El pasado jueves 9 de septiembre, el Canciller Héctor Timerman envió la primera señal de lo que podría ser un cambio en la política exterior argentina hacia Cuba, en la cual se priorice la defensa de los Derechos Humanos, incluyendo en la relación bilateral a los referentes democráticos en la Isla gobernada desde hace más de medio siglo por el régimen dictatorial de partido único de los hermanos Castro. En efecto, como lo hizo público el propio Ministerio de Relaciones Exteriores en su sitio de Internet, "Timerman recibió en su despacho a los ciudadanos cubanos Alejandro González Raga y Blanca Reyes, quienes habían solicitado un encuentro con el Ministro argentino para transmitirle su visión sobre la situación en Cuba. El Canciller escuchó con atención a los ciudadanos cubanos y reiteró la tradicional posición argentina en materia de promoción y protección los derechos humanos". Luego de este valioso gesto solidario del Canciller argentino, el paso más importante que tiene que dar ahora es implementar en Cuba las recomendaciones que él mismo le proponía al gobierno de Néstor Kirchner desde su columna en la revista Debate, el 23 de enero de 2004. En ese entonces, Timerman escribió: "Se puede discutir sobre cuál debe ser la política a seguir en el caso de Cuba y los derechos humanos. Y también se puede debatir si los Estados Unidos tienen la estatura moral para exigir una condena de las autoridades cubanas, mientras bombardean Irak y guardan silencio sobre las matanzas rusas en Chechenia, o apañan las dictaduras de China y Arabia Saudita, entre muchas otras...Si este gobierno no desea convertir a los derechos humanos en una política de Estado, al menos debería ser más solidario con los familiares de los presos políticos. Por ejemplo, en relación con Cuba, correspondería recibirlos, confortarlos y ser sus voceros frente al régimen castrista. ¿De qué sirve celebrar nuestras fechas patrias en la embajada argentina si en ellas están ausentes los disidentes? ¿Se puede aclamar la libertad y la independencia, mientras los familiares miran desde afuera porque no han sido invitados?". Un planteo que le hizo a Timerman el ex preso político Alejandro González Raga, condenado en la oleada represiva de marzo del 2003 a 14 años de prisión por promover un referéndum conocido como Proyecto Varela, fue que la comunidad democrática latinoamericana deja en manos de los Estados Unidos las acciones solidarias con los opositores pacíficos al castrismo. Al respecto, la Argentina debería ser el país más solidario con los activistas de derechos humanos en Cuba. Un motivo lo brindaba el Canciller Timerman en el mencionado artículo: "El pasado argentino nos coloca en la obligación de ejercer un rol de liderazgo que muy pocos países pueden intentar ocupar. Por ejemplo, en la lucha contra la violación de los derechos humanos y en la solidaridad activa con quienes se ven privados de ellos. Porque fuimos víctimas no debemos olvidar a las actuales víctimas". El otro motivo es el conocido papel de complicidad que tuvo Cuba con la dictadura argentina, incluyendo la decisiva acción de bloquear la condena a los militares en la entonces Comisión de Derechos Humanos de la ONU, algo extrañamente excluido de la Memoria. El propio Timerman recordó en una entrevista "que los países que más ayudaron, los colegas que más ayudaron a obtener la libertad de presos políticos en la Argentina fueron los colegas de medios como New York Times, Le Monde, el Corriere della Sera, La República de Italia y El País de Madrid. Nunca escuché que Granma o Pravda hayan obtenido ningún tipo de influencia en la lucha por la libertad de expresión en la Argentina. Porque, en definitiva, no hay ninguna diferencia entre el concepto de prensa que tenía el general Videla que la que tiene Fidel Castro". En consecuencia, sería deseable que, como Canciller, Héctor Timerman lleve a la práctica sus convicciones, implementando prácticas de diplomacia comprometida en Cuba como actualmente lo hacen allí muchos países -Suecia, Holanda y Estados Unidos- que durante la dictadura militar argentina fueron también muy solidarios con los activistas de Derechos Humanos.