Ha comenzado un año de cambios, desafíos y nuevas oportunidades. Durante 2015 los argentinos votarán un nuevo presidente, un tercio de la Cámara de Senadores y la mitad de la Cámara de Diputados; y por primera vez serán electos 46 parlamentarios que nos representarán en el Mercosur. Asimismo, 22 provincias elegirán gobernador, diputados y senadores provinciales, mientras que una gran cantidad de municipios renovarán sus autoridades. 2015 no es un año más.
A quienes no adherimos al falso relato del gobierno actual, a la corrupción y a los atropellos institucionales que hemos padecido durante los últimos doce años, y sobre todo al desaprovechamiento de la gran oportunidad que nos ha brindado el mundo gracias a la inmensa potencialidad de nuestros recursos, nos permitirá plantearle a la ciudadanía una transformación seria y responsable hacia el desarrollo productivo de nuestro país, con sustentabilidad y mayor distribución de la riqueza.
A pesar de las altísimas tasas de crecimiento que se han dado en períodos recientes y de que hoy contamos con la mayor carga tributaria de la historia, continuamos asistiendo al agravamiento de la pobreza y la marginalidad; al deterioro acelerado de la educación, más allá de la mayor asignación de fondos; al ataque sistemático a los sectores productivos y del trabajo a través de la licuación de sus ingresos y una feroz política impositiva; a la destrucción del federalismo y de las economías regionales, entre otras cuestiones que nos afectan a diario.
En estos últimos meses hemos alcanzado el nivel más alto de desconfianza y desprestigio institucional al tener casos extremos de corrupción por parte de altos funcionarios, lo que incluye un vicepresidente procesado; y ni qué hablar de una sociedad atemorizada frente a la muerte de un fiscal que investigaba a la propia presidenta, hecho sobre el cual aún no contamos con información certera.
Este año, entonces, tendremos la oportunidad de presentar una alternativa manifiestamente diferente; sin dudas, una contracara visible que demuestre un gran compromiso con la elaboración de una estrategia clara de país, guiada por políticas de Estado a mediano y largo plazo para el desarrollo productivo e inclusivo de la Argentina.
Esta contracara que tenemos la responsabilidad de construir quienes no negociamos con la ficción montada por el actual gobierno a través de datos falsos y del encubrimiento de sus intereses particulares detrás de pretendidas banderas nacionales, deberá forjarse sobre los pilares del profundo respeto por las instituciones y la división de poderes; de la Cultura del Encuentro y del diálogo; del reconocimiento de la realidad como base de las decisiones políticas y económicas; de la recuperación de la educación y la cultura del trabajo como cimientos de una sociedad más justa e igualitaria.
Todo lo señalado sólo se logrará a través de acuerdos profundos basados no en proyectos personales, sino en estrategias sólidas que le devuelvan al pueblo argentino la confianza plena en el sistema democrático que supimos alcanzar y defender, y que le garanticen una verdadera calidad de vida, empleo digno, seguridad física y jurídica e igualdad de oportunidades.