Por: Julio Bárbaro
La absurda Ley de Medios que nos supo legar el Kirchnerismo es un aporte de los restos de estalinismo del pasado impuesto como sello del presente. Domingo Cavallo, un convencido de que renunciar a la dignidad era rentable, firmó un acuerdo con los EEUU no recíproco, por el cual ellos podían comprar nuestros medios de comunicación, pero nosotros no podíamos comprar los de ellos. Casi faltaba aclarar que ellos eran una Nación y nosotros carecíamos de vocación para serlo. Gracias a este absurdo artilugio, Radio Continental es española – pero a nombre de una empresa de EEUU- lo mismo que el Canal 9, siendo Canal 11 anterior a toda norma y en consecuencia de discutible legalidad. Lo cierto es que a esto se suma DIRECTV que, con casi tres millones de abonados, no es afectado por las huestes de Martín Sabatella ni por la Ley de Medios. No es una simple acusación, así es en la realidad.
Una cosa es el imperialismo y otra muy distinta son sus empresas cuando arreglaron con el Estado. Siendo titular del Comfer les pedí varias veces a estos revolucionarios que denunciaran ese tratado. Sin embargo, alguna razón habrá para que se sigan haciendo los distraídos. Todos sus discursos y cuestionamientos terminan en el umbral de algún negociado cercano al poder.
Lo cierto es que los medios extranjeros no hablan del Gobierno, en consecuencia no son enemigos como Clarín. Los muchachos son nacionales y populares, siempre y cuando el otro caiga en el pecado de disidencia; quien no sale de la obsecuencia oficialista no merece la Siberia del AFSCA. De los cuatro canales de aire, el Gobierno -o sea el oficialismo- maneja tres, el 7, el 9 y el 11, (TV Pública, Canal 9 y Telefé). Luego tiene Canal Encuentro, C5N, CN23, 360, Argentinísima y algunos agregados, sin tomar en cuenta las radios, donde decenas de micrófonos convierten a Radio Mitre en dueña de más del cincuenta por ciento de la audiencia. Porque hasta para odiar hay que tener talento, a veces ni el gobierno alcanza. Y la obsecuencia no es buen gancho para atraer audiencia.
La Ley de Medios intenta que quienes no sean oficialistas puedan ser perseguidos como conspiradores y así es un instrumento esencial para terminar con la libertad de prensa y la democracia. La consigna es clara: o aplauso cerrado a discurso presidencial o pertenencia a los grupos concentrados. Asesinaron la sutileza en el altar de la obsecuencia rentada. El cuento es simple, los demás ocupamos el espacio del poder concentrado. Tengo todavía un amigo inocente que me dice “a vos te invitan los medios concentrados”, yo le respondo que los otros, los alcahuetes sólo me nombran para cuestionarme, que si no fuera por los concentrados abríamos pasado a la clandestinidad. Me parece que es el destino que nos tienen reservado. Ellos vienen del viejo marxismo mal digerido, siempre piensan que tienen la propiedad de la verdad. Lo cierto es que a los privados invitan oficialistas y muchos van, y a los oficialistas jamás llevan disidentes. Después de Beatriz Sarlo con “a mí no, Barone”, la asociación de obsecuentes con veleidades revolucionarias decidió poner bolilla negra a todo individuo no dispuesto a aplaudir a libro cerrado el discurso presidencial.
Clarín tiene muchos defectos y correcciones necesarias, pero que quede claro de sobra que sólo se lo cuestiona por lo que opina, por su virtud, que el resto son simples detalles. El hecho de que cuenten las Licencias de cada pueblo de los Cables nacionales y se hagan los distraídos con DIRECTV demuestra demasiado a las claras lo que tienen en la cabeza. Las extranjeras, DIRECTV y las Telefónicas, esas tienen una sola Licencia nacional; a las disidentes les cuentan una Licencia por pueblo. Estamos sufriendo un Gobierno de derechas que le cedió lugares secundarios a vetustos restos de izquierda y en consecuencia mientras los personajes centrales del Gobierno se ocupan de la ineficiencia y el saqueo, los otros nos cuentan que están haciendo la revolución. Tanto pegarle al imperialismo pero parece que usaban sus bancos para resguardar sus humildes ahorros.
Cuando la suerte que es grela nos permita un Gobierno democrático en serio, toda esta caterva de alcahuetes de una revolución que nunca hicieron van a ser mano de obra desocupada, como los que sobraban de la horrible dictadura. Lo más talentoso del Kirchnerismo fue otorgarle categoría de dignidad a los aplaudidores y a la obsecuencia. Cuando se queden sin el Estado van a seguir el camino del menemismo, una mezcla de disolución con muchas acusaciones y pocos aportes. En el final nos suele mojar la persistente lluvia de la realidad.