Depende de Macri que el acto sindical sea a favor o en contra de su gobierno

Desde el interior del macrismo ha trascendido en reiteradas ocasiones la desilusión del Presidente ante lo que consideraba una respuesta mezquina por parte de los sectores que son los primeros y más directos beneficiarios de algunas de las medidas más espectaculares que tomó esta administración en sus primeros meses: eliminación  de retenciones al campo, supresión del cepo, “sinceramiento” de precios y, más recientemente, salida del default. Quizás por solidaridad de clase, Mauricio Macri esperaba una actitud más colaborativa del empresariado para ayudar a sacar a la economía argentina de la morosidad que la ha caracterizado en los últimos años.

Pese a la poca predisposición mostrada por esos sectores, el presidente siguió haciéndoles guiños; no otra cosa fue su anuncio de que vetaría la ley de doble indemnización para despidos que ya tiene media sanción en el Senado. Es verdad que muchos de los que promueven esta ley lo hacen por oportunismo y “oposicionismo” e incluso a sabiendas de que no resolverá el problema, pero no es menos cierto, como lo dijo Hugo Moyano en el acto que las señales dadas hasta ahora por el gobierno han tenido casi todas como destinatario al círculo rojo y no a los asalariados o a los jubilados o a los excluidos del sistema.

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El verdadero juicio

Con la multiplicidad de causas que la involucran, difícilmente la ex Presidente salga indemne del tsunami que se ha iniciado en Tribunales. Pero a los argentinos, el juicio que más nos debe interesar es el político, en el sentido más profundo de la palabra. Porque si nuestra clase política, nuestra dirigencia en general, no es capaz de unirse para encontrar soluciones a las graves carencias sociales y culturales que hicieron posible el populismo y la demagogia de estos años, si nuestros políticos no encuentran soluciones para encaminar el país hacia un desarrollo que armonice los intereses de todos, tutelando en particular los de los más desprotegidos, no será posible superar la fractura social y política que nos ancla en el pasado y de la que sólo saca provecho el liderazgo mediocre. Continuar leyendo

“No hay que creérsela”

“No hay que creérsela”… Fue la muy sensata frase del candidato presidencial de Cambiemos, pocas horas después del resultado electoral de la primera vuelta que mejoró notablemente sus chances de ganar.

Venimos de doce años de una gestión caracterizada por la soberbia y el sectarismo, acorde con la personalidad de sus dos presidentes, él y ella. Una gestión que no se cansó de descalificar, denostar, marginar y hasta perseguir a todo el que no se mostrara absolutamente disciplinado a sus dictados.

Los Kirchner ejercieron el mandato a contramano de lo que aconsejó Perón cuando escribió que “el sectarismo” es “una de las deformaciones de la conducción política”, y que “no hay cosa que sea más peligrosa para el político que la intransigencia” y el autoritarismo, “porque la política es el arte de convivir, y la convivencia no se hace en base de intransigencia”.

El famoso 54 por ciento de los votos obtenido por Cristina Kirchner en 2011, del que ella no se cansa de alardear, fue un agravante de las peores tendencias del estilo K. Continuar leyendo

Para Cristina, el modelo no tiene candidato

Esa es la síntesis del mensaje de Cristina Kirchner ayer. Pasionaria, la Presidente arengó a sus bases sobre el combate que viene, que no es electoral precisamente. Se trata de “cuidar” su legado cuando ella deje la Casa de Gobierno. Algo que, obviamente, Daniel Scioli no garantiza. Si no, el discurso de anoche hubiese sido: voten a Daniel, el candidato que encarna y continúa el modelo.

No sólo no lo nombró, sino que hasta se permitió cruzarlo en la única propuesta que el maltrecho gobernador hizo de cara al 22 de noviembre. La promesa del 82 por ciento móvil a los jubilados, una de las banderas con las cuales Sergio Massa mejoró sus chances y logró mantenerse en carrera.

Sorprende el empecinamiento de los analistas en negar lo evidente: ella trabaja para la derrota del candidato oficial. Para encontrarle una lógica al inexplicable discurso presidencial post primera vuelta algunos creen ver una división de tareas entre Cristina Kirchner y Daniel Scioli. Ella va por el voto K y él por los independientes. En realidad, lo que ella les dijo a los suyos es que el modelo no tiene candidato. En cuanto al gobernador bonaerense, quizás sea demasiado tarde para, como prometió, “convertirse en Scioli”.

Cristina para la Derrota Continuar leyendo

Que Cuba se abra al mundo

Ya no quedan excusas. Si es que alguna vez las hubo.

Inteligente, y en evidente sintonía con el pontífice argentino, Barack Obama anunció medidas de flexibilización hacia Cuba, a horas del inicio de la visita papal a la isla.

El presidente estadounidense no puede poner fin al embargo. Eso es resorte del Congreso. Pero tomó varias disposiciones destinadas a ampliar las corrientes financieras y económicas entre su país y la isla. Además de eliminar el cupo para las remesas que los exiliados cubanos envían a sus familias, se habilita a los ciudadanos norteamericanos a abrir negocios en Cuba en determinados rubros y a contratar mano de obra local, entre otras medidas.

Al llegar a La Habana, Jorge Bergoglio hizo suyo “el deseo de san Juan Pablo II con su ardiente llamamiento a ‘que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba’”.

Desde aquella histórica visita de Karol Wojtyla, en 1998, el mundo no ha cesado de abrirse a Cuba, pero lo inverso no ha sucedido. Continuar leyendo

Cinismo oficial sobre los refugiados

El oficialismo tiene la caprichosa costumbre de interpretar toda mala noticia proveniente del exterior como una legitimación del relato. La crisis de deuda europea, la quiebra de Grecia, la desocupación en cualquier lugar del mundo, la pobreza en tierras lejanas, etcétera, etcétera; sistemáticamente, los voceros oficiales y oficiosos de este gobierno consideran que todos esos eventos son otros tantos espaldarazos al modelo y a una década de supuesta prosperidad, a un presente ideal y a un futuro venturoso que serían el legado de 12 años de gestión.

Sin que la realidad avale semejante actitud, se consideran con autoridad moral y política para pontificar sobre todo lo que sucede en el mundo.

¿Por qué extraño mecanismo mental la masiva llegada a Europa de personas que huyen de países asolados por la guerra y el hambre representaría un aval a la política del kirchnerismo en esta larga década? Es un misterio para la psicología. La Argentina, luego de 12 años de errática política exterior, ni siquiera ha incrementado su poder de palabra en el escenario mundial. Todo lo contrario. Continuar leyendo