Militante

Julio Bárbaro

Especie en extinción.

Se alimentaban de ilusiones, y poseían la sonrisa de los dueños del futuro.

Modelaban al mundo por las noches, lo salían a forjar cada mañana.

Nacieron entre libros y mandatos para el éxito, se doctoraron mezclados con su pueblo.

Tenían la ambición de trascender, el egoísmo de los que se olvidan de sí mismos, una entrega absoluta hacia el mañana.

Felices sólo en el esfuerzo del hoy por la promesa de un mundo mejor.

Saboreaban el sacrificio al concebirlo como un camino hacia la justicia.

Sabían que la vida era un sueño pero no la aceptaban como herida absurda.

Propietarios de una causa sublime, inquilinos de un mundo con necesitados.

Caminantes que forjaban caminos, cuestionadores de toda realidad.

Vivían en la víspera del mundo nuevo que estaban por lograr.

Drogados por los sueños, motivados por los imposibles, pragmáticos de la ilusión.

Obsesivos, obnubilados por revertir la realidad, darle a la historia la vuelta de campana.

Incansables, últimos poseedores de una razón para vivir.

Interpretaron el sueño de los humildes de recuperar a su Líder, enfrentaron la obsesión de los gorilas por consolidar sus negocios.

Algunos pecaron de soberbia y se imaginaron capaces de conducir a sus pueblos.

Permanecieron los que se sabían hermanos de los que sufren y supieron acompañar sus esperanzas.

Militantes fueron los educados para gerentes de los ricos que decidieron ser conciencia con los pobres, y los nacidos obreros que quisieron ser héroes.

Empujaron y acompañaron a su pueblo en el último logro de la historia que fue la vuelta de Perón.

Hoy es el día que merece ese recuerdo.