Un respirador artificial es, según Wikipedia, una “máquina diseñada para mover aire hacia dentro y fuera de los pulmones, con el fin de suplir el mecanismo de la respiración de un paciente que físicamente no puede respirar”. Como se lee, se trata de una herramienta vital para tratar a pacientes que corren riesgo de vida.
Ahora bien, una vez que el paciente supera ese proceso, asumiendo que así lo hace, el respirador artificial deja de ser importante. De hecho, una buena noticia para el paciente, los familiares y el equipo médico llega el día en que dicho respirador deja de ser utilizado. Así, podemos coincidir en que lo bueno es dejar de utilizar respiradores artificiales, no comenzar a hacerlo.
Si trasladamos este análisis a la economía argentina, sin embargo, vemos que está sucediendo precisamente lo opuesto. Recientemente, como medida de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, el Gobierno anunció la extensión de líneas de crédito con tasas negativas con respecto a la inflación. Además, el banco público BICE, de Inversión y Comercio Exterior, se comprometió a otorgar siete mil millones de pesos en créditos para microempresas y empresas medianas. Ambas medidas constituyen un primer respirador artificial, destinado en este caso al sector pyme. Continuar leyendo