El precio del barril de petróleo, por exceso de oferta y desaceleración de la economía china, está afectando distintos escenarios y preanuncia para el 2015 nuevos equilibrios geo-económicos. Estados Unidos, junto a Arabia Saudita, ha recuperado preeminencia y es difícil que la próxima reunión de noviembre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC), como lo advierte Abdalla Salem el-Badri, modifique la actual situación. El nuevo dato es que la autosuficiencia energética norteamericana está resultando clave para dictar el rumbo del mercado y ha diluido la influencia de la OPEC.
Los primeros beneficiarios, además de Estados Unidos, son los países importadores como lo es hoy la Argentina. El saldo neto también podría ser positivo para la economía internacional. Capital Economics calcula que la caída del precio del crudo representará una inyección de más de 350 mil millones de dólares de nuevas inversiones a la economía global. Este número podría aumentar de manera sensible si se confirma las previsiones de Goldman Sachs de que el precio del petróleo podría aun declinar en un 15%.
La nómina de países más afectados incluye, entre otros, a Irán, Rusia y Venezuela. Los tres países enfrentan situaciones críticas. En el caso de Rusia, la combinación de sanciones occidentales, por la ocupación de Crimea y la injerencia en Ucrania, y la baja del precio del petróleo, podrían obligar a Moscú a la drástica revisión de políticas. Irán, con un gobierno electo para mejorar la situación económica interna, corre el riesgo de dar lugar al auge de sectores más fundamentalistas. El desplome económico de Venezuela, podría ser inminente y arrastraría a algunos países caribeños que sobreviven de la solidaridad venezolana.
Otros países, como México, tercer productor del hemisferio, también podrían sufrir consecuencias en los pronósticos de inversión extranjera y de crecimiento. Bolivia también, ya que la cotización del petróleo regula el precio del gas que exporta a Brasil y a la Argentina. Ecuador tampoco estaría en mejores condiciones. El protagonismo petrolero de Brasil, asimismo, se podría limitar. Los precios de las reservas en aguas ultra profundas solo serían rentables con precios del crudo más altos o con inversiones chinas de carácter más de concepción geoestratégica que de mercado.
El precio barato del petróleo, por uno o dos años, pone en riesgo la llamada revolución mundial del “fracking”. En el actual contexto, la posibilidad de captar inversiones se reducen. La Argentina, con Vaca Muerta, podría eventualmente sufrir consecuencias que demoren aspiraciones.
Estas consideraciones apuntan a destacar que el mundo se va complicando con una diversidad de nuevas variables geopolíticas. Si bien el precio del petróleo no es exclusivo para considerar perspectivas globales al existir otras variantes relevantes, es evidente que hay que tener la cabeza muy fresca para el análisis y la reflexión en política exterior. Es de esperar que la Argentina se prepare para estar a la altura de las circunstancias.