Por: Juan Gasalla
En un mercado de cambios intervenido, desdoblado en los hechos y con precios distorsionados entre el circuito oficial -al que sólo se accede para operaciones de comercio exterior y las autorizadas para turismo- y el paralelo -donde el billete físico se consigue un 54% más caro-, aparece otra cotización que sincera la percepción del valor del peso argentino en el exterior: el “contado con liquidación”.
Este tipo de cambio surge de la transferencia legal de activos argentinos, sean bonos o acciones, a una cuenta en el exterior, para ser vendidos y hacerse de dólares. Lo habitual es que se efectivice a través de papeles locales que cotizan en Nueva York (los ADR) o títulos públicos argentinos emitidos en dólares que tengan mayor liquidez. La brecha entre el “liqui” y el dólar oficial alcanza hoy el 62 por ciento. Estas transacciones son legales, las cursan sociedades de Bolsa que cobran una comisión cercana al 2% y son supervisadas por el Mercado de Valores.
Los ADR (American Depositary Receipt) son instrumentos financieros que representan el depósito en un banco de los EEUU de acciones de compañías constituidas en el extranjero. Así, las empresas más representativas de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires -YPF, Banco Galicia o Tenaris, entre otras- pueden negociar sus títulos en Wall Street, a la par que las cotizantes norteamericanas. Entre los títulos públicos, los preferidos para estas transferencias son Boden XV, Global 17 y Bonar X.
Estas acciones o bonos se compran con pesos en el mercado local, se colocan el exterior y el resultado en dólares queda depositado en una cuenta fuera del país, por eso a este dólar financiero también se lo llama “dólar fuga”, por ser un vehículo para la salida de capitales del sistema financiero nacional. La diferencia entre el precio en pesos de esos activos en la plaza local y aquel en dólares que se convalida en el exterior fija el tipo de cambio “contado con liqui”, en el que el Gobierno no tiene injerencia directa, como sí sucede en el mercado de cambios a través de las intervenciones del Banco Central en la plaza mayorista.
El “contado con liqui” nació en épocas del “1 a 1”, cuando en 1995 el Mercado de Valores de Buenos Aires estableció las operaciones de “liquidación de transacciones en dólares con acreditación o pago a través de cuentas radicadas en el exterior”. En 2006, el Banco Central ajustó esta operatoria al marco del Régimen Penal Cambiario y señaló su ilegalidad cuando se hacen efectivas la compra y venta de estos valores negociables en forma “simultánea”.
También se produce el “contado con liqui inverso” cuando una empresa quiere ingresar fondos al país. Antes de liquidar sus dólares al tipo de cambio oficial recurre a la compraventa de activos y si bien recibe pesos, lo hace a una tasa de cambio similar al dólar “blue”.
Si se observa la evolución de los precios en 2013, el panel Merval de acciones líderes de la Bolsa de Comercio lleva ganado un 17,7% (desde los 2.854 puntos con los que cerró 2012 a los actuales 3.359). En el mismo período, el dólar libre o blue subió de $6,83 a $7,83 (+12,8%). Esta diferencia la explica el contado con liqui, que trepó 20,4%, desde los $6,81 a los 8,20 pesos: la intensa demanda de acciones locales para ser vendidas en el exterior motivó una suba mayor de estos activos contra el dólar informal.
Durante enero se produjo un fenómeno poco frecuente: el dólar blue se pagaba más caro que el contado con liqui, por la fuerte demanda de los ahorristas que impulsó la escalada de precios del billete informal, en medio de la “inundación” de pesos que significó el pago de salarios de diciembre, aguinaldo y plus de fin de año, a lo que se sumaron compras para turismo. La situación más lógica es que el dólar obtenido por vía legal y registrada sea más caro que el dólar paralelo, porque de lo contrario éste último no tendría razón de ser, excepto para dolarizar pesos malhabidos.
Durante 2012, la brecha entre el contado con liqui y el blue osciló entre 2 y 3 por ciento y sólo se revirtió en favor del dólar libre en los momentos de mayor tensión cambiaria de julio y diciembre. En marzo la brecha positiva para el contado con liqui se amplió al 5 por ciento. Por un lado, la creciente demanda de empresas y grandes inversores presionó al alza el costo de esta transferencia, cuando rigen restricciones para girar dividendos. Por otro, la contención del precio del dólar “blue” por una demanda sustancialmente menor en las “cuevas” y la aparición de una mayor oferta –que algunos operadores atribuyen a entidades cercanas al Gobierno- evitó que la divisa marginal se acerque a los 8 pesos.