La oposición, en esto incluyo a Mauricio Macri, Sergio Massa, un sector del radicalismo y, en menor medida a Margarita Stolbizer, ha adoptado en estos últimos días una actitud temeraria. Saben -por encuestas propias y ajenas- que a cualquier candidato del Frente para la Victoria le resultaría muy difícil obtener un triunfo en el ballotage. Saben también que, al margen de la impostada euforia que demuestran los agentes de prensa del gobierno (¿se los puede llamar de otra manera a esa multitud de “periodistas” y medios escritos, radiales y televisivos que viven al calor de los recursos oficiales y extra oficiales del Estado?), lo único nuevo bajo el sol es un leve repunte de la alicaída imagen presidencial, aquella que se deterioró de manera aguda luego de la dudosa muerte del fiscal Alberto Nisman. Con estos elementos en mano, están como aquel boxeador que, conociendo su condición de superioridad en el ring, opta por “jugar” con su rival mientras evita dar el golpe de knockout. Continuar leyendo
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Macri la reta
Hace tiempo que Mauricio Macri decidió apoyar para las PASO -que el próximo 26 de abril proclamará al candidato del PRO para sucederlo- a su jefe de gabinete Horacio Rodríguez Larreta. Incluso ha hecho reiterados intentos por convencer a la senadora Gabriela Michetti de bajar su candidatura y acompañarlo en la fórmula presidencial. También les pidió -con éxito en este caso- a Diego Santilli y a Cristian Ritondo que bajen sus candidaturas, esperando con ello aportar algunos votos más para Larreta. La novedad del día de ayer es que puso esa carta sobre la mesa, con resaltador y a la vista de todos. En un breve pero contundente texto publicado en su cuenta de Facebook (ver al pie), Macri deja perfectamente en claro su preferencia por el jefe de gabinete. También lo hará hoy por la noche en el anunciado regreso del programa La Noche de Mirtha Legrand por canal 13. Así intentará torcer una elección en la cual, según la mayoría de las encuestas, la Senadora aparece liderando. Continuar leyendo
Un día radical
La Convención Nacional de la UCR que se celebra hoy en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, tiene una relevancia impensada en otros tiempos. Convivirán en ella posturas pragmáticas, tendencias ideologizantes y apuestas por la conveniencia personal. Hace tiempo que el presidente del radicalismo, Ernesto Sanz, dice a quien lo quiera escuchar que la única forma de ganar la elección de octubre y luego poder gobernar el país es aunando fuerzas con el Pro de Mauricio Macri y con la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Entre quienes cuestionan esta visión se encuentran Ricardo Alfonsín, quien privilegia una postura ideológica que pretende ensalzarse en una parte del ideario radical apostando por una socialdemocracia restringida y tratando de fortalecer el muy deteriorado Frente Amplio-UNEN. El senador Gerardo Morales, quien apuesta por un acercamiento a Sergio Massa, pensando fundamentalmente en las elecciones de su pago chico. Y por último, cabalgando entre estas dos posturas, el diputado nacional Julio Cobos, que intenta dilucidar cuál de estas dos objeciones lo dejaría mejor parado en la interna del partido. Continuar leyendo
Panorama del “mercado” electoral argentino
Ya en la recta final del ante último año de gestión del kirchnerismo, los candidatos que creen tener posibilidades de sucederlo afinan sus tácticas para comenzar un 2015 con una estrategia político-electoral definida. En ese contexto, hay candidatos a los que les cuesta leer sus posibilidades concretas o bien son renuentes a aceptarlas. Resulta bastante evidente que el “mercado” electoral argentino no tiene lugar hoy para 4 candidatos competitivos; léanse UNEN, Frente para la Victoria-PJ, Pro y Frente Renovador. En una perspectiva mucho más realista, varios importantes miembros de UNEN han comenzado a acercarse a quienes consideran que pueden estar en la “pelea” electoral del año próximo. Las opciones con las que cuentan pasan por el diputado Sergio Massa y por el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. Continuar leyendo
Los simuladores
A medida que se acercan las elecciones que van a terminar, de una forma o de otra, con el largo gobierno del kirchnerismo, los candidatos acrecientan su temor a dar pasos en falso. La mayor parte de ellos trata de ubicarse en una posición expectante que les permita conservar la línea de flotación en la que se encuentran a la espera de que se vaya aclarando el camino. En términos de la psicología y el coaching personal se los acusaría de mantenerse en su zona de confort. Por acontecimientos recientes, entiendo que ya se habrán dado cuenta de que el kirchnerismo no les va a facilitar esa tarea, utilizando para ello su vasta experiencia en dinamitar cualquier posibilidad de fortalecimiento opositor. Continuar leyendo
Kirchnerismo religioso
A esta altura, el kirchnerismo pasó a ser una cuestión de fe, o se tiene o no se tiene, no hay mucho más para explicar; o al menos a eso apuesta Cristina Fernández de Kirchner en el último período de su gobierno. Inmersos en la crisis económica más auto infligida de la historia moderna, cuando las variables externas aún dan oportunidades para un vigoroso crecimiento, el gobierno, en base a caprichos, terquedades ideológicas y gestos demagógicos logró encaminar al país y a su economía hacia la temida estanflación.
Ante estas circunstancias, sabiendo de la imposibilidad de una reelección y admitiendo que vastos sectores de la sociedad “no la comprenden” y ya no le otorgarán su favor, la presidente optó por refugiarse en los fieles y extremar la presión hacia la incondicionalidad. Tanto es así que en su último discurso por cadena nacional, al referirse a la moratoria previsional que ponía en marcha y comparándola con un plan elaborado durante el gobierno de su esposo, se le escapó que “…la anterior moratoria fue abierta y por allí tuvo la jubilación gente que por ahí hasta te critica”. Hubo un intento inmediato de desdecirse pero la frase es más que elocuente. A la basura la ilusión de que gobierna para todos, al menos para aquellos que aún querían creer en ello.
Es tiempo de instituciones
La Hora del Pueblo fue aquel documento multipartidario que presionó, con éxito pasajero, a la dictadura militar conocida como Revolución Argentina (1966-1973) para forzar una convocatoria a elecciones que finalmente llamó bajo presión el general Alejandro Agustín Lanusse el 11 de marzo de 1973 y a través de las cuales se consagró Héctor J. Cámpora (delegado de Perón) como presidente. Funcionó al mismo tiempo como un período de acercamiento entre los distintos partidos políticos (sobre todo peronistas y radicales) en un paréntesis de recelos mutuos que sirvió para abrir canales de participación e influencia que les estaban vedados.
Tal vez sea este modesto ensayo y no el Pacto de la Moncloa español (citado hasta el hartazgo por políticos e intelectuales de diversos sectores) un buen antecedente de acuerdos básicos sobre los cuales asentarse para cambios institucionales que resultan fundamentales. En este sentido, se conocieron algunos proyectos en los últimos días que generan un moderado entusiasmo pero que deben superar, como es natural, fuertes resistencias para no morir en el olvido o demorarse hasta tornarlos de aplicación imposible.
Por un lado, varios miembros de distintos partidos de la oposición se pusieron de acuerdo para pedir que se difundan cuestiones que hacen a la transparencia en un Congreso de la Nación caracterizado por su opacidad (dietas, personal contratado, viajes, declaraciones juradas, etc.). Los diputados Laura Alonso (Pro), Manuel Garrido (UCR), Carla Carrizo y Martín Lousteau (Sumá + UNEN), Adrián Pérez (Frente Renovador), Pablo Javkin (Coalición Cívica-UNEN) y la senadora Laura Montero (UCR) con la colaboración de distintas ONGs bregaron porque se den a conocer datos que hoy son casi un misterio.
Por otro lado, el Frente Renovador de Sergio Massa presentó un proyecto para limitar a dos mandatos consecutivos la elección de los intendentes en la provincia de Buenos Aires, eliminar las listas sábana e impulsar el voto electrónico. Si bien el proyecto tiene otros elementos que son discutibles, entiendo que debería ser apoyado mayoritariamente si se busca torcer una historia que se remonta a décadas de infortunio. Dueños de sus municipios, muchos de los intendentes toman a la comuna como parte de su patrimonio. Con clientelismo político, prebendas, dominio territorial y caudillismo evitan el surgimiento de otros candidatos y nuevos canales de participación usando para ello los recursos públicos. Entre los más “longevos” intendentes, también conocidos como barones del conurbano, están Raúl Otacehé en Merlo (23 años), Hugo Curto en Tres de Febrero (23 años), Julio Pereyra en Florencio Varela (22 años), Alberto Descalzo en Ituzaingó (19 años), y Jesús Cariglino en Malvinas Argentinas (19 años).
Obviamente, y como era de esperarse, se alzaron algunas vergonzantes voces para impedir el avance de estos cambios. Desde el lado del FAUNEN piensan acertadamente que el massismo pretende mejorar su posicionamiento político a través de la instalación de este tema. Recuerdan que varios legisladores de su espacio han presentado proyectos que apuntan en al mismo sentido y no terminan de entender por qué nunca habían podido instalarlo ellos en la agenda pública. Seguramente es un acierto comunicacional de un hábil Sergio Massa que ningún celo político debería frenar. Sabemos que el propio Frente Renovador tiene intendentes con varios períodos en el poder y que a regañadientes aceptaron esta propuesta. El amalgamiento de los proyectos en base a una negociación política debería destrabar cualquier tipo de desacuerdo entre los miembros de la oposición.
Que este tema haya prendido en los medios, incluso por encima de temas más acuciantes como la inflación y la inseguridad, habla bien de la sociedad. A este proyecto, el Pro de Mauricio Macri quiere sumarle un ataque al nepotismo impidiendo que familiares directos de los intendentes puedan presentarse para el cargo y evitar así un continuismo de hecho, mientras que al mismo tiempo plantea la restricción para las reelecciones indefinidas también en el ámbito legislativo de la provincia. Es positivo que este último punto sea debatido pero de ninguna manera se puede equiparar al poder que un ejecutivo perpetuo puede ejercer sobre el pago chico.
Desde el Frente para la Victoria, que nunca ha mostrado genuino interés por lograr transparencia y mejorar la institucionalidad en el país durante sus 12 años de gobierno (más allá de la renovación de la Corte Suprema en sus inicios y la promesa de mejorar las instituciones por parte de Cristina Kirchner durante la campaña del 2007), la descalificación pasa por ningunear el interés que este tema pueda generar en la población. Sobre todo los intendentes de este sector esgrimen que esto implicaría una restricción para la libre elección de candidatos. Es claro que la falta de límites en el ejercicio del poder y el apoltronamiento en el gobierno sólo otorgan mayor libertad de acción al gobernante mientras que ciñen fuertemente la voluntad de los electores.
La política comparada en consonancia con la ciencia económica ha dado muestras más que contundentes de que la calidad institucional de un país es la base más sólida para el desarrollo económico, la mejora en salud, la calidad educativa, el transparente uso de los recursos públicos y la seguridad ciudadana. Es aceptable tal vez que esto sea difícil de ver para el ciudadano de a pie pero en el caso de la clase política sólo denota una real malicia y un claro intento por no ceder lugares de poder por parte de quienes se sienten con derecho de perpetuidad sobre los mismos. Muchos políticos se llenan la boca hablando de la diferencia entre crecimiento y desarrollo sin querer comprender que la disparidad entre uno y otro radica justamente en la conformación de instituciones sólidas que puedan mantenerse en el tiempo.
¿Cuál es el momento oportuno para avanzar sobre estos proyectos? Este es el momento más apropiado ya que el tiempo que resta para las elecciones presidenciales de 2015 ponen un manto de dudas sobre posibles vencedores. Pretender que este tipo de proyectos se impulsen desde el Poder Ejecutivo es de una ingenuidad suprema. Cual contrato social donde aún no se sabe quién será el encargado de conducir los destinos del país (el ganador), esta es la coyuntura adecuada para aprovechar la igualdad de oportunidades políticas que esto implica.
Arribismo político, convicción moral o responsabilidad institucional, lo importante es que la sociedad se involucre en un apoyo masivo hacia todas las reformas que permitan transparentar la política, generar alternancia, empoderar (palabra de moda) al ciudadano y brindar una mirada a largo plazo que pueda de una vez por todas sentar bases sólidas que pongan límites reales a la discrecionalida
Un frente rupturista pero frágil
El Frente Amplio UNEN (FAUNEN) hizo su anunciada y preparada irrupción al escenario político la pasada semana y, si bien no cambió la fotografía actual, modificó el panorama a futuro al tiempo que focalizó la agenda sobre su lanzamiento, lo cual no es poco en un espacio simbólico que tiempo atrás solía monopolizar el gobierno. Lo llamativo es que siendo una noticia positiva para el mercado electoral y político argentino también aparece con un destino muy probable de desmembramiento o, al menos, de reestructuración. Lejos de la chicana política fogoneada y difundida desde todos los medios de comunicación comprados o cooptados (y financiados) por el kirchnerismo que señalan las deficiencias de origen de esta coalición y hacen una maliciosa comparación con la fallida Alianza, lo que se descuenta es que la discusión acerca de la incorporación o no del PRO de Mauricio Macri va a generar una tensión que difícilmente puedan tolerar y mucho menos resolver sin que esto les produzca bajas entre sus filas.
Si bien la explicación de tal tensión pasará por la discusión acerca de cuál es el límite para la conformación de esta coalición, en realidad se trata fundamentalmente de quienes tengan o no una vocación real de poder. En este sentido, y a contramano de los puristas del espacio, las figuras más prominentes son más proclives al acuerdo aunque por ahora no hayan exteriorizado esta preferencia. Ernesto Sanz, Oscar Aguad, Julio Cobos, entre otros importantes dirigentes, tienen decidida la incorporación del PRO a la coalición y esperarán el momento oportuno para hacerlo. En ellos podríamos decir que prima, en términos de Max Webber, la ética de la responsabilidad. Más reacios son los dirigentes más ideologizados, y de menor peso político del espacio, como Pino Solanas, Victoria Donda, Héctor Tumini y Margarita Stolbizer. Ellos se inclinan más por reafirmar sus convicciones (ética de la convicción), aunque esto les implique no poder acceder al control del ejecutivo. Tal vez, gobernar no sea algo que les quite el sueño mientras puedan mantener desde el Poder Legislativo cierto grado de influencia (menor por cierto) o al menos de expresión. Con dudas hay dirigentes de menor relevancia como Ricardo Alfonsín y también hay un presidenciable como Hermes Binner.
Siguiendo con quienes firmemente se oponen al acuerdo con el PRO, incluso aquellos que como Stolbizer reconocen la valía de la fuerza de Mauricio Macri, a la cual reconocen como un partido moderno y democrático, el argumento principal que esgrimen es que el FAUNEN conforma una fuerza de centro-izquierda progresista muy distinta a lo que es el PRO, espacio de centro-derecha liberal-conservadora (valga la contradicción). Según este sector, con una valiosa dosis de sinceridad, no puede haber con el partido que gobierna la Ciudad ninguna coincidencia en cuanto al diagnóstico ni en cuanto a las políticas a aplicar. Tal vez no se hayan percatado que dentro de su espacio hay también este tipo de diferencias. Para poner solo un ejemplo, es claro que en la actualidad, las posturas que sostiene Elisa Carrió son más cercanas a las de Mauricio Macri que a las de Victoria Donda. Desde el sector del FAUnen que es permeable a la incorporación de Macri, el principal argumento pasa por poder conformar una coalición de poder que sea realmente una alternativa al peronismo.
Una buena figura utilizó el escritor Jorge Asis para describir el natural ensamblaje que representaría la unión de estos dos sectores. Según “el turco”, la UCR (miembro estructural del FAUNEN) es un esqueleto sin candidato mientras que Mauricio Macri es un candidato sin esqueleto. En este contexto da la sensación que cualquier oposición que desde dentro o fuera de ambos sectores se haga por evitar la convergencia está destinada a fracasar; más aún cuando Macri decidió “desperonizar” al PRO por más que les pese a dirigentes como Diego Santilli y Cristian Ritondo.
El viejo sueño europeísta de Néstor Kirchner donde dos fuerzas, una de centro izquierda y otra de centro derecha, se disputan y alternan en el poder es hoy una quimera. Siguiendo la tipología de partidos políticos creada por el politólogo italiano Giovanni Sartori, quizá la más adecuada para analizar el sistema de partidos imperante en la mayoría de los países de América Latina, podemos colocar nuestro sistema dentro de lo que él llamó “de partido predominante”, donde este es sin dudas el peronismo. Con dos candidatos fuertes en ese espacio como Daniel Scioli y Sergio Massa, más el kirchnerismo residual que definirá a futuro el candidato sobre el que finalmente se incline, conforman al menos el 50% de votantes. Teniendo en cuenta esta situación, hay dos análisis, ambos equivocados, que han hecho algunos dirigentes políticos. Margarita Stolbizer ha dicho que el FAUNEN compite desde la centro-izquierda contra la opción del PRO, que es centro derecha; olvidándose tan solo al peronismo. Por su parte, el precandidato del Frente para la Victoria, cuya obsecuencia es inversamente proporcional a sus posibilidades de triunfo, léase Sergio Urribarri, retomó la idea bipartidista de Kirchner antes mencionada pero ubicando al Frente para la Victoria como la fuerza de centro izquierda y a FAUNEN como la de centro-derecha, por lo cual ni vale la pena tomar seriamente esta afirmación.
Es probable también, aunque sea una estrategia ciertamente arriesgada, que ambos sectores acuerden, exteriorizando la decisión o no, apoyar a quien entre en la segunda vuelta. Esta opción puede dejarlos sin nada en unos comicios que, a priori, aparecen con una gran atomización electoral. Por lo tanto, y si la política entra dentro de aquellos campos donde la racionalidad impera, el acuerdo FAUNEN-Pro es un hecho que sólo requiere formalización.
La hora del kirchnerismo residual
Ya aparecieron las primeras encuestas acerca de los posibles candidatos a presidente y los resultados, aunque esperables, no dejan de ser una importante fuente de información para el análisis político y del comportamiento social. Con pocas variantes entre los encuestadores, la mayoría indica que el ex intendente de Tigre y actual diputado nacional Sergio Massa encabeza las encuestas, seguido por gobernador Daniel Scioli y para completar el podio ubican al jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. A partir del cuarto lugar aparecen los candidatos del espacio UNEN, con la lógica expectativa de que la suma de las preferencias individuales impliquen un buen porcentaje para el conjunto.
Como vemos, paradójicamente (o no tanto), los primeros lugares de la grilla están ocupados por dirigentes cercanos de una u otra forma al kirchnerismo. Quien encabeza las encuestas es un candidato que hasta pocos meses antes de las PASO aún especulaba con dar la pelea al interior del Frente para la Victoria. Más allá de la creación del Frente Renovador, fuertemente asentado sobre su imagen, hay que recordar que no había sido una figura decorativa dentro del gobierno kirchnerista. Con alto protagonismo como director ejecutivo de ANSES y luego como jefe de gabinete de Cristina Kirchner, supo ser un funcionario con ascendencia sobre la presidente a pesar de que siempre contó con la mirada desconfiada del fallecido ex presidente Néstor Kirchner. Quien ocupa el segundo lugar ha sido parte de este proyecto político desde sus inicios y es él quien se ocupa de recordarlo cada vez que es víctima de los aprietes de los más conspicuos kirchneristas.
Equivocado o no, el mensaje de la sociedad parece ser contrario a un rotundo cambio de rumbo. La refundación de la República, idea presente en todo gobierno de corte populista, parece no ser la opción que más agrada a los votantes en esta etapa. Está claro que se busca un cambio pero no parece haber muchos ciudadanos dispuestos a barrer con todo lo anterior. En este sentido no hay disposición a convalidar la exhortación que hace la Presidente al pedir que los candidatos expresen con claridad las diferencias que tienen con “su modelo” y que ella infiere, son profundas. Parece claro que quiere interpelar a su sucesor y lo hace creyendo que aún es dueña del 54% de la preferencia ciudadana, aunque el actual panorama sea totalmente diferente.
Esta no es una tendencia novedosa en la política argentina, incluso en aquellos casos donde se pretendió terminar con una era. Recordemos la campaña del entonces candidato de la Alianza Fernando De La Rúa quien proponía reemplazar al menemismo (y su forma de ejercer el poder) pero no se animaba a cuestionar su política más emblemática en materia económica (recordemos la propaganda donde De La Rúa repetía cual mantra: “para mi, un peso es un dólar”).
Mucho se ha hablado y escrito sobre la tendencia del justicialismo a sostener feroces peleas hacia afuera mientras cocinan acuerdos hacia adentro. Días pasados, el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, propuso incorporar a Sergio Massa dentro de la interna del peronismo. Esta propuesta no va a prosperar pero el principal obstáculo para ello es la decisión del líder del Frente Renovador. El kirchnerismo no sólo ha logrado erosionar el poder de los partidos de la oposición sino que ha vaciado al propio Partido Justicialista. El peronismo puede ser “cualquier cosa” y aunque esa parece ser su mayor virtud, también puede ser su mayor debilidad.
Lo llamativo del panorama electoral que se avecina es que hay una suerte de hastío hacia el gobierno actual mientras que al mismo tiempo se buscan alternativas que no estén en las antípodas de su pensamiento. A lo mencionado de Scioli y Massa hay que agregar al Frente Amplio Progresista que suele hacer malabares discursivos para explicar que ahora se opone a los proyectos del kirchnerismo no porque sean incorrectos sino porque son buenas herramientas en malas manos. El propio Mauricio Macri, quien puede arrogarse ser un genuino y constante opositor de proyectos y políticas concretas del gobierno, ha entablado últimamente un canal de diálogo con el oficialismo. Tal vez, más allá del apoyo que necesita para acelerar la concreción de obras en su gestión, sus asesores hayan tomado nota de esta inclinación mayoritaria de los electores por terminar con el kirchnerismo pero con un suave aterrizaje.
Seguramente el proceso de “deskirchnerización” de la política argentina se va a producir lentamente en el período subsecuente a las elecciones del 2015. El gobierno que resulte electo, con acompañamiento social, va a tratar de limpiar del Estado los resabios de kirchnerismo, sobre todo de aquellos sectores de la administración pública que han sido permeados por La Cámpora. Como aliado va a tener también seguramente a la justicia, que intentará recomponer su imagen luego de tantos años a merced del poder político. No le quedará otra opción que avanzar a paso firme sobre las causas que involucran a funcionarios y empresarios kirchneristas para lo que cuentan con innumerable cantidad de pruebas.
A quince años de la finalización del gobierno de Carlos Menem, es difícil encontrar quien se considere a sí mismo menemista. Recién ahora algunos políticos, otrora muy amigos del riojano, reconocen públicamente conservar afecto personal por el ex presidente; hasta ese reconocimiento le habían quitado. Todos sabemos que más allá de la innumerable cantidad de errores que se gestaron durante la década del 90`, el kirchnerismo tiene mucho que ver en la demonización de aquel período. Será duro para Cristina Kirchner y los dirigentes más íntimamente emparentados con su gobierno ser próximamente víctimas de lo que ellos impulsaron como verdugos. En resumen, la política argentina parece encaminarse hacia gobernantes que no hayan estado tan cerca del calor del kirchnerismo como para quemarse ni tan lejos de este como para haberse congelado.
De todos modos, y para relativizar cualquier análisis que se haga del tema, deberíamos tener en cuenta lo que se conoce como “paradoja del votante”, teoría formulada por Anthony Downs, para quien el costo por informarse concienzudamente para emitir un voto racional es siempre superior a la influencia que aquel sufragio reporta para la elección del próximo gobernante.