La tragedia de Costa Salguero, a la que bien cabría caracterizar como un Cromañón de la droga, marca un punto de inflexión en el desafío que plantea el crecimiento vertiginoso del consumo de estupefacientes en la Argentina y, en este caso específico, en la ciudad de Buenos Aires, lo que demanda una urgente respuesta del poder político.
Este salto cualitativo, materializado a partir del fenomenal aumento en la oferta de drogas sintéticas de extrema peligrosidad, representa una amenaza que sería suicida ignorar y que empieza a contabilizarse en términos de vidas humanas, en particular jóvenes.
Con independencia de la necesaria acción del Gobierno nacional, en especial de las fuerzas de seguridad y de los organismos encargados de la lucha contra el narcotráfico, es indispensable que la ciudad de Buenos Aires ponga en marcha, ya mismo, un programa integral para la protección de su población.
Hasta ahora, y más allá de iniciativas parciales, tan loables como insuficientes, algunas de ellas originadas en el sector público, pero la inmensa mayoría en el abnegado trabajo de las organizaciones no gubernamentales, de la Iglesia Católica y de los demás cultos religiosos, no existe en la ciudad ni una política consistente de prevención y lucha contra la drogadicción, ni tampoco un organismo público adecuado para su elaboración. Continuar leyendo