La próxima reunión del presidente de China con el de Estados Unidos en la Casa Blanca tiende a superar un período de desencuentros y restablecer algunos criterios de estabilidad global y regional. China, que ha prosperado por estar comercialmente muy ligada al mundo, no parece dispuesta a desafiar a Estados Unidos y arriesgar el crecimiento económico, que es una de las principales fuentes de legitimidad gubernamental. En este contexto, resulta relevante para Beijing aliviar tensiones en áreas particularmente sensibles para Estados Unidos como el ciberespacio. El tema de un código de conductas sobre prácticas y pautas de cooperación en materia de tecnologías de la información se convirtió en una necesidad urgente tras una década de silenciosa guerra cibernética que amenazaba con adquirir una compleja dimensión de represalias.
En este contexto, ambas potencias habrían alcanzado consenso en conceptos como la libertad y la soberanía de Internet mientras mantendrían diferencias en algunas cuestiones específicas relacionadas con el ataque cibernético y el control del ciberespacio. Sin embargo, Estados Unidos y China estarían dispuestos a comprometerse a no ser los primeros en usar armas cibernéticas contra la infraestructura crítica del otro en tiempos de paz. Esa limitación, la primera en su tipo en el mundo, evitaría que se puedan paralizar servicios como centrales eléctricas, sistemas bancarios, redes de telecomunicaciones y, entre otros, hospitales. Continuar leyendo