La atención política en relación al año próximo se centra en los candidatos, los cargos y las alianzas. Pero nada se sabe o poco se habla sobre del futuro de CFK. John Adams, segundo presidente norteamericano, sentenció que “No hay nada más patético que un ex presidente”. En Estados Unidos, los ex presidentes, a los que se le construye una biblioteca y archivo oficial, continúan con tareas de conferencistas o bien se dedican a hobbies y actividades que por su exposición no hay podido desarrollar. Así, George W. Bush, expuso hace poco una colección de cuadros de su autoría o Jimmy Carter continúa dando conferencias por todo el mundo.
En Argentina, el tema es un poco más complejo. Tanto Menem, como Alfonsín, Duhalde y hasta Kirchner, se han mantenido en actividad. Todos volvieron a la política activa, incluso a ocupar cargos nacionales. Los dos primeros volvieron a ocupar cargos en el Senado y Kirchner murió siendo diputado nacional. Duhalde intentó ser presidente, pero con magros resultados.
Lo cierto es que los ex presidentes se convierten en un problema o bien “en algo que está ahí”. Sobre CFK es mucho lo que se podría especular. Al igual que su marido, Carlos Menem o Alfonsín, ella podría mantenerse en la política activa, incluso encabezar la oposición en caso que el Frente Para la Victoria pierda las elecciones de 2015. Son varios tres los escenarios que podrían abrirse en este sentido.
1) Primer escenario: CFK no deja la política e inmediatamente ocupa otro cargo. Ella podría ser diputada por Santa Cruz o bien por la Provincia de Buenos Aires. Esta posibilidad, aunque poco probable, podría resultar interesante, ya que la magistrada mantendría sus fueros, pero también podría comandar la tropa kirchnerista desde la cámara baja, y desde ahí relanzarse para 2019. Dato no menor, es aquí el hecho de que ambos distritos podrían ir en la misma fecha que las elecciones generales. La figura de CFK en la lista, podría atraer votantes y lograr así retener un piso electoral muy interesante en un escenario fragmentado, pero también obtener un buen número de parlamentarios. Este efecto “arrastre” podría atraer a los intendentes, incluso los más díscolos. Lamentablemente no podrá ocupar una banca en el Senado, ya que deberá esperar hasta 2017 cuando esos distritos elijan senadores.
2) Segundo escenario: dentro de la arena política, y de llevarse a cabo las elecciones generales de parlamentarios del Mercosur, CFK podría encabezar esa lista. De ser así, su nombre iría en la misma boleta que el candidato a presidente, y generaría un efecto “arrastre” que podría imprimirle un pasaje a la segunda vuelta al candidato oficialista. En el plano internacional, son varios los que sostienen que CFK podría ir a la Unasur, y ocupar un cargo central allí. Esto no la alejaría del plano político, y la mantendría en gran parte a resguardo del desgaste cotidiano. Aquí un factor exógeno podría complicar sus planes: Dilma Rousseff, si perdiese las elecciones en Brasil, la actual mandataria también podría ocupar ese cargo, sobre todo, a partir de la relevancia que cobró Brasil a nivel regional e internacional en los últimos años.
3) Una tercera opción, y que no ha sido descartada por la propia mandataria, sería retirarse a El Calafate y criar a su nieto Néstor Iván, cultivar su gusto por la lectura y el cine. La opción “criar los nietos”, no es muy utilizada en Argentina, ya que salvo De La Rúa, quien por cuestiones obvias no pudo regresar al plano político, ninguno de los anteriores eligió esta opción. Desde El Calafate, CFK podría comandar su tropa como si fuese una gélida “puerta de hierro”, reorganizarse de cara a 2019, e incluso esperar hasta 2017 para ocupar un cargo en el Senado. Pero “el llano” no es una característica de los líderes peronistas.
Lo cierto es que los ex-presidentes en Argentina se terminan convirtiendo en una difícil carga para sus sucesores como para sus partidarios. Deberíamos aquí, comenzar a pensar en generar una opción oficial que en primer lugar evite que los mismos vuelvan a aspirar a cargos electorales, ya que han ocupado la primera magistratura, siendo esta el mayor honor de la república, pero también, que haga uso de su capacidad y sus conocimientos. Así, como en Estados Unidos, generar una Biblioteca y Archivo Oficial o un Centro de Investigación, o incluso (y para aquellos que así lo deseen), crearles una cátedra honorífica en una Universidad Pública, donde que estos inviertan sus conocimientos y su tiempo en la formación de nuevos líderes, podría evitar que los ex-presidentes se conviertan en “algo que está ahí” o “algo patético” como decía John Adams.