y Massa critican a Macri. Scioli porque lo considera su rival y Massa porque quiere desalojarlo del “segundo lugar”.

¿Cómo se llama la obra?

El “nombre de la obra” puede ser cualquiera, sin embargo una rara sensación invade el clima opositor. El antikirchnerismo está apostando todo, absolutamente todo, a un ballottage que ni siquiera está asegurado, habida cuenta de algunos indicadores que se dieron en la última semana.

En principio, distintas encuestas ratificaron el 1, 2 y 3 de Scioli, Macri y Massa, en ese orden. Difieren los porcentajes, pero algunas de ellas reflejaron lo que por estas horas comienza a asemejarse a una posibilidad: si Scioli llega a los 40 puntos, será Presidente.

Ocurre que desde las PASO y, ayudado por el caso Niembro, Macri se amesetó al igual que Scioli, pero la diferencia es que el candidato del Frente para la Victoria le sacó una ventaja de 14 puntos en las primarias (38 frente a 24), mientras que el postulante del PRO, cuyo objetivo era profundizar la polarización con el gobierno y hacerse de los votos que habían ido a la canasta de Massa, no logró esa meta hasta ahora.

¿El crecimiento de Massa a quién beneficia? Si Massa crece, sin superar a Macri que es lo que en apariencia estaría ocurriendo, el beneficiario de esa disputa opositora es Scioli, siempre que alcance los 40.

Ahora bien, si Massa superara a Macri ubicándose en segundo lugar y forzara un ballottage con Scioli, otro podría ser el escenario. “Sergio es nuestro peor competidor en una segunda vuelta porque nos disputa el voto peronista”, admitió un operador oficialista.

Contra todos los pronósticos políticos y periodísticos, Scioli viene despegándose del kirchnerismo día a día. Filtrando los eventuales nombres de su gabinete sin ningún kirchnerista, dejando a La Cámpora de lado de las decisiones importantes, formulando propuestas económicas –como las de mañana en el Teatro Opera- con claras diferencias con las aplicadas por Cristina Fernández, y dejando de lado a su otrora “comisario político” y compañero de fórmula, Carlos Zannini.

Scioli ha establecido una mesa chica en la que no está Zannini. Allí pueden verse a los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta), Maurice Closs (Misiones) y Sergio Urribarri (Entre Ríos), además del santafesino Omar Perotti, así como el titular de Anses, Diego Bossio o al Secretario de Seguridad, Sergio Berni. Ningún kirchnerista de paladar negro.

Tanto Urribarri como Bossio y Berni, en algun momento fervientes kirchneristas, han puesto al “peronismo” y al “pragmatismo” por encima de todo, y hace tiempo se alinearon absolutamente a Scioli.

Ni Zannini, Axel Kicillof, Andrés “Cuervo” Larroque, Eduardo “Wado” de Pedro, José Ottavis, Carlos Kunkel, Diana Conti, Edgardo Depetri o Agustín Rossi, por citar dirigentes ultra K, forman parte de la mesa chica y muchos de ellos ni siquiera de la mesa ampliada sciolista.

Así como Scioli parece deshacerse de kirchneristas y camporistas, Macri hizo lo propio con sus socios. El escándalo que obligó a Macri a aceptar la renuncia a su candidatura a Fernando Niembro, marcó la soledad en la que queda el PRO en algunos decisiones trascendentales. Prácticamente ni la UCR ni el núcleo de la Coalición Cívica que lidera Elisa Carrió salió a respaldar al periodista deportivo.

¿No será necesario que Macri muestre como tal a Cambiemos, con una mayor participación de dirigentes que no sean del PRO para este último mes de campaña? Semanas atrás hubo un intento en recorrer el interior con el mendocino Julio Cobos, lo cual pareció efectivo. Habrá que ver si el papel de Macri junto al radical y candidato a gobernador de Tucumán, José Cano, sumó o restó. Tal vez sería productivo que Cambiemos intensifique actividades con Ernesto Sanz y Elisa Carrió, para ofrecer una imagen de un frente que, por ahora, parece ser sólo PRO.

Si la oposición quiere ir al ballottage, debe mostrar cohesión, un bloque homogéneo capaz de gobernar sin ser desbordado por internas o diferencias.

Pero la no formulación de propuestas ni de posibles integrantes de un gabinete nacional marcan una carencia en la estrategia de Cambiemos. Sería un error para la oposición creer que el “antikichnerismo” es un estadio consolidado, estable, fijo.

La cantidad de votantes que se mantendría fiel a su voto en las PASO se habría reducido de manera alarmante en los últimos días. Esa fidelidad habría pasado del 80 por ciento al 65. Es decir, que un 35 por ciento del electorado podría cambiar su voto. No obstante, nadie asegura si eso indicaría un giro oficialista u opositor.

La memoria debe tener presente que el kirchnerismo-peronismo parecía destinado a desaparecer en el 2009 cuando la oposición venció en las legislativas con el tridente Macri-Francisco de Narváez-Felipe Sola en la provincia de Buenos Aires. Dos años mas tarde, Cristina Fernández arrasó con el 54% de los votos, compuesto por votos de fieles y ajenos.

En el 2013 venció las legislativas Sergio Massa y hoy se ubica tercero. La oposición debería aprender de los tropiezos.

Scioli se sincera y Macri piensa en noviembre

A 50 días de las elecciones generales del 25 de octubre, Scioli salió a jugar fuerte, no sólo desmarcándose ya del cepo kirchnerista sino desafiando a su principal rival, Mauricio Macri, a informar quiénes lo acompañarán en un eventual gabinete nacional.

Mientras muchos vaticinaban dos meses atrás que Carlos Zannini iba a ser un “cepo” para Scioli, que Cristina Fernández iba a mover los hilos de un eventual gobierno desde El Calafate y que La Cámpora se transformaría en una suerte de policía para hacer cumplir el “proyecto”, el candidato del Frente para la Victoria hizo lo que su chip le indica, lo que es su esencia: desmarcarse.

Zannini pasó a ser un islote dentro del archipiélago de nombres que está armando Scioli para su eventual gobierno y en el que la pura cepa kirchnerista está ausente.  “Está en otro poder, el Poder Legislativo”, ironizó un dirigente sciolista sobre el posible futuro del actual compañero de fórmula de Scioli. La excepción K serán Gabriel Mariotto y Jorge Taiana que también tendrían su despacho en el Poder Ejecutivo, aunque de seguro a nivel de Secretaría de Estado.

El círculo netamente sciolista ocuparía lugares claves para una eventual administración de Scioli. Alberto Pérez (Jefe de Gabinete), José “Pepe” Scioli (Inteligencia, la AFI), Oscar Cuartango (Trabajo), Alejandro Collia (Salud), Ricardo Casal (Justicia), Gustavo Marangoni o Martín Ferré (Anses), Carlos Gianella (AFSCA), Jorge Telerman (Cultura) y Gustavo Ferrari (Secretaría de Legal y Técnica).

En materia económica, el equipo estará compuesto por Miguel Bein (Finanzas), Mario Blejer (en otra área económica desde dónde se sentará con los organismos financieros internacionales), Silvia Batakis (Hacienda) y Miguel Peirano (Producción industrial).

Dirigentes que vienen de ser intendentes bonaerenses, también tendrán su lugar en un eventual elenco ministerial como Alejandro Granados (Defensa) y Fernando Espinoza (Territorios y Ciudades). En tanto dos ex funcionarios de segunda línea del gobierno de Cristina Fernández que continuarán serían Sergio Berni (Seguridad), Lino Barañao (Ciencia y Tecnología) y Diego Bossio, en un cargo aún a definir.

Los gobernadores que desembarcarían en la Casa Rosada son José Urribarri (Entre Ríos), Maurice Closs (Misiones) y Jorge Sapag (Neuquén), de quien siempre Scioli destacó su conocimiento en materia energética. En tanto el santafesino Omar Perotti suena para el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, así como Daniel Filmus en Educación.

¿Le ofrecería Scioli la Cancillería al cordobés José Manuel de la Sota? Nadie en el círculo sciolista se anima a negar esa posibilidad pero tampoco quieren alimentarla, en medio de la competencia electoral y cuando “el Gallego” está jugando con Macri y Sergio Massa. Raúl Follonier hoy cumple la función de lobbista, mas que de canciller en las sombras.

Macri establece un juego distinto, apuntando directamente a un armado para un ballottage. El frente Cambiemos no cree que Scioli salga del amesetamiento en el que se encuentra e incluso se entusiasma con encuestas que otorgan una leve ventaja de María Eugenia Vidal sobre el candidato del FPV, Aníbal Fernández.

No fue casual en los últimos días las intensas reuniones de Aníbal con los intendentes bonaerenses, así como el encuentro del PJ bonaerense en Mar del Plata: Scioli sabe que necesita que los jefes comunales se metan más en la campaña para llegar a 45 puntos en territorio bonaerense. Y los intendentes consideran que los votos de Aníbal Fernández dependen exclusivamente de los votos que tenga Scioli.

Difícilmente Macri de a conocer los nombres de quiénes lo acompañarán en un eventual gabinete nacional. Porque no será estrictamente PRO sino que debería abrir la mano a sus socios del radicalismo y de la Coalición Cívica y, tal vez, hasta el Frente Renovador de Sergio Massa y al delasotismo.

Ocurre que Macri habla con Massa y con De la Sota. Quiere establecer un pacto en silencio de apoyo, entre las fuerzas opositoras, al candidato que llegue al ballottage contra Scioli. Hacer campaña juntos, llamar al voto por el aspirante opositor, establecer líneas generales de gobierno.

Para ello, el jefe de Fobierno porteño pretende que Scioli apenas lo aventaje por 4 o 5 puntos el 25 de octubre, e ir por todo en la segunda vuelta de Noviembre.

Por lo pronto, mañana la oposición volverá a mostrarse “unida” para pedir por mayor transparencia en los comicios del 25 de octubre. Los operadores políticos antikirchneristas saben que no hay tiempo, aunque el Gobierno quisiera, para resolver ese problema de fondo y hasta ahora es el mejor argumento que ha encontrado para cuestionar al oficialismo y hacerse eco en la sociedad.

Por eso resulta difícil que Macri salga a pelear con Scioli en el terreno que propone el dirigente peronista, el de los nombres que lo acompañarán en un eventual gobierno.

¿Ballottage?

En menos de dos semanas, la oposición adquirió en tres oportunidades un impensado protagonismo mediático a expensas de la figura del candidato kirchnerista, Daniel Scioli: el fallido viaje del gobernador bonaerense a Italia en medio de las inundaciones, el asesinato de un militante radical en Jujuy y el escándalo electoral de la provincia de Tucumán.

Durante dos semanas, las voces opositoras tanto del frente Cambiemos de Mauricio Macri y del radicalismo, así como del postulante de UNA, Sergio Massa, y de la candidata de Progresistas, Margarita Stolbizer, hicieron eje en la falta de gestión en materia de inundaciones, en los manejos oscuros de la agrupación Tupac Amaru de Milagro Sala, y en la falta de transparencia de los comicios tucumanos que podrían enrarecer el proceso electoral del 25 de octubre.

Ese protagonismo tuvo su epicentro con al foto en la que aparecieron Macri, Massa y Stolbizer, reclamando transparencia. Esa reunión motivó que muchos sectores políticos y mediáticos empujaran para ver si finalmente se traducía en un acuerdo electoral, algo que finalmente no ocurrió. Esa “presión” para que hubiera un acuerdo se traduce en una “necesidad”, una “carencia” en la oposición, ante la posibilidad de que el Frente para la Victoria triunfe en primera vuelta.

La posibilidad de que Scioli alcance el 45 por ciento de los votos necesario para ser Presidente es cierta, tanto para los operadores macristas como para los radicales. Una encuesta de las últimas horas publicada por el diario Clarín, realizada entre el 20 y el 26 de agosto refleja que pese a las dos semanas de “furia” sufridas por Scioli, el candidato del oficialismo va a la cabeza con el 39,3% de intención de voto, seguido por Macri con 31,2, Massa 18,3 y Stolbizer 4,4. Scioli aventaja por algo mas de 8 puntos, después de todo lo que ocurrió.

Por eso se observa que tanto Macri como Massa apuestan todo a ir al ballottage que, de celebrarse, sería una inyección importante para el antikirchnerismo. Sin embargo se advierte que poco está haciendo esa misma oposición para evitar que Scioli triunfe en primera vuelta, objetivo del que quedó en las PASO del 9 de Agosto, a poco mas de 6 puntos. Nada mas.

Se comprende entonces el optimismo reinante en el bunker que el sciolismo tiene a pocos pasos de la Casa Rosada. Desde allí, apuntan básicamente a dos distritos: Provincia de Buenos Aires y Córdoba.

“En provincia ya estamos en 42 y tenemos que trabajar duro para ir por los 45 puntos”, sostiene un operador sciolista, acerca del territorio bonaerense donde Scioli obtuvo el 39,5%. Argumentan que las inundaciones impidieron ir a votar a miles de bonaerenses y, seguros que los que no fueron, pese a la catástrofe, votarán por el Frente para la Victoria, ponen como ejemplo Almirante Brown donde no pusieron el sobre en la urna unas 40 mil personas.

Además, consideran que en octubre todos los intendentes jugarán para Scioli. Opinan que la interna Aníbal Fernández-Julián Domínguez los distrajo, pero que “a ninguno le conviene reelegir en el municipio pero que el presidente sea Macri o la gobernadora Vidal”.

Mientras, en Córdoba, territorio delasotista, los sciolistas tienen la esperanza de sacar unos 3 puntos mas. “Estamos conversando con muchos intendentes peronistas, que responden a De la Sota, pero que ven que pueden perder sus municipios con el macrismo si van con Massa. En cambio con Scioli pueden retenerlos”, describen las fuentes.

Esa performance en territorios bonaerense y cordobés, sumado a la meta de mejorar algún punto en la Ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe, alimentan la fantasía peronista.

“Es increíble lo que hace la oposición, fortalece a Macri pero también a Massa, en lugar de un acuerdo donde sumen Macri, Felipe Sola en la provincia y así sucesivamente. Así, divididos, nos sirve a nosotros”, razona un experimentado dirigente del PJ.

Por ahora, la oposición seguirá sin cambios. Macri retomará la recorrida por el interior del país, Massa ya volvió a diferenciarse de su a veces “socio” y a veces “enemigo” Jefe de gobierno porteño. Y Stolbizer tratando de recoger radicales descontentos con Macri y progresistas poco entusiasmados con Massa.

Por lo pronto, la misma encuesta sostiene que un 58 por ciento de los consultados está de acuerdo con cambio y continuidad del modelo de gobierno (30,9%) o directamente profundización (27,9%). Sólo el 39 por ciento pretende un “cambio completo”.

Un inundado, un voto

La campaña electoral se sumergió las últimas semanas en las aguas turbulentas de las inundaciones, que dejaron expuestas las miserias de la política y la solidaridad de los argentinos como dos caras contrapuestas de una lamentable realidad.

Por acción u omisión, los candidatos presidenciales Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa salieron a hacer proselitismo con los damnificados, disfrazados de hombres “solidarios” y de “gestión”.

Scioli traicionó su esencia, la de saber leer lo que la sociedad reclama en un determinado momento. Buena parte del capital político del candidato del Frente para la Victoria es su vínculo con “la gente”, que en una suerte entelequia, aprueba mucho más su figura que su gestión bonaerense.

En cada hecho trágico de relevancia mediática, Scioli no ha dudado y fue al lugar. Soporto los insultos lógicos de víctimas y damnificados, pero al final terminó abrazado con ellos, en algunas ocasiones dando respuesta, aunque tardía, a los reclamos, y recibiendo el agradecimiento de quienes antes lo habían agredido verbalmente.

Esta vez le falló el olfato. En otro momento, su viaje a Italia ya sea por el mantenimiento del muñón derecho, por descanso o placer, hubiera pasado desapercibido. Pero, a diferencia de cuando era el diputado de Carlos Menem, el Secretario de Turismo de Eduard Duhalde o el vicepresidente/gobernador de Néstor Kirchner, ahora el protagonista es él, está en el centro del escenario político y debería refinar aún mas su paladar para decidir qué movimiento es políticamente incorrecta y cual no.

Scioli es, además, su propio jefe: la presidenta Cristina Fernández lo dejó solo cuando las críticas opositoras arreciaban. Ella ordenó un silencio de radio a los funcionarios y dejó la “zona liberada” para que los dardos hacia su candidato presidencial no tuvieran ningún filtro. Hizo callar a Carlos Zannini, nada más y nada menos que compañero de fórmula de Scioli, desaparecido en todo el conflicto por las inundaciones y que en lugar de mostrarse ayudando a los damnificados, se ocultó. También mando a Aníbal Fernández, en su doble rolde jefe de Gabinete y candidato a gobernador, a hacerse el distraído sobre el periplo de Scioli a Europa.

Una fuente de la Casa Rosada intentó ensayar que la situación de Scioli era “indefendible”, argumento totalmente falso, teniendo en cuenta la lista de ocasiones “indefendibles” en que el coro de funcionarios y dirigentes kirchneristas salieron a defender por orden de Cristina a Máximo Kirchner, Axel Kicillof o Amado Boudou, por citar solo algunos ejemplos.

Está claro, y de eso no hay lugar a duda, que Scioli regresó oportunamente de su viaje porque todos están en campaña y él no podía dejar abierta la posibilidad de que un error suyo se tradujera en una merma del 38,4% que obtuvo en las PASO.

Mauricio Macri también hizo cuentas con el 30% que consiguió Cambiemos en las internas, y por eso brindó una conferencia de prensa para lamentar el panorama de las inundaciones y criticar la gestión kirchnerista por las obras nunca hechas.

Macri contrapuso lo que él hizo en la Ciudad –como los túneles aliviadores del arroyo Maldonado- para mostrarse ejecutivo en comparación de una provincia sin las obras hechas. Además,  mandó a su aspirante a la gobernación, la todoterreno María Eugenia Vidal, a mojarse los pies en las zonas damnificadas.

El desempeño electoral de Vidal fue la sorpresa de los comicios, la imagen fresca en una provincia hundida por la vieja política. Pero las fotos de la vicejefa de gobierno porteño, con un rostro en varias ocasiones demasiado a tono con la tragedia, tomando un mate mientras se hundía en el lodazal, despertaron también muchas críticas no sólo del sector K sino también de la ciudadanía, cansada del oportunismo político.

Ocurre que hoy las redes sociales permiten dejar en evidencia a los dirigentes, algo que antes solo estaba limitado a los medios masivos de comunicación. Y cualquier “error” o foto “producida” puede ser descubierta, viralizada y de inmediato sumar miles de cuestionamientos.

Massa, en tanto, no se quedó atrás y eligió el municipio de Mercedes, muy cerca de Luján, comandado por uno de los intendentes del Frente Renovador, Carlos Selva, para hacer campaña. Desde allí criticó tanto a Scioli como a Macri y se mostró con la gente que recibía donaciones para los damnificados.

Sin embargo, la Asamblea de los Inundados de Tigre amagó el sábado con un escrache frente a la casa de Scioli en Villa La Ñata (Benavidez, partido de Tigre) , que finalmente fue impedido por fuerzas de seguridad. Esa misma asamblea le viene reclamando a Massa, aunque el actual intendente es un delfín suyo, Julio Zamora, por las inundaciones que sufren barrios precarios como el que se ubica detrás del country Isla del Sol, donde vive el candidato presidencial por UNA.

Según el libro “Massa, una biografía no autorizada” de Diego Genoud, la proliferación de countries y barrios cerrados afectó a muchos barrios precarios que empezaron a inundarse como nunca antes. “Sus denuncias en el municipio ni siquiera llegaron al despacho del intendente. La única vez que Sergio se puso las botas y escuchó a los afectados por las inundaciones fue el 1 de Noviembre de 2014, cuando en la provincia de Buenos Aires hubo tres muertos”.

Pese a las distintas puestas en escena, los especialistas políticos consideran que el drama de estas inundaciones “difícilmente afecte” la intención de voto de alguno de los tres postulantes, habida cuenta que faltan más de dos meses para las elecciones generales. Mucho tiempo para olvidar lo ocurrido.

Ahora es el turno de Scioli vs. Macri

El triunfo del candidato porteño de Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, no sólo le permitió al PRO retener la hegemonía en la Ciudad para empezar a transitar la “Década Macrista” sino también sirvió como puntapie inicial de la campaña que ahora cobra protagonismo y que parecía lejana: la pelea por la Presidencia de la Nación.

El triunfo en los comicios porteños tuvo un sabor amargo y quedó reflejado en el clima tenso durante el escrutinio en el bunker del PRO en Costa Salguero, debido a la estrecha diferencia entre Rodríguez Larreta y Martín Lousteau que finalmente se cristalizó en unos 54 mil votos.

El macrismo seguirá sin mayoría propia en la Legislatura porteña pero su gestión podría tener una ventaja respecto a la de su antecesor. No es lo mismo para el PRO negociar los votos legislativos con el kirchnerismo, en mucho temas -como el de los “trapitos”- que con ECO, la fuerza de Lousteau con la que hay mas afinidades que discrepancias.

Por eso, los porteños quizás puedan esperar que una serie de problemas sin resolver por falta de consenso en esta nueva etapa se resuelvan en base a una negociación entre PRO y ECO, que deberá revalidar en el 2016 que es la segunda fuerza porteña.

Lousteau, en tanto, se convirtió en la estrella política que estuvo apunto de arrebatarle la Ciudad al PRO, con apenas dos años de estadía política en la Capital Federal, primero como parte de UNEN y al poco tiempo como jefe de una nueva fuerza política.

El joven economista intentará ser prescindente de la campaña presidencial, al menos hasta que el horizonte aclare y haya certeza entre ganadores y perdedores de este 2015 electoral. En su estrategia anida, seguro, el interrogante de si su figura cruzará la General Paz para inmiscuirse en algún entramado nacional o sólo se limitará a cumplir con su rol de diputado nacional con el objetivo de sentar las bases de una alternativa política en la Ciudad.

En cuánto a “las grandes ligas”, la campaña presidencial se relanza hoy. El propio Daniel Scioli intentó minimizar el triunfo del PRO en la Ciudad y, rápido de reflejos, llamó a Lousteau para felicitarlo y volvió a manifestarse por la plena autonomía de la Ciudad. Música para los oídos de los habitantes de la Ciudad, aunque el electorado en la Capital Federal no se caracteriza por besar la mano de quien los acaricia.

Scioli es conciente que necesita remontar la imagen del kirchnerismo e imprimirle su sello distintivo en distritos como la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. De otro manera, no le alcanzará con una ventaja clara en la provincia de Buenos Aires para contrarrestar el crecimiento de la oposición en los principales centro urbanos del interior del país, y en la Capital Federal.

Macri no llega a hoy con todos los triunfos que su equipo fantaseó –Santa Fe, Córdoba- pero sí lo hace con el envión de un posicionamiento de su figura en las provincias claves.

No en vano Macri intentó anoche nacionalizar el triunfo porteño y marcó claramente sus discrepancias y no tuvo empacho en marcar los logros kirchneristas como la asignación universal por hijo o la estatización de Aerolíneas Argentinas, YPF y los fondos de la Anses. Para diferenciarse, dijo que los administraría mejor, que erradicará la pobreza y que pretende una Justicia independiente y que no se persiga a quien piense distinto.

La foto a la que aspira el PRO el 9 de agosto a la noche en la provincia de Buenos Aires, contados los votos de las PASO, es que María Eugenia Vidal aparezca como la postulante más votada en la provincia, más allá de que a nivel fuerzas, la sumatoria de la fórmula Aníbal Fernández-Martín Sabbattella con la de Julián Domínguez-Fernando Espinoza supere a nivel fuerzas al frente Cambiemos.

“Con el posicionamiento en el interior del país y un 30% en la provincia de Buenos Aires, no hay manera de que Scioli nos saque una ventaja de diez puntos, es más, no sea cosa que ocurra al revés”, señaló un operador macrista.

En el comando sciolista la preocupación no es menor. Más allá de la burbuja del “Scioli ya ganó” que se instaló semanas atrás en la opinión pública, lo cierto es que las encuestas serias otorgan una suerte de “empate técnico” entre Scioli y Macri, con una diferencia de 2 o 3 puntos.

El dilema de Scioli es revertir lo que en el PRO consideran, “un techo” a su crecimiento, a partir del acompañamiento de Carlos Zannini en la fórmula. ¿Efectivamente Zannini limita a Scioli? ¿O Scioli logrará despegarse del cepo kirchnerista para atraer a los indecisos?

De uno u otro lado de la General Paz coinciden en que los números del electorado entre kirchneristas y antikirchneristas, oficialistas y opositores, es muy similar, por lo que ambos bandos miran a los “ni”, al electorado independiente.

Macri comenzará desde hoy una etapa de campaña “de cercanía con la gente”, “muchas redes sociales” y “bastante Conurbano”. Scioli comenzará un raíd por las provincias donde al kirchnerismo le fue mal en las elecciones provinciales. Macri en la Provincia, Scioli en Ciudad y el Interior. Ambos apuntando a lo mismo.

Está claro que el 9 de agosto será una suerte de “gran encuesta real”, en la que ambos medirán fuerzas pero también sabrán cuántos votos tendrá Sergio Massa, sector al que sciolistas y macristas consideran también clave porque si se polariza las PASO entre Scioli y Macri, el voto del Frente Renovador se dividirá, vaya uno a saber en qué proporción, entre uno y otro candidato presidencial.

Scioli y Macri van por los “ni”

A sólo cuatro meses de las elecciones presidenciales de octubre, que marcarán el principio del fin de la era Kirchner para dar lugar a otro apellido como ilustre habitante de la Casa Rosada, el escenario electoral se encuentra claramente polarizado entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Si se toma al total de los votantes a nivel nacional como si fuera un torta, en términos de elección presidencial la percepción sería la de “tres tercios”: un tercio kirchnerista, un tercio antikirchnerista y un tercer tercio “ni”.

En ese tercio están centradas las expectativas electorales tanto de Scioli como de Macri, o sea del Frente para la Victoria y del frente Cambiemos.

La decisión de la presidenta Cristina Fernández de competir en las elecciones generales con la fórmula Scioli-Carlos Zannini obligó al PRO a jugarse por una fórmula pura, como la compuesta por Macri-Gabriela Michetti.

Mientras que para el peronismo, la decisión de Cristina es acertada y lo que hace es, por primera vez en mucho tiempo, mostrar “unidad” entre el PJ y el kirchnerismo, para el PRO esa movida los beneficia. Ambos sectores piensan lo mismo: planteado con esos nombres y de esa manera, queda mas que claro quién es la “continuidad” y quién es el “cambio”. Lo que no queda para nada claro es qué quiere la sociedad.

¿Es real que ese tercio “ni” quiere realmente un cambio?¿O en verdad quiere continuar con las mismas políticas, pero con algunos cambios de estilo? Hay dudas. La mayoría de las encuestas describen a ese segmento “ni” como quienes consideran que el Gobierno hizo muchas cosas bien pero cometió errores; que hizo mal las cosas aunque tuvo algunos aciertos; que prefiere cierta continuidad con algunas correcciones; que opta por cambios aunque manteniendo algunas políticas.

Lo concreto es que, faltando apenas 40 días para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), los dos principales candidatos ya fueron elegidos de antemano y sólo se expondrán a una suerte de “gran encuesta vinculante” en la que sabrán, Scioli y Macri, con cuantos votos cuenta cada uno.

Scioli no presentará rivales, será candidato único, por lo cual los votos que tendrá serán los del FPV; en tanto Macri disputará una interna con Ernesto Sanz (UCR) y con Elisa Carrió (Coalición Cívica) por lo que los votos que obtenga serán menos que los que obtendrá el frente Cambiemos. Por eso, en caso que Scioli obtenga mas votos que Macri, la diferencia podría ser mucho mayor, teniendo en cuenta que el postulante del PRO divide votos. Pero si quien saca mas votos es Macri que Scioli, el jefe de Gobierno porteño tendrá mas para crecer habida cuenta que habría que añadirle los votos conseguidos por Sanz y Carrió. En uno u otro escenario, para el debate posterior quedarán las especulaciones en el sentido de si los votos radicales y de la Coalición se encolumnarán detrás de Macri o no, dada la volatilidad del sufragio.

En la pelea por el tercer lugar han quedado los precandidatos de Una Nueva Alternativa (UNA) José Manuel de la Sota y Sergio Massa, así como la candidata de Progresistas, Margarita Stolbizer. La perspectiva de esos dos sectores podría llegar a ser “testimonial” si Scioli y Macri confirman una polarización contundente en las PASO. Ahora bien, si uno de ellos se impone por mas de cinco o seis puntos sobre el otro, esos dos sectores mas los votos de otros postulantes como Adolfo Rodríguez Saá, pasarán a convertirse en la presa a cazar por el kirchnerismo y el macrismo para triunfar en primera vuelta en octubre.

Las próximas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y en Córdoba son importantes para los habitantes de ambos distritos. Pueden incluso llevar cierto optimismo a los competidores nacionales pero en nada influirán a la hora de las internas presidenciales de Agosto.

Allí el votante dejará de lado el “chip provincial” utilizado en los comicios locales de Mendoza, Santa Fe, Córdoba y Capital Federal (aproximadamente el 23 por ciento del padrón nacional) para colocarse el “chip nacional” y echar mano a otra u otras variables para elegir al próximo presidente.