Por: Iván Carrino
Hace unos meses Paul Krugman, el economista citado por Cristina por alabar el modelo económico del kirchnerismo, escribió un breve post donde explicaba que la elevada inflación en el mundo estaba en vías de extinción.
Por otro lado, con una simple visita a Wikipedia podemos conocer una especie ya extinta, la del control de cambios.
Sin embargo, en Argentina estos dos “dinosaurios” están vivos. Luego de diez años de kirchnerismo, el país convive con alta inflación y con el famoso cepo cambiario. En Libertad y Progreso ya advertimos de las nefastas consecuencias de este combo e hicimos especial hincapié en que el cepo funciona como un subsidio al turismo de los ricos mientras condena el futuro de los pobres al obligarles a ahorrar en una moneda que pierde más del 20% del poder de compra al año.
Dado que ésta era una preocupación más bien extendida entre la opinión pública, el gobierno decidió ayer hacer algo. Sin embargo, en lugar de desandar el camino que llevó a esta situación, se optó por cerrar más el cepo.
¿Servirá la medida? Si lo que se busca como objetivo es “ser cuidadosos en la administración de reservas”, es evidente que la medida no funcionará. Para comprobarlo podemos observar nuestra historia reciente. En octubre de 2011 el gobierno impuso el control cambiario debido a que, al no querer reconocer la devaluación que él mismo había generado, comenzó a perder reservas. El “cepo” funcionó por unos meses, pero dos años después, la pérdida de reservas supera los US$ 15.000 millones.
¿Por qué? Porque el problema de la caída de las reservas no es el sector turístico o el comercio automotor “de lujo”. El problema es la política económica en general. Si el gobierno acude a la inflación para financiar su gasto y luego controla los precios de los productos, lo que sucederá es que habrá escasez.
Con el dólar pasa exactamente lo mismo. En un contexto altamente inflacionario, el gobierno decidió controlar su precio y comenzó a quedarse sin stock (es decir, a perder reservas). En este sentido, el problema de la caída de reservas es un simple problema de oferta y demanda. Al precio que el gobierno quiere, la demanda de dólares supera la oferta. El problema no es del turismo sino de la intervención del gobierno en el mercado del dinero y del tipo de cambio.
Para terminar con este esquema, lo que se necesita es eliminar el cepo y bajar la inflación. De esa manera, dejaríamos de ser la otra oveja negra de América Latina (después de Venezuela) y disfrutaríamos de estabilidad cambiaria y, muy al contrario de lo que vemos hoy: abundancia de dólares.
Más controles y regulaciones no atacan el fondo del problema y solo crean más distorsiones que terminan perjudicando la vida de todos los argentinos.
Por último, cabe recordar que hacia finales de los años cuarenta, la Argentina puso en práctica todo este arsenal de medidas y controles, pero ninguna pudo evitar la fuerte devaluación y el magro avance en el nivel de riqueza en comparación con el mundo.
Es una lástima que los funcionarios ignoren tanto nuestra propia historia y que nos condenen incesantemente a repetirla.