Las reservas internacionales medidas en relación al PBI denotan un estadio preocupante, con tendencia a acercarse a los valores del “estallido” de la convertibilidad. Desde el 26 de enero de 2011 (u$s 52.618 millones de dólares, la máxima cantidad de reservas acumuladas) al presente, la salida de reservas del BCRA alcanzó la friolera de u$s 15.600 millones de dólares.
La caída de las reservas a lo largo del año en curso totalizó unos u$s 6.234 millones, situándose en u$s 37.056 millones de los cuales 2.650 corresponden a oro, y se proyecta un cierre del 2013 en valores cercanos a u$s 30.800 millones.
En tal sentido, el año próximo las reservas podrían continuar cayendo en el orden de los u$s 7.500 millones, con lo cual, el stock de las reservas a fin del 2014 alcanzarían según nuestras proyecciones los u$s 22.500 millones. Si bien es cierto que el ratio Reservas/PBI parecería converger al observado sobre el final de la convertibilidad, la situación estructural de la economía es otra.
La política de desendeudamiento externo llevada a cabo desde 2003 en adelante resultó por demás favorable a la Argentina. No sólo en el sentido de tener que afrontar menores erogaciones en concepto de intereses (además no se debe dar explicaciones al FMI al momento de refinanciar el capital) sino también porque abre hacia el futuro una ventana de oportunidad para tomar endeudamiento a baja tasa de interés. Sería saludable para la economía que si se opta por tomar fondos en el exterior sea con destino a obras de infraestructura y no para afrontar gasto corriente, o sostener un artificialmente un seguro de cambio con atraso en términos reales como el de la década de los noventa.
La principal fuente de ingreso de divisas de la economía está dada por el superávit comercial. En efecto, al mes de julio el saldo comercial representó unos u$s 5.725 millones, proyectando un cierre positivo de u$s 9.300 millones durante el año en curso. Para 2014, dicho saldo lo vemos más acotado, en torno a los u$s7.800 millones. Precisamente el saldo comercial resulta la principal fuente de divisas del país de modo que las importaciones se encuentran sensiblemente limitadas y en consecuencia acotan el margen de crecimiento del PBI. De no registrase cambios profundos Argentina tiene serías chances de entrar en recesión profunda hacia 2015, año de recambio presidencial.
Los “fundamentals” que sostienen esta proyección se asientas en los siguientes pilares:
1) Baja en el precio de las commodities: Esto resultaría a consecuencia de la mejor cosecha esperada de los EEUU dada las mejores condiciones climáticas quedando los industriales y merced de la evolución de la actividad económica de los países desarrollados. Las proyecciones de caída en el nivel de precios se acercan a un rango de entre el 10/15%, con una cantidad de toneladas levemente superior a las 100 millones de este año. Los futuros de la oleaginosa muestran una caída para 2014 a u$s 430 dólares, representando una pérdida de unos u$s 3.000 millones de dólares.
2) Mayor expansión monetaria, producto de los desequilibrios fiscales, presionará a la demanda de moneda extranjera, mantenimiento del cepo cambiario con mayor brecha. Esto escenario, se potenciaría con una mayor tasa de devaluación del real y otras monedas de la región, que pondrá presión a la devaluación de la moneda local. En la actualidad, el crecimiento de la base monetaria durante el mes de julio se expandió a una tasa mensual muy alta (por encima del 4,3%), por encima del promedio de un 28,5% respecto al mismo mes del año pasado.
3) Incremento del déficit energético. Se consolida un fuerte déficit del balance comercial energético. Durante el año en curso las importaciones de combustibles alcanzarían los u$s 13.800 millones de dólares y las proyecciones del déficit energético de unos u$s 9.100 millones de dólares. Pese a los esfuerzos del gobierno por alcanzar acuerdos con petroleras extranjeras para que inviertan en la exploración del proyecto Vaca Muerta –algo que resulta auspicioso-, prima facie resulta una incógnita su verdadero impacto en materia de llegada de dólares, al menos en el corto plazo.
4) Incremento del déficit turístico. A pesar de los recientes anuncios del jefe de la AFIP, en el Balance de Pagos, las operaciones durante el primer trimestre del 2013 registradas en concepto de servicios totalizaron egresos netos por US$ 2.347 millones, destacándose los egresos netos por turismo y viajes, unos US$ 2.200 millones en el trimestre, monto levemente inferior al registrado en el trimestre inmediato anterior.
Las proyecciones estimadas para el cierre del año en concepto de Turismo arrojarían niveles superiores a los u$s 8.200 millones. De no tomar el gobierno drásticas medidas al respecto, y de mantenerse un ritmo devaluatorio menor a la inflación esperada, es probable que la salida de dividas vía turismo alcance los u$s 10.000 millones de dólares.
Bajo este escenario, el gobierno tiene algún margen de maniobra para efectuar correcciones. Una vez concluida las elecciones -superado el mal trance (con perspectivas favorables) de resolver la crisis de la deuda a causa de los holdouts- , debería poner mano a la obra para que el final de su mandato no solo sea razonable a la hora de la sucesión, sino dejar sentada las bases de un proceso de salto a la calidad. Hay temas de agenda que no deberían postergarse entre los que sobresalen: un reordenamiento en las pautas monetarias y fiscales que converjan en metas de baja en la inflación creíbles y con un fuerte apuntalamiento a inversiones tendientes a incrementar los niveles de oferta de bienes y servicios.