Los cubanos no comen pescado

Karel Becerra

“De aplicar el Socialismo Siglo XXI en la Antártida, tendremos escasez de hielo y éste será racionado en el futuro”

A cada habitante de esta tierra, cuando se entera de que soy cubano, se le ocurre preguntar: “¿Qué comen en Cuba?” A lo que segundos después, quizá por ver mi cara descolocada, y a modo de recomponer las cosas me dicen: “Seguro que comen mucho pescado, ¿no? jijiji”, y los veo encoger los hombros como diciendo: “Parece que lo insulté al cubano y pescado es una mala palabra”.

El problema no es responder fácilmente “no, apenas se come pescado”. Lo dificil es explicar al que pregunta, por qué en una isla la gente no come ni pescado, ni mariscos, ni langosta, ni cuanto bicho marino existe. Amigos, en Cuba no se come pescado, porque lo que hay en el mar son peces y al pescado, hay que pescarlo. Y ahí es donde entra el Castro Comunismo a funcionar.

A mi me fascinaba pescar en el mar, pero logré hacerlo recién entrado en los 18 años, puesto que los menores de edad tenían prohibido subir cualquier cosa que flotara en el mar. También había otras razones, el puerto más cercano me quedaba lejos, unos 35 Km., distancia imposible para ir de aventura. Luego por supuesto no tenia cordel acorde, el más largo que poseía era de unos 20 metros por lo que me servía solo para el río, o a algún charco cercano.

Llegada mi mayoría de edad tuve la gran suerte de que mi padre, médico cirujano, tuviera un paciente. El padre de este paciente tenía un hermano, Albertico, y éste a su vez tenía un barco*. En agradecimiento nos invitó a pescar en alta mar, unas 2 millas de la orilla, pues más allá, podría interpretarse como salida ilegal del país.

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Proa del barco de Albertico, se observa además el ancla. Con sus 5 metros de largo y 2 de ancho era el segundo barco más grande de la zona

Por supuesto que deben inferir que construir un bote o barco de madera estaba prohibido, si no yo me hubiera hecho el mío… Bueno, no. ¿Con qué madera?. La prohibición era por la sospecha de que lo utilizarás para irte a EEUU, “a pasar hambre y pasar trabajo”. Después, si tienes la suerte de que lo construyes a escondidas, y ya no te pueden detener, debes pedir un permiso para incluirlo en el “Registro Oficial”. Si, así como lo entiende, registrar cada balsa, chalupa, o elemento que flote, aun teniendo éste tracción animal, o sea, a remos. Teniendo ya el bote y el permiso de uso, cosa que puede llevarle unos 15 años**, debes pedir un “Permiso de Salida”. Esto es, si el bote lo sueltas de la orilla, ahí ya usted tiene que pedir un permiso, aunque se aleje unos 200 metros de la costa.

El bote en cuestión ya está construido, tiene el registro, y el permiso de soltar amarras. ¿Listo? ¡No! Ahora, cada una de las personas que suben al bote, tienen que pasar a pedir el “permiso de embarque”. ¿Fácil no? Si fuera fácil, cualquiera podría a pedir el permiso de embarque, pero la realidad, es que para optar por el permiso de embarque, previamente necesita el “Carnet de Pesca” otorgado por el Ministerio del Interior (Minint), luego de años de investigación, y renovable anualmente. Como usualmente te lo niegan, mi padre nuevamente, le realizó una operación de tiroides a una señora que resultó ser la madre de un jerarca del Minint, y por medio de éste, obtuvimos el “Carnet de Pesca” en trámite expeditivo, 6 meses.

Terminada toda la burocracia, volvemos al barco*** de Albertico, que a esta altura ya era amigo, pues habían pasado dos años desde su inicial invitación. Era un barco de madera de unos 5 metros de largo, ¡con motor! Si, porque él tenia el “permiso de tener motor” desde antes de 1959, creo. Ya el bote no era el mismo, ni el motor, ni nada, pero tenía ese papel. Estábamos Albertico, Leonelsito, que oficiaba de pescador asistente, mi padre y yo subidos con el permiso de soltar amarras, el carnet de pesca de cada uno, el permiso de salida de los guarda fronteras, y a punto de salir. Eran aproximadamente las 9 de la mañana.

Mi padre y yo, habíamos gastado toda la gasolina**** del mes para ir a la costa ese día. Previamente pasamos por una fábrica de hielo, donde una semana antes habíamos pedido una plancha de hielo, con el objetivo de conservar el pescado, pues la idea era estar dos noches en “alta mar”. Albertico, nos habia recalcado que aunque apareciera una tormenta de “tres pares de c…”, debíamos seguir sin tocar puerto, si no teníamos que tramitar todos los permisos nuevamente. Yo me imaginaba un huracán con olas de 10 metros, pero eso si, ¡tocar tierra jamas! Era más fácil soportar una tormenta que pedir los permisos nuevamente.

Así las cosas, al momento de partir, ¡el bote no arrancaba! Llegaron las 12 del medio día, las 3 de la tarde. A esa hora, eran unas 20 personas alrededor de nuestro bote opinando sobre que el motor estaba ahogado, el petróleo del motor, etc. ¡Uy! lo olvidaba, el petróleo para el barco. Ese lo “conseguía” mi padre con otro paciente que era militar, así que Leonelsito, que ya de asistente de pesca era mecánico, decía: “Oye, el petróleo no puede ser porque este lo trajo el médico y es del bueno, del que usan los tanques de guerra”. Bueno, para no cansarlos, finalmente pasadas las 5pm, logramos sustituir una “bujía” causante del fallo y partimos.

Luego de unos 20 minutos de navegar por el río, hacia la desembocadura, llegamos al punto de control militar Guarda Fronteras. Allí se chequeaba que todo estuviera en regla.  ¿Qué pasó?, pues sale el guardia y dice: “El puesto cierra a las 6pm, y están pasados, no podemos autorizar la salida”. Se nos hizo la noche intentando convencer al capitán del puesto, entre otras cosas de que no teníamos intención absoluta de irnos para los EEUU. Cerca ya de las 7pm, regresamos río arriba. Lo que quedaba del hielo lo repartimos para no desperdiciarlo. Así, camino a Santa Clara, donde vivíamos, el carro dejaba un hilo de agua, como queriendo marcar el camino, para intentarlo en otro momento. Pero, compadre, después de pasar todo eso, ¿a quién le quedan ganas de comer pescado?

 

* Israel se llama el hoy amigo de mi padre. Albertico su hermano, dueño del bote. Viven en El Santo, Villa Clara.

** Al menos hasta el año 2010 un conocido tenía el bote sin registrar, pasando ya los 20 años, por lo que sólo podía usarlo en agua dulce.

*** Estaba clasificado como barco pues tenia motor.

**** Gasolina, es nafta. El cupo máximo que vendían en esa época eran unos 20 litros de gasolina al mes pues la situación había mejorado. Si, así como lo lee, mejorado.

 

Nota: Dada la naturaleza del relato, rayano en lo inverosímil, debo aclarar que la historia es real y parte de una vivencia personal; nadie me lo contó.