Seguramente Jaime Durán Barba tendrá sus méritos luego de haber trabajado años al lado del hoy presidente Mauricio Macri. Pero no caben dudas de que sus consejos en cuanto al sinceramiento de la herencia K son de muy mala factura y le pueden costar muy caro a la administración.
El ecuatoriano insiste en que no hay que revelar el estado en que se encontró el país bajo el argumento de que aún existe un 40% de argentinos que respalda a Cristina Kirchner. Con ese criterio, mi querido Jaime, las democracias no votarían, se manejarían con un conjunto de gurúes como usted que indicarían qué es lo que se supone que quiere la gente. Pero da la enorme casualidad de que las democracias no son eso. Las democracias requieren de la consulta a la sociedad para investir a un Gobierno de la legitimidad de origen que exige la Constitución.
Una vez instalado, el Gobierno necesita tener legitimidad de ejercicio para pasar, por fin, la prueba ácida de la democracia, esto es, que en el país rija el Estado de derecho y el imperio de la ley por sobre la voluntad de las personas. Esa es justamente la legitimidad que el Gobierno de la señora de Kirchner nunca tuvo. Continuar leyendo