Por: Eleonora Bruzual
Venezuela vive uno de los momentos más dramáticos de su historia… Medio país o más en peligro de que le sea borrada su voluntad de cambiar con votos a un régimen forajido, a un proyecto siniestro no nacional sino internacional.
Los venezolanos, sea cual sea su tendencia política, estamos en las peores manos y bajo las más mediocres y siniestras mentes. Chávez pareciera que quiso cobrarle a este país al que no pudo dominar en su totalidad, la terrible factura que le pasó la vida, y nos ha dejado una autentica banda empoderada.
Viendo lo que estamos padeciendo desde este pasado domingo, de inmediato recordé algo que resalta el gran escritor belga Georges Simenon. Experto en la novela policíaca, y en la enmarañada personalidad del delincuente, Simenon señala la peligrosidad extrema del malhechor bruto… Del torpe. Ese que es detectado con el puñal sangrante en sus manos y a sus pies la víctima destripada y niega su crimen. Es exactamente lo que estamos presenciando nosotros, cuando un ilegítimo y su combo, evidentemente cazados en flagrancia, revuelven todo, amenazan, coaccionan, dan una patada a la ya endeble democracia y deciden que los votos no pueden ser recontados y que aquí hay Maduro para rato -largo o corto- que los tiranos Castro y el Eje del Mal decidirán.
Porque aquí hay una verdad desnuda y la verdad no es subjetiva, no hay una de Maduro y otra de los demócratas… La verdad es que Capriles ganó con toda seguridad y el sucesor de Hugo Chávez es un ilegítimo. Capriles ganó y lo sabemos todavía con más certeza cuando en cambote se niegan a recontar los votos, y hoy al mediodía, una real comisaria del régimen, Luisa Estela Morales, que funge además de presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, decide, cumpliendo también las órdenes que llegan de La Habana, que “el conteo manual no existe y se ha engañado a las personas”. Esto pasándose por el forro Constitución, Ley Electoral y voluntad popular.
Y como lo he denunciado, tanto por Infobae como por otros medios de comunicación internacionales, esto es un Golpe de Estado. Esto es el zarpazo de unos bárbaros decididos a quedarse en el poder sea cual sea el costo. Ya estamos contando muertos, ya venezolanos comienzan a ingresar a los hospitales y clínicas alcanzados por la violencia roja, esa que bien pone en práctica aquella lección siniestra del sociópata Ernesto Guevara, que deseaba con loca perversión ver al odio “como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”. Ese que degenerado confesaba: “Siento que mi nariz se dilata saboreando el olor acre de la pólvora y la sangre del enemigo”.
Venezuela la sacude ya la violencia. Hay brigadas oficialistas que salen a golpear y matar. Desesperados necesitan cambiar la agenda informativa nacional e internacional. Necesitan sacar de la primera plana el manejo fraudulento de los resultados electorales y colocar la violencia, que además están tratando de endilgarle a los demócratas, vistiendo con camisas caprilistas a sus vándalos. El propio Henrique Capriles lo ha dicho: “La idea es implantar la violencia para que el mundo olvide el reconteo, que es constitucional”.
Alguien me envía un comentario. La primera lectura me lleva a desecharlo como si estuviese leyendo un relato de película y no algo factible… Después mi mente me conduce a recuerdos de hechos aterradores pero que sucedieron. Pensar no es un pecado, menos relacionar.
Traduzco lo que me dice mi amigo. Él me comenta sobre esas dos explosiones que el lunes a primera hora de la tarde sacudieron a la ciudad de Boston. Dos explosiones muy cerca de la línea de meta del famoso y concurrido maratón de Boston. Me dice que en su opinión, el Departamento de Estado debe investigar a los funcionarios del Consulado de Venezuela en Boston.
Leo y hasta me sonrió y adelanto en silencio una crítica a mi amigo porque considero su comentario paranoico. Pero sigo leyendo y sobre todo comienzo a recordar otros sucesos aterradores y relaciono. Comienzo a preguntarme quién podía, antes del 11 de septiembre de 2001, imaginar que “el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar” atacaría a los Estados Unidos en el propio corazón de su territorio. Quién pudo adelantarse a la visión de la Estación de Atocha en Madrid, ensangrentada por el odio y la furia asesina aquel 11 de marzo de 2004. Quién tiene la verdad sobre los motivos de ese atentado enmarañando la política española e impactando en un proceso electoral…
Sigo leyendo lo que me comenta este amigo, al que más de uno es capaz de aconsejarle escribir guiones de películas de intrigas políticas y terrorismo. Me conmina a pensar sobre un asunto: ¿a quién realmente y en este momento puede beneficiar ese atentado en Boston? Me concluye que a la tiranía cubana de los Castro y a sus comisarios políticos empoderados en Venezuela. ¿Y por qué? Simple: un atentado terrorista desvía la atención, saca a Venezuela de las primeras planas de los medios. Enfría la noticia, la convierte en hecho local, menor, poco importante. El olvido es buen manto para muchas fechorías. Boston sintió el resuello del terrorismo, se salpicó con la sangre de las víctimas. ¿Víctimas de qué propósito, de cuál fin…?
Sigue mi mente cual carrete de imágenes. Recuerdo cuando en enero de 2012 se le notifica, -por parte del Gobierno norteamericano- a la Embajada de Venezuela en Washington la expulsión de la cónsul venezolana en Miami, Livia Acosta Noguera, acusada de ser parte activa en el complejo complot antiestadounidense que involucró a las embajadas venezolana, cubana e iraní en México durante los 2006 a 2008. Livia Acosta Noguera es expulsada por considerarla una terrorista con vínculos directos con Irán. ¡Basta de cavilaciones!
El Gobierno de los Estados Unidos sigue sin reconocer la legitimidad de Nicolás Maduro como presidente electo de Venezuela, aunque Tibisay Lucena -presidenta del Consejo Nacional Electoral- furibunda militante del partido de gobierno y activista de la campaña de Maduro donde con absoluto desparpajo saliera luciendo un brazalete chavista, por cierto casi igual al que portan los terroristas de las FARC, lo proclamara a prisa y violentado ley electoral y constitución.
Maduro, la tiranía castrista y todo ese universo de socios, cómplices, chulos y terroristas necesitan por todos los medios conservar el Poder en Venezuela. Venezuela que ya no es un país, que es simplemente un cuerno de la abundancia y una zona de tolerancia donde convive lo peor del planeta. ¿Alguna conexión existe entre la necesidad de borrar las irregularidades y el fraude electoral en Venezuela y las bombas de Boston?
No lo sé… Es más, me resulta novelesco. Lo que sí sé es que Maduro es un presidente ilegal y que el mundo tiene que estar con los ojos muy abiertos. Que prefieren incendiar Venezuela y quedarse sobre cerros de cadáveres que aceptar el reconteo de los votos que es legal y constitucional.
Chávez pareciera que quiso cobrarnos a nosotros los venezolanos, su temprana muerte. Que quiso cobrarnos su destino terrible al confiarse de los Castro y su pésima medicina dejándonos lo peor de la banda… En el poder está un bruto –y recordando a Simenon- hay que tener cuidado, porque es capaz de cualquier cosa. ¿Cómo esperar reflexión de una mente violenta? La verdad a la vista es que Henrique Capriles ganó las elecciones pero Maduro, el ilegítimo acorralado, quiere y puede ensangrentar este país tan maltratado por 14 años de barbarie.
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