Estos son tiempos complejos. Las autoridades ejecutivas del Fondo Monetario Internacional abrieron las reuniones de primavera, celebradas la semana pasada en Washington DC, declarando que la economía mundial está funcionando a tres velocidades diferentes.
La declaración emitida por el llamado Grupo de las 20 mayores economías reconoció la debilidad del crecimiento global y el desempleo demasiado elevado en muchos países. Esto fue atribuido a la recuperación dispareja que está “progresando a diferentes velocidades”. Hay crecimiento relativamente vigoroso en las economías emergentes y en Estados Unidos hay un “fortalecimiento gradual de la demanda privada”, pero la zona del euro está rezagada.
Por ende, el G-20 concluyó que “se requieren medidas adicionales para que el crecimiento sea vigoroso, sostenible y equilibrado”, mientras que la sostenibilidad fiscal, o la austeridad, en las economías avanzadas será objeto de estrategias de mediano plazo. En ese contexto, fueron bienvenidas las políticas de estímulo recién adoptadas en Japón y Corea del Sur. Además, sin mencionar Alemania o China, a las grandes economías con excedentes les aconsejaron adoptar “medidas adicionales para impulsar las fuentes domésticas de crecimiento”.
Una sola frase en la declaración del G-20 se refirió a las preocupaciones expresadas por algunas economías emergntes respecto a la volatilidad de los flujos financieros y las devaluaciones de monedas, las cuales pueden ser causadas por las políticas de estímulo adoptadas en las economías avanzadas. Los llamados BRICS, Brasil, Ruisa, India, China y Sudáfrica, se han quejado de estas consecuencias.
Ante la recuperación dispareja, el personal del Fondo Monetario, para este año proyecta en 3,3 % el crecimiento mundial, casi lo mismo que el año pasado.