En los últimos días se ha instalado en la agenda política y social una discusión que no apunta a atender las causas profundas del desempleo, sino sus efectos coyunturales. La denominada “ley antidespidos”, cuyo objetivo es prohibir o al menos obstaculizar las cesantías de trabajadores, no resuelve en absoluto el problema que vive nuestro país en materia de producción y empleo.
Lejos de debatir y elaborar políticas a largo plazo que tiendan a mejorar la situación estructural del país, en los últimos años nos hemos acostumbrado a correr detrás de la coyuntura, a poner parches a las situaciones que iban tornándose incontenibles.
La iniciativa en cuestión lamentablemente responde a esa lógica. Con determinadas modificaciones es una propuesta válida, pero de nada servirá si no es acompañada por un proyecto bien definido de desarrollo sostenido, basado en la inversión y en la competitividad de nuestros sectores productivos, que son los verdaderos generadores de empleo genuino.
Hoy transitamos un escenario laboral complejo en el que hace ya casi cinco años que no se crea empleo privado en el país, mientras que el Gobierno anterior decidió generar más de un millón de empleos públicos para esconder el problema y al mismo tiempo garantizarse adhesiones políticas y partidarias. Continuar leyendo