Democracia de partidos o de candidatos

Alejandro Banzas

Quienes conformamos la lista 502D Presidente Illia, que lleva a Leandro (su hijo) como candidato a diputado nacional, y a César Webhe como senador, vemos con estupor el rol que ciertos grupos monopólicos (Grupo Clarín y La Nación) llevan en esta campaña electoral con miras a las PASO.

Nuestro espacio disputa dentro de UNEN con otras tres listas:  la de Carrió-Solanas; Prat Gay-Gil Lavedra y Lousteau-Terragno. En efecto, sabido es que estos conglomerados mediáticos mantienen una disputa feroz por la Ley de Medios, que perjudica claramente sus intereses, y en consecuencia, les resulta funcional en el distrito de la CABA que el senador por la minoría no sólo no sea el candidato oficialista Daniel Filmus, sino que en lo posible, sea un candidato que responda claramente a sus intereses. El grupo sabe perfectamente que debe apostar por cualquiera de los tres candidatos de las otras listas que no sea la nuestra, y por ello, evita darnos la oportunidad de expresar nuestras ideas y que se conozcan a nuestros candidatos.

Faltan apenas 20 días de campaña y ésta en materia de recursos es muy asimétrica para quienes sumamos, a la tarea diaria de nuestros trabajos, el tiempo que dedicamos a transmitir las propuestas que queremos que la ciudadanía conozca. De la vereda de enfrente se encuentran en su gran mayoría maquinarias electorales que disponen de una gran cantidad de recursos, que dicho sea de paso, sería oportuno conocer de dónde provienen, en especial cuando se llenan la boca hablando de honestidad y transparencia.

Pero lo cierto es que nuestra lista no persigue sólo candidaturas, sino instalar un debate en la sociedad sobre la importancia que significa recomponer las instituciones democráticas básicas, como son los partidos políticos. Precisamente, cuando la democracia de partidos es remplazada por la de candidatos, resulta más fácil manipular a endebles dirigentes –sin base de sustentación real– que dependen de los medios concentrados de difusión para imponer sus candidaturas, de modo de servir a esos intereses y no a los de la gente.

La UCR es un partido centenario, que con aciertos y errores ha contribuido a ofrecer a nuestra sociedad dirigentes de la talla moral e intelectual de Yrigoyen, Alvear, Illia y Alfonsín. Hoy, necesita reconstruirse desde la fortaleza que lo hizo emblema de esta Nación, el debate interno de las ideas, y la participación horizontal y democrática. En la CABA, lideramos muchos años, y hoy hemos perdido el reconocimiento de la gente, la cual no habremos de recuperarla a través de dirigentes iluminados, sino con el esfuerzo del conjunto. Pudimos haber presentado una lista de importantes hombres y mujeres con la histórica lista 3 (que nos identifica), pero imperó la dispersión y el egoísmo, engañando a la gente con un pseudodiscurso de unidad hacia afuera, que no se practica hacia adentro. Decía Don Hipólito ”que se pierdan 100 gobiernos pero que se mantengan los principios“; ese es nuestro cometido, no habremos de fracasar por no conseguir una banca, habremos de triunfar si logramos instalar en la gente la necesidad de volver a recrear el camino que nos hizo grandes como Nación y al radicalismo como herramienta política, el representar los intereses de los desposeídos, de la clase media y de un Estado al servicio de la gente. Lo vamos a intentar de la mano de gente honesta como Leandro Illia, Lucia Alberti, Osvaldo Bello, Xavier Lambruschini en diputados y con César Webhe y Claudia Guebel al Senado. El cambio es posible, es la oportunidad, de usted también depende.