Por: Eleonora Bruzual
La ruta de la empanada siempre estuvo llena de escollos, tantos que ni siquiera se pudieron consolidar las areperas socialistas. Así una arepa o una empanada pasaron a ser difíciles platillos para los que se necesitaban esfuerzos gigantes a la hora de lograr su ingrediente base: la harina.
Y es que en esa copia al carbón del modelo castrocomunista, Chávez y su combo repitieron estrategias desastrosas y también demostraron ineptitud e ignorancia supina y esto ha traído como consecuencia esta Venezuela devastada, hambrienta, desabastecida. Chávez siguió a pie juntillas la orden de quebrar y desaparecer la industria nacional y suplirla por empresarios extranjeros a los que se les da a ganar mucho dinero y les importa un rábano el destino de un país y su pueblo…
La economía chavista de las importaciones ha hecho mil millonarios a argentinos, uruguayos, brasileros, nicaragüenses, dominicanos y por supuesto a los ávidos chulos cubanos castrocomunistas, que son una suerte de alcabala, donde se negocia, se triangula y se reparte el botín. La mal llamada “Economía” roja posee como componentes, una mezcla de ruina cubana con la legendaria cantina de cuartel que quebró el que con los años se hizo dueño de Venezuela. Y por supuesto, ahora, cuando un títere ilegítimo ni siquiera chista las órdenes de los Castro, la escasez se agudiza y la coacción y siembra de terror debe acrecentarse.
Ante esta realidad, veo a Lorenzo Mendoza encarar las mentiras y la coacción roja y me convenzo todavía más que cuando se logre desmontar la trácala que mantiene la ilegitimidad, florecerá esa Venezuela que ha generado a través de su historia laboriosidad, tesón, honestidad; que junto a Polar, otras empresas venezolanas volverán a producir, a generar empleo, a alimentar a un pueblo que ingenuo llegó a creer en una mentirosa ruta de la empanada y ésta ha sido una vía dolorosa que transitan al lado del hambre, del desempleo y el chantaje.