Por: Jorge Altamira
Todo indica que la escisión del Frente para la Victoria (FPV) se va a producir en cuotas. La primera tuvo lugar ayer, con la partida de 17 diputados, un número módico pero suficiente para convertir a Cambiemos en la primera minoría en la Cámara Baja. Clarín no ahorra palabras para describir lo ocurrido como una operación orquestada por Emilio Monzó, el presidente macrista de Diputados, que ofreció a los díscolos distintas prebendas en las comisiones de la cámara.
Al macrismo le han alcanzado menos de dos meses de gobierno para dejar al desnudo las contradicciones insalvables del kirchnerismo, en medio de una ofensiva de despidos, devaluaciones, tarifazos e incluso represiones. Esta corruptela de cooptación política emula a Néstor Kirchner, en el principio de su Gobierno, raudamente festejada por el “filósofo” José Pablo Feinmann en su biografía del ex Presidente.
En el pelotón que primero ha hecho las valijas se destaca la tutoría de Juan Manuel Urtubey, el gobernador de Salta, quien desde hace tiempo viene anunciando su ruptura con el FPV. Es políticamente necesario recordar que Urtubey fue un discípulo dilecto del kirchnerismo cuando este se propuso desplazar del Gobierno de Salta, en 2007, al menemista Juan Carlos Romero. Urtubey ganó las elecciones provinciales de abril pasado enarbolando las banderas nacionales y populares. Ahora se junta a todos sus adversarios, por ejemplo, el massista Gustavo Sáenz, que le ganó la capital de la provincia para colaborar (tutti insieme) con el macrismo. La trayectoria kirchnerista de Urtubey demuestra la vacuidad del principismo del que se jacta La Cámpora.
Clarín, nuevamente, define todo el sentido de esta operación, cuando señala que el macrismo ha pasado a contar “con el número de legisladores que le permitirá aprobar los decretos de necesidad y urgencia e impulsar la ley que necesita con mayor urgencia: la que habilita un pago a los fondos buitre”. En el Senado, agrega el diario, Miguel Pichetto, que preside el bloque del FPV, asumirá esa misma tarea. No es difícil predecir que cuando el proyecto de derogar la llamada ley cerrojo llegue al Congreso, se producirá la segunda tanda de divisiones, pues los gobernadores pejotistas ya han anticipado que apoyan el arreglo con los buitre para poder colocar deudas provinciales en el mercado internacional. La conclusión suena cruel, por supuesto, pero se debe admitir que el buitre republicano Paul Singer no sólo conseguirá cobrar su crédito usurario, sino además poner a su servicio al FPV. Según declaraciones que publican los diarios, ni siquiera Axel Kicillof atacó un acuerdo con los buitre, del cual solamente dijo que podría entrañar juicios por parte de los acreedores que habían aceptado los canjes de 2005 y 2010.
¿La Cámpora ha tomado nota de esto o solamente busca la renovación de algunos contratos en Radio Nacional? ¿Los diputados de Alicia Kirchner van a obstaculizar el acuerdo con los buitre o van a priorizar la obtención de fondos nacionales por parte del ministro Rogelio Frigerio? Héctor Recalde, que preside el bloque de diputados del FPV, se ha limitado simplemente a lamentar la división. A este ritmo, su presidencia parlamentaria se va a terminar parangonando con la de Federico Pinedo.
En este cuadro excepcional, el FPV prepara, obligado por la ley de partidos, un Congreso del Partido Justicialista (PJ) para fines de febrero y elecciones internas para mayo. ¿Unidad entre buitre y no buitre? Las organizaciones cristinistas han anunciado el inicio de una campaña de afiliaciones al PJ y algunos gurúes, la candidatura de CFK para presidir el partido. Clarín observa: “No hay ningún otro jefe del partido que hoy pueda hacerle frente a la ex Presidente de la Nación”. Un contubernio entre los grupos cristinistas, por un lado, y el pejotismo y las varias fracciones de la burocracia sindical, por el otro, significa una adaptación a la política de la burguesía en esta fase: convertir el endeudamiento inter-estatal K en endeudamiento internacional y aplicar una política de ajuste. El agente de los monopolios mineros, el ex gobernador de San Juan, José Luis Gioja, postula una lista de unidad, que no sería más que una de las formas que puede asumir esta adaptación. En la crisis en torno al presupuesto bonaerense quedó de manifiesto que el aparato de intendentes de la provincia está lejos de acompañar al cristinismo.
Es indudable que la política macrista conduce, más o menos rápidamente, a una polarización social que se traducirá en una polarización política. El cristinismo, en estas condiciones, se ha trazado una política de trenzas y compromisos con el pejotismo y de la burocracia que no es casual: doce años injertado en el aparato del Estado imposibilitan una oposición política independiente y consecuente.
Para los luchadores y las organizaciones obreras combativas, las conclusiones políticas que se imponen son claras.