Por: Diego Rojas
El Frente de Izquierda nació en oposición a las elecciones PASO, instauradas a partir de la última ley electoral y que imponen un sistema de internas abiertas en todos los partidos, a la vez que un piso poscriptivo que debe ser superado para poder tener un lugar en las elecciones generales.
A partir de la denuncia de este sistema electoral -ya que, para la izquierda, planteaba una injerencia del Estado en la vida interna de los partidos, a la vez que una proscripción antidemocrática- los partidos que componen actualmente el FIT se dieron a la exploración de una alianza que desarollara un programa común que, a la vez, les permitiera ir unidos a las elecciones de modo tal de aunar fuerzas en pos de la superación del piso de las primarias.
Y les fue bien. Nació así el frente de los partidos trotskistas que se encuentra desarrollando un fenómeno a nivel mundial, ya que es la única coalición que se reclama heredera de la tradición política de León Trotski que ha logrado una bancada de diputados nacional, a la vez que diputados provinciales y concejales y resultados muy auspiciosos en las provincias de Salta y Mendoza y en ciertas localidades industriales del país. El fenómeno electoral -que ganó las elecciones de la ciudad de Salta en 2013 y que obtuvo el segundo puesto en las recientes elecciones de la ciudad de Mendoza- parece haber decidido afrontar las PASO -mediante elecciones internas- que en su nacimiento repudió. ¿Es un retroceso respecto de sus posiciones anteriores?
Se podría decir que un poco sí y un poco no. Hasta el momento las fuerzas que integran el FIT -Partido Obrero (PO), Izquierda Socialista (IS) y Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS)- habían consensuado las candidaturas sin necesidad de dirimir esas posiciones por medio de elecciones internas. No debería idealizarse esta negociación. Gertrude Stein diría: “Un frente es un frente es un frente”, y un frente implica que existen formas disímiles de caracterizar ciertas cuestiones, pero que luego de una discusión, suman las fuerzas en común -de otro modo, serían un partido-.
Las negociaciones internas del FIT no carecen de tensión. Así, en 2013, las discusiones se realizaron hasta el último minuto que permitía la ley -que requiere una fecha tope para presentar las listas-. Es más, uno de los más conocidos dirigentes del PTS anunció el último día de las negociaciones que no se había llegado a un acuerdo y que se resolverían las candidaturas en las PASO. El PTS había planteado que las internas abiertas eran la opción frente a un estancamiento de las negociaciones, frente a la posición adversa del PO e IS, que razonaban del siguiente modo: “Se debe ir a las elecciones generales sosteniendo una candidatura única para enfrentar con esa unidad monolítica a los candidatos de los partidos tradicionales, que sí podrían ir dispersos en varias listas”. En función de este razonamiento, se había alcanzado un acuerdo, finalmente, en 2013. Luego, IS señalaría que el PTS había obtenido “ubicaciones desproporcionadas de sus candidaturas que rompen el equilibrio entre las tres fuerzas” en función de sostener la lista única. Sin embargo, en 2013 y a último momento, el acuerdo había llegado.
En esta oportunidad, las tensiones de las negociaciones eran palpables y el PTS siguió planteando que las PASO debían ser la opción si no se llegaba a un acuerdo, con la oposición del PO y el IS. Sin embargo, el acuerdo era imposible, ya que el PTS había decidido que sólo negociaría las candidaturas luego de una conferencia electoral a realizarse a fines de mayo -cuando el límite para presentar las listas está en los primeros días de junio-. Esta dinámica imponía una parálisis al FIT, que no podía salir a la discusión electoral con una candidatura proclamada (tanto IS como el PO plantean que la candidatura de Jorge Altamira es la más razonable en función de los beneficios electorales que podría plantear para el FIT) frente a las consolidadas de Mauricio Macri, Daniel Scioli y -más o menos- Sergio Massa.
Para evitar la dilación que impediría salir al ruedo con un orden electoral más o menos consolidado, el PO e IS decidieron aceptar el planteo del PTS de resolver las candidaturas en las PASO y largar, entonces, la campaña de una vez. Cierto refrán señala: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”. La posición óptima de una candidatura unificada parece quedar descartada, sin embargo, el PO e IS lanzarán la candidatura de Jorge Altamira como presidente y Juan Carlos Giordano como vicepresidente mientras que el PTS hará lo suyo con Nicolás del Caño y probablemente Myriam Bregman y de este modo el FIT podrá intervenir desde ahora mismo en la campaña electoral, tal como los demás partidos del espectro político, evitando de este modo cualquier dilación y especulación en torno a esa dilación.
La lista “frentista” que lleva como candidato a Altamira también intentará plasmar en las candidaturas los acercamientos de otros agrupamientos políticos que en el último periodo se acercaron al FIT y apoyaron su programa, ampliando de este modo el polo político de la izquierda en el país. Salvo en cierto posible microclima de la izquierda, se descuenta que la candidatura de Altamira obtendrá largamente el favor del electorado, ya que su imagen se ha consolidado como la que representa a las fuerzas de la izquierda en el país, situación comprobable en que cualquier consultora pregunta por la opción “Altamira” en las encuestas, a la vez que los programas periodísticos lo señalan como el candidato a presidente del FIT de modo natural, tanto como así es señalado por el imaginario social de los argentinos.
El diputado Nicolás del Caño es un joven dirigente en ascenso y acaba de obtener el segundo puesto en la elección de la capital mendocina con 11253 votos que marcaron un éxito para el FIT, sin embargo, no representa todavía una figura que pueda incidir en la votación del millón y medio de electores que tuvo el Frente de Izquierda en 2013, y que todos sus partidos aspiran a superar en las elecciones de agosto y de octubre. El mecanismo de las PASO del FIT no implica que la lista ganadora obtendría todos los cargos expulsando a la lista minoritaria, sino que garantizaría una representación y la rotación de los cargos entre sus miembros -un rasgo novedoso de esta fuerza electoral-. De este modo, el Frente de Izquierda se encuentra ya en el ruedo electoral hacia agosto y octubre. Habrá que ver si la coalición trotskista mantiene los movimientos positivos en su performance electoral.