Por: Luis Rosales
La última y única vez que un país se atrevió a atacar el territorio de los EEUU las cosas terminaron mal…para ellos. En 1941, el Imperio del Japón en una muy planeada y audaz decisión bombardeaba la base militar de Pearl Harbor en el estado de Hawaii, provocando así la participación norteamericana en la Segunda Guerra Mundial. Un poco menos de cuatro años después dos bombas atómicas destruían las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Décadas más tarde, en el 2001 cuando el terrorismo de Al Qaeda los atacó con éxito, golpeando por primera vez en la historia al propio continente, los fueron a buscar a sus guaridas y tras dos controvertidas guerras con invasiones incluidas, su líder Osama Bin Laden terminó asesinado.
Por eso cuando el delirante, aunque siempre desafiante, régimen de Corea del Norte amenaza atacar las bases de EEUU en Guam o Hawaii y hasta sugiere la posibilidad de llegar con sus misiles a California, el mundo no puede tomárselo a la ligera. Vientos de guerra soplan en la Península de Corea.
La situación se complica más si se tiene en cuenta que esta región ya fue escenario de un grave conflicto bélico a principios de los años 50, cuando a consecuencia del retiro de Japón tras su rendición, al igual que Alemania en Europa, Corea quedó dividida entre las potencias triunfantes. La mitad norte bajo el control chino con ayuda soviética y el sur con supervisión norteamericana. Después de un muy cruento enfrentamiento de tres años, finalmente ambas partes decidieron aceptar la línea del paralelo 38 como límite entre las dos nacientes repúblicas.
Desde entonces ambas hermanas siamesas no han dejado de diferenciarse y generar tensiones. Marcando uno de los contrastes más impresionantes que pueda registrar la historia humana reciente, mucho más si se tiene en cuenta que se trata de la misma población y geografía, Corea del Sur creció en forma sostenida hasta transformarse en la 15ta potencia mundial con un PBI de 1,1 billón de dólares y un altísimo nivel de vida, gracias a una moderna economía de mercado; mientras que la stalinista Corea del Norte pelea allá abajo el puesto 125 con 12.000 millones de dólares de PBI, lo que apenas le alcanza para poder alimentar mal a su población.
Una democracia pujante con una economía globalizada y vibrante versus una dictadura salvaje militarizada hasta los dientes. En una especie de remedo contemporáneo de los imperios precapitalistas de la antigüedad, el experimento del norte pone todo el esfuerzo en vanagloriar al líder de turno, siempre miembro de la misma familia Kim y en armar sus ejércitos que lo defienden. En eso es lo único que se preocupan. Un país que ha padecido varias veces hambrunas generalizadas en los últimos años, dispone de una impresionante fuerza armada de más de un millón de efectivos, que sumados a los reservistas lo ubica en el primer lugar de la Tierra. A esa verdadera marea humana hay que agregarle un arsenal importante de armas convencionales y algunas ojivas nucleares con la capacidad misilística para transportarlas.
El régimen de Pyongyang siempre ha utilizado el chantaje como método para obtener concesiones de la comunidad internacional. Por eso fue avanzando poco a poco en su plan nuclear porque sabe que en la medida de que tenga capacidad disuasoria y destructiva real, tiene garantizada su supervivencia a pesar de la inviabilidad de su modelo económico y social. Fuentes de inteligencia señalan que el joven dictador está preocupado por ciertas presiones internas por mayores libertades y por el cambio sutil pero peligroso de su único y tradicional aliado y protector, China, que analiza seriamente el costo beneficio de seguir sosteniendo lo insostenible. El pretexto para tensionar la cuerda esta vez, son las maniobras de tropas norteamericanas con aviones B52 en territorio de Corea del Sur.
Un liderazgo cada vez más exótico e incomprensible, representado primero por el abuelo, después por el hijo y ahora por el nieto, una actitud de chantaje permanente respecto al resto del mundo y presiones internacionales crecientes: un cóctel muy peligroso que en cualquier momento puede estallar. De hacerlo, en forma directa o indirecta, involucrará a varias de las principales potencias del mundo: los EEUU, Japón, China, Rusia y Corea del Sur. Bastante complicado está el planeta en estos tiempos como para que este equilibrio tan delicado se rompa por los caprichos y temores de un anacrónico dictador que ve tambalear a su régimen y su inverosímil relato.