Mucho se ha dicho acerca de qué sería de la vida de los militantes de La Cámpora sin los recursos del Estado. “Viejos” peronistas no K los han ridiculizado al compararlos socarronamente con los antiguos militantes de la juventud peronista (JP). Ellos sienten que los han estigmatizado, y en algún punto tienen razón cuando vemos que no solamente a La Cámpora le cuesta su supervivencia estando fuera de la maquinaria estatal, sino que es el kirchnerismo en su totalidad lo que tambalea. De hecho es quizá la agrupación juvenil el único sostén político que aún conserva la ex presidente Cristina Kirchner. La imagen de estos jóvenes y aquellos ex funcionarios está tan deteriorada que no podrían migrar hacia ningún otro espacio político. Las opciones son ostracismo o kirchnerismo y por ahora están tratando de pelearla en el espacio que transitaron durante doce años, temen que quizás el ostracismo venga acompañado de prisión, creen tal vez que la batalla en el imaginario público aún pueda ayudarlos a frenar el nuevo ímpetu de los jueces. Continuar leyendo
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De títeres y titiriteras
Es una acusación habitual de los Gobiernos que establecieron con el tiempo una fuerte hegemonía tildar a la oposición de juntarse para arrebatarles el poder. Ciertamente la incriminación encierra un concepto negativo al respecto, pero hay en ello una necesidad implícita construida desde el propio poder. El kirchnerismo ha forjado un Gobierno centrado en un férreo dominio que ni siquiera se asienta en un grupo gobernante, sino que flota alrededor de una familia. Néstor, Cristina, Máximo, Alicia, los más importantes del clan. Alrededor, los incondicionales, Carlos Zannini, Oscar Parrilli, los más encumbrados miembros de La Cámpora y los empresarios Cristóbal López y Lázaro Báez, por sólo tomar muestras de distintos ámbitos.
Fuera de ese círculo están los sobrevivientes, aquellos que rinden pleitesía a la familia Kirchner, fundamentalmente porque no pueden (ni quieren) sacar los pies del plato. La independencia de criterio (traición en el diccionario K) puede implicar desventuras. En ninguno de estos círculos de confianza estuvo ni está Daniel Scioli; sin embargo es el candidato del Frente para la Victoria.
El ex menemista y ex duhaldista ha construido, con Néstor Kirchner, primero y con Cristina, luego, una relación de mutua conveniencia que, hasta el momento, ha sido fructífera para ambas partes. La imperturbabilidad del Scioli candidato (a gobernador, presidente, testimonial, o lo que sea), inconmovible ante errores e impericias, propias y ajenas, le ha permitido al kirchnerismo tener en su propio espacio político al antihéroe, el contrapeso medido, equilibrado y amable de un matrimonio combativo. Parafraseando la publicidad de una importante tarjeta de crédito, diríamos que el kirchnerismo tiene épica, relato, pasión y mística; para todo lo demás está Scioli. Continuar leyendo
Scioli y el miedo a los debates presidenciales
Una iniciativa denominada Argentina Debate y de la cual participan más de cuarenta organizaciones de la sociedad civil puso como objetivo hace más de un año y medio poner fin al “cuco” de los debates presidenciales. Para ello se valió de algo poco ejercitado durante el kirchnerismo, la búsqueda de consenso. Con este objetivo logró ir ampliando su base de sustentación, dándole forma, un manual de procedimiento, una plataforma de transmisión democrática y plural y, fundamentalmente, estableció un mecanismo de diálogo entre los protagonistas del debate. Todo este trabajo, que tendrá su coronación el 4 de octubre a las 21 hs en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, se ve opacado por la decisión de no asistir por parte del candidato del Frente para la Victoria. El clásico de la política argentina, donde el que va al frente no debate, se volverá a repetir en estas elecciones. Efectivamente, Daniel Scioli, que fue parte de las negociaciones y de los acuerdos a través de sus emisarios, hace honor a esa regla no escrita de la política vernácula que impide una confrontación de ideas al estilo de las democracias consolidadas y también de varios de los países de América Latina.
¿Cuáles serían las razones que hicieron que finalmente -y como era de esperarse- el gobernador y su equipo de campaña hayan decidido no participar del debate? Al margen de lo antedicho, con el primer puesto obtenido en las PASO y un escenario que parece no haberse modificado, hay otras motivaciones detrás de la negativa. Todos sabemos que el estilo del exmotonauta no es la confrontación, y un debate donde no solamente habría periodistas preguntando sino que también está prevista la interpelación entre candidatos no es el mejor escenario para Scioli. El equilibrio que necesita -y tanto sabe ejecutar- para pescar votos de los que quieren un cambio (moderado, tal vez) y de los que se resignan a la continuidad del modelo K a través suyo (como transición para muchos de ellos, tal como lo expresó la propia Estela de Carlotto) es lo que más se vería cuestionado en un debate amplio. Scioli pide permanentemente que confíen en él como sujeto político, es el más claro ejemplo de la personalización de la política. Su estrategia es mostrarse y decirse previsible para que el votante deposite en él el deseo de llegar a buen puerto. De allí también la apelación a su historia de vida, a la desgracia personal, al éxito deportivo. Este es el candidato que desean mostrar, los detalles quedan para el elector, es un Scioli para armar. Continuar leyendo
El día después de mañana
Las elecciones generales de octubre, en las cuales tendremos la posibilidad de elegir un presidente por los próximos 4 años, presentan innumerable cantidad de imponderables por develar pero una certeza: ni Cristina Fernández ni Máximo Kirchner van a ocupar el sillón de Rivadavia luego del 10 de diciembre. Esta verdad de Perogrullo es la que más preocupa a la Presidente. Saber que después de 12 años nadie de su familia va a estar en el poder la inquieta. Su hijo ha logrado conformar y consolidar -con todos los medios disponibles a su favor, claro está- un conglomerado de poder económico (negocios familiares) y político (La Cámpora) de relevancia endogámica. Ese inmenso dominio no le ha dado -por motivos que no pretendo aquí analizar- la posibilidad de ser una opción electoral viable para su facción. La presidente sabe que hay varios frentes de tormenta que se avecinan y, emprendedora como es, va a tratar de ponerles coto. En el frente judicial, a diferencia de lo que ocurrió con el menemismo -donde los hechos de corrupción se debían investigar sobre situaciones pasadas y fortunas presentes- el kirchnerismo tiene sociedades que perduran en el tiempo y que pueden ser tanto su sostén como su derrumbe. Continuar leyendo
La Patria es sólo kirchnerista
“Si no se quiere al pueblo, si no se quiere al prójimo, es imposible querer a la patria. La patria es el otro, la patria es el prójimo”; con esas palabras en el 31 aniversario del inicio de la guerra de Malvinas, la presidente Cristina Fernández de Kirchner dejó sentada una frase que, recortada, es usada –aunque cada vez con menos entusiasmo- por sus militantes como eslogan. Profundizando en el significado que tendría este concepto encontramos la explicación de José Pablo Feinmann -uno de los intelectuales preferidos del kirchnerismo- quien en un artículo del diario oficialista Página 12 sostuvo, basándose en el pensamiento de Emmanuel Levinas, que “es imposible edificar una democracia sin una ética de la alteridad que haga del otro lo presente en mí, completándome”, para luego rematar que “nadie puede creerse la patria. La patria es una urdimbre de otredades que se requieren las unas a las otras”. Pero como José Pablo tiene capacidad para observar lo que sucede (aunque pueda encontrarle luego algunas explicaciones algo antojadizas), acepta que el concepto vertido por la Presidente incluye el conflicto y por lo tanto “la patria es el otro, pero no todos son el otro”, y así termina concediendo que el lema es una utopía porque “ellos, el poder, el establishment, los monopolios, jamás pensarán que la patria son los otros”. Continuar leyendo
Prohibido refundar al país
Mientras que el kirchnerismo, y Cristina Fernández de Kirchner en particular, evalúa la mejor forma de dejar el poder tratando de conservar al menos en parte su influencia, el resto de la clase política debería ya estar trabajando sobre las secuelas que un gobierno (en sus tres períodos) que intentó monopolizar la escena pública va a dejar en las instituciones y en la vida social, política y económica del país.
En materia de derechos humanos, si bien el kirchnerismo le ha aportado dinamismo a algunas causas contra ex represores por su repentino interés en la materia, el daño que ha causado sobre organismos de DDHH que gozaban de independencia, credibilidad y prestigio es notable. Aquí también ha profundizado un distanciamiento entre quienes se han dejado cooptar y quienes conservaron su independencia política.
En lo que hace a la administración de la cosa pública (res publica), lejos de continuar con una profesionalización ampliamente necesaria para hacer eficiente y eficaz la gestión de la burocracia estatal, ha promovido una brutal involución que implicó el desplazamiento de funcionarios probos no alineados y el encumbramiento de militantes incapacitados y desinteresados al mismo tiempo, con la consiguiente pérdida de recursos humanos valiosos. Todo esto en un contexto donde el empleo público nacional se ha incrementado un 75% durante los años del kirchnerismo. Dos de los organismos que exhiben más claramente este desatino son el INDEC y la Cancillería.
El caso del Indec, con sus técnicos desplazados y la permanente manipulación de las estadísticas oficiales, es harto conocido. A los falsos números de pobreza, indigencia e inflación, se suman las dudas que genera la metodología adoptada para medir el empleo. Recientes revelaciones y cotejos indican también que ni siquiera los números de comercio exterior son confiables dadas las incongruencias que aparecen al cotejarlos con datos de organismos homónimos de países con los cuales Argentina tiene relaciones comerciales. La destrucción de un instituto estadístico que era modelo para el resto de los países de la región genera desazón.
La Cancillería también ha sido un ámbito donde la política facciosa ha desplazado a la idoneidad, aunque la situación ha sido camuflada durante un tiempo por la habitual discreción del cuerpo diplomático. Tal vez el fallido acuerdo con Irán sea la pequeña punta de un enorme iceberg. Recientemente se han conocido correos electrónicos entre miembros de La Cámpora que allí trabajan y que demuestran la existencia de proyectos de reforma para el Servicio Exterior de la Nación (SEN), sea modificando la ley (de muy difícil concreción), interviniendo en contenidos, o solicitándole a la presidente que modifique vía decreto la reglamentación de la ley 20.957 sancionada en 1986.
En materia judicial, y pese a que la Corte Suprema nos ha evitado la desgracia de ver materializada la total cooptación del Poder Judicial al declarar inconstitucional parte de la reforma impulsada por el oficialismo, vale recordar la cantidad de jueces que por sociedad, complicidad o bajo presión han cedido a los deseos del poder político. La evolución del Ministerio Público Fiscal ha ido en dirección de lograr el encolumnamiento de los fiscales a la militante conducción de la Procuradora General de la Nación Alejandra Gils Carbó. Recordemos que el anterior Procurador Esteban Righi, un histórico dirigente del peronismo que detentó ese cargo por el transcurso de 8 años durante los gobiernos de Néstor y Cristina, tuvo que renunciar acusado por el vicepresidente Amado Boudou de intervenir en la causa que lo tiene involucrado por la quiebra de la empresa Ciccone Calcográfica, y ello no podría haberse logrado sin la clara venia de la primera mandataria. Con la reciente propuesta de nombramiento de 360 conjueces para cubrir vacantes en varios juzgados, la presidente ha abandonado la sutileza para pasar a postular personas claramente identificadas con su espacio político.
La intervención sobre los medios audiovisuales y de prensa ha excedido cualquier intento de influencia propiciado por gobiernos anteriores desde el retorno de la democracia. Como consecuencia de ello, ha quedado conformada una multiplicidad de medios que se sostienen primordialmente por la pauta oficial y los negocios con el Estado y que pasarán a ser mano de obra desocupada a merced del nuevo oficialismo. Esta puja también ha traído consecuencias sobre la calidad de aquellos medios que han quedado parados en la vereda de enfrente del gobierno. Fomentando la radicalización de los contendientes ha logrado bajar la calidad del debate público.
En materia de política económica, el gobierno de los Kirchner ha logrado “inventar” una crisis en un clima que continúa ampliamente favorable para la región y en particular para la Argentina. Récord de cosecha y una tonelada de soja en precio exorbitante no le han impedido poner al país al borde de la estanflación (el peor escenario). La confianza nunca recreada ha logrado una permanente y masiva fuga de capitales que costará mucho esfuerzo y tiempo recuperar. Mercados internacionales de importación y exportación han quedado a merced de los caprichos de equipos económicos inconsistentes y una conducción política imprevisible. La percepción de los actores internacionales respecto de la Argentina indica una distancia cada vez mayor entre potencia y acto. Al mismo tiempo, el direccionamiento de la matriz productiva hacia actividades inviables, mientras se deja al margen de la consideración gubernamental a las más competitivas, va a requerir de tiempo para readecuarse.
En materia de educación universitaria, la creación de nuevos establecimientos, sobre todo en el conurbano bonaerense, ha servido para ejercer un control sobre profesores y contenidos que la propia democracia interna en las universidades más importantes (donde las agrupaciones y académicos del kirchnerismo suelen obtener resultados adversos) les ha vedado. Así suelen girar millonarias sumas para que éstas los dediquen a financiar películas, participar de exposiciones y eventos partidarios, evitando así el control institucional de esos recursos.
Quienes menoscaban al kirchnerismo como un movimiento político que ha basado su gobierno en dos elementos principales, la soja y la suerte, olvidan el persistente y esforzado trabajo que ha hecho durante más de diez años por modificar las bases institucionales del país, poniendo el foco en el funcionamiento de las mismas (neoinstitucionalismo). Claramente no se han llevado bien con las tres características que nuestra constitución señala como esenciales para nuestra democracia, su dimensión representativa, republicana y la federal. Lamentablemente para la salud de la República, en esta tarea han sido mucho más eficaces que en la gestión administrativa.
Ante la evidencia que otorgó un florido discurso público, sería un buen elemento de cara al futuro medir la cantidad de veces que un candidato, o presidente ya electo, promete una refundación del país. De esta manera, sabríamos a ciencia cierta su intención de perpetuarse en el poder, avasallar las instituciones e intentar mimetizar los objetivos e intereses de toda una nación con los de la propia facción.
Maltratar al soberano
Seguramente al momento en que usted esté leyendo estas líneas los distintos gremios docentes habrán aceptado la “oferta superadora” que el gobierno bonaerense les llevó en la voz de su jefe de gabinete Alberto Pérez. Sin embargo, sería bueno hurgar en las razones de un conflicto que dejó a más de 3 millones de niños bonaerenses sin clases por más de 15 días.
El kirchnerismo atravesó la huelga docente en la provincia de Buenos Aires cual chico que barrena despreocupado las olas durante las vacaciones familiares. No quiso intervenir de manera directa para ninguno de los bandos en pugna esperando quizás el desgaste en ambos sectores. Usó ese 6% del PBI que invierte en educación a partir de 2010 como su caballito de batalla para dejar a resguardo su vocación por fortalecer la educación pública sin ejercer un rol activo en la solución de esta situación particular. Apostó, de alguna manera, a resignificar el slogan de la ciudad del pecado; “lo que pasa en Buenos Aires, queda en Buenos Aires”. No es algo que debiera sorprender ya que ese es el modo en que actúa el kirchnerismo. Bien lo sabemos los porteños que hace años pagamos caro el darle la espalda en las elecciones locales. También lo saben los cordobeses que debieron esperar demasiado tiempo para recibir la ayuda de Gendarmería durante la huelga policial que tuvo a la provincia acechada por una ola de saqueos. Lo entienden los santafecinos que comprenden, a partir de las palabras del diputado de La Cámpora Andrés Larroque, que son gobernados por el narco-socialismo.
Si nos atenemos a los exámenes internacionales, la fuerte inversión realizada en educación no se reflejada en la calidad de la misma. ¿De qué sirven esos 6 puntos del PBI si la mayoría de los chicos en la provincia más populosa del país ni siquiera pueden comenzar sus clases en tiempo y forma? Si bien no es el primer año que esto sucede, el gobierno nacional debería tener en cuenta que en esta ocasión, el fondo del conflicto está en el proceso inflacionario que por tanto tiempo negó y que, cual olla a presión, explotó a principios de año junto con la devaluación de la moneda. El objetivo de máxima del kirchnerismo -poner un techo no declarado de 25% a las paritarias- es ahora a todas luces utópico.
Desde el sciolismo han insistido en que el conflicto y la intransigencia de los dirigentes sindicales durante la negociación son motorizados por Sergio Massa. Está claro que culpar a viva voz al kirchnerismo implicaría una ruptura que el gobernador no está dispuesto a afrontar en este momento pero no hay que ser un observador demasiado entrenado para ver que los cuatro sindicatos que encabezaron la protesta son kirchneristas (Ctera, UDA, Sadop y Suteba). Eso no es todo; Pablo Ferreyra, legislador porteño electo por una lista ligada al kirchnerismo, se ha mostrado al lado de Roberto Baradel durante el conflicto. El propio jefe de Suteba estuvo en el programa de difusión kirchnerista 678. Es cierto también que dirigentes de distintos frentes de izquierda integran los distintos consejos directivos de los gremios docentes por lo cual dificultan aún más la negociación. Los acontecimientos políticos nunca son unicausales.
La cadena nacional que ofreció Cristina Fernández el pasado jueves fue para justificar el anuncio de recortes hecho por Kicillof y De Vido en la mañana pero, con Scioli sentado a su lado, no hubo ninguna mención al conflicto docente. Resultó extraño sobre todo si recordamos que el 1º de marzo, con motivo de la apertura de las sesiones ordinarias frente a la Asamblea Legislativa, la presidente tomó 10 minutos de su alocución para referirse al tema. Les mojó la oreja mencionando lo largas de sus vacaciones e Incluso se animó a poner en cuestión el tema del presentismo, algo que irrita tanto a las bases como a los dirigentes del sector. De todos modos, en el sosegado clima de Olivos, seguramente Scioli aprovechó para pedir ayuda a la presidente y destrabar así el conflicto. Inmediatamente después, el mandatario provincial decidió enviar con una nueva oferta a su jefe de gabinete. Fue con la misión de hacer una propuesta que no puedan rechazar.
El conflicto le va a permitir al gobernador sacar conclusiones políticas. Quizás no todos sus funcionarios están aptos para el discurso de mesura y tolerancia que él quiere transmitir bajo cualquier circunstancia. Seguramente están contados los días de Nora de Lucía al frente de la Dirección de Cultura y Educación de la provincia. La mención de un sueldo posible de $44.000 no fue una buena estrategia cuando la mayoría de los docentes bonaerenses están a años luz de un ingreso así.
La ruptura entre Daniel Scioli y el kirchnerismo es inevitable. Lo que ahora se juega es la imagen pública del conflicto. Ninguno de los dos sectores quiere aparecer como el que traiciona. Cristina pretende una decorosa salida recluyéndose en tropa propia y el gobernador quiere fortalecer la idea de continuidad con cambios. Estimo que a esta altura todo el entorno de Scioli se habrá dado cuenta de la imposibilidad de conseguir el apoyo de la presidente a su candidatura.
La intervención de la justicia sobre cuestiones que son básicamente políticas resulta siempre confusa y también lo fue en este caso. La obligación de levantar la huelga que dos jueces pretendieron imponerles a los docentes atentó contra un derecho constitucional. Lo que sí debería revisarse es la diferencia en la estabilidad de los cargos que hay entre un establecimiento público y uno privado, lo que genera sin dudas una distorsión en el desempeño docente.
Es difícil cerrar estas líneas sin una reflexión que incorpore un componente moral. Después de todo, pese a lo que dicen los docentes, los días perdidos por esos millones de chicos no se recuperan. No todos tenemos el mismo proyecto educativo y tampoco acordamos en cuál es la mejor forma de llevarlo adelante pero sí coincidimos en que la educación es uno de los pilares fundamentales para la inserción social del individuo y para el desarrollo del país en el concierto mundial.
La burocracia camporista
Junto con la presentación del libro “Fuerza Propia. La Cámpora por dentro” de Sandra Ruso -periodista de 678 que definió a su profesión como una forma de hacer política y que se ha constituido como biógrafa oficial de la familia presidencial-, se dieron a conocer algunas ideas que Máximo Kirchner le brindó a esta periodista militante para la confección de la obra que la propia Sandra dijo tener escrita desde hace tiempo pero que requería de su aprobación para lanzarla y así tratar de convertirla en la historia oficial de la agrupación juvenil (dudoso mote para una corriente que tiene a muchos militantes mayores de 35 años) y que sirva al mismo tiempo como contracara del molesto libro de Laura Di Marco. Curiosamente, o no tanto, ambos ejemplares son de la editorial Sudamericana, que ahora publica el libro de Russo bajo el sello Debate.
En lo que da a conocer el libro acerca de las dos entrevistas que Sandra Russo le hizo a Máximo Kirchner para la publicación (no se dio a luz el audio de las mismas), el hijo de la presidente da algunos indicios tanto de su propia agrupación como de la relación que ésta tiene con el gobierno de su madre. En primer lugar, queda claro que La Cámpora es actualmente el principal sostén político del kirchnerismo, que pretende perpetuarse como factor de poder, que tal vez opte en el futuro por formalizarse como partido político en reemplazo del “contaminado” Frente para la Victoria y del “arcaico” Partido Justicialista, que las reglas de la democracia liberal poco le importan y que pretende transformarse en el grupo de poder predominante de la vida política nacional. Seguramente sin saberlo, Máximo Kirchner irrumpe en la vieja discusión entre dos importantes cientistas sociales norteamericanos, como lo fueron Charles Mills y Robert Dahl, acerca de si las grandes decisiones de un país (ellos se referían a Estados Unidos) son tomadas por una elite reducida (Mills) o por una pluralidad de grupos que compiten, se limitan y cooperan entre sí (Dahl). Inclinándose sin dudas por la teoría de Mills, el hijo presidencial está en la búsqueda de transformar a su agrupación en esa elite que a su vez impregne todos los estamentos donde haya toma de decisiones políticas y económicas relevantes.
Sin dudas sería poco democrático y absolutamente insensato negarle la posibilidad a una agrupación política de apostar por su continuidad en el tiempo; lo que sí se debe tratar de evitar es que esa continuidad sea utilizando recursos públicos y en desmedro de quienes sí están capacitados para participar de la gestión estatal desde el lugar de la profesionalización y el conocimiento y no desde la ideología y el sectarismo.
Hasta el momento, los miembros de La Cámpora no sólo han cooptado una variedad de altos cargos en empresas públicas y organismos estatales sino que toda la administración ha sido por ellos tamizada, y con esto la profesionalización de la burocracia estatal está más lejos que nunca. Es sintomático que un gobierno que gasta fortunas en propaganda, no le de ninguna difusión a los mecanismos de ingreso al Sistema Nacional de Empleo Público (SINEP). Vale recordar que con Gustavo Béliz como presidente del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP) durante la primera presidencia de Carlos Menem, se había intentado transparentar el ingreso al Estado y profesionalizar el desempeño de sus miembros, creándose para ello un bienintencionado Sistema Nacional de la Profesión Administrativa (SINAPA) que luego resultó malogrado por el nulo interés de los políticos en perder ese sistema de pagos y recompensas en el que transformaron la burocracia estatal y que ha sido llevado hasta el extremo por el kirchnerismo.
La Cámpora no sólo pretende dejar en el Estado sus bases de poder para retomar el comando institucional a partir de 2019 sino que, como sostiene Máximo, a la “prole” que sigue a Cristina Kirchner poco le importan los tiempos institucionales. El objetivo es simular alternancia mientras el kirchnerismo conserva el poder en las sombras. Ante estas definiciones del hijo de la presidente, sería absurdo pensar que habrá apoyo real a algún candidato que no sea propio del riñón kirchnerista. Por si a Scioli le quedaba alguna duda, Máximo espetó “los pibes quieren ir con lo propio”. Para Cristina y Máximo, tanto Daniel Scioli como Sergio Massa, y hasta el propio Florencio Randazzo, son enemigos políticos a los que tratarán de eclipsar. De hecho, el ministro puede aferrarse al cargo por ser uno de los pocos funcionarios públicos que tiene algunos logros de gestión para mostrar, sobre todo ante un gabinete desgastado y plagado de fracasos.
En este contexto, podríamos aseverar que tenemos para los próximos años un pronóstico reservado en cuanto a la eficiencia del Estado para la administración de recursos y la eficacia para la resolución de problemas. Tomar los recursos de todos como coto de caza para la propia facción es condenar al conjunto de la sociedad a llevar a modo de lastre todo lo que provenga del sector público y sumarle a éste mayor desprestigio del que actualmente tiene. De esta manera queda truncado el mandato al que todo buen gobierno debe tender, que es poner al Estado al servicio del ciudadano y no al revés.
Usando la terminología de Nicolás Maduro para hablar de la enfermedad que afectó a su antecesor en el poder, podemos decir que La Cámpora inoculó en la administración pública una forma de llevar adelante las tareas de gobierno con la cual van a tener que lidiar quienes asuman a partir de 2015. Rechazando la excelencia, la competencia y el mérito por ser “neoliberales”, esta agrupación tendrá un lugar rentado donde reagruparse mientras intenta preparar su regreso al poder formal a partir del 2019, seguramente a través de algún miembro de la familia Kirchner.
Obsecuencia al gobierno, prepotencia al poder
Aunque Cristina Fernández de Kirchner suele mencionar casi como el único error político de su marido la designación de Julio Cobos como vicepresidente, la aparición de un video en esta última semana puso en el tapete a un personaje que le trajo al kirchnerismo un gran problema faltando pocos días para las elecciones legislativas. Juan Cabandié fue el niño mimado de Néstor Kirchner, quien lo “adoptó” como tal cuando el 24 de marzo de 2004 leyó una emotiva carta en la ex ESMA (lugar donde había nacido) durante un acto oficial.
Siendo el nieto recuperado número 77 y favorecido por el mismísimo dedo presidencial, comenzó desde allí una militancia en el kirchnerismo (actualmente es legislador porteño) que hoy lo pone como candidato a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Sin dudas, Cabandié representaba para el presidente electo en 2003 por sólo el 22% de los votos un fuerte sostén y blindaje para su idea de cooptar los derechos humanos como bandera de gobierno. Lo necesitaba quien nunca en su carrera política había hecho declaración pública alguna sobre el tema ni había tomado ninguna medida de gobierno (como intendente o gobernador) tendiente a reconocer y darle entidad a quienes habían sido víctimas de la última dictadura militar.
Barón del conurbano, mensajero de la paz
La pasada semana, las agresiones a la caravana que encabezó el intendente de Tigre y candidato a diputado por el flamante Frente Renovador sacudieron el reinicio de campaña de cara a las elecciones del 27 de Octubre. Está claro que los tumultos, insultos y agresiones con huevos son relativamente habituales cuando un político se encuentra poniendo la cara frente a algún problema puntual que genera controversias; sucedió con los diputados del oficialismo durante la crisis con el campo en 2008 y también con el gobernador Daniel Scioli durante las inundaciones en La Plata, además de ser una circunstancia habitual durante la crisis del 2001-2002. Sin embargo, las recientes agresiones a Sergio Massa y sus candidatos marcaron una luz de alerta que rápidamente se viralizó a través de los medios de comunicación. Desde el oficialismo eso se ve como una campaña más del Grupo Clarín (entre otros enemigos mediáticos del gobierno) para perjudicar electoralmente a los candidatos del FpV, pero me atrevo a puntualizar algunas razones que tal vez formen parte del inconsciente colectivo y por las cuales esto causó cierta inquietud entre la sociedad.
Un elemento que llamó la atención fue, aparte de lo contundente de los proyectiles arrojados (piedras y ladrillos además de los “tradicionales” huevazos), que haya armas de fuego entre algunos de los manifestantes anti-Massa. Una de las frases que se escucharon en esta suerte de emboscada que practicaron sobre la caravana fue “La Matanza es de Cristina”, frase que puede retrotraernos al medioevo, cuando la organización política estaba centrada en feudos que un señor comandaba a base de puños de acero y paternalismo y que poco tiene que ver con una democracia pluralista.