Por: Julio Bárbaro
En principio, los empresarios y el mercado serían la expresión de la ideología de derechas y el Estado y su burocracia vendrían a ocupar el espacio de la izquierda. Todo esto sería en un principio, porque cuando la burocracia se instala impone reglas de juego para la acumulación de riqueza y poder que terminan siendo mucho más nefastas que las del mercado, que ya lo son y de sobra.
El problema central del juego del libre mercado es la concentración, eso que vivimos nosotros viendo como las farmacias, los bares y hasta los quioscos caen en manos de las cadenas, dejan de pertenecer a un hombre libre y emprendedor para caer en manos de capitales superiores que lo convierten en esclavo y terminan dominando a la sociedad. La concentración de los supermercados fue destruyendo carnicerías y mercaditos, eliminando el pequeño comercio y dejando a millares sin posibilidad laboral. El argumento liberal es que vamos a pagar más barata la gaseosa, la realidad es que terminan degradando la estructura de la sociedad. Y que no me vengan con el cuento de que el mercado lo equilibra, es falso, mientras la concentración no tenga límites el riesgo es del estallido de la misma sociedad. La ambición de los ricos no puede ser el único motor de la historia, es una forma superior de gobierno en relación a la corrupción de las burocracias pero siempre y cuando se les ponga un límite racional. Hoy vivimos el peor y más horrible de los escenarios, en el juego y la obra pública los negociados entre burocracia y empresariados corruptos generan un poder oscuro y delictivo que deforma tanto el capitalismo que dicen combatir como el socialismo que mienten intentar.
Europa es el lugar del mundo donde más se ha logrado edificar un capitalismo con justicia distributiva. Vendrán a decirnos que las colonias y otras guerras de ayer lo permitieron, pero sin lugar a duda la socialdemocracia evolucionó hacia una sociedad más justa. Los marxismos de Rusia y China retrocedieron a capitalismos sin democracia ni libertad, a capitalismos más mafiosos que democráticos, y cuando el actual Gobierno busca su lugar en el mundo lo hace más a partir de las limitaciones que resultan de su sueño autoritario que desde las necesidades de nuestra sociedad. La corrupción de las burocracias suele engendrar sociedades mucho más retrogradas que las que impone la desmesura del capitalismo. El crecimiento del Estado limita al sistema productivo en favor de la burocracia improductiva.
Cuando defienden a Cuba con una dictadura absoluta y la intentan justificar por el bloqueo, cuando olvidan los miles de militantes formados para exportar una revolución que fracasó hasta en su país de origen, cuando la supuesta lucha contra el imperialismo justifica posiciones irracionales, uno recuerda a los intelectuales del mundo defendiendo las atrocidades de Stalin. El cuento de asumir la corrupción para no hacerle el juego a la derecha, ese cuento termina siempre engendrando corruptos que siempre son de derechas.
Cuando con la pretendida teoría de los dos demonios niegan asumir la autocrítica que la guerrilla exige por haber matado en democracia, cuando degradan a los derechos humanos para llevarlos a ocupar el lugar de la venganza, cuando levantan el dedo acusador sobre el pasado personajes que ellos mismos carecen de dignidad en sus propias conductas, cuando todo esto sucede es que la burocracia intenta utilizar la excusa ideológica para erigirse en una casta explotadora de su propio pueblo. Y hasta dicen defender la división de poderes, nefasto, solo separan al Parlamento y a la Justicia como distintas áreas de obediencia al poder de turno. Cualquier parecido con la democracia es mera casualidad.